Gnaoua y M¨²sicas del Mundo de Esauira, el festival que celebra el aspecto profano de la m¨²sica sagrada
El evento celebrado en una peque?a ciudad de pescadores de Marruecos acaba de cumplir 25 ediciones dedicadas a difundir los ritmos negros de sanaci¨®n espiritual, gracias a su fusi¨®n con el ¡®jazz¡¯ y otros folklores
Igual que una lengua que se ha hablado puertas adentro de los hogares se extiende y normaliza, as¨ª se expande hoy la versi¨®n laica de la m¨²sica marroqu¨ª llamada gnawa. En Esauira ¡ªla peque?a ciudad de pescadores del sur atl¨¢ntico marroqu¨ª¨C se celebr¨®, a finales de junio, la 25? edici¨®n del Festival Gnaoua de M¨²sicas del Mundo, ensanchando las fronteras de estos ritmos negros que acompa?an a las plegarias por la redenci¨®n de las almas.
En el fondo de estas melod¨ªas llegadas al norte de ?frica con los esclavos, a trav¨¦s del S¨¢hara, retumban las atm¨®sferas de trance m¨ªstico que se consiguen con una base instrumental hecha de las cuerdas toscas y profundas del guembr¨ª (una especie de bajo r¨²stico) y el golpeteo agudo de las krakabs (cr¨®talos o casta?uelas met¨¢licas del desierto). El maestro toca el guembr¨ª y canta; junto a ¨¦l, un nutrido equipo de miembros de su cofrad¨ªa suf¨ª, que hace coros y percusi¨®n, adem¨¢s de acrobacias contagiosas.
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? original sound - Gnaoua Festival
En el camino que ha tra¨ªdo al gnawa hasta su universalizaci¨®n, el estilo ha pasado de ser el sonido de las noches de vigilia (las llamadas lilas) para rituales de trances terap¨¦uticos a ser un tesoro declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en 2019. Hoy resulta la base de fusiones entre los m¨²sicos de jazz europeos con la afrodescendencia latinoamericana y con otras culturas del continente, que animan este encuentro anual en Esauira. Este cl¨¢sico africano suma adeptos a los conciertos multitudinarios, que los organizadores ya cifran en unos 300.000 a lo largo de tres d¨ªas en varios escenarios callejeros.
Primera llave: el mestizaje
¡°El festival muestra el aspecto profano del gnawa; lo sagrado queda reservado al seno de la familia¡±, explica el programador Karim Ziad. ¡°En otros 25 a?os, este ser¨¢ un estilo musical tan reconocido como el rock o el reggae¡±, agrega.
La actual ola de difusi¨®n del g¨¦nero m¨ªstico marroqu¨ª por excelencia comenz¨® con fuerza, seg¨²n el tangerino Hisham Aidi ¡ªprofesor de la Universidad de Columbia y autor del libro Rebel music. Race, empire and the new muslim youth culture¡ª en los setenta y ochenta: ¡°El movimiento gnawa fue impulsado por el movimiento negro y dio un espacio a quienes no se sent¨ªan representados por la m¨²sica ¨¢rabe m¨¢s sofisticada, a los marroqu¨ªes que quer¨ªan reivindicar sus ra¨ªces norafricanas, bereber, mestizas¡±.
En otros 25 a?os, el ¡®gnawa¡¯ ser¨¢ un estilo musical tan reconocido como el rock o el reggaeKarim Ziad, programador del Festival Gnawa de M¨²sicas del Mundo de Esauira
¡°La m¨²sica gnawa tiene un origen claramente africano; es un repertorio de ?frica con reestructuraci¨®n marroqu¨ª¡±, afirma Abdeslam Alikkane, director art¨ªstico del festival y presidente de la asociaci¨®n Yerma Gnaoua. El maestro originario de la regi¨®n de Esauira narra los encuentros que, en los setenta, transcurr¨ªan en las zaouias (ermitas sagradas musulmanas), adonde comenzaron a acercarse artistas extranjeros como Jimmy Hendrix. Y algunos j¨®venes locales empezaron a viajar al exterior; en el caso de Alikkane lo hizo, primero, invitado por Peter Gabriel, y despu¨¦s, por iniciativa del m¨²sico brasile?o Gilberto Gil. ¡°Entonces tuve la idea de organizar un festival en Esauira¡±, confiesa.
Aquella senda se ampli¨® y, hoy, ni los maestros m¨¢s tradicionales del g¨¦nero se resisten a aparcar lo sagrado en aras de la expansi¨®n. Tampoco se han opuesto a exhibir al aire libre un instrumento sagrado como el guembr¨ª. ¡°Antes de estos encuentros internacionales, el guembr¨ª no sol¨ªa tocarse fuera de las casas; en las calles solamente se o¨ªa la percusi¨®n¡±, se?ala Neila Tazi, productora del festival.
