Agricultura urbana ecol¨®gica contra el hambre en Parais¨®polis
Brasil se ha vuelto a colocar en el mapa del hambre de la FAO, del que sali¨® en 2014 tras los gobiernos de Lula y Dilma. La huerta org¨¢nica comunitaria Agro Favela Refazenda combate la inseguridad alimentaria en la segunda mayor favela de S?o Paulo
Pasan pocos minutos de las doce del mediod¨ªa y Maria Carvalho Santos anuncia a una decena de personas que esperan a las puertas del pabell¨®n social de Parais¨®polis que la comida se ha acabado. No ha perdido el acento baiano de su tierra natal aunque lleve 35 a?os viviendo en esta escarpada favela, una de las dos mayores de S?o Paulo, donde se estima que viven m¨¢s de 100.000 personas. Era de las ¨²ltimas en una fila que ha empezado a formarse a las diez de la ma?ana, como todos los d¨ªas. Quienes llegan pronto se sientan a esperar durante m¨¢s de una hora las marmitas, paquetes con comida para llevar, reci¨¦n cocinada por la iniciativa solidaria M?os de Maria.
Hoy se han distribuido unas 200, con arroz, feij?o ¡ªfrijoles, en portugu¨¦s¡ª y verduras de la huerta org¨¢nica comunitaria en la que algunas, como Carvalho, colaboran. Nacida hace 62 a?os en el estado de Bah¨ªa, al nordeste de Brasil, lleg¨® a S?o Paulo en los ochenta con su padre en busca de mejores oportunidades de trabajo y se estableci¨® en Parais¨®polis, como miles de migrantes nordestinos. Y las encontr¨®, trabajaba de empleada dom¨¦stica en una casa de familia, pero perdi¨® su empleo y se qued¨® sin ingresos durante la crisis de la covid-19. ¡°Cuando empez¨® la pandemia la situaci¨®n era horrible y gracias a estos proyectos de entrega de comida, hemos sobrevivido¡±, cuenta Carvalho.
Seg¨²n los datos del bloque de l¨ªderes y emprendedores G10 Favelas, en su pabell¨®n social se han entregado m¨¢s de tres millones de marmitas desde que empez¨® la pandemia y 2.700 toneladas de hortalizas cultivadas all¨ª mismo, en la huerta ecol¨®gica Agro Favela Refazenda. Son 900 m? dedicados a la producci¨®n de alimentos org¨¢nicos para los habitantes de Parais¨®polis.
Una de las prioridades de la vuelta de Lula ser¨¢ sacar de la miseria a los 33 millones de brasile?os que sufren inseguridad alimentaria
Carvalho es una de las 2.500 beneficiarias y aunque a¨²n necesite donaciones de comida para llegar a fin de mes, reconoce que ¡°la situaci¨®n ha mejorado mucho desde que empez¨® el Aux¨ªlio Brasil¡±. Se refiere al subsidio contra la pobreza que puso en marcha el gobierno de Jair Bolsonaro en el ¨²ltimo a?o de mandato y gracias al que recibe 600 reales, poco m¨¢s de 100 euros. Una cuant¨ªa que viene a sustituir y duplicar la del Bolsa Familia, el reconocido programa de transferencia de renta del gobierno de Lula que durante 18 a?os sac¨® de la pobreza extrema a millones de personas y que Bolsonaro desmantel¨® para crear el suyo propio. Tras las elecciones del 30 de octubre el presidente electo Lu¨ªz In¨¢cio Lula da Silva ha anunciado que el subsidio continuar¨¢ a partir del 1 de enero, pero que volver¨¢ a llamarse Bolsa Familia.
Una de las prioridades de la vuelta de Lula ser¨¢ sacar de la miseria a los 33 millones de brasile?os que sufren inseguridad alimentaria. Brasil ha vuelto al Mapa del Hambre de la Organizaci¨®n de la ONU para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO, por sus siglas en ingl¨¦s), del que hab¨ªa salido en 2014, tras los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT). ¡°Este pa¨ªs es el tercer productor de alimentos del mundo, lo que falta, es verg¨¹enza en la cara de las personas que lo gobiernan¡± concluy¨® Lula en tono encendido delante de una abarrotada Avenida Paulista el pasado 30 de octubre, pocos minutos despu¨¦s de ganar las elecciones y frente al silencio de las miles de personas que lo escuchaban atentas e ilusionadas.
Laeso, otro migrante nordestino vecino de Parais¨®polis, tambi¨¦n espera la vuelta de Lula. ¡°Trabajaba en la obra, pero par¨® por la pandemia y la cosa se puso m¨¢s dif¨ªcil. Volver¨¦ a trabajar, pero todav¨ªa hay pocas oportunidades, ojal¨¢ las cosas mejoren con el nuevo presidente¡±, comenta con los dos paquetes de comida donada que acaba de recoger, apilados entre las manos.
