La mina s¨ª es lugar para mujeres
En un sector a¨²n dominado por hombres, un equipo liderado y compuesto ¨²nicamente por mineras busca gemas de aguamarinas en el norte de Zimbabue
En la mina la conexi¨®n a internet es, en el mejor de los casos, inestable. As¨ª que Rumbidzai Gwinji, directora de la empresa minera Zimbaqua, recurre a notas de voz para contar c¨®mo trabajar en este sector, le ha servido para darse cuenta de que ¡°el empoderamiento de las mujeres es posible, especialmente en el ?frica rural¡±. En esta explotaci¨®n a cielo abierto en el distrito de Karoi, en el norte de Zimbabue, m¨¢s de 30 mujeres abren el suelo en busca de aguamarinas y encuentran en su empleo independencia y autoridad.
¡°Trabajar aqu¨ª ha marcado una gran diferencia en la vida de estas mujeres¡±, dice Gwinji. ¡°Ahora tienen estabilidad en t¨¦rminos financieros. Eso significa que han mejorado sus vidas y las de sus hijos y familias¡±. Y no se trata ¨²nicamente de una cuesti¨®n econ¨®mica: ¡°Sus opiniones ahora son vistas como importantes, especialmente entre sus parientes, porque ahora han demostrado que pueden hacer mucho m¨¢s de lo que hac¨ªan antes¡±.
El equipo de Zimbaqua est¨¢ formado ¨ªntegramente por mujeres como Tapiwa, madre soltera en la veintena que comenz¨® a sufrir maltrato cuando su marido se cas¨® por segunda vez. O como Esther, que es la ¨²nica que lleva dinero a casa, o Rutendo, que se hizo cargo de sacar a la familia adelante cuando su hasta entonces esposo los abandon¨®.
Las mujeres est¨¢n, siempre est¨¢n, pero la sociedad no quiere verlas. En Zimbabue, donde suponen m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n y viven principalmente en ¨¢reas rurales, son ellas las que llevan el mayor peso del trabajo agrario, pero lo hacen de manera informal y mal pagadas. Tampoco son ajenas al mundo de la miner¨ªa: de acuerdo con el Centro Africano de Desarrollo de Minerales, entre el 40% y el 50% de la miner¨ªa a peque?a escala y artesanal del continente pasa por sus manos. Sin olvidar que sobre ellas recae el peso del hogar y el cuidado de la familia.
En Zimbabue, hay casi 221.500 varones frente a 25.706 mujeres (el 11,6%) trabajando en miner¨ªa
En el caso de Zimbabue, la fotograf¨ªa del sector revela una gran desigualdad: hay casi 221.500 varones frente a 25.706 mujeres (el 11,6%) trabajando en miner¨ªa, tanto formal como informal, seg¨²n la Agencia Nacional de Estad¨ªstica del pa¨ªs. ¡°Todav¨ªa es un sector muy dominado por los hombres, por lo que, inicialmente, la mayor¨ªa de las mineras se encontraron con resistencia¡±, dice Gwinji. La comunidad las cre¨ªa incapaces de sacar adelante el proyecto. ¡°Pero a medida que pas¨® el tiempo, estoy segura de que la gente se acostumbr¨® al hecho de que ellas est¨¢n minando y son capaces de ser tan productivas como lo hubiesen sido hombres¡±, asegura.
Zimbaqua comenz¨® su actividad en 2019. Dos a?os antes, Patrick Tendaye Zindoga e Iver Rosenkrantz hab¨ªan viajado al norte del pa¨ªs buscando piedras preciosas. Rosenkrantz, dan¨¦s de 43 a?os con m¨¢s de diez de experiencia en obtenci¨®n de gemas, regresaba al pa¨ªs en el que hab¨ªa trabajado en un safari a?os atr¨¢s. Su amigo y socio Zindoga, zimbabuense y con m¨¢s de una d¨¦cada de trayectoria en la industria de la construcci¨®n, se hab¨ªa mudado de vuelta tras vivir en Tanzania.
¡°Llegamos a este lugar y vimos que hab¨ªa un mont¨®n de aguamarina¡±, cuenta Rosenkrantz por tel¨¦fono sobre aquel viaje. Durante un a?o, las compraron a mineros artesanales, hasta que dieron con una parcela que ten¨ªa potencial y se hicieron con ella. Durante el tiempo que pasaron en la comunidad vieron que las oportunidades eran muy limitadas, especialmente para las mujeres. As¨ª que cuando encontraron el terreno, decidieron que solo ellas lo trabajar¨ªan.
¡°Nadie entend¨ªa por qu¨¦ ¨ªbamos a hacer esto¡±, atestigua Rosenkrantz. Aunque el jefe de la comunidad, bastante progresista, en palabras del cofundador, no les puso pegas por la plantilla, s¨ª les hizo saber que no iba a ser llegar y besar el santo. ¡°Ok, est¨¢ bien¡±, recuerda que le dijo, ¡°pero sab¨¦is que hay un mont¨®n de cosas que tenemos que hacer antes de llegar a ese punto¡±. Participaron en todos los ritos que requer¨ªa la ocasi¨®n y asegura que, con el tiempo, se han ganado el favor de la comunidad.
