¡®Carn¨®fobos¡¯ a conciencia
Cada vez se comen menos animales y hay m¨¢s inter¨¦s por las dietas exentas de ellos. El animalismo suma aliados gracias a la sensibilidad ambiental
La gu¨ªa gastron¨®mica de Lonely Planet del a?o 2000 hac¨ªa una advertencia a los turistas vegetarianos: ¡°Los espa?oles consideran un cerdo muerto como un vegetal. Quien quiera visitar el pa¨ªs debe meter en su maleta un alijo de vitaminas y gran sentido del humor¡±. Lo que hace dos d¨¦cadas era una afirmaci¨®n dudosa, hoy no se sostiene: el consumo de carne baja, los restaurantes vegetarianos se multiplican y las b¨²squedas en Google muestran un inter¨¦s creciente por una alimentaci¨®n exenta de animales (ver gr¨¢fico).
Parece claro que ha llegado a Espa?a una ola que ya surfeaban otros pa¨ªses desarrollados; una que trae m¨¢s conciencia del sufrimiento animal y que apuesta por reducciones en su consumo; una a la que ya estaban subidos cient¨ªficos del clima, que vienen advirtiendo desde hace tiempo de que si todo el mundo comiera carne al ritmo al que lo hacen las poblaciones m¨¢s privilegiadas el planeta colapsar¨ªa.
Es un mensaje que en pleno agosto ha llegado a los hogares en forma de un informe del panel internacional de expertos que asesoran a las Naciones Unidas sobre el cambio clim¨¢tico (IPCC) alertando del enorme impacto que el sector de la alimentaci¨®n tiene en el calentamiento global: supone un 24% de las emisiones. Urgen a cambiar dietas con m¨¢s protagonismo de frutas, verduras y legumbres, sin descuidar la lucha contra un desperdicio que provoca que casi un tercio de todos los alimentos que se producen acaben en la basura.
La ganader¨ªa contribuye tanto a las emisiones de gases de efecto invernadero como todo el sector del transporte: se reparten un 14% de ellos cada uno, seg¨²n la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n (FAO). Los animales requieren de grandes recursos h¨ªdricos; en el caso de los rumiantes, con las flatulencias expulsan enormes cantidades de metano (con mucho m¨¢s poder de efecto invernadero que el CO2); se alimentan a menudo de cereales que necesitan gigantescas extensiones de tierra que antes fueron bosques. Con este panorama pareciera que dejar de comerlos es casi un imperativo moral. Pero no es tan sencillo. Ni siquiera el IPCC aboga por ello, sino a consumirlos con moderaci¨®n y de producciones sostenibles en el mundo rico. Mientras, en los pa¨ªses en desarrollo muchas poblaciones m¨¢s bien aspiran a comer algo de carne para luchar contra la desnutrici¨®n.
Salvador Calvet, profesor de ciencia animal en la Universitat Polit¨¨cnica de Val¨¨ncia y coordinador de la Red Cient¨ªfica de Mitigaci¨®n de Gases de Efecto Invernadero en el Sector Agroforestal, lo ve as¨ª: ¡°Es necesario cambiar, y no en un solo sector, sino en todos los que contribuyen al calentamiento. M¨¢s que una acci¨®n concreta, es el modo de vivir¡±. En este, incluye coger el coche a diario y comer m¨¢s carne de la que necesitamos. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud aconseja no m¨¢s de 26 kilos al a?o por persona, unos 500 gramos semanales; Espa?a ven¨ªa consumiendo justo el doble en 2008 (52 kilos), pero se ha reducido a poco m¨¢s de 46, seg¨²n los ¨²ltimos datos del Panel de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n.
Los nutricionistas insisten en que para mantener una dieta saludable no es imprescindible, ya que se pueden obtener nutrientes similares de otras fuentes, que adem¨¢s necesitan menos recursos. Como ejemplo, 100 gramos de prote¨ªna vacuna producen una media de 50 kilos de di¨®xido de carbono equivalente (el CO2 equivalente es una medida que a¨²na el impacto de distintos gases de efecto invernadero) y requiere 164 metros cuadrados al a?o. Mientras, la misma cantidad procedente de legumbres genera 2,7 kilos de CO2 en solo 4,6 metros cuadrados.
