?Por qu¨¦ hay m¨¢s casos de alzh¨¦imer entre las mujeres?
La edad, los cambios hormonales y los factores socioculturales pueden explicar por qu¨¦ dos tercios de las personas afectadas son del sexo femenino
Casi 120 a?os han pasado desde que el m¨¦dico alem¨¢n Al?is Alzheimer describi¨® por primera vez la enfermedad neurodegenerativa que hoy lleva su nombre. Todo comenz¨® a ra¨ªz del caso con una paciente demente llamada Auguste Deter.
Los ¨²ltimos datos sobre la enfermedad de Alzheimer (EA) sugieren que no fue una coincidencia que Auguste fuera una mujer: hoy sabemos que en torno a dos tercios de las personas afectadas lo son.
Concretamente, un estudio realizado en 2017 ya demostraba que en Europa un 3,31 % de los hombres padecen alzh¨¦imer frente al 7,13 % de las europeas ¨Cm¨¢s del doble¨C. Sin embargo, hasta hace relativamente poco tiempo a esta diferencia no se le hab¨ªa dado toda la importancia que merece.
Los cambios hormonales importan
El principal factor de riesgo de padecer EA es la edad. Entre la poblaci¨®n general es m¨¢s com¨²n que las mujeres alcancen o superen los 85 a?os. Por tanto, se hab¨ªa dado por sentado que ellas ten¨ªan m¨¢s probabilidad de sufrirla simplemente por tener una mayor esperanza de vida.
Sin embargo, ahora sabemos que este hecho no explica la realidad cl¨ªnica. Como sucede con muchas otras enfermedades, la respuesta podr¨ªa encontrarse tanto en las diferencias biol¨®gicas debidas al sexo como en las diferencias socioculturales (roles de g¨¦nero).
Desde un punto de vista biol¨®gico, los cambios hormonales t¨ªpicos del envejecimiento femenino est¨¢n en el punto de mira de la investigaci¨®n del alzh¨¦imer desde hace bastantes a?os. Ah¨ª entran en juego los estr¨®genos, hormonas esteroideas producidas principalmente por los ovarios, aunque tambi¨¦n por las gl¨¢ndulas adrenales, el tejido adiposo y el cerebro.
Adem¨¢s de su papel en la reproducci¨®n, los estr¨®genos intervienen en otras v¨ªas de se?alizaci¨®n, algunas relacionadas con funciones cognitivas o con la neuroprotecci¨®n. As¨ª, son mol¨¦culas con acci¨®n antioxidante, reguladoras del metabolismo, de la respuesta inmunitaria, la neurog¨¦nesis y la plasticidad sin¨¢ptica, que resultan cr¨ªticas para el envejecimiento cerebral.
Sin ir m¨¢s lejos, el hipocampo presenta dos tipos de receptores estrog¨¦nicos. Y da la casualidad de que esta regi¨®n cerebral, que est¨¢ implicada en la memoria y el aprendizaje, se ve severamente afectada en pacientes de alzh¨¦imer desde estadios tempranos.
Por tanto, es evidente que la p¨¦rdida de estr¨®genos (hipoestrogenismo) debida a la menopausia parece tener mucho que decir. Tanto es as¨ª que las mujeres a las que se han extirpado los ovarios con menos de 50 a?os tambi¨¦n presentan un mayor riesgo de padecer da?o cognitivo y alzh¨¦imer.
Por eso desde hace varias d¨¦cadas se est¨¢n haciendo investigaciones para averiguar si la terapia hormonal sustitutiva (es decir, aportar estr¨®genos en forma de medicaci¨®n al inicio o durante la menopausia) podr¨ªa tener una funci¨®n neuroprotectora.
Tambi¨¦n se est¨¢ trabajando para optimizar su aplicaci¨®n: los datos sugieren que existe una ventana temporal cr¨ªtica de administraci¨®n en la cual este tratamiento podr¨ªa ser m¨¢s efectivo. Concretamente, podr¨ªa resultar m¨¢s ¨²til si se aplica en las etapas iniciales de la menopausia o ante casos de menopausia quir¨²rgica. Sin embargo, existen datos contradictorios, por lo que se necesitan m¨¢s estudios para aclarar este asunto.
La microbiota afecta a la salud cerebral
Por otra parte, en esta ¨²ltima d¨¦cada se ha descubierto la importancia de las poblaciones de microorganismos que residen en el cuerpo humano (microbiota) y su relaci¨®n con las hormonas y la salud cerebral.
En concreto, un subgrupo de estas bacterias, llamado estroboloma, participa activamente en la regulaci¨®n de los niveles sist¨¦micos de estr¨®genos. Por tanto, las terapias probi¨®ticas tambi¨¦n podr¨ªa tener efectos beneficiosos indirectos sobre el cerebro de las mujeres menop¨¢usicas.
De hecho, la microbiota tambi¨¦n presenta dimorfismo sexual, siendo diferente entre hombres y mujeres, lo que se conoce como microgenderoma. Estas variaciones producen diferentes grados de susceptibilidad a la hora de padecer ciertas patolog¨ªas.
El cerebro de las mujeres podr¨ªa ser m¨¢s vulnerable al estr¨¦s
El estr¨¦s es otro conocido factor de riesgo para desarrollar alzh¨¦imer, que parece afectar m¨¢s a las mujeres que a los hombres. Un estudio reciente con modelos animales de esta enfermedad ha demostrado que el cerebro de las hembras es m¨¢s vulnerable al impacto del estr¨¦s que el de los machos, debido al parecer a un mayor aumento en la acumulaci¨®n de la prote¨ªna beta-amiloide.
La incorporaci¨®n de la mujer al mundo laboral, junto con las tareas del hogar, cuidados y los problemas de conciliaci¨®n familiar, hacen que, en general, ellas acusen m¨¢s estr¨¦s que los hombres. Y eso implica que estrategias sociales encaminadas a la eliminaci¨®n de las diferencias de g¨¦nero podr¨ªan ser muy positivas para reducir el riesgo de EA entre las mujeres.
Hacia los 150 millones de pacientes
El alzh¨¦imer es una de las principales pandemias del siglo XXI. Se prev¨¦ que haya alrededor de 150 millones de pacientes con esta enfermedad neurodegenerativa para el 2050. En Espa?a hoy son m¨¢s de 800 000 personas las que sufren este tipo de demencia, y se estima que esta cifra se elevar¨¢ por encima de los 1,2 millones en las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Desafortunadamente, de momento no existe cura ni tratamiento realmente efectivo contra esta enfermedad neurodegenerativa. Es posible que el haber pasado por alto las diferencias debidas al sexo y al g¨¦nero haya contribuido de alg¨²n modo a este retraso.
Precisamente por este motivo surgi¨® Women¡¯s Brain Project (WBP), una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro internacional con base en Suiza, integrada por expertas en distintas disciplinas cient¨ªficas. WBP naci¨® desde esta necesidad de analizar cu¨¢les son las diferencias que dependen del sexo y el g¨¦nero en la salud y enfermedades mentales, para poder aplicar este conocimiento en aras de una medicina de precisi¨®n.
Lo que cada vez est¨¢ m¨¢s claro es que el sexo es una variable de peso a la que, desafortunadamente, todav¨ªa no se le ha concedido la merecida relevancia, a pesar de dividir a la poblaci¨®n mundial en dos subgrupos fisiol¨®gicamente bien diferenciados. Este punto podr¨ªa explicar, al menos en parte, el fracaso a la hora de trasladar los datos precl¨ªnicos a los ensayos cl¨ªnicos, no solo para el alzh¨¦imer, sino tambi¨¦n para otras enfermedades.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation.
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