Las vecinas de la zona se han curtido en las labores del campo. La mina no supuso un gran cambio en lo que a tareas duras se refiere y la experiencia previa no era un requisito, ya que la propia compa?¨ªa se encarga de formarlas. Las mineras trabajan de siete de la ma?ana a cuatro y media, con un descanso de media hora, y una hora para comer. Tambi¨¦n cuentan con una baja de maternidad con sueldo completo durante tres meses.
El salario de las trabajadoras va desde 199 d¨®lares estadounidenses (misma cantidad en euros al cambio actual) mensuales hasta algo m¨¢s de 460, dependiendo del puesto. De acuerdo con los datos facilitados por la Agencia Nacional de Estad¨ªstica del pa¨ªs, el salario medio en enero de 2022 se situ¨® en 21.950 d¨®lares zimbabuenses, unos 199 d¨®lares estadounidenses seg¨²n el cambio de divisa de entonces y unos 60 actualmente. En el sector minero, el salario medio de los hombres rondaba los 175 d¨®lares y los 50 en el caso de las mujeres (seg¨²n el cambio en aquel momento).
Las piedras preciosas son una riqueza del continente convertida en maldici¨®n durante a?os
Las piedras preciosas son una riqueza del continente convertida en maldici¨®n durante a?os. Los diamantes de sangre que acababan en escaparates de joyer¨ªas en pa¨ªses ricos, extra¨ªdos por personas en condiciones de semi esclavitud o esclavitud, sirvieron para financiar conflictos en Angola, Sierra Leona o Rep¨²blica Centroafricana, entre otros.
En la propia Zimbabue, a¨²n bajo el r¨¦gimen del dictador Robert Mugabe, el ej¨¦rcito tom¨® de manera violenta los campos de diamantes de Marange y mat¨® a 200 mineros locales en 2008. Tres a?os despu¨¦s, la BBC emiti¨® un reportaje que desvelaba la existencia de campos de tortura ligados a estas tierras en un momento en el que la Uni¨®n Europea abogaba por el retorno de las piedras zimbabuenses al mercado.
A pesar de los esfuerzos de algunos implicados, la industria a¨²n tiene deberes pendientes en lo que a trazabilidad y transparencia se refiere. Una vez en la joyer¨ªa, conocer la procedencia de determinada gema es dif¨ªcil: ¡°Desafortunadamente, debido a la cadena de valor, el 99% de las veces no ser¨¢n capaces de garantizarte de d¨®nde vienen las piedras. Como mucho, sabr¨¢n de qu¨¦ continente. No saben qui¨¦n lo encontr¨® o c¨®mo fue extra¨ªdo o si mejor¨® la vida de alguien¡±, cuenta Rosenkrantz.
¡°Desafortunadamente, debido a la cadena de valor, el 99% de las veces no ser¨¢n capaces de decirte de d¨®nde vienen las piedras
La cadena de valor suele tener entre nueve y once eslabones. ¡°Cada vez que cambia de manos, la persona que la vende a la siguiente quiere mantener su fuente en secreto para no ser eliminada de la cadena. Y cuando eso ha pasado nueve veces, nadie tiene ni idea de d¨®nde viene¡±, expone el cofundador de Zimbaqua. En su empresa, sin embargo, llevan la trazabilidad por bandera: limitan los intercambios a dos o tres actores, lo que, adem¨¢s, permite un reparto m¨¢s equitativo de los ingresos y precios m¨¢s competitivos.
¡°La sostenibilidad es una de las piedras angulares de Zimbaqua¡±, comenta Gwinji. ¡°Esto quiere decir que tenemos conciencia medioambiental, no usamos ning¨²n qu¨ªmico que sea da?ino para el medioambiente¡±. Adem¨¢s, afirma, trabajan en la rehabilitaci¨®n del suelo y mantienen los niveles de ruido y polvo al m¨ªnimo posible. ¡°Estas medidas aseguran que el proyecto se mantenga sostenible por a?os y generaciones venideras¡±. Por otro lado, los responsables de la empresa aseguran que impulsan programas en el entorno, como la construcci¨®n de un centro comunitario que albergar¨¢ una cl¨ªnica, una escuela infantil y un espacio de formaci¨®n profesional.
Por el momento, todas las piedras que extraen se exportan a Bangkok, Tailandia, donde se cortan, pulen y venden. El negocio, dice Rosenkrantz, es peque?o y todav¨ªa no han sacado ning¨²n beneficio, pero no les desanima porque creen en el proyecto. Pr¨®ximamente, van a lanzar una marca propia directamente de la mina, con una l¨ªnea m¨¢s asequible para particulares que quieren apoyarla, pero que no pod¨ªan acceder a piezas m¨¢s caras.
Trabajar en la mina ha sido una buena experiencia de aprendizaje para Gwinji, que admite que le ha abierto los ojos. De las campesinas de ?frica, comenta, no se espera que trabajen. Tampoco ellas aspiran a ser algo m¨¢s que amas de casa. ¡°Este proyecto ha supuesto una gran oportunidad para que las vecinas de esta ¨¢rea se den cuenta de que pueden ser mucho m¨¢s de lo que la comunidad imagina¡±, asegura.
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