Se trata de elegir entre la humanidad o la barbarie
Cuando se cumplen dos a?os de la aprobaci¨®n de la Ley de Cooperaci¨®n en el Congreso, hay que avanzar en al financiaci¨®n. Espa?a solo destina el 0,24% de su Renta Nacional Bruta a cooperaci¨®n, un porcentaje que nos deja a la cola de Europa
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¡°Lo importante no es mantenerse vivo, es mantenerse humano¡±. George Orwell.
Hace un par de semanas, Donald Trump decidi¨® echar el cierre a la agencia de cooperaci¨®n de Estados Unidos (USAID). Las consecuencias de esta decisi¨®n fueron inmediatas: oficinas cerradas, personal despedido, ayuda humanitaria paralizada y, lo que es m¨¢s grave, millones de personas en situaciones extremas abandonadas a su suerte. La voz de alerta fue inmediata, como una sirena avisando del peligro que esta medida supon¨ªa. Esta alarma generalizada olvidaba, sin embargo, que, en otros muchos lugares, la cooperaci¨®n, las pol¨ªticas responsables con los derechos humanos y la paz llevaban tiempo siendo ninguneadas.
Vivimos tiempos oscuros donde las tropel¨ªas de unos pocos arrasan sin escr¨²pulos y alimentan la rueda de su beneficio insaciable a costa de cercenar los derechos humanos y la vida. Los discursos belicistas, de conflicto y confrontaci¨®n se abren camino y llegan a ser abrazados justificando lo injustificable. Los presupuestos militares no paran de crecer en todo el mundo y el n¨²mero de conflictos es el mayor desde la II Guerra Mundial. La desigualdad aumenta de manera obscena con multimillonarios que dan el salto al poder pol¨ªtico; la emergencia clim¨¢tica ahoga al planeta; m¨¢s de 120 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus casas. Se recortan los derechos de las mujeres y de las personas con identidades diversas. El multilateralismo y el derecho internacional son cuestionados y hacen aguas. Palestina sufre lo que desde muchos sectores se denomina el ¡°mayor genocidio reciente narrado en directo¡± sin que se tomen medidas contundentes para frenarlo. Muchas familias no llegan a final de mes, otras ni siquiera comen dos veces al d¨ªa¡ Vivimos una guerra contra la vida en todas sus formas.
La obscenidad de las cifras es insoportable: en gasto militar mundial en 2023 ascendi¨® a 2,44 billones de d¨®lares y mientras tanto, se estima que el d¨¦ficit en la financiaci¨®n para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible est¨¢ en 4 billones. Dinero hay, el problema es d¨®nde, para qu¨¦ y para qui¨¦n.
Recientemente, la columnista del diario The Guardian Naomi Klein denunciaba la capacidad humana de vivir con este tipo de atrocidades ¡°de hacer las paces con ellas y beneficiarse de ellas¡±. ?D¨®nde queda Afganist¨¢n, Sud¨¢n, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo? ?D¨®nde el Mediterr¨¢neo convertido en la mayor fosa com¨²n del planeta? ?C¨®mo podemos vivir mientras el mal campa a sus anchas de forma impune?
Leyes que garanticen la humanidad
Ante esta banalidad generalizada del mal, tenemos dos posibilidades: ignorarla (o, en el mejor de los casos, tomar alguna medida tibia para mostrar que algo se hace) o enfrentarla desde una humanidad radical. Es simple: se trata de elegir entre pol¨ªticas de paz o pol¨ªticas de guerra; entre la humanidad o la barbarie.
Este mes se cumplen dos a?os de la aprobaci¨®n de la Ley de Cooperaci¨®n en el Congreso. Entonces, a pesar del clima de confrontaci¨®n, se consigui¨® un apoyo casi un¨¢nime a una ley cuyo objetivo es contribuir a la garant¨ªa de vidas dignas en todo el planeta. Se entendi¨®, de este modo, como una pol¨ªtica de Estado. Un consenso nada desde?able en un contexto en el que, como hemos dicho, los valores esenciales de la humanidad se desmoronan.
En este tiempo, se ha avanzado mucho en la consolidaci¨®n de su contenido y eso es motivo de alegr¨ªa; pero hay una cuesti¨®n clave que debe avanzar de manera urgente: la financiaci¨®n. Los enormes desaf¨ªos globales que afrontamos no pueden ser respondidos tan solo con palabras; tomar medidas que est¨¦n a la altura exige recursos que sirvan para garantizar derechos y abrir caminos de esperanza. Espa?a solo destina el 0,24% de su Renta Nacional Bruta a cooperaci¨®n, un porcentaje que nos deja a la cola de Europa (con un 0,51% de media) y muy lejos del hist¨®rico 0,7%, contemplado tambi¨¦n en la Ley. Sevilla acoge a finales de junio la IV Conferencia Internacional de Financiaci¨®n para el Desarrollo; la sociedad civil de todo el mundo mirar¨¢ hacia ac¨¢ y exigir¨¢ medidas que pongan fin a las reglas fiscales injustas que rigen el planeta. No podemos esperar m¨¢s, el momento es ahora.
La realidad exige tambi¨¦n estructuras fuertes y eficaces que lleven a la pr¨¢ctica el contenido de la Ley; en ese sentido, es fundamental reforzar a la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo, la AECID, que a¨²n arrastra la profunda reducci¨®n de recursos que sufri¨® la d¨¦cada pasada y que han derivado en una situaci¨®n de debilidad preocupante. Su presupuesto y capacidades deber¨ªan multiplicarse; y esto tampoco puede esperar.
Una oportunidad ineludible
Al acabar la II Guerra Mundial, la comunidad internacional se puso de acuerdo para que las barbaridades ocurridas no volvieran a suceder. No podemos olvidar ese ¡°never again¡±; un nunca m¨¢s para nadie, en ning¨²n lugar del mundo. Cada quien tiene que asumir las responsabilidades que le corresponden. Este mes, acudiremos al Congreso y al Senado a record¨¢rselo a los partidos pol¨ªticos; tomar este tipo de medidas no es una opci¨®n sino una obligaci¨®n.
Los cumplea?os deber¨ªan servir no solo para festejar, sino tambi¨¦n para analizar el camino y seguir mejorando a cada paso. Los dos a?os de la Ley de Cooperaci¨®n son una excelente oportunidad para valorar el trabajo bien hecho, pero sobre todo para apostar por esa humanidad radical que tanta falta nos hace. El Gobierno y los partidos pol¨ªticos tienen en su mano la posibilidad de apostar por pol¨ªticas coherentes con la solidaridad, paz y derechos humanos. Los malos vientos que todo lo inundan no pueden llevarnos a desesperanza. Como dice la activista antirracista Angela Davis, tenemos el deber de ¡°asumir la esperanza como disciplina¡±. Existen medidas pol¨ªticas que abren puertas de luz en medio de la barbarie; como ciudadan¨ªa debemos exigirlas y los gobiernos deben llevarlas a la pr¨¢ctica. Y as¨ª, siempre; hasta que la paz, el bienestar global, la dignidad y la humanidad sean costumbre.
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