Las restricciones de Egipto empujan a los sudaneses hacia el desierto: ¡°Tuvimos que tomar el camino m¨¢s dif¨ªcil¡±
Al peligro de entrar en el pa¨ªs a trav¨¦s de rutas ilegales e inseguras, sobre todo durante un verano especialmente caluroso, se suma una amplia campa?a de arrestos y deportaciones de refugiados
Ismail es el nombre ficticio de un hombre de 46 a?os nacido y crecido en Omdurman, la ciudad gemela de la capital de Sud¨¢n, Jartum. All¨ª se hab¨ªa especializado en el mundo del marketing y de las cadenas de suministro, y trabajaba como vendedor de coches hasta que estall¨® la guerra entre el ej¨¦rcito regular y un poderoso grupo paramilitar en abril de 2023. La vida le hab¨ªa sonre¨ªdo hasta entonces. Pero todo se trunc¨® de repente. ¡°En general, mi situaci¨®n era excelente, gracias a Dios¡±, desliza. ¡°Pero por supuesto, lleg¨® la guerra¡±.
La guerra civil en Sud¨¢n estall¨® en Jartum en abril de 2023 como una lucha por el poder entre el ej¨¦rcito regular y las paramilitares Fuerzas de Apoyo R¨¢pido. Desde entonces el conflicto se ha extendido por todo el centro, el oeste y el sur del pa¨ªs, m¨²ltiples grupos armados que inicialmente se hab¨ªan mantenido al margen han roto su neutralidad en favor de alguno de los principales bandos y se ha armado a muchos civiles. La guerra ha causado una de las peores crisis humanitarias del mundo. Sud¨¢n es hoy el pa¨ªs con m¨¢s desplazados del planeta, y la declaraci¨®n de una hambruna es solo una cuesti¨®n de tiempo. M¨¢s de 500.000 sudaneses se han refugiado en Egipto desde el inicio de la guerra, seg¨²n ACNUR.
Los encarnizados combates entre el ej¨¦rcito y las Fuerzas de Apoyo R¨¢pido se desataron primero en la capital, lo que forz¨® a cientos de miles a huir. Entre ellos se encontraba Ismail, que m¨¢s que preocupado por el futuro de su casa y sus propiedades ¡ªque acabaron siendo saqueadas¡ª tem¨ªa por sus seis hijos, entre ellos cinco ni?as, ya que las noticias sobre violaciones de los paramilitares hab¨ªan empezado a circular. ¡°Tuve que tomar r¨¢pido una decisi¨®n, as¨ª que decid¨ª emigrar a Egipto¡±, recuerda.
La primera parada de Ismail, sus hijos, su esposa y los padres de ella fue Wadi Halfa, una ciudad al norte de Sud¨¢n, donde se puede solicitar un visado para Egipto. Inicialmente, El Cairo solo se lo exig¨ªa a hombres de 16 a 50 a?os. Pero en junio de 2023 ampli¨® la norma a todos los sudaneses, muchos de los cuales tienen que pagar adem¨¢s miles de d¨®lares a un intermediario si quieren obtener una acreditaci¨®n de seguridad que a veces exigen las autoridades egipcias. Estas medidas, la saturaci¨®n en los tr¨¢mites y la falta de garant¨ªas de recibir un visado han empujado a muchos a tener que decidir entre quedar atrapados en Halfa y las peligrosas rutas de contrabando a Egipto.
Para la familia de Ismail la v¨ªa legal era m¨¢s bien una quimera, puesto que solo ¨¦l ¨Cel que menos opciones ten¨ªa de recibir un visado¨C dispon¨ªa de pasaporte. Aun as¨ª, al principio no contemplaron recurrir a contrabandistas por su coste y peligro. Pero despu¨¦s de varios meses esperando en Halfa, donde los precios se han disparado y los servicios y la vivienda son muy limitados, Ismail empez¨® a considerar todas las posibilidades. ¡°Hab¨ªa que tomar una decisi¨®n¡±, evoca, ¡°y tuvimos que tomar el camino m¨¢s dif¨ªcil¡±.
