La salud, nuevo epicentro del desarrollo urbano
Desde el punto de vista urban¨ªstico, parte de los expertos se sienten inc¨®modos porque el coronavirus est¨¢ desnaturalizando una de las concepciones m¨¢s aceptadas de c¨®mo deber¨ªan ser nuestras ciudades
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Cuando estall¨® la crisis de la covid-19, me pregunt¨¦ cu¨¢les eran las peculiaridades de las pandemias en la historia de las ciudades. Para mi sorpresa, pude identificar cuatro tendencias que, a mi juicio, siguen vigentes: la incertidumbre que alimenta la abundancia de informaci¨®n (alguna correcta, pero mucha otra falsa), la b¨²squeda de culpables con potenciales represalias, la disyuntiva entre el aislamiento y el deterioro socioecon¨®mico y, por ¨²ltimo, la persistencia del c¨ªrculo vicioso de la vulnerabilidad, es decir, las comunidades m¨¢s desventajadas son las que terminan sufriendo desproporcionadamente sus efectos por m¨¢s tiempo.
Si bien la identificaci¨®n de estas tendencias nos ayuda a vincular el pasado con el presente, el desaf¨ªo actual es si podremos comprender las complejidades de esta catastr¨®fica experiencia a fin de crear un futuro mejor para todos. Para este dilema no existe una ¨²nica respuesta. Desde el punto de vista urban¨ªstico, gran parte de los expertos se sienten inc¨®modos porque el coronavirus est¨¢ desnaturalizando una de las concepciones m¨¢s aceptadas de c¨®mo deber¨ªan ser nuestras ciudades.
Los m¨¢s prestigiosos urbanistas sostienen que es indispensable lograr una mayor densificaci¨®n, inclusi¨®n social, movilidad sostenible e interconectividad f¨ªsica y virtual, para evitar los problemas medioambientales derivados de una cultura centrada en el autom¨®vil y la expansi¨®n territorial. A trav¨¦s de las pol¨ªticas urbanas, se fomenta la oferta de vivienda accesible o v¨ªa subsidios para hogares con distintos niveles de ingreso, en particular para los de menores recursos.
La rehabilitaci¨®n de edificaciones, especialmente en ¨¢reas centrales, incrementar¨ªa la densidad perdida y un dise?o basado en su uso mixto alentar¨ªa las interacciones sociales para facilitar la vida en la proximidad. Esta visi¨®n podr¨ªa sintetizarse en la denominada ¡°ciudad de los 15 minutos¡±, donde todos los vecinos pueden acceder a servicios urbanos esenciales en esa fracci¨®n de tiempo, ya sea caminando o en bicicleta. En otras palabras, se pretende construir ciudades m¨¢s compactas, inclusivas e interconectadas.
Sin embargo, tal como expone Philip Kennicott, periodista en el prestigioso diario estadounidense Washington Post, en su investigaci¨®n Designing to Survive, la covid-19 est¨¢ reconfigurando estas concepciones. No solo ha puesto en tela de juicio las ideas eminentes sobre las ciudades densas, sino tambi¨¦n el actual modus vivendi y operandi de las edificaciones en las que residimos y trabajamos. Kennicott enfatiza la necesidad de convertir la arquitectura en una ciencia m¨¢s org¨¢nica, que experimente y fomente la creaci¨®n de construcciones urbanas entretejidas con el medio ambiente que nos rodea.
Hoy, el coronavirus ha logrado que muchas personas, especialmente las m¨¢s afluentes, dejen sus residencias citadinas por urbanizaciones exclusivas en los suburbios para acceder a sitios naturales y escapar de las muchedumbres. Millones de otras personas, en cambio, se enfrentan cotidianamente a las restricciones e inconveniencias de sus propios espacios dom¨¦sticos: peque?os apartamentos o casas que no cuentan con el dise?o y la distribuci¨®n adecuados para mantener actividades laborales y escolares por largos periodos.
