¡°Queda mucho por destapar sobre los abusos sexuales¡±
La psic¨®loga acaba de publicar 'La sociedad del abuso', un recorrido por las causas y consecuencias de la violencia sexual a trav¨¦s de 12 testimonios
A Mireia Darder (Barcelona, 1959) la televisi¨®n la pone nerviosa, dice que para las cuestiones importantes la conversaci¨®n reposada es la ¨²nica forma de llegar a lo hondo, pensar y comprender. Esta psic¨®loga social acaba de publicar La sociedad del abuso (Rigden Institut Gestalt), ¡°una zambullida¡±, dice ella, en sus consecuencias y en el sistema que permite y sostiene esta violencia. Lleva a?os trabajando con v¨ªctimas y decidi¨® ¡°quitar la manta a ese submundo que tambi¨¦n est¨¢ aqu¨ª, a nuestro lado¡±. Hombres, mujeres, ni?os y ni?as. Pero sobre todo ellas. Darder hace un recorrido sociol¨®gico por la cultura occidental y recoge 12 testimonios, de 10 mujeres y 2 hombres, que ponen voz a distintas formas de abuso: aceptado como placer, intrincado en la rutina familiar o perpetrado a lo largo de d¨¦cadas.?
Pregunta. Encarna [uno de los testimonios del libro] da una definici¨®n sobre los abusos muy visual: ¡°Es coger algo que sabes que no se te puede resistir, que sabes que lo puedes pisar. Es como mirar a una hormiga con la que puedes hacer lo que quieras¡±. Hay varias y se cuentan desde distintos ¨¢ngulos, ?cu¨¢l es el punto com¨²n?
Respuesta. Cada persona los vive de una forma y con unas circunstancias, pero hay una constante: existe una relaci¨®n de desigualdad en la que una parte se aprovecha de la debilidad de la otra parte.
- P. Algo que lo facilita hacia los ni?os y las mujeres.
- R. Exacto. Los abusos infantiles por ejemplo son hist¨®ricos. En la antigua Grecia los hombres mayores usaban sexualmente a los m¨¢s j¨®venes; en Roma se permit¨ªa al padre vender a su descendencia, o matarlos; en el siglo XVIII existi¨® la creencia de que mantener sexo con ellos curaba enfermedades ven¨¦reas¡ Hasta los cincuenta no se empez¨® a hablar del maltrato a menores. El de las mujeres ha sido distinto, m¨¢s "visible" [dibuja unas comillas con los dedos]
Todo est¨¢ estructurado desde el sistema patriarcal y aceptar los abusos ser¨ªa aceptar la destrucci¨®n de ese sistema
- P. Hace referencia a una cifra de esa fecha: una de cada cuatro mujeres afirm¨® haber sido v¨ªctima de abuso sexual durante su infancia por parte de un hombre al menos cinco a?os mayor que ella.
- R. Es uno de los datos del Informe Kinsey sobre sexualidad humana, en Estados Unidos [del entom¨®logo Alfred Kinsey junto a otros compa?eros y dividido en dos tomos, uno sobre hombres y otro sobre mujeres, que publicaron entre 1948 y 1953. En aquel momento el propio autor prest¨® m¨¢s atenci¨®n a las relaciones prematrimoniales y extramatrimoniales que a esta realidad. Es parte del problema, que hace relativamente poco que hemos prestado atenci¨®n, hemos estado siglos sin querer ver lo que ocurr¨ªa y eso ha hecho que ahora sea muy dif¨ªcil saber qu¨¦ pas¨® y qu¨¦ pasa.
- P. En 2017 hubo 4.792 abusos sexuales, seg¨²n el primer gran an¨¢lisis detallado sobre la materia en Espa?a. Y la cifra de todos los delitos contra la libertad sexual fue de 11.692, la mitad de las v¨ªctimas fueron menores. ?Cree que esos datos no reflejan la realidad?
- R. No del todo. Esta revoluci¨®n contra el silencio, con el Me Too en Estados Unidos, el Cu¨¦ntalo en Espa?a o los movimientos en Am¨¦rica Latina, est¨¢n haciendo visible lo que hasta ahora era invisible, por eso crecen las cifras, pero seguir¨¢n haci¨¦ndolo, porque queda mucho por destapar.
- P. ?Cu¨¢l cree que es la forma de hacerlo?
