Lo que nuestros ojos no pueden ver de ?frica
Solo una peque?a muestra de los m¨¢s de 4.000 objetos procedentes del continente con los que cuenta el Museo Nacional de Antropolog¨ªa se exhibe al p¨²blico
El Museo Nacional de Antropolog¨ªa tiene un grave problema de espacio. Por eso se impone una muy cuidada elecci¨®n de las piezas que los visitantes pueden ver. Luis P¨¦rez Armi?o, conservador del mismo, antrop¨®logo y buen conocedor del arte africano, explica que las muestras se escogen de acuerdo al discurso que se pretende transmitir desde el museo. De ah¨ª que la mayor¨ªa de los tesoros que acumula el centro se encuentren guardados en los almacenes del edificio, ocultos a los ojos de los dem¨¢s. Son objetos de gran valor antropol¨®gico, cultural e hist¨®rico que proceden de distintas fuentes.
¡°El origen de las colecciones est¨¢ muy relacionado con la historia colonial espa?ola, porque podr¨ªamos hablar de dos grandes or¨ªgenes. Por un lado, el de las expediciones cient¨ªficas de finales del siglo XIX y principios del XX, que estuvieron encaminadas a estudiar las posibilidades econ¨®micas de los territorios asignados a Espa?a¡±, comenta P¨¦rez.
En la conferencia de Berl¨ªn de 1884, a Espa?a se le atribuye el protectorado del norte de Marruecos y el S¨¢hara occidental. Adem¨¢s, se reconocieron las fronteras de la actual Guinea Ecuatorial que, por el Tratado de El Pardo de 1778, Portugal hab¨ªa cedido a Espa?a a cambio de territorios al norte del r¨ªo de la Plata que se anexionaron a Brasil. Es a partir de ese momento cuando se organizan las expediciones que, adem¨¢s de estudiar las posibilidades de explotaci¨®n econ¨®mica de los territorios, tambi¨¦n van acompa?adas de la recogida de objetos.
Por ejemplo, en el museo hay piezas que vienen de la expedici¨®n de Luis Sorela (1887), que parti¨® de Senegal y lleg¨® hasta Guinea Ecuatorial con el fin de ver c¨®mo era la administraci¨®n colonial de las potencias europeas, explica el conservador. ¡°Se recogieron muchos objetos y de hecho uno de los s¨ªmbolos del museo, la m¨¢scara Gelede de la cultura yoruba, proviene de aquella expedici¨®n¡±, detalla.
Un segundo grupo de objetos procede del Museo de ?frica. Cuando acab¨® la Guerra Civil, subraya P¨¦rez, tuvo lugar una reestructuraci¨®n total del mundo cultural y se crearon museos y nuevas estructuras de investigaci¨®n. As¨ª, dentro del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas se estableci¨® un Instituto de Estudios Africanos. Este, para mostrar su labor investigadora, fund¨® un Museo de ?frica que se nutr¨ªa de colecciones arqueol¨®gicas y m¨¢s. Pero el momento fundamental, afirma el conservador, fue 1948, cuando se organiz¨® una expedici¨®n a Guinea Ecuatorial para, entre otras misiones, recoger objetos con destino a esa instituci¨®n.
Parece que los museos acumulan objetos sin otro sentido que atesorar. Pero la exposici¨®n permanente selecciona objetos porque est¨¢ demostrado que as¨ª mejora la calidad did¨¢ctica del mensajeLuis P¨¦rez Armi?o, conservador del Museo Nacional de Antropolog¨ªa
El Museo de ?frica (1961-1973) tuvo una vida bastante ef¨ªmera. ¡°A partir de 1968, independencia de Guinea Ecuatorial, empez¨® a languidecer. De hecho, apenas abri¨® al p¨²blico. En 1973 se decidi¨® cerrarlo y las colecciones se depositaron en el Museo Nacional de Antropolog¨ªa. Y luego, en los a?os ochenta, estas pasaron a ser propiedad del mismo¡±, asevera el antrop¨®logo. El resto de los objetos procede de adquisiciones, compras o donaciones de particulares, ¡°que vienen muy bien para salir un poco de esos dos focos geogr¨¢ficos que son la zona de Marruecos y el golfo de Guinea¡±.