Vivir de donaciones no es un camino con futuro
Como Carvalho y Laeso, cuando las ayudas oficiales no llegaban, miles de personas pudieron comer en Parais¨®polis gracias a las iniciativas solidarias del pabell¨®n social. Graziela Soares, responsable administrativa de la huerta, fue una de las 658 presidentas de rua ¡ªcalle, en portugu¨¦s¡ª, voluntarias que cuidaban a sus vecinos en los d¨ªas m¨¢s duros del inicio de la pandemia. Cuando en Brasil mor¨ªan cientos de miles de personas, Soares se ocupaba de que a las 50 familias a su cargo no les faltara comida o atenci¨®n m¨¦dica. ¡°Les llev¨¢bamos dignidad y cari?o¡±, destaca.
Alimento con conocimiento
Pero para Soares, no sirve de nada dar alimento sin dar conocimiento. ¡°417 personas ya se han formado aqu¨ª como horticultoras urbanas, la gran mayor¨ªa mujeres¡±. Lo cuenta rodeada de hojas relucientes en la exuberante huerta, oasis entre las paredes de ladrillo al descubierto de la mayor¨ªa de casas de la favela.
Una de las principales encargadas de que todo luzca tan apetecible es Maria Ad¨¦lia de Oliveira, o Dona Ad¨¦lia, que cuida de las plantas con mascarilla, junto a otro jardinero. ¡°Esto era un aparcamiento que se transform¨® en la maravilla que est¨¢s viendo¡±, dice sonriente entre las m¨¢s de 60 especies. ?rboles frutales, lechugas, coles, puerros, espinacas, pimientos, zanahorias y remolachas. Huele a albahaca, tomillo y menta. Nada de productos t¨®xicos. En el 2021, el gobierno de Brasil registr¨® el r¨¦cord de pesticidas usados en sus productos agr¨ªcolas, varios de ellos prohibidos en otros pa¨ªses por su peligrosa composici¨®n.
Brasil es uno de los l¨ªderes mundiales en producci¨®n de carne y en uso de agrot¨®xicos, los h¨¢bitos alimentarios de sus 214 millones de habitantes, tienen un gran impacto
Aqu¨ª se emplean t¨¦cnicas de cultivo ecol¨®gicas y para ahorrar espacio, tan escaso en las favelas. ¡°Esto son los cultivos aerop¨®nicos, con las ra¨ªces a¨¦reas. Hacemos un nutriente con hierro, calcio y potasio y usamos una bomba de acuario para hacer circular el l¨ªquido entre las ra¨ªces. Las estructuras nos las fabrica un chico de S?o Paulo¡±, explica mientras ense?a lustrosas coles Kale, perejil, r¨²cula y acelgas, que asoman por los agujeros de los tubos de acero. Dice que los dos tipos de cultivos sin sustrato que emplean prefieren la aeropon¨ªa a la hidropon¨ªa, porque esta ¨²ltima necesita de un tejido para retener el agua y requiere m¨¢s mantenimiento. ¡°La aeropon¨ªa es m¨¢s pr¨¢ctica porque despu¨¦s de recolectar, se lavan las columnas y se vuelve a plantar¡±, rese?a Dona Ad¨¦lia.
Que las cubiertas de las casas sean verdes
La idea de producir alimento org¨¢nico directamente en Parais¨®polis, aprovechando los pocos espacios disponibles para plantar sin sustrato, es tan exitosa, que Agro Favela Refazenda se ha replicado en Heli¨®polis, la mayor favela de S?o Paulo, y est¨¢ en proceso otra sede del proyecto en el estado de Minas Gerais. El idealizador de estas huertas comunitarias es Gilson Rodrigues, presidente de G10 Favelas y doctor honoris causa por su servicio a la sociedad. El que fue presidente de la asociaci¨®n de vecinos y es conocido como el ¡°alcalde de Parais¨®polis¡± porque estuvo al frente de las aclamadas medidas de emergencia para sobrevivir a la pandemia de la covid-19.
Agro Favela Refazenda fue una de ellas, pero la idea de producir hortalizas all¨ª empez¨® antes, explica Gilson. ¡°Me di cuenta de que venimos del nordeste de Brasil, donde se practica la agricultura familiar, pero llegamos a S?o Paulo, una ciudad gris llena de edificios y perdemos la tradici¨®n de cultivar la tierra¡±. Cuando viaj¨® al estado de Bah¨ªa en 2017 y visit¨® a su t¨ªa bisabuela Vit¨®ria Cruz de Alencar, que con sus 104 a?os a¨²n cultivaba en casa, se pregunt¨® por qu¨¦ Parais¨®polis no ten¨ªa huerta. ¡°Probablemente porque el precio del metro cuadrado es de los m¨¢s caros de las favelas de Brasil, nadie va a dejar de construir para plantar hortalizas¡±, pens¨®. Pero cuando volvi¨® a S?o Paulo y subi¨® a la azotea de la asociaci¨®n de vecinos que lideraba, se dio cuenta de que ah¨ª cab¨ªa una. Y se puso manos a la obra.
