¡°Las redes sociales nos animan a tener una opini¨®n sobre todo¡±: Dan Lyons analiza c¨®mo los bocazas est¨¢n arruinando el mundo
El ensayista examina el auge de los habladores compulsivos en su nuevo libro ¡®C¨¢llate. El poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido incesante¡¯


Est¨¢n por todas partes y explican cosas. Alargan las reuniones con ch¨¢chara in¨²til. Interrumpen. Te preguntan qu¨¦ tal el fin de semana solo para poder contarte el suyo. Son los que no tienen una pregunta, m¨¢s bien una reflexi¨®n. Los que escriben ¡°dentro hilo¡± en X. Siempre tienen una opini¨®n, una teor¨ªa, una an¨¦cdota. La ciencia los se?ala como habladores compulsivos. La calle, como cu?ados o mansplainers, neologismos que bautizan comportamientos cada vez m¨¢s comunes y que ya dan una pista, pues es un fen¨®meno esencialmente masculino. La diarrea verbal es una enfermedad. Y est¨¢ cogiendo tintes de pandemia.
Dan Lyons los conoce perfectamente, ¨¦l era uno de ellos. Este periodista y ensayista estadounidense llevaba a?os hablando por los codos. Perdi¨® un trabajo por no saber callarse a tiempo, perdi¨® ocho millones de d¨®lares, casi pierde a su mujer. Durante la pandemia de la covid, cuando medio mundo se recluy¨® en sus casas en silencio, empez¨® a plantearse qu¨¦ le pasaba. Pregunt¨® a antrop¨®logos y psic¨®logos. Consult¨® estudios cient¨ªficos y libros. Se pas¨® varios meses intentando entender por qu¨¦ no pod¨ªa mantener la boca cerrada y entonces entendi¨® que no era un problema individual. ¡°El problema no solo soy yo, no sois solo vosotros. El mundo entero tiene que cerrar la puta boca¡±.
Con esta contundente idea arranca su nuevo libro C¨¢llate. El poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido incesante (Capit¨¢n Swing). En ¨¦l, Lyons asegura que vivimos en la ¨¦poca m¨¢s ruidosa de la historia. Las redes sociales promet¨ªan convertirse en un ¨¢gora griega, un lugar que fomentara el di¨¢logo. Pero en la pr¨¢ctica se parecen m¨¢s al Speaker¡¯s Corner de Londres, un espacio en el que miles de personas chillan mon¨®logos hist¨¦ricos que nadie escucha. Y lo peor es que este comportamiento, que nace en el mundo digital, ha acabado saltando a la vida anal¨®gica.
Recurriendo a la ciencia, Lyons explica c¨®mo el ruido permanente a nuestro alrededor destruye el pensamiento cr¨ªtico y erosiona el di¨¢logo. Tambi¨¦n da consejos para aprender a dejar de hablar en exceso. El primero, dejar las redes sociales, lo sigui¨® a rajatabla, pero lo ha tenido que abandonar para promocionar su libro. El segundo era un post-it junto a su ordenador con una orden concisa a seguir durante las reuniones: c¨¢llate y escucha. No lo tiene en el ordenador desde el que atiende a EL PA?S en videollamada. Aun as¨ª, Lyons se muestra comedido. Sus respuestas son concisas y la entrevista no dura m¨¢s de 25 minutos.
Pregunta. ?C¨®mo se dio cuenta de que hablaba demasiado?
Respuesta. Sab¨ªa desde hac¨ªa tiempo que dec¨ªa cosas de forma compulsiva. Cosas que estaban arruinando mi vida y suced¨ªa una y otra vez. Causaba problemas en mi matrimonio, en mis amistades y en lo laboral. En una ocasi¨®n dije algo en Facebook que termin¨® cost¨¢ndome el puesto de trabajo. Hace poco mir¨¦ el precio de las acciones de esa empresa y vi que, si me hubiera quedado, tendr¨ªa ocho millones de d¨®lares. Recuerdo haber pensado, ?qu¨¦ saqu¨¦ de esa publicaci¨®n de Facebook?
P. Public¨® un libro sobre ello... [Disrupci¨®n, en el que denuncia el edadismo de su antigua empresa y de todo Silicon Valley].
R. S¨ª, bueno, prefiero ocho millones de d¨®lares.
P. Al menos sabe que no est¨¢ solo en esto de ser un bocazas. Dice que en toda la historia de la humanidad nunca ha habido una ¨¦poca tan ruidosa como la nuestra. ?A qu¨¦ cree que se debe?
