La familia de Almer¨ªa que fue desahuciada dos veces por un error recurrente del juzgado
Juan Francisco Rom¨¢n relata los "surrealistas" lanzamientos que sufri¨® tras confundirle el juez con un moroso
Hasta que el juzgado de Roquetas de Mar (Almer¨ªa) quiso enterarse, porque estaba avisado, de que no era el 7 sino el 15 el n¨²mero de la casa morosa, Juan Francisco Rom¨¢n sufri¨® dos d¨ªas que prefiere olvidar. Tambi¨¦n su esposa, que a¨²n retiene en su mente cuando desde la compa?¨ªa que gestiona la alarma de su chal¨¦ la llamaron una ma?ana a la escuela donde trabaja para decirle que ¡°hab¨ªa gente extra?a dentro en su casa¡±. Lo vieron a trav¨¦s de la c¨¢mara interior de seguridad. No fue una sino dos las veces que Juan Francisco, de 45 a?os, tuvo que abandonar su trabajo y salir corriendo alertado de que se hab¨ªa movimiento de personas en su chal¨¦. Un adosado situado en la calle Cabo de Gata, en Aguadulce, desde el que se divisa el mar.
El Juzgado de Instrucci¨®n 1 de Roquetas le cambi¨® las cerraduras y lo ech¨® de su casa dos veces por error, por no cotejar correctamente cu¨¢l era la casa afectada por el impago al banco. Estaban en la misma barriada de Aguadulce, pero la morosa no era la suya. El 6 de noviembre de 2015 padeci¨® su primer desahucio y el 14 de enero de 2016, solo tres meses despu¨¦s, el segundo. ¡°Fue surrealista¡±, se?ala.
Al final, cuenta Juan Francisco a EL PA?S, ¨¦l y su esposa acabaron cogi¨¦ndole tirria a la casa, desde la que se divisa el mar de Aguadulce, y la vendieron. ¡°La hab¨ªamos reformado, pero nos empez¨® a dar mal rollo¡±, se?ala.
Juan Francisco vende semillas para los invernaderos almerienses. Y viaja de un lado para otro. La primera vez que le avis¨® el servicio de alarmas sobre la presencia de extra?os en su casa, telefone¨® a la Guardia Civil antes de presentarse en la vivienda. Le dijeron que pod¨ªa tratarse de okupas. Al llegar a la vivienda se encontr¨® todas las cerraduras cambiadas, pero ya no hab¨ªa nadie dentro. El servicio de seguridad le recomend¨® cambiar las cerraduras. Y en ello estaba cuando hall¨® un papel judicial en el sal¨®n de la casa donde el Juzgado de Roquetas informaba de que la vivienda hab¨ªa sido entregada a La Caixa por impago de la hipoteca.
La compa?¨ªa que gestiona la alarma de su chal¨¦ le llam¨® en dos ocasiones en tres meses? para decirle que ¡°hab¨ªa gente extra?a dentro en su casa¡±
¡°No pod¨ªa ser, mi casa estaba pagada y yo no deb¨ªa nada al banco¡±, relata Juan Francisco. ¡°Acompa?ado del director de su banco, que es amigo, nos presentamos al d¨ªa siguiente en el juzgado. Y certific¨® y acredit¨® documentalmente que yo no deb¨ªa nada y que mi vivienda estaba libre de cargas. La funcionaria judicial pidi¨® disculpas y aparentemente tom¨® nota del error¡±. El juzgado orden¨® en ese momento al ¡°ejecutante¡± (el banco, al que el juzgado culp¨® del error en la identificaci¨®n del inmueble, aunque es el juez el obligado a cerciorarse de a qui¨¦n desahucia) que pagase a Juan Francisco ¡°los da?os ocasionados en su vivienda¡±. Le abonaron las cerraduras que ¨¦l puso para cambiar las que hab¨ªa colocado previamente el juzgado tras romperle las suyas. Juan Francisco asumi¨® esa primera vez que se trataba de un error y lo dej¨® pasar.
Pero el desacierto continu¨®. El 14 de enero de 2016, el servicio de alarma, al no localizarle a ¨¦l, avis¨® a su esposa en la escuela de que nuevamente ¡°hab¨ªa gente extra?a en la casa¡±. Su esposa, ¡°muy nerviosa¡±, le avis¨® y Juan Francisco cogi¨® el coche y se fue sin demora para la vivienda. Al llegar, se encontr¨® con las puertas del garaje abiertas y una mujer que limpiaba dentro y ten¨ªa apilados sus enseres para cargarlos en un furg¨®n de mudanzas que ya estaba apostado a las puertas de la vivienda.
¡°?Qu¨¦ haces ah¨ª, en mi casa¡!¡±, le grit¨® Juan Francisco desde la calle. La vivienda es un chal¨¦ adosado. ¡°Reconozco que me puse nervioso y me enfad¨¦ mucho la segunda vez. La pobre mujer lo dej¨® todo y se fue corriendo asustada en busca de un colega que estaba en otra habitaci¨®n; ella no ten¨ªa culpa de nada. Era empleada de una empresa de limpieza de casas contratada por el banco¡±, concede.
¡°Lo ten¨ªan todo preparado para cargarlo en la furgoneta. Me dieron el tel¨¦fono de su empresa y all¨ª me explicaron que hab¨ªa orden judicial de desahucio¡±, a?ade. Juan Francisco no daba cr¨¦dito. Era la segunda vez. ?l y el director del banco hab¨ªan estado tres meses aclarando el error y la funcionaria supuestamente, delante de ellos, hab¨ªa tomado nota en el expediente. ¡°Despu¨¦s llam¨¦ al banco a Barcelona, me pidieron disculpas y se comprometieron a pagarme nuevamente los da?os. Como la segunda vez tambi¨¦n me cambiaron las cerraduras, tuve que poner otras, y ya era la tercera vez que las cambiaba¡±, recuerda Juan Francisco.
