La vida tras la mutilaci¨®n genital femenina: ¡°Nunca tengo ganas de mantener relaciones sexuales¡±
Al menos 130 millones de ni?as y mujeres han sido v¨ªctimas de la ablaci¨®n, una agresi¨®n que puede causar infecciones graves, dolor cr¨®nico, depresi¨®n, infertilidad y muerte. Supervivientes de la amputaci¨®n narran su caso
Fatoumata Jallow ten¨ªa seis o siete a?os, no lo recuerda bien, cuando una de las ancianas de su pueblo natal en Gambia le dijo de ir a ¡°comprar caramelos¡±. Tres d¨¦cadas despu¨¦s vive con las consecuencias de lo que pas¨® de verdad cuando acept¨® aquel encargo. ¡°Aprovech¨® que mi madre no estaba en casa para llevarme con ella y cortarme¡±, rememora con una amarga sonrisa. Es una de las 130 millones de ni?as y mujeres que han sido v¨ªctimas de la mutilaci¨®n genital femenina, seg¨²n datos de Unicef. Ahora, Jallow describe las secuelas de la decisi¨®n que otra mujer tom¨® por ella. ¡°Nunca tengo ganas de mantener relaciones sexuales¡±, asevera. Tampoco hace uso de los ba?os p¨²blicos. ¡°Me aguanto hasta llegar a casa porque puedo coger cualquier infecci¨®n f¨¢cilmente¡±, explica en una entrevista en las oficinas de la asociaci¨®n Karibu, una organizaci¨®n que trabaja en Madrid en defensa de los refugiados y migrantes procedentes de ?frica subsahariana.
En su familia, todas las mujeres han sufrido este tipo de violencia de g¨¦nero. ¡°Mi madre no hubiese dejado que me llevasen¡±, asegura, ¡°porque ella tambi¨¦n est¨¢ cortada y siempre nos dijo que no iba a permitir que pas¨¢semos por lo mismo¡±. Jallow es madre de cuatro hijos y est¨¢ esperando al ¨²ltimo. Y tiene miedo. ¡°Perd¨ª a uno durante el parto, en parte por culpa de la mutilaci¨®n¡±, explica.
¡°Cada caso es ¨²nico, pero al haber una cicatriz en la zona genital, la piel no es tan flexible, por lo que el parto vaginal es m¨¢s complejo. Adem¨¢s, depende del tipo de mutilaci¨®n que se haya hecho y de si existe una infecci¨®n interna¡±, detalla Nerea Sancho S¨¢nchez, coordinadora del ¨¢rea culturas, g¨¦neros y sexualidades de la Uni¨®n Nacional de Asociaciones Familiares (UNAF). ¡°Si no ha habido un acompa?amiento durante el embarazo y los m¨¦dicos no saben a qu¨¦ se enfrentan, las probabilidades de que el parto se complique son m¨¢s altas¡±, asegura.
Aprovecharon un d¨ªa que estaba en el mercado y se llevaron a mi hija para cortarlaFatoumata Jallow, superviviente de mutilaci¨®n genital femenina
En ?frica se ha medicalizado la pr¨¢ctica, explica Nicole Ndongala, directora de Karibu. Esto significa que algunos profesionales de la medicina alientan a los padres a llevar a sus hijas a cl¨ªnicas bajo el pretexto de que es m¨¢s sanitario y menos nocivo para la salud. ¡°No hay mutilaci¨®n moderna y no moderna, porque tanto en un centro como en una casa se hace da?o a la mujer¡±, sentencia. La mutilaci¨®n causa complicaciones de salud como infecciones graves, dolor cr¨®nico, depresi¨®n, infertilidad y muerte, informa el Fondo de Poblaci¨®n de Naciones Unidas. Y, aunque en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha habido un descenso de esta pr¨¢ctica, el ritmo debe ser 10 veces m¨¢s r¨¢pido para alcanzar el objetivo mundial de erradicar por completo esta pr¨¢ctica en 2030, y del que este martes se celebra su d¨ªa internacional.