- R. D¨¢ndole la vuelta a todo. Por ejemplo, dejando de poner el foco en la v¨ªctima y poni¨¦ndolo en el agresor. Estuve en un juicio en el que una mujer hab¨ªa denunciado a su padre por abusos en su infancia y a lo largo de parte de su vida, tuvo que demostrar que no estaba loca, literalmente, para que la creyeran. Hacen falta pol¨ªticas educativas y preventivas para revertir esto, y yo repetir¨ªa sin cesar cuestiones como el estado de shock al que se enfrentan las v¨ªctimas en situaciones como estas, que no permiten medir su resistencia ante el abuso. Al final, todo est¨¢ estructurado desde el sistema patriarcal y aceptar los abusos ser¨ªa aceptar la destrucci¨®n de ese sistema.
INFORME SOBRE DELITOS SEXUALES
A?o 2017
Fuente: Ministerio del Interior. EL PA?S
- P. En el libro hace alusi¨®n al capitalismo como parte del problema del sistema.
- R. Tenemos una sociedad basada en ¨¦l, ha hecho de la competitividad una interacci¨®n natural, empuja al hombre como ser superior, valida el abuso y convierte a los otros en objetos. La jerarqu¨ªa funciona en todas las relaciones empresariales, organizativas, pol¨ªticas, y tambi¨¦n en las relaciones personales, A eso hay que sumar la violencia, extendid¨ªsima, hasta el punto de que las guerras se establecieron como forma de resoluci¨®n del conflicto.
- P. ?Aqu¨ª c¨®mo encaja la visi¨®n del sexo y el placer?
Pues exactamente como una guerra. El placer es lo opuesto al sacrificio y estamos tan anclados en esa idea del esfuerzo y el cansancio que lo hemos reprimido de alguna manera, pero sale por otro sitio.
S¨ª, es la forma que tienen nuestros instintos de escapar por la trastienda. El patriarcado propicia las relaciones heterosexuales, casi siempre dominantes y mon¨®gamas. Y da oscuridad a algo tan natural como el sexo. Los ni?os no tienen informaci¨®n sobre el sexo, lo relegamos y escondemos, no lo naturalizamos. Las mujeres, adem¨¢s, venimos de generaciones que han tenido que callar respecto a todo, tambi¨¦n en esto. Aunque ese silencio ya se rompi¨®.
- P. ?Cree que el impulso que ha dado el feminismo a la visibilizaci¨®n de la violencia sexual contra las mujeres ha arrastrado tambi¨¦n a la denuncia de los abusos a menores?
- R. Claro, pero hace falta m¨¢s, dejar claras cu¨¢les son las bases y las creencias que permiten todo esto, por ejemplo.
- P. Ya ha hecho referencia a algunas de ellas: la heterosexualidad mon¨®gama, la negaci¨®n del deseo y el placer que llevan a la violencia, el sufrimiento para conseguir el ¨¦xito, el silencio y la desigualdad. ?Cu¨¢les son las otras?
- R. Que los hombres no pueden contener sus instintos sexuales, que los m¨¢s peque?os no tienen sexualidad, que es algo que introdujo el catolicismo al equipararlos con los ¨¢ngeles, que no tienen sexo. O que los ni?os y ni?as son propiedad de sus padres, una idea sobre la que se cometen las mayores atrocidades, como incestos, violaciones, maltrato o la prostituci¨®n de las propias hijas.
- P. Esas atrocidades, como las acaba de definir, y precisamente por serlas, son las que la sociedad ha ocultado, ?por qu¨¦ cree que se niega esta parte de la realidad, cada vez m¨¢s documentada y m¨¢s visible?
- R. Negamos lo que no somos capaces de asumir. Pero al negar eso lo que hacemos es alejar los propios hechos, y nos disociamos de ellos, como si no fueran con nosotros. Nos falta valent¨ªa para admitir dos cosas: la cultura patriarcal y la capacidad humana para provocar da?o.
- P. Hay voces que afirman que aceptar esto como parte de la sociedad es posicionar a las mujeres como v¨ªctimas por norma.
- R. Colocarnos en un lugar donde se nos presupone incapaces de defendernos es un error, pero la realidad es la que es, que la mayor¨ªa de los abusos los cometen hombres y la mayor¨ªa de abusadas son mujeres y ni?os, y en el caso de los menores s¨ª existe indefensi¨®n.
- P. ?Es eso seguir poniendo el foco en la responsabilidad de las mujeres?
- R. Pues s¨ª... Y eso es precisamente una de las cosas urgentes que cambiar. Hacen falta leyes, pol¨ªticas, educaci¨®n afectivo-sexual y sobre todo, hacernos responsables de la sociedad que estamos creando, todos y todas. Hag¨¢monos cargo de que somos una especie que agrede y compite, pero tambi¨¦n que es capaz de respetar, amar, cooperar y sentir placer y empat¨ªa.
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