-¡°?Fue usted al juzgado para pedir explicaciones a la funcionaria con la que estuvo la primera vez?¡±
-¡°No, no fui a verla. Pero s¨ª fui a la sede de los juzgados de Roquetas, al servicio de informaci¨®n. Coment¨¦ lo que me hab¨ªa pasado y que todo parec¨ªa un cachondeo... Me indicaron que interpusiera una reclamaci¨®n por responsabilidad patrimonial del Estado e incluso me adelantaron que seguro que me dar¨ªan la raz¨®n. Y yo mismo la redact¨¦¡±.
Al llegar Juan Francisco a su vivienda, alarmado, se encontr¨® todas las cerraduras cambiadas, pero ya no hab¨ªa nadie dentro. El servicio de seguridad le recomend¨® volver a cambiar las cerraduras
El Poder Judicial censura los errores del juzgado
Juan Francisco reclama en su demanda al Estado, por los da?os morales ¡°de tener que dejar dos veces tu trabajo, y por el ataque de nervios que sufri¨® mi esposa¡±, un total de 5.000 euros. ¡°Lo de menos es el dinero, pero debe servir como llamada de atenci¨®n a quienes desde los juzgados, o los bancos, gestionan estos asuntos. Detr¨¢s de los papeles hay personas, y para que sean m¨¢s diligentes en su trabajo. No puede ser que, no una, sino dos veces, se dicte una orden de desahucio por la misma equivocaci¨®n, y eso que estaban avisados de que no era el n¨²mero 7 sino el 15¡±, afirma Juan Francisco. ¡°Si el juzgado, o el banco, hubieran cotejado el n¨²mero de la casa con el catastro, no habr¨ªa habido equivocaci¨®n alguna, pero nada de eso hicieron; y el problema es que cuando una comisi¨®n judicial acude a un desahucio no atiende a razones; y si en el papel pone tal n¨²mero, no se detiene¡±, se lamenta.
El Consejo del Poder Judicial ha reconocido el error del juzgado almeriense. Pero el expediente sobre la indemnizaci¨®n a¨²n no est¨¢ cerrado. El Poder Judicial da la raz¨®n a Juan Francisco y censura la falta ¡°de diligencia del juzgado¡± de Roquetas. Pero la ¨²ltima palabra la tiene el Ministerio de Justicia, que es el que decide si indemniza o no; por lo pronto, ha pedido otro informe al Consejo de Estado para que opine sobre el doble desahucio de esta familia.
Feas estad¨ªsticas
El caso de Calpe
No hay estad¨ªstica precisa sobre errores judiciales relacionados con desahucios, si bien gran parte de las demandas por responsabilidad patrimonial del Estado que recibe el Ministerio de Justicia obedecen a equ¨ªvocos judiciales a la hora de lanzar de sus casas a ciudadanos supuestamente morosos. Tambi¨¦n se producen graves errores al identificar domicilios para registros policiales por asuntos penales: los agentes tiran la puerta abajo, en ese momento no hay nadie, o s¨ª, y se encuentran con que el juzgado les ha facilitado una direcci¨®n incorrecta.
El caso de Juan Francisco, pese a la reincidencia, no es de los m¨¢s graves. Se trataba de su segunda casa. Pero hay otros en los que la v¨ªctima del equ¨ªvoco lanzamiento se entera meses despu¨¦s porque se hacen en ausencia del morador, bien porque est¨¢ de vacaciones en ese momento o no hay nadie en casa cuando llega la comisi¨®n judicial. Los afectados se encuentran luego con que le han cambiado la cerradura y la casa est¨¢ vac¨ªa de muebles. Estos son llevados por el juzgado a un almac¨¦n para posteriormente, si nadie los reclama en un periodo de tiempo tasado, destruirlos.
M¨®nica Solange Pereira es una de estas v¨ªctimas. El juzgado 4 de Denia (Alicante) orden¨® su desahucio, en la calle Xaloc, 10, de Calpe, por error. Ella no viv¨ªa all¨ª de forma permanente. Iba en vacaciones. Cuando acudi¨® con su familia para veranear, en el mes de julio de 2013, vio que le hab¨ªan cambiado la cerradura y no pudo entrar. Los vecinos le dijeron que hab¨ªan visto all¨ª a una comisi¨®n judicial y a la polic¨ªa.
¡°Mi vivienda no ten¨ªa ninguna hipoteca, era una herencia de mi madre y todos los enseres que hab¨ªa en ella eran recuerdos de ella, desde su fallecimiento en 2003, y ten¨ªan gran valor sentimental¡±, denunci¨® M¨®nica ante el Ministerio de Justicia. Su piso era un bajo y el juzgado se confundi¨® porque el moroso era un primero del mismo bloque. Tuvo que esperar m¨¢s de seis meses para que el juzgado rectificase y le devolviera su vivienda. Denunci¨® a la Caja de Ahorros del Mediterr¨¢neo como ejecutante del lanzamiento, pero el juzgado penal que vio el asunto archiv¨® su denuncia. Y nunca recuper¨® los enseres que hab¨ªa en casa en recuerdo de su madre fallecida. Fueron destruidos tras el desahucio. El Poder Judicial le ha dado tambi¨¦n la raz¨®n.
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