Pese a los avances, todav¨ªa tres millones de ni?as sufren el corte de sus genitales cada a?o, denuncia Unicef. Jallow revela con tristeza que una de sus hijas fue una de ellas. No pudo evitar que su historia se repitiera. ¡°Aprovecharon un d¨ªa que estaba en el mercado y se la llevaron. Si no fuese porque lo hizo mi abuela, la hubiese denunciado¡±, asegura. Aunque desde 2015 se trata de una pr¨¢ctica ilegal en Gambia, tan solo un caso ha llegado a los tribunales.
Mamadou Bah tiene 29 a?os y migr¨® de Guinea Conakry a Espa?a en 2014. Durante ese tiempo, y antes de estar con su actual pareja, tuvo un matrimonio de culturas, es decir, la uni¨®n de dos familias por conveniencia. Con su exmujer tuvo una ni?a que, al igual que Jallow y la hija de esta, tambi¨¦n fue v¨ªctima de la ablaci¨®n, aunque en su caso con un resultado fatal: la muerte.
M¨¢s de 600.000 mujeres sufren las consecuencias de la mutilaci¨®n genital femenina en Europa
?l viv¨ªa en Espa?a cuando mutilaron a su hija y asegura que ni ¨¦l ni la madre conoc¨ªan las verdaderas intenciones cuando le llamaron por tel¨¦fono para preguntarle si le parec¨ªa bien que la ni?a fuese de vacaciones con la familia de uno de sus hermanos. ¡°Mi exmujer es nigeriana, a ellas no las mutilan, as¨ª que no sab¨ªa qu¨¦ iba a pasar¡±, aclara. ¡°Tengo dos versiones de lo que sucedi¨® y hasta que no vaya no lo voy a poder saber. Lo ¨²nico que tengo claro es que donde estaba mi hija no hab¨ªa vecinos y el hospital m¨¢s cercano era el de mi pueblo, por lo que se muri¨® desangrada¡±, sentencia.
Un problema europeo
Jallow y la hija de Bah sufrieron mutilaci¨®n genital femenina en sus pa¨ªses de origen. Soraya Rodr¨ªguez, eurodiputada por Ciudadanos en el grupo Renovar Europa, recuerda en una entrevista con EL PA?S que, como ellas, en Europa ¡°hay un n¨²mero muy importante de ni?as que est¨¢n en riesgo de ser sometidas a este crimen, ya que en un viaje a sus pa¨ªses de origen, se aprovecha para llevar a cabo esta pr¨¢ctica y luego ellas vuelven completamente traumatizadas¡±.
M¨¢s de 600.000 mujeres sufren las consecuencias de la ablaci¨®n en Europa y otras 190.000 residentes en 17 pa¨ªses europeos corren el riesgo de ser sometidas a esta pr¨¢ctica nociva, informa la Red europea para acabar con la mutilaci¨®n. Por eso, subraya Rodr¨ªguez, este es tambi¨¦n un problema en la Uni¨®n Europea (UE). Para abordarlo, el Parlamento est¨¢ preparando una directiva contra la violencia de g¨¦nero, que incluye la mutilaci¨®n genital femenina como un crimen.
¡°Todas las medidas de prevenci¨®n y los servicios de asistencia que se establecen en la directiva se van a aplicar tambi¨¦n a las v¨ªctimas de la mutilaci¨®n genital femenina. Y, de forma especial, el art¨ªculo 29 establecer¨¢ un apoyo especializado para ellas en territorio europeo¡±, aclara Rodr¨ªguez. La previsi¨®n es que el texto se vote en mayo o junio. Adem¨¢s, ¡°hay un sentimiento compartido de que Espa?a debe presidir. Ser¨ªa la mejor opci¨®n¡±, anota la eurodiputada. ¡°Hay un reconocimiento generalizado de que es uno de los pa¨ªses m¨¢s avanzados en legislaci¨®n sobre violencia de g¨¦nero¡±. Bruselas, sentencia, llega tarde a estas medidas.
En Espa?a, practicar la ablaci¨®n ¨Daunque esta se lleve a cabo fuera de las fronteras¡ª est¨¢ penado con entre 8 a 12 a?os de c¨¢rcel para los progenitores y la retirada de la patria potestad de la menor de edad, pues son los padres los responsables de su seguridad. ¡°No se producen muchas denuncias y de las que s¨ª se presentan, no hay demasiadas que llegan a los tribunales¡±, explica la eurodiputada. Cuando un caso llega a juicio, contin¨²a, ¡°no existen demasiadas sentencias condenatorias¡±. En Espa?a, la primera condena que dictamin¨® la Audiencia Nacional fue en 2013, a una mujer senegalesa. Para Rodr¨ªguez hay todav¨ªa ¡°much¨ªsimas lagunas¡± que impiden el trabajo de prevenci¨®n y persecuci¨®n de este crimen cuando ya se ha producido.