Una vez tomada la decisi¨®n de entrar en Egipto de forma irregular, los planes se movieron muy r¨¢pido. Ismail fue contactado por un intermediario que le anticip¨® que el viaje ser¨ªa coser y cantar: te subes al coche por la noche, al d¨ªa siguiente al mediod¨ªa te plantas en Asu¨¢n (la capital provincial m¨¢s meridional de Egipto) y de all¨ª saltas a El Cairo (que se encuentra a 900 kil¨®metros). ?El precio? El equivalente a unos 100 euros por persona. ¡°Hac¨ªan que pareciera todo muy sencillo, pero la realidad es diferente¡±, relata. ¡°No me di cuenta del peligro hasta que nos metimos de lleno en el viaje¡±.
La trampa del desierto
El viaje arranc¨® a las 6 de la tarde. Desde Halfa, Ismail y los suyos fueron trasladados hasta Abu Hamad, un pueblo sudan¨¦s a la orilla oriental del Nilo relativamente encarado a Asu¨¢n, que yace unos 500 kil¨®metros de desierto despu¨¦s. Llegaron a Abu Hamad a las 11 de la noche, cambiaron de coche y emprendieron el camino hacia el norte. Poco despu¨¦s de entrar en Egipto empezaron los problemas: el grupo fue descubierto por la guardia de fronteras y lo que sigui¨® fue una persecuci¨®n que Ismail recuerda con pavor.
¡°Nos tendieron una emboscada que nos aterroriz¨®, y nos salvamos de una muerte segura considerando la velocidad de los coches¡±, asegura Ismail, que explica que en la camioneta iban al menos 15 personas, con los hombres sentados en los m¨¢rgenes de la parte trasera y las mujeres y los ni?os en el centro. ¡°Una de las ruedas delanteras de nuestro coche revent¨®, pero el conductor no redujo la velocidad¡±, revive.
Unos kil¨®metros m¨¢s adelante, el grupo volvi¨® a ser perseguido por la guardia fronteriza. Pero en aquella ocasi¨®n los pillaron y trasladaron a una cafeter¨ªa. Ismail no sabe si estaban detenidos, pero en cualquier caso no ten¨ªan c¨®mo irse. Afirma, eso s¨ª, que siempre los trataron bien y que les ofrecieron de comer y beber. El problema, sospecha, lo ten¨ªan con los contrabandistas, a quienes obligaron a traer nuevos coches antes de permitirles continuar hacia Asu¨¢n.
Isamel no sabe por qu¨¦ a ellos les dejaron continuar el trayecto, ni si hubo alg¨²n trapicheo entre contrabandistas y guardia fronteriza. ?l quiere creer que se trat¨® de un gesto de compasi¨®n: ¡°La mayor¨ªa en los coches eran mujeres y ni?os. Los hombres se pod¨ªan contar con los dedos de las manos. Y ellas les dijeron que no hab¨ªa vuelta atr¨¢s, que morir¨ªamos all¨ª [si hac¨ªa falta], pero que no volver¨ªamos ni hacia atr¨¢s ni a Jartum¡±. A los dos d¨ªas volvieron a arrancar, y al sexto d¨ªa de viaje llegaron a El Cairo.
Pese a este periplo, Ismail es plenamente consciente de que se cuentan entre los m¨¢s afortunados. La guardia fronteriza forma parte del ej¨¦rcito y amplias extensiones de territorio adyacentes a las fronteras de Egipto son zonas militares a las que el acceso est¨¢ muy restringido. La personas en movimiento son especialmente vulnerables cuando las cruzan, y la mayor¨ªa de quienes son interceptados all¨ª son devueltos en caliente, seg¨²n ha documentado la Plataforma de Refugiados en Egipto (RPE, por las siglas en ingl¨¦s).
Desde junio, adem¨¢s, los sudaneses que entran irregularmente a Egipto se exponen a otra amenaza mortal: el calor. En la des¨¦rtica provincia de Asu¨¢n se superan cada d¨ªa los 40 grados y se han llegado a registrar las temperaturas m¨¢s altas del mundo. Hasta ahora, los hospitales de la provincia han registrado m¨¢s de 100 refugiados muertos, la mayor¨ªa por insolaci¨®n, seg¨²n la diputada por Asu¨¢n en el Parlamento Reham Abdel Nabi. ¡°Las altas temperaturas lo hacen muy dif¨ªcil¡±, constata. Se desconoce el n¨²mero de fallecidos en el desierto.
