El falso mito de Franco como salvador de jud¨ªos
El r¨¦gimen se apropi¨® de la actuaci¨®n de algunos diplom¨¢ticos durante el Holocausto para mejorar su imagen tras la Segunda Guerra Mundial

Las huellas del Holocausto a¨²n habitan Budapest. Unos zapatos de bronce oxidado discurren por el r¨ªo Danubio en recuerdo de los miles de jud¨ªos ejecutados por los nazis en su orilla. Les ataban por parejas, disparaban a uno en la nuca y les empujaban para que se hundieran juntos. En octubre de 1944 las potencias aliadas avanzaban posiciones en la Segunda Guerra Mundial. ?ngel Sanz Briz, un diplom¨¢tico espa?ol destinado en Hungr¨ªa, quedaba horrorizado por las ejecuciones que te?¨ªan de rojo el Danubio y trat¨® de evitar la muerte de aquellos inocentes.
Conocido como "el ¨¢ngel de Budapest", Sanz Briz salv¨® la vida de 5.200 jud¨ªos h¨²ngaros, pero su gesta no encontr¨® el apoyo de las autoridades franquistas, que solo a?os m¨¢s tarde la vender¨ªa como propia. ¡°Al ver aquellas atrocidades solicit¨® directrices al ministro de Asuntos Exteriores. No le contest¨® nunca, as¨ª que decidi¨® actuar por su cuenta. Lo hizo en nombre de Espa?a, pero sin su permiso, algo muy grave¡±, reconoce su hijo, Juan Carlos Sanz-Briz, en una sala del Centro Sefarad en Madrid. Para conseguir su prop¨®sito, el diplom¨¢tico recuper¨® un decreto aprobado por Primo de Rivera en 1924 que otorgaba la nacionalidad espa?ola a los jud¨ªos sefard¨ªes. El problema es que ni la ley estaba ya en vigor ni apenas exist¨ªan jud¨ªos sefard¨ªes en Hungr¨ªa.
Los nazis nunca lo comprobaron. ¡°Mi padre lleg¨® a un acuerdo con las autoridades locales, que le permitieron expedir 200 pasaportes. Los convirti¨® en 1.800. Los enumer¨® con letras para no sobrepasar esa cantidad e incluy¨® en ellos a familias enteras¡±, explica el hijo del ¨¢ngel de Budapest. Para evitar que los jud¨ªos fueran deportados a campos de exterminio, alquil¨® viviendas con su propio dinero y las rotul¨® con un cartel que rezaba: ¡°Anexo a la delegaci¨®n espa?ola¡±. All¨ª vivieron hasta que las tropas sovi¨¦ticas tomaron Budapest en diciembre.
"El caso de Sanz Briz es el m¨¢s conocido, pero hay otros: Romero Radigales en Atenas, los c¨®nsules generales en Francia o Balzanallana en Ruman¨ªa. Estos diplom¨¢ticos, guiados por su conciencia, muchas veces sin consultar y otras en contra de las recomendaciones pol¨ªticas, arriesgaron su vida para salvar jud¨ªos¡±, reconoce el historiador Jos¨¦ Antonio Lisbona, autor de M¨¢s all¨¢ del deber. La respuesta del Servicio Exterior frente al Holocausto. En el libro expone la actitud del r¨¦gimen frente a la causa jud¨ªa. ¡°Franco no solo mitific¨® su labor humanitaria, tambi¨¦n consigui¨® que los propios sefard¨ªes la mitificaran¡±, explica por tel¨¦fono.
La derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial dej¨® a Espa?a en una situaci¨®n muy comprometida. A pesar de no haber participado en la contienda, Franco hab¨ªa sido un firme aliado de Hitler. Incluso envi¨® un destacamento en su auxilio: la Divisi¨®n Azul. Las potencias occidentales retiraron sus embajadores de Madrid. El franquismo, obsesionado por su imagen exterior, se presenta como protector de los jud¨ªos y, para ser admitida en la ONU, orquesta una campa?a de propaganda. Lanza el folleto Espa?a y los jud¨ªos, editado en ingl¨¦s y franc¨¦s, donde exhibe la protecci¨®n que otorg¨® a los jud¨ªos. El documento se imprime en 1949 y se env¨ªa a las embajadas. Sin embargo, Lisbona reconoce que la actitud del franquismo fue ambigua.
Sanz Briz salv¨® la vida de 5.200 jud¨ªos h¨²ngaros, pero su gesta no encontr¨® el apoyo de las autoridades franquistas, que solo a?os m¨¢s tarde la vender¨ªa como propia"
El historiador establece dos ¨¦pocas diferentes: una, hasta julio de 1942, en la que el r¨¦gimen otorga visados de tr¨¢nsito, y la segunda, a partir de esa fecha, cuando se restringen los documentos y se endurecen los controles fronterizos. A muchos jud¨ªos se les deneg¨® el visado y fueron expulsados. Se crea entonces una red de rutas clandestinas a trav¨¦s de los Pirineos. La familia de Paquita Sitzer, una superviviente de 81 a?os afincada en Venezuela, atraves¨® las monta?as a finales de 1942. Fueron arrestados en Les (Lleida). El oficial pregunt¨® a Madrid qu¨¦ deb¨ªa hacer con ellos, pero cuando lleg¨® la respuesta la familia de Paquita ya no estaba all¨ª. ¡°Debo mi vida a la humanidad de aquel sargento¡±, cuenta la mujer por tel¨¦fono. No exist¨ªa ninguna instrucci¨®n para salvar jud¨ªos, aunque el antisemitismo no ocup¨® nunca un lugar central en la ideolog¨ªa de la derecha autoritaria. En su libro Franco y el Holocausto, el historiador alem¨¢n Bernd Rother lo relaciona a que, en 1936, en Espa?a apenas viv¨ªan 6.000 jud¨ªos.
El franquismo no estaba dispuesto a generar ahora un problema, indica Lisbona. Por eso se exime cuando, en enero de 1943, Alemania insta a los pa¨ªses neutrales a repatriar a sus jud¨ªos. En marzo, el ministro de Exteriores, Francisco G¨®mez Jordana, escribe una carta a su hom¨®logo del Ej¨¦rcito, Carlos Asensio, donde refleja el desinter¨¦s. ¡°No los podemos traer a Espa?a y que se instalen en nuestro pa¨ªs. No nos conviene ni el Caudillo lo autoriza¡±, reza la misiva. ¡°Franco se hace el sordo. Luego, presionado por EE UU, reclama a 300 reclusos de Bergen-Belsen y m¨¢s tarde a otros 157, que coincide con la liberaci¨®n, por lo que no sirvi¨® de nada¡±, afirma Jacobo Israel Garz¨®n, historiador jud¨ªo. Y contin¨²a: ¡°Pese a ello, muchos supervivientes creen que salvaron su vida gracias a Espa?a¡±. Incluso la Primera Ministra Israel¨ª Golda Meier agradeci¨® los esfuerzos a Franco cuando ni siquiera exist¨ªan relaciones diplom¨¢ticas entre ambos pa¨ªses.
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