El barrio de Londres que ha declarado la guerra al pl¨¢stico
La plataforma 'Plastic Free Hackney', impulsada por Bettina Maidment, ha movilizado a la comunidad para reducir al m¨¢ximo los residuos
En lo que llevamos de a?o, Bettina Maidment todav¨ªa no ha sacado a la calle el cubo de la basura com¨²n para su recogida semanal en el barrio de Hackney, en el este de Londres. Y el suyo es un domicilio de una familia con dos hijos. S¨ª vac¨ªa de forma habitual los contenedores separados de papel, cristal o latas, pero apenas hay asomo del pl¨¢stico. A ese material omnipresente, que contamina nuestros mares y nuestro mundo, le ha declarado la guerra. Primero desde su propio hogar, luego convenciendo a sus convecinos y finalmente arrastrando a la comunidad de Hackney hacia una campa?a que lidera el empe?o de varios distritos londinenses en enarbolar la bandera del plastic free.
En esta antigua zona obrera, hoy en v¨ªas de gentrificaci¨®n por la arribada de j¨®venes profesionales de clase media, el lema es reducir los residuos al m¨¢ximo y proclamar enemigo n¨²mero uno al pl¨¢stico de un solo uso. Hasta las constructoras se declaran aqu¨ª medioambientalistas en los paneles que cubren los edificios en obras. El ¨²ltimo domingo de cada mes moviliza a m¨¢s de un centenar de voluntarios en la recogida de todo tipo de envases, pajitas y basura que la gente tira sin m¨¢s en los espacios verdes, se organizan plantadas puntuales de ¨¢rboles o se ¡°adopta¡± un tramo del canal del r¨ªo Lea para recuperar la limpieza de sus aguas que surcan el barrio. Todo ello bajo la iniciativa Plastic Free Hackney, impulsada por Maidment hace tres a?os.
¡°Me propuse eliminar el pl¨¢stico de mi vida porque me parece un crimen utilizarlo, es un material indestructible. Pero al principio no se lo dije a nadie, tem¨ªa que me tomaran por loca¡±, explica en el caf¨¦ de la granja urbana del barrio (Hackney City Farm), por donde pululan los pollos y donde los ni?os se asoman al cercado de cerdos y vacas. Maidment hace la compra en el colmado contiguo (Get Loose), exponente de una nueva generaci¨®n de comercios locales comprometidos en minimizar el impacto ambiental de los h¨¢bitos de consumo. Las bolsas de pl¨¢stico est¨¢n vetadas y se venden a granel legumbres, pasta, aceite, leche y otros productos que el cliente se lleva en su bolsa de tela o en jarras de cristal reutilizables. Alguna cadena de supermercados de la ciudad, atenta a las nuevas tendencias, ha comenzado a emularles.
Maidment se siente ahora vindicada, pero el inicio de su reto personal se top¨® con el escepticismo de quienes ve¨ªan en esta ama de casa de 39 a?os y entorno acomodado a una pija apuntada a la moda verde. ¡°Entonces todav¨ªa no se hab¨ªa producido el fen¨®meno Blue Planet¡±, recuerda sobre el enorme impacto que tuvo en millones de brit¨¢nicos la emisi¨®n el a?o pasado de ese programa de la BBC y su episodio consagrado a la marea de pl¨¢stico en los oc¨¦anos. Para entonces, Maidment ya hab¨ªa ido documentando en Instagram el cambio radical imprimido en su rutina. No se ducha cada d¨ªa y se lo piensa dos veces antes de lavar la ropa; todos los productos de ba?o tienen formato de barra, utiliza vinagre como acondicionador del pelo y sus hijos se lavan los dientes con cepillos de bamb¨² (la pasta viene en tabletas que se muerden). La ausencia de envases se replica en el resto de la casa para demostrar que ¡°eliminar el pl¨¢stico es posible. A m¨ª cada vez se me hizo m¨¢s f¨¢cil¡±. Su mayor logro est¨¢ en los dos a?os que lleva sin ¡°comprar nada nuevo¡±, ni siquiera en Navidad. A sus hijos, de 3 y 6 a?os, no quiere negarles su debilidad por algunos juguetes de pl¨¢stico, pero los adquiere en tiendas de segunda mano. ?C¨®mo podr¨ªa sostener ese esfuerzo una madre trabajadora de limitados ingresos y tiempo? ¡°Depende de las prioridades. Lo que nos resulta f¨¢cil y barato les sale caro a otros¡±, responde poniendo como ejemplo el trabajo rayano en la esclavitud de quienes nutren algunas grandes cadenas del textil.
No pretende vender a otros su r¨¦gimen draconiano (ella misma se vio incapaz de utilizar los ecol¨®gicos pa?ales de tela), pero s¨ª concienciar sobre el sinsentido del hiperconsumismo y promover ¡°peque?os cambios¡± en cada uno. Desde el examen de conciencia sobre los residuos que producimos alegremente hasta retarse a vivir un d¨ªa a la semana sin pl¨¢stico. En ese proyecto acab¨® buscando el paraguas de la asociaci¨®n Surfers Against Sewage, con sede en Penzance (Cornualles), cuyos activistas ya han expedido la certificaci¨®n plastic free a 49 comunidades, mientras tienen a otro medio millar registrado con la vocaci¨®n de conseguirla. Esa medalla no oficial entra?a el reconocimiento de campa?as efectivas en pro de alternativas sostenibles que exigen el apoyo de los Gobiernos locales. Maidment registr¨® la campa?a de Hackney tras recabar la complicidad del Ayuntamiento.
Todav¨ªa frescos los ecos de un centro de Londres semiparalizado por el movimiento Extinction Rebelion, Maidment esgrime la importancia de presionar a los Gobiernos ¡°sumando individualidades¡±. No basta con ser el ciudadano ejemplar que separa la basura y recicla. ¡°?A d¨®nde va luego a parar todo ese pl¨¢stico? Tenemos que cuestionar nuestra dependencia de los combustibles f¨®siles y apuntar a las grandes corporaciones que priorizan el beneficio¡±. El d¨ªa de la entrevista coincide con una exclusiva de The Guardian sobre la presi¨®n del lobby del pl¨¢stico sobre el Gobierno de May para que recule en sus planes de penalizar los envoltorios de ¨²nico uso. El cliente brit¨¢nico que reclama una bolsa de pl¨¢stico en la tienda debe abonar cinco peniques, y pronto ser¨¢ el doble. Casi nadie las pide ya en el basti¨®n m¨¢s ecol¨®gico de Hackney, convencido de que con puede ser el primer paso hacia una peque?a revoluci¨®n.
¡°Bettina es nuestra influencer¡±
Ander Zabala, gestor de los servicios de reciclaje del Gobierno local de Hackney, reconoce en Maidment a una influencer capaz de movilizar a los vecinos. "Intentamos maximizar el efecto Bettina para impulsar en el barrio la causa verde", aduce este gestor municipal nacido en Bilbao (1980) y residente brit¨¢nico desde hace veinte a?os, que cree en la fuerza de las peque?as campa?as para plantar semilla. "Ella es la portavoz y nosotros le procuramos los canales", apostilla sobre la iniciativa para concienciar sobre la bonanza de reducir los residuos y el consumo de pl¨¢stico. El tal¨®n de Aquiles, admite, est¨¢ en las zonas m¨¢s deprimidas donde "ni siquiera conseguimos que se recicle". Y el reto, en implicar a los negocios locales. Los que mejor cumplan podr¨¢n lucir en el escaparate una pegatina de reconocimiento con sello del Ayuntamiento.
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