R. Las redes sociales tienen un papel importante en esto. Ahora podemos tener una opini¨®n sobre todo. Cada vez que sucede algo, nos animan a compartir nuestra opini¨®n, a rebatir y discutir. Y esa actitud se ha extendido al resto de nuestras vidas, de modo que la gente no para de hablar y opinar sobre todo. Se ha trasladado al mundo laboral, donde tenemos demasiadas reuniones. Se ha trasladado al ocio, donde tenemos millones de canales y plataformas de televisi¨®n. Y esto genera demasiado ruido, una sobrecarga de informaci¨®n y no creo que nuestros cerebros est¨¦n preparados para manejarla.
P. ?Pero las redes sociales son causa o consecuencia? ?Siempre hemos tenido esa necesidad de dar nuestra opini¨®n o nos la han creado Facebook, Instagram y Twitter?
R. Un poco son las dos cosas. Siempre tuvimos esta urgencia, pero no una forma de compartirla con una gran audiencia. Podr¨ªas escribir una carta al director de un peri¨®dico, por ejemplo, pero solo se publican un par. Las redes sociales crearon una plataforma que hizo que fuera f¨¢cil y gratis compartir tus pensamientos con una audiencia global. Pero no son neutrales, est¨¢n pensadas para manipularte y empujarte a compartir contenido, haciendo que hables demasiado. Te est¨¢n induciendo a seguir hablando, a ponerte nervioso, a agitarte para que te comprometas y empieces a discutir con la gente y a debatir. De esa forma, acabas compartiendo demasiado en l¨ªnea, pero no se queda ah¨ª. Ese tipo de agitaci¨®n regresa contigo, la acabas incorporando a tu vida anal¨®gica.
P. No todo el mundo deber¨ªa callarse por igual.
R. S¨ª, en esto de hablar demasiado, hay un sesgo claro de g¨¦nero. M¨¢s all¨¢ del famoso mansplaining, en mi libro hablo de dos neologismos. Uno es el maninterrupting. Los hombres no solo hablan m¨¢s, sino que interrumpen m¨¢s que las mujeres. Hay mucha investigaci¨®n al respecto.
[Un estudio de la Universidad George Washington revel¨® que los hombres interrump¨ªan a las mujeres un 33% m¨¢s que a los hombres. Otro estudio, de la Universidad de Standford, compar¨® las conversaciones de dos hombres, de dos mujeres y la de un hombre y una mujer. En las conversaciones entre personas del mismo sexo se produjeron siete interrupciones. En las conversaciones entre hombres y mujeres hubo 48, 46 de ellas por parte del hombre].
El otro neologismo es el manalog, es el tipo que habla en una cena o en una fiesta y quiere contarles todo a todos y no se calla, va a seguir y seguir y seguir. Creo que los hombres encajamos en ese patr¨®n mucho m¨¢s que las mujeres. Sin embargo, hist¨®ricamente, han sido ellas las que han tenido fama de charlatanas y cotillas, lo cual es asombroso. Y se remonta a mucho tiempo atr¨¢s, hay referencias escritas de la Edad Media, pero esta idea ha existido desde siempre. Creo que es una forma de control a las mujeres. De decirles, ¡°habl¨¢is demasiado¡±. Y ellas replican, ¡°bueno, hablamos menos que t¨²¡±. ¡°Vale, pero eso sigue siendo demasiado¡±. De ah¨ª viene ese estereotipo, ha sido una herramienta para silenciar a las mujeres.
[Investigadores de la Universidad de Texas descubrieron que tanto las mujeres como los hombres pronuncian 16.000 palabras al d¨ªa de media. Los tres sujetos m¨¢s habladores de la muestra eran varones]
P. Esta diferencia se hace especialmente patente en el entorno laboral
R. S¨ª, ah¨ª es donde ves que los hombres interrumpen m¨¢s en las reuniones, ya sabes, y creo que es un ejercicio interesante para cualquiera, especialmente para los hombres: la pr¨®xima vez que vayas a una reuni¨®n, toma un cuaderno. Y simplemente presta atenci¨®n cada vez que alguien interrumpe. Toma notas. Y al final, probablemente te des cuenta de que son hombres los que lo hacen. Una vez que lo ves, no puedes dejar de verlo.
P. Hablando de reuniones. Dice en su libro que el trabajador medio asiste a 62 al mes, y los participantes aseguran que la mitad de ellas son una completa p¨¦rdida de tiempo.