Entre tanta riqueza ¨Csobre todo la no expuesta¨C es dif¨ªcil decantarse por una sola pieza, pero forzado a ello, P¨¦rez, distingue la colecci¨®n de bieris (guardianes de relicarios) fang, procedentes de Guinea Ecuatorial, quiz¨¢s una de las m¨¢s importantes que existen. Pero hay muchas otras, como la proveniente de las islas Bijag¨®s en Guinea-Bis¨¢u, muy completa. La serie de cer¨¢mica rife?a. Las piezas et¨ªopes que proceden de una colecci¨®n particular. O las cer¨¢micas nubias y otros objetos dom¨¦sticos que llegaron a Madrid junto con el templo de Debod egipcio.
Adem¨¢s, los cajones y vitrinas esconden inmensidad de m¨¢scaras, joyas, objetos de la vida cotidiana como cucharas, utensilios de trabajo, lanzas y machetes, tocados u otros adornos no expuestos por falta de espacio.
¡°A veces, cuando se muestran los almacenes, parece que los museos acumulan objetos sin otro sentido que atesorar m¨¢s y m¨¢s colecciones. Pero la vida de estas piezas va m¨¢s all¨¢ de la mera exposici¨®n. De hecho, la exposici¨®n permanente selecciona una serie de objetos porque est¨¢ demostrado que esa elecci¨®n mejora la calidad did¨¢ctica del mensaje que se pretende transmitir¡±, especifica el antrop¨®logo.
M¨¢s all¨¢ de eso, las colecciones en reserva suponen un valor social y cultural para el museo y un elemento de utilidad que permite facilitar el acceso a investigadores y colaborar con otras instituciones mediante pr¨¦stamos (el museo es muy activo en este sentido). Tambi¨¦n la puesta a disposici¨®n del p¨²blico de estos fondos mediante herramientas virtuales como cer.es, la Red Digital de Colecciones de Museos de Espa?a, su participaci¨®n en exposiciones propias organizadas por el museo, la rotaci¨®n de fondos en la permanente y la renovaci¨®n de discursos. ¡°Es cierto que es algo asumido por los profesionales del sector, pero que de cara al p¨²blico deber¨ªamos remarcar, se?alando su valor y capacidad patrimonial para la vida activa del museo¡±, reconoce.
Somos muy estrictos a la hora de documentar cada objeto. Los investigadores espa?oles no saquearon, sino que realizaban labores de recolecci¨®n guiadas por principios acad¨¦micosLuis P¨¦rez Armi?o, antrop¨®logo
En estos tiempos en los que muchos pa¨ªses africanos piden a las antiguas metr¨®polis coloniales que devuelvan los bienes saqueados del continente, la pregunta es si los conservados en el Museo Nacional de Antropolog¨ªa podr¨ªan ser reclamados. P¨¦rez piensa que este es un tema muy complejo: ¡°En el museo somos muy estrictos a la hora de documentar cada objeto. Est¨¢ muy bien trazado de d¨®nde viene cada pieza, incluso en algunas de las del Museo de ?frica tenemos hasta el nombre de la persona que la ha tallado, por qu¨¦ se dedicaban a recogerlo... Los investigadores espa?oles no saquearon objetos, sino que realizaban labores de recolecci¨®n guiadas por principios acad¨¦micos¡±.
Otra cuesti¨®n recurrente es si en Espa?a hace falta un nuevo Museo de ?frica que contin¨²e la labor divulgativa de aquel primero. El conservador opina que no es necesario. ¡°Nuestra visi¨®n desde el Museo Nacional de Antropolog¨ªa gira en torno a la idea de la diversidad. ?frica, junto a Am¨¦rica, a Asia y a otras colecciones, ayuda a comprender esos valores de la diversidad. Por eso, yo s¨ª que entiendo mejor enfatizar esta idea global del Museo Nacional de Antropolog¨ªa y no un museo espec¨ªfico dedicado al continente¡±.
Por eso, lo que realmente se necesita es m¨¢s espacio para el museo, con el fin de que se puedan establecer esas conexiones y semejanzas, pero tambi¨¦n las diferencias culturales que nos ayuden a comprender nuestra propia diversidad, que en el fondo es de lo que se trata. Agrega el experto: ¡°En eso, ?frica y las colecciones africanas desempe?an un papel fundamental. Estamos hablando de un continente muy diverso, que tambi¨¦n tiene sus relaciones con cualquier otro rinc¨®n del planeta, y esos ciclos son fundamentales dentro de la idea del museo¡±.
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