¡°En nuestra tradici¨®n de m¨²sica ancestral nada ha cambiado¡±, sostiene el m?alem (maestro) Hassan Boussou, encargado de abrir este a?o la programaci¨®n del escenario mayor junto a la compa?¨ªa Dumanl¨¦ de Costa de Marfil y el bailaor Ni?o de Los Reyes, entre otros m¨²sicos que compartieron residencia. ¡°La m¨²sica gnawa sigue acompa?ando ceremonias y rituales, lo cual no impide que muestre su lado folcl¨®rico, espectacular, ni el hecho de que pronto se volver¨¢ acad¨¦mica¡±, aclara.
Eso s¨ª, para Boussou, una cosa es llegar a ser un m¨²sico del gnawa y otra, convertirse en m?alem, porque esto s¨ª conlleva un v¨ªnculo sangu¨ªneo y conocimientos que seguir¨¢n ocultos, custodiados por la cofrad¨ªa. En esto coincide Alikkane: ¡°El gnawa verdadero solo existe dentro de las casas, porque hay secretos que solo afloran en las lilas y que no se cuentan fuera¡±. Durante esas noches en vela, ¡°las evocaciones m¨ªsticas se hacen a trav¨¦s de colores, olores y timbres en un espacio ¨ªntimo, familiar¡±, a?ade. En ese mismo contexto es donde el aprendiz de maestro debe demostrar que ¡°presta atenci¨®n, que domina el ritmo, las palabras y la ejecuci¨®n colectiva, y que no se distrae con ning¨²n elemento exterior¡±. En los momentos del trance ¡°no hay alegr¨ªa¡±, aunque s¨ª ¡°se expresa todo lo que se tiene en el coraz¨®n¡± hacia la sanaci¨®n.
Ya hay chicas que se consagran a la ejecuci¨®n de un instrumento sagrado y antes exclusivamente legado a los hombres: el guembr¨ª
El primero de los sucesivos escalones que un joven aprendiz debe subir para ser consagrado maestro y dotado de la baraka (bendici¨®n) por la comunidad es el de saber mover el cuerpo con la cadencia gnawa: ¡°Si no puedes bailar, no puedes hacer bailar a la gente¡±, expresa.
@gnaouafestival Best of, Ma?lma Asmaa Hamzaoui & Bnat Timbouktou ?? #GNAOUALOVE #Gnaoua25 #GnaouaFestival #essaouira_maroc
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En Esauira, a la ca¨ªda del sol, se reproduce el ambiente de las lilas en peque?os espacios cerrados, con poco p¨²blico, aunque sin el ingrediente fundamental del calor de las mujeres del hogar. ¡°Las mujeres ten¨ªan un rol muy importante en la organizaci¨®n de las lilas, desde el atardecer hasta que sal¨ªa el sol¡±, destaca Neila Tazi. ¡°Con la evoluci¨®n social, que tambi¨¦n ha llegado al mundo de los m?alems, ya hay chicas que se consagran a la ejecuci¨®n de un instrumento sagrado y antes exclusivamente legado a los hombres: el guembr¨ª¡±, contin¨²a Tazi. En este momento, dos m?alemas muy j¨®venes giran por festivales locales y en el extranjero: Asma Hamzaoui, originaria de Casablanca, y Hind Ennaira, de Esauira. ¡°Es muy importante en el imaginario del mundo gnawa, donde los instrumentos son tan sagrados, que una mujer sea una maestra que toque¡±, argumenta. ¡°A¨²n son muy pocas sobre el escenario porque esto acaba de empezar, pero aquel tab¨² de que las mujeres no pod¨ªan mostrarse delante de hombres que no pertenec¨ªan a su familia ha quedado definitivamente atr¨¢s¡±, se congratula Boussou.
Entre africanos, sin partituras
Cuando Alikkane narra su propia biograf¨ªa como heredero de un linaje amazigh (bereber), comenta que estos ¨¢mbitos magreb¨ªes se impregnaron de los ritmos negros a trav¨¦s del conocimiento que transmit¨ªan las personas esclavizadas: ¡°Los instrumentos de percusi¨®n y los ritmos que fundaron el gnawa llegaban a las familias aristocr¨¢ticas bereber que ten¨ªan esclavos o a trav¨¦s del matrimonio de sus hijos con gente de otras tribus provenientes del sur del S¨¢hara¡±. De hecho, el ngoni (un instrumento de ?frica occidental) es un antecedente del guembr¨ª, aclara.
Ziad asevera que entre los m¨²sicos africanos no hacen falta partituras para entenderse: ¡°Me gusta subrayar que en ?frica hemos conservado una forma biol¨®gica musical que compartimos; es decir, un maliense puede bailar m¨²sica senegalesa, un senegal¨¦s puede bailar m¨²sica marroqu¨ª; musicalmente, todos estamos en casa¡±.
Entre los invitados a la 25? edici¨®n del festival, sobresalieron dos artistas senegaleses: el griot (narrador de historias) y maestro de la tradicional kora, Ablaye Cissoko, y Alune Wade, un bajista m¨¢s cerca del funk y del jazz que no olvida sus ra¨ªces en Dakar.
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