Las cineastas egipcias plantan cara al peso de la tradici¨®n desde la gran pantalla
El Festival de Cine de El Gouna, uno de los principales eventos de la industria en Egipto, apuesta por producciones que abordan cuestiones de g¨¦nero, identidad y expectativas sociales
El margen para so?ar que tiene una ni?a de un pueblo en el ultraconservador sur de Egipto es muy limitado, se mire desde la perspectiva que se mire: temporal, material, social, espacial. Construir un futuro rompedor podr¨ªa parecer a su alcance a una edad temprana, pero los pasos que hay que dar a partir del momento en el que se empiezan a vislumbrar los primeros indicios de madurez est¨¢n muy acotados por la comunidad ¡ªy sobre todo los hombres¡ª que las rodean.
Las protagonistas del documental Al borde de los sue?os, de la pareja egipcia de directores Nada Riyadh y Ayman el Amir, lo saben bien. Este grupo de amigas, de un pueblo del Egipto rural, El Barsha, fund¨® una compa?¨ªa femenina de teatro callejero al final de su adolescencia en la que abordaban, con cierta distancia art¨ªstica, cuestiones espinosas que les preocupaban, como el matrimonio precoz, la forma de vestir, el techo de sus aspiraciones y el amor. Sin embargo, la transici¨®n a la adultez representa un ba?o de realidad dif¨ªcil de navegar. Y cuando quieren darse cuenta, muchas de ellas ya est¨¢n inmersas en una vida que so?aban poder evitar.
Riyadh, la directora, se top¨® con aquel grupo de amigas en 2016 mientras viajaba por el sur de Egipto con instituciones feministas que apoyan a mujeres de zonas remotas del pa¨ªs en el mundo de las artes. De la mano de Ayman se fueron adentrando luego en su entorno y aquello se tradujo en cuatro a?os de grabaciones intermitentes siguiendo su evoluci¨®n personal. ¡°La primera vez que las vi estaban actuando en un pueblo cercano [a El Barsha]. Y en cierto modo me dejaron sin aliento: eran tan innovadoras, tan libres, tan creativas¡±, evoca ahora Riyadh.
¡°Quiz¨¢ no haya tantas mujeres cineastas [en Egipto], pero tienen un gran impacto, sobre todo en el cine documental¡±Marianne Khoury, directora art¨ªstica del Festival de Cine El Gouna
El retrato de su historia fue galardonado en mayo como el mejor documental del Festival de Cine de Cannes. Y como tal era una de las proyecciones m¨¢s esperadas del Festival de Cine de El Gouna, uno de los principales eventos de la industria cinematogr¨¢fica en Egipto que en su ¨²ltima edici¨®n, a finales de octubre, apost¨® por destacar narrativas femeninas que, como en Al borde de los sue?os, abordan cuestiones de g¨¦nero, identidad y expectativas sociales.
¡°Quiz¨¢ no haya tantas mujeres cineastas [en Egipto], pero tienen un gran impacto, sobre todo en el cine documental¡±, comenta la cineasta egipcia Marianne Khoury, directora art¨ªstica del festival y una de las figuras m¨¢s respetadas de la industria cinematogr¨¢fica del pa¨ªs. ¡°Y no es que los hombres no puedan abordar este tipo de temas, por supuesto que pueden; pero quienes lo hacen son mujeres que muestran unos intereses y sensibilidades diferentes¡±, agrega.
El peso de la tradici¨®n
En muchas de las producciones egipcias y regionales del festival dirigidas por mujeres, las tramas exploran el peso de la tradici¨®n en la construcci¨®n de la identidad de sus protagonistas, ya sean reales o ficticios. En Al borde de los sue?os, por ejemplo, las amigas del grupo de teatro transitan muy r¨¢pido entre su etapa idealista de la juventud, durante la que sue?an en convertirse en estrellas, y la fase de aceptaci¨®n de la madurez, en la que casi todas renuncian a ello y priorizan una vida sobre la que hab¨ªan suscitado inicialmente muchas dudas. ¡°[Grabar su historia] fue un reto a nivel personal porque est¨¢bamos muy conectados con ellas¡±, cuenta Riyadh, ¡°y es duro ver c¨®mo alguien con un gran sue?o lo abandona o se conforma sin ¨¦l¡±.
En este proceso, el matrimonio aparece retratado a menudo como uno de los mayores puntos de inflexi¨®n en la vida de las protagonistas. El vestido blanco, un filme de la directora egipcia Jaylan Auf estrenado en El Gouna, se basa en la fren¨¦tica b¨²squeda de la protagonista de un vestido de novia en v¨ªsperas de su boda, lo que deriva en un viaje trepidante por El Cairo durante el que redescubre qui¨¦n es y lo que quiere en la vida. Por el camino, tambi¨¦n cuestiona asuntos como la presi¨®n social para casarse, las bodas ostentosas en las que celebrar el amor parece secundario, y las consecuencias que conllevar¨¢ el matrimonio para ella como mujer.
¡°La boda y el matrimonio en Egipto son importantes, forman parte de la cultura y conforman la identidad de muchas mujeres en el mundo ¨¢rabe¡±, explica Auf. ¡°As¨ª que es interesante indagar en el porqu¨¦, no de una forma cr¨ªtica ni necesariamente investigadora, sino solo presentando este viaje desde el punto de vista de una novia, sin juzgarla. Eso es lo que era importante para m¨ª, sin entrar en si el matrimonio es bueno o malo o en si tener un vestido es importante o no¡±.
