El legado econ¨®mico de Rajoy
El expresidente deja una econom¨ªa m¨¢s competitiva pero con m¨¢s desigualdad y una elevada deuda p¨²blica
El legado econ¨®mico de Mariano Rajoy est¨¢ marcado por la mayor crisis de la historia reciente de Espa?a. Si en 2008 la econom¨ªa espa?ola produc¨ªa 100, los bienes y servicios que demandaba eran 110. Es decir, por cada 100 puntos de producci¨®n hab¨ªa que endeudarse con el exterior en 10. Hasta que la crisis cort¨® esa financiaci¨®n. El Gobierno de Zapatero intent¨® contrarrestarlo con una expansi¨®n fiscal que llev¨® el d¨¦ficit p¨²blico hasta cotas del 10% del PIB. Pero eso gener¨® m¨¢s desconfianza en los mercados disparando el pago de intereses. La actividad impulsada por la deuda se derrumbaba, y con ella los ingresos fiscales. Pese a su negativa casi hasta el ¨²ltimo momento, en 2010 Zapatero tuvo que aplicar el primer recorte fuerte a las cuentas p¨²blicas.
De ordinario, ante esta situaci¨®n se intenta ganar productividad. Pero eso no se logra de un d¨ªa para otro. Hace falta educaci¨®n, formaci¨®n, inversi¨®n... En otras crisis se devaluaba la moneda, lo que abarataba los productos nacionales a fin de vender m¨¢s. Sin embargo, esta soluci¨®n solo supon¨ªa un alivio temporal que, a la larga, empeoraba los problemas porque generaba m¨¢s inflaci¨®n. Y en el euro no se pod¨ªa llevar a cabo. Sin pol¨ªtica fiscal, sin ayuda de un banco central y sin moneda propia, solo quedaba la dolorosa devaluaci¨®n interna. Cuando entra Rajoy en la Moncloa, esta ya ha empezado a fuerza de despedir. El paro roza el 23%.
En el primer consejo de ministros se anuncian recortes y se eleva el IRPF y el IBI. M¨¢s adelante se terminar¨ªan subiendo pr¨¢cticamente todos los impuestos. Los ajustes retroalimentan la recesi¨®n. ¡°Ya pasar¨¢¡±, se dice en Moncloa. En los primeros meses se aprueba una reforma laboral que facilita el despido y da m¨¢s poder a la empresa para flexibilizar condiciones. En el corto plazo, la medida es recesiva pero ayuda a salvar empresas. El ajuste ya no se hace solo despidiendo; tambi¨¦n con sueldos m¨¢s bajos.
Con la morosidad descontrolada y la financiaci¨®n externa cortada, la banca, que hab¨ªa acudido al exterior para financiar los excesos, se convierte en el tal¨®n de Aquiles que pod¨ªa arrastrar todo, empezando por los dep¨®sitos. El anterior Gobierno hab¨ªa desaprovechado cuando a¨²n ten¨ªa margen para recapitalizar entidades y otros pa¨ªses lo hac¨ªan. Las fusiones de bancos no sirven.
El rescate llega en junio de 2012. Se vendi¨® como una ayuda a la banca. Pero la realidad era que Espa?a resultaba demasiado grande como para ser rescatada. A grandes rasgos, la ¨²nica diferencia con un rescate completo es que se evit¨® un recorte directo de las pensiones, la partida que estructuralmente segu¨ªa creciendo y donde se hallaba el grueso de los votos del PP. En julio, Rajoy aprueba otra ronda de recortes. En medio del castigo de los mercados, muchas comunidades aut¨®nomas acaban siendo rescatadas por el Estado central.
Conforme se toman las medidas que dicta Bruselas, se restablece la confianza de Europa. El presidente del BCE, Mario Draghi, recibe entonces el nihil obstat de Berl¨ªn para que el eurobanco respalde a la periferia. El d¨ªa que sale el primer saldo positivo con el exterior, el ministro Montoro y el, a la saz¨®n, jefe de la Oficina Econ¨®mica, ?lvaro Nadal, se llaman para darse ¨¢nimos. Tardar¨¢ m¨¢s o menos, pero la recuperaci¨®n est¨¢ en marcha, piensan.