Pero no para montar una huerta sin m¨¢s, aprovechar¨ªa la belleza de la vegetaci¨®n para crear un espacio agradable ¡°como los rooftops de los adinerados barrios vecinos Morumbi o Jardins, nosotros tambi¨¦n quer¨ªamos ser chic¡±. Gilson busc¨® aliados y consigui¨® patrocinio del instituto de combate al hambre Stop Hunger, de la multinacional de alimentaci¨®n Sodexo, para crear en 2019 Horta na Laje, la primera huerta comunitaria en azotea de Parais¨®polis. Fue la semilla de Agro Favela Refazenda, el robusto proyecto que hasta hoy lucha contra la inseguridad alimentaria.
Dona Ad¨¦lia a¨²n se emociona al recordar a la se?ora que al recoger su cesta de hortalizas le dijo llorando que era lo ¨²nico que ten¨ªa ese d¨ªa en casa. ¡°Se me part¨ªa el coraz¨®n, pero es muy gratificante ayudar a quienes realmente lo necesitan¡±. Aunque cree que la mejor manera de ayudar es ense?ar a plantar en casa, algo que adem¨¢s, les beneficia psicol¨®gicamente. ¡°Las que han montado huerta propia me dicen que cuando est¨¢n deprimidas suben a la azotea y despu¨¦s de meter las manos en la tierra se sienten mucho mejor. Nuestro objetivo principal es incentivar a las personas a que tengan alimentos de calidad para llevarse a la boca, producidos por ellas mismas¡±, cuenta Dona Ad¨¦lia.
Porque vivir de donaciones no es un camino con futuro. El periodista Joildo dos Santos, lo tiene claro. ¡°No queremos dar comida, queremos que la gente tenga condiciones para sustentarse. A quienes buscan empleo les aconsejamos que se inscriban en Emplea comunidade, el Linkedin de la favela. Intentamos crear mecanismos de emprendimiento para que las personas sean independientes¡±. Es fundador y director del peri¨®dico local de Parais¨®polis Espa?o do Povo y de la agencia de comunicaci¨®n Cria Brasil. ¡°Publicamos noticias equilibradas, porque hasta hace poco s¨®lo se hablaba de Parais¨®polis negativamente y aqu¨ª hay historias de todo tipo¡±. Desde la redacci¨®n donde trabaja se ven las hacinadas casas de sus vecinos. ¡°Es importante reverdecer las favelas, a¨²n quedan espacios. Gracias a los talleres algunas personas han empezado a plantar, y no solo para comer, porque se dan cuenta que ayudan a regular la humedad y mejoran el aire¡±, argumenta dos Santos.
En el 2021, el gobierno de Brasil registr¨® el r¨¦cord de pesticidas usados en sus productos agr¨ªcolas, varios de ellos prohibidos en otros pa¨ªses por su peligrosa composici¨®n
Mejorar la calidad del aire es otro de los grandes desaf¨ªos a los que se enfrenta la megal¨®polis S?o Paulo, con una cantidad de sustancias t¨®xicas contaminantes por encima de los l¨ªmites recomendados por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) desde hace m¨¢s de 20 a?os, seg¨²n el Instituto de Energ¨ªa y Medio Ambiente (IEMA por sus siglan en portugu¨¦s). Adem¨¢s de la capacidad de la vegetaci¨®n para depurar las sustancias nocivas del aire, los huertos urbanos locales pueden reducir las emisiones relacionadas con el consumo alimentario, porque disponer de productos vegetales de proximidad ahorra combustible y fomenta la ingesta de hortalizas en detrimento de la carne.
Brasil es uno de los l¨ªderes mundiales en producci¨®n de carne y en uso de agrot¨®xicos, los h¨¢bitos alimentarios de sus 214 millones de habitantes tienen un gran impacto. Tambi¨¦n los de los 17 millones que viven en favelas. ¡°Aqu¨ª el potencial econ¨®mico y emprendedor es enorme¡±, asegura Gilson. Por eso cre¨® G10 Favelas en 2019, cuando se publicaron los datos de potencial de consumo de las 10 mayores favelas de Brasil, entre las que se encontraba Parais¨®polis. Inspirado en el G7 de los pa¨ªses ricos, el bloque suma fuerzas para fomentar el desarrollo de estas comunidades y amparar sus iniciativas de impacto social. Como las de agricultura comunitaria de Parais¨®polis, que desde que se pusieron en marcha han contribuido a que se instalen m¨¢s de 200 huertas en sus azoteas. Se acerca poco a poco al sue?o de sus creadores de alg¨²n d¨ªa ver la favela desde arriba y que las cubiertas de las casas sean verdes.
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