Inevitablemente, el paso del tiempo resalta como un factor decisivo, a menudo asfixiante, de estas historias. ¡°El principal antagonista [en Al borde de los sue?os] es el tiempo, porque a medida que [las amigas] crecen, las presiones y expectativas sociales crecen¡±, apunta El Amir. ¡°El principal conflicto para las chicas es que quieren explorar su identidad, pero a la vez quieren formar parte de sus comunidades: quieren ser queridas y casarse como otras chicas. Existe esa eterna lucha que todos tenemos durante nuestra juventud¡±, desliza.
El principal conflicto para las chicas es que quieren explorar su identidad, pero a la vez quieren formar parte de sus comunidadesAyman el Amir, director de cine
Todo ello se ve igualmente atravesado por las condiciones materiales de las protagonistas. El Barsha, donde transcurre Al borde de los sue?os, es un pueblo pobre, descuidado y sin apenas oportunidades. Y tambi¨¦n la protagonista de El Vestido Blanco procede de un entorno humilde de El Cairo: ¡°Se licenci¨® en Periodismo, pero trabaja en una tienda de comida para llevar, y tiene aspiraciones sociales, econ¨®micas y profesionales que nunca se han cumplido¡±, se?ala Auf, ¡°as¨ª que tener un vestido de novia [espl¨¦ndido] es algo a lo que querr¨ªa agarrarse¡±.
La s¨¦ptima edici¨®n del Festival de Cine de El Gouna cont¨® con otras pel¨ªculas de la regi¨®n con una t¨®nica similar, como Gracias por operar con nosotros, de la directora palestina Laila Abbas. Su filme ahonda en la injusticia de las leyes isl¨¢micas que regulan la herencia a trav¨¦s de la historia de dos hermanas de Ramala sin apenas relaci¨®n que redescubren sus lazos de sororidad cuando su padre fallece y deja atr¨¢s una importante suma de dinero que consideran que debe ser para ellas, que lo cuidaron, y no para el hermano, que vive en Estados Unidos.
Afrontar estos temas, delicados, representa una apuesta en Egipto a sabiendas de que puede generar incomodidad y levantar ampollas entre el p¨²blico. En el estreno en Oriente Pr¨®ximo de La Sustancia, de la directora francesa Coralie Fargeat, la mezcla de escenas de desnudez y escenas gore del filme, que aborda la violencia que sufre el cuerpo de la mujer y la persecuci¨®n de la juventud eterna, llev¨® a parte de los asistentes de El Gouna a irse directamente de la sala.
Asimismo, en la presentaci¨®n de El vestido blanco, un periodista local pregunt¨® contrariado por qu¨¦ los hombres de la pel¨ªcula salen retratados como malos. Auf, su directora, lamenta que se produzcan estas simplificaciones, que impiden una reflexi¨®n m¨¢s profunda: ¡°?Por qu¨¦ alguien debe tener la culpa? El problema no es que el prometido sea malo o bueno, que el matrimonio sea malo o bueno, sino las terribles condiciones que la gente tiene que soportar¡±.
Y va m¨¢s all¨¢: ¡°Solo a una mujer cineasta le har¨ªan esta pregunta. Si hubiera sido un cineasta hombre, nunca le habr¨ªan preguntado por qu¨¦ hace malas a todas las mujeres¡±.
Producciones como Al borde de los sue?os y El vestido blanco terminan con un final abierto a la reflexi¨®n. Riyadh asegura que, en el caso de su documental, la mayor parte del p¨²blico masculino se marcha con una sensaci¨®n m¨¢s bien agridulce al interpretar la vida de las protagonistas como una suerte de repetici¨®n inevitable de aquello que cuestionaban sobre las generaciones anteriores. Pero la directora afirma que la mayor¨ªa de las mujeres hacen, en cambio, una lectura m¨¢s optimista y ven en ellas un empoderamiento paulatino, ¡°paso a paso¡±.
¡°Por supuesto, el mundo no ha cambiado del todo. No tenemos igualdad de g¨¦nero; no es un universo perfecto. Pero seguro que algo ha cambiado en esa sociedad gracias a ese grupo [de amigas], a su arte y a su compromiso. Y para m¨ª, la pr¨®xima generaci¨®n va a dar un paso m¨¢s y va a encontrar su propio camino, que no nos corresponde [a nosotros] juzgar¡±, comenta. ¡°Tenemos que apreciar que ellas dieran un paso adelante y nos desafiaron incluso a nosotros¡±.
Khoury adelanta que mientras ella siga involucrada, el Festival de Cine de El Gouna mantendr¨¢ su apuesta por estas producciones: ¡°Ahora hemos contado con un 44% de mujeres cineastas en todo el programa, que es mucho y muy positivo para Egipto, ya que no hay tantas mujeres cineastas¡±. ¡°Mientras yo contin¨²e aqu¨ª, me ocupar¨¦ de ello. Nada es por casualidad. A m¨ª me interesaban tres cosas: pel¨ªculas de debut de cineastas de todo el mundo, pel¨ªculas de cineastas del Sur [Global], y pel¨ªculas de mujeres¡±, se?ala. ¡°Y eso se refleja en el programa¡±.
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