Nerea Sancho S¨¢nchez, de la UNAF, afirma que la aprobaci¨®n e implementaci¨®n de la directiva europea en preparaci¨®n ser¨¢ un paso importante que avalar¨¢ el trabajo que realizan diversas organizaciones en este ¨¢mbito. Sin embargo, puntualiza que la directiva no es suficiente: ¡°Si no la acompa?amos con todo lo dem¨¢s [apoyo psicol¨®gico, educaci¨®n y trabajo de prevenci¨®n], se estar¨¢ revictimizando a las familias que, en muchas ocasiones, ya viven en una situaci¨®n de exclusi¨®n en Europa¡±.
Hay que ense?arles a los hombres que cada mujer es ¨²nica y tiene derecho a disfrutar de la vidaFatoumata Jallow
Nicole Ndongala, directora de Karibu, sugiere un cambio en las actuales leyes, como la espa?ola, para que no siempre se condene a los progenitores, ya que en muchas ocasiones no logran evitar que sus hijas sean mutiladas durante visitas vacacionales a sus pa¨ªses de origen. A veces, como en el caso de Bah, desconocen que la familia planea efectuar el corte. Pero al enterarse, el temor a ser condenados, les lleva a tomar la decisi¨®n de dejar a sus hijas en aquellos pa¨ªses, explica Ndongala.
Bah est¨¢ convencido de que el cambio est¨¢ por llegar, pero que es dif¨ªcil. Es una pr¨¢ctica muy arraigada en muchos pa¨ªses y hay demasiadas creencias err¨®neas en torno a ella. ¡°Hay una mujer con nosotras que sufri¨® mutilaci¨®n cuando ten¨ªa dos a?os y, cuando viv¨ªa en su pa¨ªs, se re¨ªa de aquellas que no hab¨ªan sido cortadas. Sent¨ªa que estaba por encima de ellas. Al migrar, cambi¨® su mirada y ahora informa a otras de por qu¨¦ la mutilaci¨®n es peligrosa¡±, explica la directora de Karibu. Jallow a?ade otro de esos mitos a desmontar, uno que ha vivido en carne propia. ¡°Los hombres piensan que si no est¨¢s cortada vas a tener ganas de hacerlo con todo el mundo y a todas horas. Hay que ense?arles que eso no es as¨ª, que cada mujer es ¨²nica y tiene derecho a disfrutar de la vida¡±, zanja.
En Etiop¨ªa, el fin de la mutilaci¨®n genital femenina est¨¢ m¨¢s cerca
El proyecto Poner fin a la Mutilación Genital Femenina en Etiopía de la asociación Amref Salud África informó el pasado 19 de enero de que el 90% de las niñas nacidas durante el periodo del proyecto en los distritos de Awash Fentale, Amibara y Argoba, en Afar, una región al norte de Etiopía, colindante con Yibuti, están libres de mutilación genital femenina. La iniciativa comenzó el 1 de febrero de 2020 y finalizó el 31 de mayo de 2022. Un estudio posterior, llevado a cabo en agosto del 2022, llegó a la conclusión de que se había reducido el porcentaje de niñas mutiladas menores de dos años del 89,7% al 14,2%.
Para lograr este resultado, se impartieron formaciones sobre las diferentes prácticas nocivas. Además, realizaron un documental y una obra de teatro con los habitantes de las zonas en el que se contaron sus experiencias con la mutilación genital femenina. La ONG destaca el cambio de mentalidad de la nueva generación de niñas y mujeres, y la implicación del líder religioso y comunitario de una de las localidades de Afar. "Que se posicionase en contra de esta práctica, ya no solo como dirigente, sino como hombre, fue fundamental. Supo empatizar y comprender que esto es una violación de los derechos humanos”, asevera Iraxis Bello Alzuate, trabajadora de la organización.
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