M¨¢s a¨²n, millones de familias de escasos recursos se ven obligadas a ganarse el sustento diario en las inseguras periferias, ya que carecen de oportunidades o habilidades para trabajar de forma remota. Estas residen, en el mejor de los casos, en viviendas precarias, hacinadas y con h¨¢bitats insalubres. No es casual el incremento exponencial de los casos de violencia intrafamiliar bajo estas condiciones. En Buenos Aires, por ejemplo, en el primer d¨ªa de cuarentena obligatoria, 41 mujeres denunciaron violencia de g¨¦nero, situaci¨®n que empeor¨® posteriormente, en particular en las zonas urbanas m¨¢s expuestas al coronavirus.
Debido a que las semanas de confinamiento se han convertido en meses de aislamiento, la concepci¨®n de la ciudad compacta est¨¢ bajo escrutinio
Debido a que las semanas de confinamiento se han convertido en meses de aislamiento, la concepci¨®n de la ciudad compacta est¨¢ bajo escrutinio. Ante esta situaci¨®n, no se trata solo de realizar esfuerzos de aglomeraci¨®n, o de incluir m¨¢s a la naturaleza en esa aglomeraci¨®n, sino tambi¨¦n de comprender los ¡°factores determinantes¡± que pueden generar ambientes urbanos saludables. Al respecto, Jason Corburn, profesor de la Universidad de California-Berkeley, propone que los espacios urbanos y sus procesos de planificaci¨®n, son poderosos determinantes de la salud de la poblaci¨®n.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud, por su parte, destaca que el bienestar de las personas depende primordialmente de sus circunstancias y su h¨¢bitat. En un mundo preeminentemente urbano, los atributos del lugar donde vivimos, el nivel de educaci¨®n y el ingreso familiar, as¨ª como la riqueza de las relaciones y redes personales, son ¡°determinantes sociales¡± de la salud, que interact¨²an con la condici¨®n gen¨¦tica y las conductas de cada individuo. El grado de acceso y utilizaci¨®n de los servicios de salud es solo una parte de toda esta ecuaci¨®n. Factores como los procesos de gobernanza de las ciudades, la provisi¨®n de servicios p¨²blicos, el acceso a alimentos frescos o la calidad de las edificaciones juegan un papel crucial en la salud f¨ªsica y mental de los ciudadanos, no solo la cantidad de cl¨ªnicas y hospitales disponibles.
En un reciente estudio realizado en seis grandes ciudades de Am¨¦rica Latina se demuestra la correspondencia existente entre estos factores y las desigualdades de salud que afectan la esperanza de vida al nacer. La segregaci¨®n espacial (norte-sur, este-oeste, centro-periferia), entre otras razones, tiene impactos severos. Estas correlaciones no solo suceden en nuestra regi¨®n, sino que tambi¨¦n se replican en las urbes de pa¨ªses avanzados. Las comunidades m¨¢s desaventajadas son las que, en general, tienen mayores dificultades para obtener una dieta saludable, esparcirse en lugares al aire libre, movilizarse econ¨®micamente y sin preocupaciones, acceder a cr¨¦ditos hipotecarios, o alquilar una propiedad sin peligro de ser desalojados.
Gran parte de dichas comunidades est¨¢n compuestas por minor¨ªas, migrantes o familias vulnerables. Sus barrios son los que cuentan con las m¨¢s bajas tasas de inversi¨®n relativa, tanto p¨²blica como privada, en obras de infraestructura y servicios sociales. Estas desigualdades enraizadas, que la covid-19 aprovecha para empeorar, tienen consecuencias significativas en la persistencia de enfermedades coronarias, respiratorias, infectocontagiosas y mentales. No basta entonces con generar recursos adicionales para curarlas. Debemos repensar y recrear nuestras ciudades para prevenirlas o mitigarlas, en donde el bienestar y la salud p¨²blica sean el epicentro de las decisiones de planificaci¨®n y desarrollo urbano.
Alejandro L¨®pez-Lamia es especialista l¨ªder de la Divisi¨®n de Desarrollo Urbano y Vivienda del BID.
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