R. Hay dos tipos de personas: las que disfrutan de las reuniones y las que est¨¢n cuerdas. Y el primer grupo va ganando. El problema no solo es que sean muchas, es que son demasiado largas, improductivas. La gente se siente obligada a decir algo en las reuniones. De lo contrario, sienten que no est¨¢n aportando nada, que no est¨¢n a la altura. Pero a veces lo m¨¢s inteligente es sentarse y escuchar, m¨¢s que hablar. Y luego, despu¨¦s de escuchar a todos, quiz¨¢ tienes que decir algo conciso o que aporte, no solo hablar por hablar. Hay directores ejecutivos realmente inteligentes como Tim Cook en Apple que hacen eso.
P. O Jack Dorsey. En su libro lo pone como ejemplo de persona que sabe callarse y escuchar. Por entonces era ejecutivo de Twitter. Ahora mismo lo ha sustituido Elon Musk [famoso por ser un bocazas de libro]. No s¨¦ qu¨¦ moraleja podemos extraer de este cambio¡
R. S¨ª, Elon Musk me ha destrozado la tesis. Ja, ja, ja. Cuando estaba escribiendo el libro, Dorsey estaba a cargo, y me di cuenta de que no tuiteaba mucho. Pasa lo mismo con [el director ejecutivo de Meta, Mark] Zuckerberg, no le ves parloteando sobre cualquier cosa en Facebook. Pero tiene un emporio que nos empuja a todos los dem¨¢s a hacerlo. Las personas que construyen estas cosas son a menudo las que no se dejan llevar por ellas. Musk es un caso ¨²nico. Tambi¨¦n lo es [el expresidente de Estados Unidos Donald] Trump. Los dos han tirado por tierra en cierto modo mi tesis de que las personas poderosas no hablan demasiado. Pero sigo creyendo que es as¨ª. Que ambos se han metido en problemas por hablar demasiado. Y que se meter¨¢n en problemas en el futuro.
P. Hablemos del amor. La charlataner¨ªa no solo nos afecta en lo laboral, en lo sentimental tambi¨¦n puede ser peligroso.
S¨ª, tiene que haber cierto equilibrio, tampoco quieres estar completamente en silencio. Cuando conoces a alguien se tiene que aplicar la regla 60-40. Hay que hablar no m¨¢s del 60% pero no menos del 40%. De esta forma hay cierto equilibrio y se puede tener una conversaci¨®n en la que participen los dos. Pero tambi¨¦n hay investigaciones que encontraron que en las citas r¨¢pidas, las personas que hacen preguntas y escuchan tienen m¨¢s probabilidades de obtener una segunda cita. Y si lo piensas es obvio, si est¨¢s interesado en la otra persona, realmente la escuchas. Cuando est¨¢s en un matrimonio o una relaci¨®n a largo plazo es diferente. En ese caso, pasar un tiempo juntos en silencio o no tener nada que decir puede ser algo bueno. En mi caso yo creo que ayud¨® a nuestra relaci¨®n. Hay una gran frase de Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte Suprema [de EE UU] que dice: A veces ayuda ser un poco sordo.
P. Pero si nadie habla no s¨¦ qu¨¦ di¨¢logo vamos a fomentar ?Es una cuesti¨®n solo de cantidad o de calidad tambi¨¦n?
R. Entrevist¨¦ a este cient¨ªfico alem¨¢n de la Universidad de Arizona [el doctor Matthias Mehl] que hizo una investigaci¨®n y descubri¨® que las personas que tienen conversaciones significativas son m¨¢s felices e incluso m¨¢s saludables que otras personas. Y le dije bueno, espera un minuto, eso mata mi libro porque est¨¢s diciendo que deber¨ªamos tener m¨¢s conversaciones. Pero ¨¦l me replic¨® que no. Hay que tener conversaciones m¨¢s significativas, las conversaciones aut¨¦nticas son aquellas en las que escuchas mucho. No solo hablas, hablas y hablas. Aprendes a escuchar.
P. As¨ª que es algo que se puede aprender ?Usted ha cambiado mucho escribiendo este libro?
R. S¨ª. Creo que mejor¨¦ bastante. Aunque le confieso que antes, alguien me estaba entrevistando sobre el libro en un p¨®dcast e igual dije algo que puede haber cabreado a alguna persona, as¨ª que a¨²n tengo margen para afinar.
P. ?Y qu¨¦ dijo?
R. Mejor me lo callo.
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