Los cuidados: pilar invisible de nuestra econom¨ªa
Cerrar la disparidad del tiempo que las mujeres dedican al trabajo de cuidados requiere una responsabilidad compartida entre el Estado, el sector privado, el comunitario y las familias
En el marco de la celebraci¨®n del D¨ªa Internacional del Cuidador, es momento de visibilizar una realidad econ¨®mica y social crucial: el trabajo de cuidados no remunerado representa el 20% de nuestras econom¨ªas, una contribuci¨®n mayoritariamente invisible y no remunerada que incluye desde la preparaci¨®n de alimentos hasta el cuidado de ni?os, personas mayores y con discapacidad que requieren apoyo.
En Am¨¦rica Latina, las mujeres dedican tres veces m¨¢s tiempo al trabajo no remunerado que los hombres, lo que reduce dr¨¢sticamente su participaci¨®n en el mercado laboral. Esta disparidad tiene un coste econ¨®mico real: la regi¨®n pierde hasta un 30% de sus ingresos debido a la baja participaci¨®n laboral femenina. La sobrecarga del cuidado coloca a las mujeres en una ¡°pobreza de tiempo¡±: en promedio, dedican entre 20 y 30 horas semanales a estas tareas de cuidado no remunerado, tiempo que podr¨ªan invertir en su educaci¨®n, empleo remunerado, salud, o crecimiento personal y profesional.
Es posible construir sistemas que reconozcan el cuidado como un derecho y una responsabilidad compartida entre el Estado, el sector privado, el sector comunitario y las familias
Transformar esta realidad requiere no solo invertir en servicios e infraestructura de cuidado sino redistribuir estas tareas equitativamente entre hombres y mujeres. Las pol¨ªticas p¨²blicas pueden contribuir a este cambio cultural a trav¨¦s de licencias parentales, programas educativos y campa?as que desaf¨ªen los estereotipos de g¨¦nero desde la primera infancia. La evidencia muestra que cuando los padres se involucran m¨¢s en el cuidado, no solo mejora el desarrollo de los ni?os, sino que se promueve una distribuci¨®n m¨¢s equitativa de las responsabilidades en el hogar.
En Am¨¦rica Latina y el Caribe existen iniciativas que demuestran que es posible cambiar esta realidad. Un ejemplo son las Manzanas del Cuidado de Bogot¨¢, ¨¢reas de la ciudad donde se concentran servicios gratuitos tanto para las personas que brindan cuidado como para quienes lo reciben. Mientras las personas mayores o ni?os reciben atenci¨®n profesional, las personas cuidadoras pueden usar ese tiempo para estudiar o formarse, hacer ejercicio, recibir orientaci¨®n legal y psicol¨®gica, o usar las lavander¨ªas comunitarias. Al centralizar todos los servicios a menos de 30 minutos a pie de los hogares y ofrecerlos de manera simult¨¢nea, este modelo permite a las mujeres cuidadoras ganar tiempo para desarrollar sus propios proyectos de vida.
La inversi¨®n en sistemas integrales de cuidado es una inversi¨®n en productividad y equidad, no un gasto
En el ¨¢mbito del desarrollo infantil temprano, donde se concentra la mayor demanda de cuidados en la regi¨®n, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lidera inversiones adem¨¢s de la construcci¨®n de jardines o escuelas. El programa Luci¨¦rnaga en M¨¦xico con mentor¨ªas personalizadas y capacitaci¨®n pr¨¢ctica, transforma la calidad de las interacciones entre el personal educativo y los ni?os de cero a tres a?os. Los mentores trabajan directamente en los centros de cuidado infantil, observando y retroalimentando las pr¨¢cticas diarias del personal, lo que no solo mejora el desarrollo de los ni?os y ni?as, sino que tambi¨¦n dignifica y profesionaliza su trabajo.
El programa EXPLEARN, extiende la jornada escolar para redistribuir la carga del cuidado. Los ni?os permanecen m¨¢s tiempo en la escuela participando en actividades educativas y recreativas de calidad, lo que permite a sus madres o cuidadoras trabajar o estudiar. Al mismo tiempo, a trav¨¦s de la Red de Pol¨ªticas de Cuidado a Largo Plazo (REDCUIDAR+), el BID facilita el intercambio de experiencias exitosas entre pa¨ªses para mejorar la atenci¨®n a personas mayores.
La revoluci¨®n del cuidado requiere pol¨ªticas p¨²blicas e inversiones privadas, que reconozcan su valor econ¨®mico y promuevan la participaci¨®n masculina
La innovaci¨®n y participaci¨®n del sector privado son clave en esta transformaci¨®n de los cuidados: desde el BID Lab, nuestro laboratorio de innovaci¨®n, impulsamos soluciones para la econom¨ªa plateada, apoyando emprendimientos que crean empleos de calidad en el sector del cuidado. Por ejemplo, se promueven servicios de teleasistencia que permiten monitorear remotamente a personas mayores y nuevos modelos de centros de d¨ªa que ofrecen atenci¨®n especializada mientras capacitan a cuidadores profesionales.
La inversi¨®n en sistemas integrales de cuidado es una inversi¨®n en productividad y equidad, no un gasto. Cuando promovemos la corresponsabilidad en el cuidado y liberamos el tiempo de las mujeres cuidadoras, no solo mejoramos su calidad de vida, sino que aprovechamos su potencial econ¨®mico. Los casos exitosos en la regi¨®n demuestran que es posible construir sistemas que reconozcan el cuidado como un derecho y una responsabilidad compartida entre el Estado, el sector privado, el sector comunitario y las familias.
El momento de actuar es ahora. La revoluci¨®n del cuidado requiere pol¨ªticas p¨²blicas e inversiones privadas, que reconozcan su valor econ¨®mico, promuevan la participaci¨®n masculina y fortalezcan las capacidades de quienes cuidan. Solo as¨ª el cuidado pasar¨¢ de ser de ser una barrera que genera desigualdad para convertirse en un pilar del desarrollo inclusivo en Am¨¦rica Latina y el Caribe.
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