H¨¦roes del 11-M retratados como villanos
Quince a?os despu¨¦s de los atentados de Atocha se intenta reavivar la teor¨ªa de la conspiraci¨®n
![Jos¨¦ Mar¨ªa Irujo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F061aec36-6604-4ae1-85cf-51e2298e4fdb.png?auth=921c84cc2d03bc3fef7fa88b4939e4a42b0d409e24c556adbac40d8705505b1b&width=100&height=100&smart=true)
![Vagones reventados por el atentado del 11 de marzo de 2004 en la madrile?a calle T¨¦llez.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6NS3BWSVW4KPBTYMPYPTZIM6KU.jpg?auth=f8bab71fa4af3a6741414327c7abc1d7f683eca3cb6da5ff35e4587e13ae6ed8&width=414)
El 16 de marzo de 1914 Henriette Caillaux se dirigi¨® con su ch¨®fer hasta la sede del diario parisino Le Figaro y pidi¨® hablar con su editor Gaston Calmette. Entr¨® en su despacho con sus manos ocultas en un elegante manguito de piel, sac¨® una Browning autom¨¢tica que acababa de probar en la galer¨ªa de una armer¨ªa de la orilla derecha del Sena y le descerraj¨® varios tiros en el est¨®mago. Con este crimen veng¨® la feroz campa?a que el periodista hab¨ªa orquestado contra su marido, Joseph Caillaux, el antiguo primer ministro y cabeza durante la Tercera Rep¨²blica del izquierdista Partido Radical. El juicio, seg¨²n describe Edward G. Berenson en su libro?Juicio a madame Caillaux (editorial Avarigani, diciembre 2018) polariz¨® a la Francia de la Belle ?poque.
Hoy, afortunadamente, las esposas y familiares de los pol¨ªticos, funcionarios o empresarios afectados por campa?as, bulos o verdades a medias no se toman la justicia por su mano. A diferencia de entonces, en nuestra sociedad moderna y civilizada, el dolor que provocan los excesos period¨ªsticos o las injusticias se intenta amortiguar acudiendo a los tribunales de justicia o, a veces, con paciencia y resignaci¨®n. No con cr¨ªmenes o venganzas. Lo que no ha cambiado es el sufrimiento de los inocentes a los que una falsa campa?a informativa destroza sus vidas. En el caso m¨¢s extremo, el de aquellos que en vez de ser tratados como h¨¦roes son retratados por algunos como villanos.
En el 15 aniversario del 11-M, los mismos que a las pocas semanas del atentado m¨¢s tr¨¢gico en la historia de la Uni¨®n Europea cuestionaron la investigaci¨®n policial y judicial vuelven a la carga. Y lo hacen de la mano del excomisario Jos¨¦ Manuel Villarejo, en prisi¨®n desde hace 16 meses por graves delitos. Un polic¨ªa que no particip¨® en ninguna de las unidades que investigaron el ataque yihadista, lograron neutralizar a los terroristas y evitaron decenas de muertos en el rosario de atentados que preparaba la c¨¦lula.
En un intento desesperado por desviar la atenci¨®n de sus presuntos delitos y hacer ruido, el denominado "agente encubierto" ha dirigido al juez de la Audiencia Nacional Manuel Garc¨ªa-Castell¨®n un escrito donde atribuye a la Guardia Civil la entrega de parte de los explosivos que causaron la masacre y a los servicios secretos de Francia y Marruecos el conocimiento de la trama. Una tesis insostenible que ninguna persona sensata se atrever¨ªa a defender en ning¨²n foro de especialistas policial o acad¨¦mico sin provocar la hilaridad general. A los maestros de la teor¨ªa de la conspiraci¨®n, la nueva bravuconada de Villarejo, verdadero maestro en la mezcla de la verdad y la mentira, les ha servido para resucitar en este aniversario el ejercicio del periodismo ficci¨®n, un nuevo g¨¦nero tan atractivo como falso.
El excomisario Jes¨²s S¨¢nchez-Manzano, jefe de los Tedax, confiesa en una entrevista en este diario el sufrimiento de su esposa por las graves acusaciones que los mentores de la teor¨ªa de la conspiraci¨®n lanzaron sobre ¨¦l. Refiri¨¦ndose a Eduardo Zaplana, entonces portavoz del PP en el Congreso de los Diputados y fiel propagador de los bulos m¨¢s extravagantes sobre el 11-M en la C¨¢mara, el agente recuerda que el hoy imputado por presunto blanqueo de capitales "lleg¨® a decir que la mochila de Vallecas la ten¨ªa el jefe de los Tedax, es decir yo, en la cocina de casa". Y recuerda, como la repetici¨®n en esos mismos medios de esas mentiras coartaron su carrera profesional.
La mochila de Vallecas, la ¨²nica bomba de los terroristas que no explot¨® y que sirvi¨® para localizar a los asesinos, lejos de convertir al comisario Rodolfo Ruiz en un h¨¦roe le destroz¨® su vida y la de su familia. Los bulos difundidos contra este an¨®nimo polic¨ªa desde los p¨²lpitos de la conspiraci¨®n condujeron al suicidio de su esposa y al tratamiento psiqui¨¢trico de su hija. "Ya no aguanto m¨¢s", le confes¨® su mujer en una cl¨ªnica un d¨ªa antes de su muerte. "El bulo del 11-M destroz¨® mi familia y mi esposa no pudo aguantarlo", relat¨® una d¨¦cada despu¨¦s del atentado a este peri¨®dico.
El culmen de la campa?a de desprestigio contra el entonces jefe de la comisar¨ªa de Vallecas alcanz¨® su m¨¢xima expresi¨®n cuando se difundi¨® que le hab¨ªan visto entrando a su jefatura con una mochila similar a la encontrada entre las pertenencias de los viajeros del tren. Al igual que S¨¢nchez-Manzano, su carrera se trunc¨® y termin¨® pidiendo la jubilaci¨®n.
La verdad judicial y policial del 11-M, con sentencias ratificadas por el Tribunal Supremo, ha proporcionado a los ciudadanos m¨¢s luz que la que los norteamericanos o brit¨¢nicos tienen de los atentados del 11-S, en 2001,? o del 7-J, en 2005. Quince a?os despu¨¦s de los ataques de Atocha, los que alimentaron las dudas vuelven a intentar desacreditar la principal prueba del caso y encuentran en el excomisario Villarejo a un nuevo aliado para justificar sus teor¨ªas conspirativas y cuestionar la investigaci¨®n de decenas de agentes, fiscales, jueces y peritos. Y, de nuevo, a los h¨¦roes an¨®nimos se les intenta presentar como villanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Jos¨¦ Mar¨ªa Irujo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F061aec36-6604-4ae1-85cf-51e2298e4fdb.png?auth=921c84cc2d03bc3fef7fa88b4939e4a42b0d409e24c556adbac40d8705505b1b&width=100&height=100&smart=true)