Caminar el presente
Analizar nuestro papel hist¨®rico en la construcci¨®n de nuestras ciudades nos permite apropiarnos de su futuro. Regresar a las calles es un ejercicio de transformaci¨®n social que nos recuerda que lo urbano es pol¨ªtico
El regreso a las calles ha sido un proceso complejo, cada ciudad ha tenido distintos obst¨¢culos y carencias por resolver. Para entender las particularidades de nuestras localidades, as¨ª como las posibilidades de cambio, es necesario caminarlas y pensar este acto como un ejercicio colectivo. El deambular es un acto pol¨ªtico que nos permite entendernos y reconocernos como parte de una comunidad diversa y al mismo tiempo desigual. Al hacerlo podemos encontrar algunos ejemplos materiales de c¨®mo el espacio se transforma a lo largo del tiempo a partir de las necesidades sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas, y as¨ª poder reconocer el poder que tenemos para construir un futuro donde el sostenimiento de la vida est¨¦ en el centro.
Si al salir de la estaci¨®n Z¨®calo, en el centro de la Ciudad de M¨¦xico, caminamos hacia el norte veremos de frente la catedral de Santo Domingo. A un costado de ¨¦sta encontramos la calle de Rep¨²blica de Chile, la cual conecta con el famoso mercado de la Lagunilla. A nuestro alrededor hay un mar de tiendas y unas cuantas remodelaciones viales que han tomado m¨¢s tiempo del esperado. Pasando el desfile de olores y el contraste de texturas de casonas viejas y uno que otro edificio nuevo, producto de la gentrificaci¨®n, hallaremos un m¨®dulo de polic¨ªa que da entrada a una peque?a calle completamente peatonal llamada Mariana Rodriguez del Toro Lazar¨ªn. Al colocarnos en la entrada podemos observar un n¨²mero considerable de ¨¢rboles, comercios locales, vecindades antiguas, dos escuelas, una zona de juegos y algunas mesas de concreto dise?adas para jugar ajedrez.
Deambular es un acto pol¨ªtico que nos permite entendernos y reconocernos como parte de una comunidad diversa y al mismo tiempo desigual
Esta peque?a avenida ha tenido diversos rostros. Durante la ¨¦poca colonial, se encontraron los primeros ba?os p¨²blicos as¨ª como La Misericordia, una de las instituciones promovidas por el Gobierno espa?ol para darle asilo a mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Este lugar fung¨ªa como vivienda y centro correccional para trabajadoras sexuales y mujeres divorciadas. Algunas de las vecindades formaban parte de un sistema de rentas donde un porcentaje importante del ingreso generado era destinado al hospital comunitario para brindar servicios de salud a las mujeres de La Misericordia. Despu¨¦s se convirti¨® en un punto clave para la ruta del tranv¨ªa que conectaba al centro de la capital con Xochimilco, y serv¨ªa como un sitio de alimentaci¨®n y recreaci¨®n para todos los trabajadores de los negocios textiles de los alrededores.
Las carencias provocadas por el sismo de 1985 transformaron el sistema de acceso a la vivienda en esta zona y permitieron a muchos habitantes ser due?os. Existieron iniciativas para la rehabilitaci¨®n de ¨¢reas comunes por parte de la organizaci¨®n vecinal. Todos estos cambios f¨ªsicos han respondido a las necesidades derivadas de crisis econ¨®micas, transiciones pol¨ªticas, as¨ª como de estrategias provocadas por oleadas de criminalidad y, ahora, deben estar ligados a proyectos de recuperaci¨®n por las afectaciones pand¨¦micas; la exacerbaci¨®n de la desigualdad ha modificado el espacio f¨ªsico as¨ª como las din¨¢micas sociales. El reciente incremento de inseguridad y el cierre de muchos locales han generado un paulatino abandono del espacio acompa?ado de una creciente sensaci¨®n de incertidumbre y desconfianza.
Se necesitan diversos mecanismos econ¨®micos as¨ª como la formaci¨®n de coaliciones urbanas innovadoras entre actores vecinales, gubernamentales, acad¨¦micos e incluso art¨ªsticos para llevar a cabo un proceso de recuperaci¨®n econ¨®mica y social que frene este deterioro. Algunos de los elementos ya existentes que facilitan la apropiaci¨®n social de este territorio y que deber¨ªan replicarse en la planeaci¨®n para cualquier programa de recuperaci¨®n son: la proximidad sin el uso de veh¨ªculos privados, el f¨¢cil acceso a un transporte p¨²blico que conecta puntos clave de la ciudad y que ha logrado adaptarse a las necesidades de las personas, la existencia de ¨¢reas verdes y espacios p¨²blicos de recreaci¨®n as¨ª como la actividad econ¨®mica local.
Caminar por esta peque?a calle nos recuerda que la pandemia ocasionada por la covid-19 exacerb¨® las desigualdades espaciales. Una vez m¨¢s se invisibiliza la movilidad del cuidado, la cual es fundamental para sostener la vida, la importancia del acceso a espacios p¨²blicos de calidad necesario para la salud f¨ªsica y mental, y la crisis de vivienda, que deber¨ªa ser construida con el objetivo de generar bienestar y no acumulaci¨®n de capital. Tanto en un plano nacional como internacional, regresar a las calles debe ser un ejercicio de transformaci¨®n social que nos permita construir un espacio que responda a las necesidades colectivas; nombrar el pasado y caminar el presente es una forma de recordar que lo urbano es pol¨ªtico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.