?Africanos, rescatadnos!
Europa perder¨¢ cerca de 100 millones de trabajadores activos de aqu¨ª a 2050. Los inmigrantes puede ser la soluci¨®n ante la perspectiva de una econom¨ªa y un sistema de bienestar con dificultades para crecer
Si las cosas siguen como hasta ahora, la poblaci¨®n europea en edad de trabajar (20-64 a?os en UE y Reino Unido) se habr¨¢ reducido en 95 millones de personas entre 2015 y 2050. La consecuencia inevitable de este agujero es una econom¨ªa con m¨¢s dificultades para crecer y un sistema de bienestar con m¨¢s problemas para ser financiado. La distop¨ªa de un Estado gripado por el envejecimiento de su poblaci¨®n es ya una realidad en una potencia como Jap¨®n, pero muchos otros lugares ofrecen una fotograf¨ªa del futuro que nos espera: los cultivos no recogidos en el Reino Unido post-Brexit, el d¨¦ficit de personal sanitario en Alemania o la desatenci¨®n del sistema de cuidados infantiles en Irlanda.
Este argumento es el punto de partida de un interesante trabajo de Charles Kenny y George Yang, investigadores del estadounidense Center for Global Development. El desajuste entre la demanda y la oferta de trabajadores, cuentan, podr¨¢ ser suplido en parte por la robotizaci¨®n de la producci¨®n y el est¨ªmulo de la natalidad. Pero, como ha demostrado el caso japon¨¦s, la envergadura de este desaf¨ªo es de tal calibre que solo una versi¨®n ¡®porno suave¡¯ de Isaac Asimov nos sacar¨ªa del atolladero.
Tal vez Vox y otros proud boys europeos sue?en con un futuro plagado de hombres blancos yendo a misa con andadores, pero todos los dem¨¢s deber¨ªamos ir adelant¨¢ndonos a la realidad. Y esta es que necesitaremos muchos m¨¢s inmigrantes formados de los que ahora est¨¢n llegando. De hecho, los c¨¢lculos de Kenny para este blog coinciden con las estimaciones publicadas recientemente por el Gobierno (Espa?a 2050) y por las de otros estudios de prestigio que han analizado la evoluci¨®n de la tasa de dependencia entre pensionistas y trabajadores activos: el consenso es que Espa?a precisar¨¢ a?adir m¨¢s de 6 millones de trabajadores extranjeros entre ahora y mediados de siglo, una entrada neta de casi 200.000 por a?o.
El lugar com¨²n de que millones de trabajadores capaces est¨¢n esperando una se?al para subirse a un avi¨®n con destino a nuestras empresas contradice lo que sabemos sobre los procesos migratorios
Subestimar estas necesidades es el primer error que podr¨ªamos cometer. El segundo es pensar que podr¨ªan ser cubiertas pegando un silbido. El lugar com¨²n de que millones de trabajadores capaces est¨¢n esperando una se?al para subirse a un avi¨®n con destino a nuestras empresas contradice lo que sabemos sobre los procesos migratorios. El equilibrio de la oferta y la demanda en este campo depende de una compleja alineaci¨®n de factores demogr¨¢ficos, educativos y econ¨®micos. Y de una competencia feroz por atraer el talento migrante: ni Europa es el ¨²nico destino posible (el d¨¦ficit de personal sanitario en los EE.UU. podr¨ªa llegar a superar las 121.000 personas a principios de los a?os treinta, por ejemplo), ni todas las regiones que hoy emigran van a seguir haci¨¦ndolo del mismo modo en el futuro.
Y ah¨ª es donde Kenny y Yang sugieren que ?frica puede ser la respuesta a las necesidades de Europa, siempre que hagamos bien las cosas. El continente vecino ofrece el jackpot: un bono demogr¨¢fico, un excedente de la poblaci¨®n joven que no podr¨¢ colocarse en sus propios pa¨ªses y un potencial fabuloso para aprender y capacitarse. No solo esta emigraci¨®n es compatible con el desarrollo de oportunidades y empleo en los pa¨ªses africanos, sino que puede ayudar de manera definitiva a impulsarlos, como hemos visto en otras regiones.
Hay dos posibilidades: perpetuar este modelo de puerta estrecha, basado en fantas¨ªas y contrario a nuestros intereses, o liderar dentro de Europa y con ?frica la pol¨ªtica migratoria que demanda el siglo XXI
Lamentablemente, el statu quo no nos sacar¨¢ ni a nosotros ni a ellos del agujero demogr¨¢fico. Todas las estimaciones que incluye el papel sugieren que, si no hay cambios, Europa solo podr¨¢ atraer a entre el 23% y el 30% de los trabajadores que necesita, y de estos solo una cuarta parte proceder¨¢ de ?frica. As¨ª que tenemos dos posibilidades: perpetuar este modelo de puerta estrecha, basado en fantas¨ªas y contrario a nuestros intereses; o liderar dentro de Europa y con ?frica la pol¨ªtica migratoria que demanda el siglo XXI.
Hasta ahora el Gobierno ha optado de manera entusiasta por la primera opci¨®n, con un Ministerio del Interior hist¨¦rico, un Ministerio de Migraciones inane y un Ministerio de Exteriores en el siglo XIX. En plena reforma del modelo comunitario de migraciones y asilo, hay que ser un arque¨®logo para encontrar alguna propuesta relevante o imaginativa por parte de la Administraci¨®n o el Parlamento. Incluso reformas de estricto sentido com¨²n ¨Cpero, francamente, modestas en su orden de magnitud¨C como la facilitaci¨®n de permisos de trabajo a j¨®venes formados con dinero p¨²blico y listos para integrarse de forma productiva en la sociedad, encuentran en el propio Gobierno el primer escollo fundamental.
Esta batalla debe ser peleada sobre la base de argumentos veraces y narrativas convincentes, adem¨¢s de mejores ideas. Todo ello est¨¢ disponible para quien quiera encontrarlo: programas formativos en origen y destino, modelos de migraci¨®n temporal, partenariados de capacidades que ajusten oferta y demanda, regularizaciones que garanticen derechos y obligaciones, integraci¨®n laboral de los refugiados...
Existen innumerables precedentes a los que aferrarse y la complejidad del debate p¨²blico no es una excusa v¨¢lida. Como se?ala Charles Kenny en un intercambio con el autor de este blog, conviene saber a qui¨¦n preguntar: ¡°Es cierto que existe una gran brecha entre lo que se requiere para mantener pr¨®speras las econom¨ªas europeas y lo que parece pol¨ªticamente plausible en el ¨¢mbito de la migraci¨®n en este momento. Dicho esto, hay evidencia de que las actitudes en general se est¨¢n volviendo m¨¢s positivas y, en particular, que los m¨¢s j¨®venes est¨¢n m¨¢s a favor de la migraci¨®n. Tal vez reflejando en parte que comprenden mejor que, sin los migrantes, ellos son los que m¨¢s sufrir¨¢n por la creciente carga de dependencia¡±.
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