El problema de la deuda p¨²blica
Sin embargo, todav¨ªa hab¨ªa que recortar el d¨¦ficit de Espa?a en 25.000 millones durante 2013, lo que pod¨ªa lastrar una hipot¨¦tica recuperaci¨®n. Al final, Bruselas cede y relaja la meta de d¨¦ficit p¨²blico. Y la econom¨ªa empieza a reactivarse. A poco que crece el PIB, se empieza a generar empleo con fuerza. Para atajar el creciente gasto p¨²blico a largo plazo, se legisla una reforma de las pensiones que las liga al estado de las cuentas y, en consecuencia, las cuasicongela para asegurar su sostenibilidad. Y tres vientos de cola propulsan la econom¨ªa: la pol¨ªtica monetaria, un precio del petr¨®leo a la baja y el turismo desviado por la inestabilidad de otros destinos. Adem¨¢s, Rajoy aprueba una rebaja de impuestos con tintes electoralistas que impulsa m¨¢s la econom¨ªa justo cuando no se necesita y que frena la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico.
Al cierre del mandato de Rajoy, la econom¨ªa encadena tres a?os consecutivos creciendo al 3%. La deuda privada ha descendido en casi 70 puntos hasta el 150% del PIB. La tasa de paro ha ca¨ªdo 10 puntos hasta el 16,7%. Y ello se ha conseguido con saldos positivos frente al exterior durante cinco a?os, un hecho ins¨®lito en la historia de Espa?a que implica que este crecimiento es m¨¢s sostenible. Los niveles de PIB previos a la crisis se han restablecido con m¨¢s exportaciones pero con menor consumo de los hogares y 1,8 millones de empleados menos, lo que explica el amplio malestar social.
Rajoy ha abordado lo que se precisaba con urgencia. Pero todav¨ªa queda mucho por hacer. En los tres ¨²ltimos a?os ha parado las reformas. Ha procrastinado con el d¨¦ficit bajando el IRPF. Ha deshecho la reforma de las pensiones y deja el agujero de la Seguridad Social en 18.000 millones. La recolocaci¨®n de parados de larga duraci¨®n no da resultados, seg¨²n critican los expertos. Y no ha atacado la excesiva temporalidad o los abusos en los descuelgues de convenio. En suma, Rajoy lega una econom¨ªa m¨¢s saneada y competitiva, pero todav¨ªa da?ada por la crisis, con una mayor desigualdad apuntalada por un mercado laboral a dos velocidades, entre los parados y los empleados, entre los temporales y los indefinidos y entre los m¨¢s y menos formados. Tampoco se ha puesto en marcha todo lo necesario para evitar futuras burbujas como, por ejemplo, crear una autoridad para vigilarlas tal y como reclama el FMI.
El reto de la productividad
La econom¨ªa espa?ola logr¨® una mejora de la competitividad a fuerza de despedir trabajadores. Y, en la actualidad, casi todo el crecimiento registrado se debe a que se incorporan nuevos empleados. Pero la productividad por ocupado crece poco. ¡°Todav¨ªa faltan las reformas que hagan que el empleo y la productividad crezcan a la vez¡±, explica Rafael Domenech, economista de BBVA. Un cambio b¨¢sico ser¨ªa atajar la temporalidad, un claro impedimento porque los trabajadores no acumulan experiencia. En este sentido, algunos expertos se preguntan si la reforma laboral ha dotado de demasiado poder a las empresas tambi¨¦n en los buenos tiempos.
El listado de reformas que piden los organismos internacionales para mejorar la productividad tambi¨¦n incluye reducir barreras de entrada a la competencia; reformar los servicios profesionales, fomentar el I+D y el capital tecnol¨®gico o reformar la educaci¨®n, la universidad y la formaci¨®n de trabajadores. El Gobierno de Rajoy se dej¨® muchas de estas reformas sin completar, en parte porque implicaban enfrentarse a colectivos concretos tras a?os de fatiga reformista. La productividad queda como el reto pendiente.
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