Al d¨ªa siguiente de llegar a El Cairo, Ismail y su familia se acercaron a una de las oficias de la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) para comenzar los tr¨¢mites de solicitantes de asilo y regularizar su situaci¨®n. Por limitaciones del Gobierno, ACNUR solo est¨¢ presente en El Cairo y Alejandr¨ªa, en el norte del pa¨ªs, por lo que quienes llegan de forma irregular todav¨ªa tienen que cruzarlo entero sin ser sorprendidos para registrarse.
Arrestos y deportaciones
En el ¨²ltimo a?o, las autoridades egipcias han detenido a miles de refugiados sudaneses, la mayor¨ªa de ellos en el sur, al poco de cruzar la frontera, aunque tambi¨¦n en El Cairo y Alejandr¨ªa, seg¨²n ha documentado la RPE. El mismo grupo ha identificado seis centros de detenci¨®n no oficiales en el sur a los que se traslada a detenidos, cinco de ellos gestionados por la guardia de fronteras y uno por una unidad del Ministerio del Interior. El primer cuerpo ha recibido apoyo de la Uni¨®n Europea y el segundo de Italia.
?The lives of Sudanese refugees in 30 seconds, emerging from disasters and raging wars only to face dehumanisation and torture.
— Refugees In Libya (@RefugeesinLibya) February 29, 2024
Thousands have been held in warehouses at the Egyptian-Sudanese border by military forces belonging to the Egyptian government. #KeepEyesOnSudan pic.twitter.com/VzXyvgdGd3
El alcance de la campa?a de deportaciones no se conoce porque El Cairo no publica cifras, pero se trata de al menos miles de personas, seg¨²n varias organizaciones de derechos humanos consultadas. En noviembre, ACNUR public¨® un informe en el que se?al¨® que cerca de 1.600 personas, incluidos refugiados documentados, fueron deportados de Egipto. Amnist¨ªa Internacional document¨® a su vez la ¡°devoluci¨®n por la fuerza¡± de al menos 800 sudaneses entre enero y marzo. Y un abogado de la Comisi¨®n Egipcia de Derechos y Libertades (ECRF) asegur¨® a este diario que tienen conocimiento de ¨®rdenes de deportaci¨®n para unos 750 sudaneses entre mayo y junio.
¡°En los ¨²ltimos a?os hemos trabajado para investigar y documentar arrestos, detenciones y deportaciones, tanto secretas como legales, de refugiados y personas en movimiento en general¡±, destaca Nour Khalil, el director ejecutivo de la RPE. ¡°Con los sudaneses, las cifras no es que sean grandes; son enormes. Miles de personas son detenidas un tiempo para luego ser deportadas¡±, a?ade el investigador, que nota que la campa?a de las autoridades egipcias se dirige contra todos los migrantes irregulares africanos, no solo los sudaneses.
El trato de El Cairo a los migrantes irregulares se endureci¨® de forma significativa, seg¨²n grupos de derechos humanos, despu¨¦s de la promulgaci¨®n de un decreto el pasado verano que permiti¨® a migrantes indocumentados legalizar su situaci¨®n mediante unos tr¨¢mites que cuestan al menos 1.000 d¨®lares, registrarse en ACNUR o arriesgarse a ser deportados. En marzo, la UE anunci¨® un nuevo paquete de financiaci¨®n a Egipto de 7.400 millones de euros, 200 millones de los cuales estaban destinados directamente al control migratorio como parte de la criticada pol¨ªtica de externalizaci¨®n de fronteras de Bruselas.
Ismail admite que la ruta de contrabando a Egipto era ¡°m¨¢s peligrosa¡± de lo que esperaba y que, si volviera atr¨¢s en el tiempo, no se arriesgar¨ªa. En El Cairo, lamenta, la situaci¨®n, sobre todo econ¨®mica, es muy dif¨ªcil. Pero no ve vuelta atr¨¢s: ¡°Para m¨ª y mi familia es muy dif¨ªcil volver a Sud¨¢n, lo hemos perdido todo. Nuestro patrimonio, nuestro dinero, nuestras casas; todo¡±. ¡°Uno tiene que tirar adelante y esperar lo mejor¡±, desliza, ¡°y labrarse un futuro en otro pa¨ªs, lejos de todo este sufrimiento¡±.
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