La alcaldesa y el contrabandista
Una empresa familiar pone en aprietos a la regidora de Cambados y desempolva viejos v¨ªnculos entre pol¨ªticos y narcos
El contrabando y el narcotr¨¢fico no solo han dejado una huella social y econ¨®mica en los pueblos y ciudades de las R¨ªas Baixas donde surgieron hace m¨¢s de treinta a?os, sino tambi¨¦n conexiones con el poder pol¨ªtico. El caso m¨¢s paradigm¨¢tico de estos entresijos es el municipio pontevedr¨¦s de Cambados (13.977 habitantes), una de las cunas del negocio sumergido, donde familias enteras y pol¨ªticos se vieron salpicados por quienes primero fueron respetados jefes del tabaco ilegal y luego famosos narcos.
Estas relaciones bajo sospecha todav¨ªa sirven de arma arrojadiza para los partidos que han gobernado este municipio y que han puesto en apuros a la actual alcaldesa, la socialista F¨¢tima Abal. En la diana est¨¢ una empresa inmobiliaria, Nunaga, SL, de la que fue administrador ¨²nico su marido, Juan Carlos Dur¨¢n, aunque en realidad es de su cu?ado, Antonio Mosteiro Buceta, alias Levis, que fue investigado como presunto lanchero de contrabandistas y narcotraficantes en los noventa.
La sociedad fue constituida en 1993 y tuvo su domicilio social hasta hace apenas tres a?os en la casa familiar donde reside el matrimonio Dur¨¢n Abal y los suegros de la alcaldesa. En 2013, cuando Abal fue nombrada secretaria local del PSOE y portavoz municipal por fallecimiento de su antecesor en el cargo, su marido se desvincul¨® de Nunaga. Pero el cambio de domicilio no se produce hasta marzo de 2016, diez meses despu¨¦s de la proclamaci¨®n de Abal como alcaldesa de Cambados tras siete legislaturas de mayor¨ªas absolutas del PP.
En agosto de 2017, un abogado de Cambados que fue compa?ero de instituto de F¨¢tima Abal solicit¨® la convocatoria de un pleno para que la alcaldesa aclarase la relaci¨®n de su marido con la sociedad. Pero Abal se ha mostrado tajante y ha rechazado la petici¨®n porque cree que detr¨¢s hay una operaci¨®n para derribarla pol¨ªticamente. ¡°Lo que yo tengo entendido es que [Levis] estaba en el contrabando de tabaco pero no en la droga y no s¨¦ qu¨¦ relaci¨®n ten¨ªa mi marido con su cu?ado en el pasado¡±, explica la alcaldesa.
¡°Evidentemente le doy importancia a estas denuncias porque est¨¢ en juego mi honor y el de mi familia¡±, incide Abal, que ha llegado a plantearse abandonar la pol¨ªtica por la campa?a de difamaci¨®n que dice que est¨¢ sufriendo. ¡°Con estos ataques, algunas personas, incluso an¨®nimas, pretenden minar mi gesti¨®n con panfletos y desde las redes sociales porque ning¨²n partido pol¨ªtico se ha pronunciado al respecto¡±, mantiene Abal. De hecho, sus socios en el Gobierno local permanecen al margen y la oposici¨®n no le ha pedido explicaciones, aunque la alcaldesa de Cambados es consciente de que el tema ser¨¢ un recurso de campa?a para sus enemigos pol¨ªticos en las elecciones municipales de mayo.
El caso de la alcaldesa es un cap¨ªtulo m¨¢s de la intrahistoria de Cambados. En los a?os ochenta, el entonces aspirante a capo, Sito Mi?anco, y presidente del club de f¨²tbol local, fue laureado en el Ayuntamiento en un acto presidido por el alcalde de Alianza Popular, Santiago Tirado, cuando el equipo ascendi¨® a Segunda B. Una operaci¨®n de m¨¢rketing que todav¨ªa tiene una gran repercusi¨®n medi¨¢tica (de la que se ha arrepentido incluso el propio Mi?anco) y que se repite como un mantra cada vez que el narcotr¨¢fico da un nuevo zarpazo en la zona.
Tambi¨¦n el exdiputado auton¨®mico del BNG Francisco Trigo, quien ocup¨® su esca?o entre 1989 y 2005, fue miembro de la Comisi¨®n del Narcotr¨¢fico en el Parlamento gallego y concejal en el Ayuntamiento de Cambados, tuvo que dar en su d¨ªa explicaciones de sus relaciones con el narco. Su nombre aparec¨ªa como aparejador t¨¦cnico en el cartel de las obras de un edificio promovido en el centro del pueblo por la Inmobiliaria San Saturnino, la empresa por la que el c¨¦lebre capo siempre fue acusado de blanquear dinero de la droga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.