¡°Hay que analizar cada tipo de producci¨®n, las intensivas son muy criticadas, pero tambi¨¦n muy eficientes. Las ecol¨®gicas presentan ventajas, pero no necesariamente en t¨¦rminos de emisiones¡±, matiza Calvet. De hecho, es frecuente que la producci¨®n de alimentos con esta etiqueta aporten m¨¢s gases por unidad, debido a su menor eficiencia y una mayor necesidad de suelo, como han mostrado varios estudios, recientemente uno publicado en la revista Nature Sustainability. La ganader¨ªa tambi¨¦n tiene algunas ventajas dif¨ªciles de medir: el pastoreo desbroza el monte y reduce la virulencia de los incendios. ¡°No se puede reducir la medici¨®n a los eructos de las vacas¡±, resume el experto.
Las principales razones de quienes consumen menos carne o directamente la obvian no son, sin embargo, clim¨¢ticas. Seg¨²n el estudio The Green Revolution, que public¨® la consultora Lantern en 2017, en Espa?a la mayor¨ªa (57%) lo hace por motivos ¨¦ticos y de trato animal; la sostenibilidad es la principal raz¨®n para un 21% y el 17% lo hace por salud. Para el informe hicieron una encuesta a 2.000 personas, de las que el 35% hab¨ªa decidido reducir el consumo de carne roja en el ¨²ltimo a?o. Seg¨²n el sondeo, algo m¨¢s de un 7% de los espa?oles son lo que denominan como veggies (ver gr¨¢fico), es decir, que no prueban productos de origen animal (veganos), que no comen carne, pero s¨ª huevos, leche y miel (vegetarianos) o que solo la consumen de forma muy ocasional (flexivegetarianos). El porcentaje est¨¢ muy por debajo de otros pa¨ªses. En Estados Unidos, por ejemplo, los veggies suman un 13%, pero si se miran las cifras totales, tambi¨¦n consumen mucha m¨¢s carne, casi el triple que en Espa?a.
Esta creciente conciencia animalista casa bien con los resultados electorales del partido que abandera esta ideolog¨ªa, el PACMA, que en la ¨²ltima d¨¦cada ha multiplicado por siete el n¨²mero de votos en las sucesivas elecciones generales hasta llegar a los 326.000 del pasado abril. Su portavoz, Laura Duarte, opina que el informe del IPCC reafirma algo que ya se sab¨ªa desde hace a?os: ¡°El actual modelo no es compatible con la crisis clim¨¢tica, m¨¢s all¨¢ del trato de los animales¡±. La organizaci¨®n lleva a?os proponiendo medidas parecidas a la que est¨¢ discutiendo Alemania sobre gravar m¨¢s a los productos c¨¢rnicos. Pero no solo eso; piden tambi¨¦n subir impuestos a las granjas intensivas a la vez que se reducen a la agricultura, ¡°especialmente de proximidad¡±, en palabras de Duarte.
Aunque su prioridad es el bienestar animal, para la dirigente de PACMA esta sensibilidad se entrelaza con las necesidades del planeta. ¡°A quienes les preocupa el sufrimiento de otros seres vivos les refuerza en su decisi¨®n de dejar de comerlos la sostenibilidad, y viceversa¡±, resume la pol¨ªtica.
Emisi¨®n de amoniaco
Sin necesidad de renunciar a la carne Rosa D¨ªez Tagarro, portavoz de la Coordinadora Estatal Stop Ganader¨ªa Industrial, apuesta por una reducci¨®n. ¡°Pero no solo se trata de comer menos, sino de sacar toda la ganader¨ªa industrial del plato y que la que se consuma sea preferentemente agroecol¨®gica y siempre extensiva¡±, asevera. Su organizaci¨®n denuncia que Espa?a vulnera el l¨ªmite de emisi¨®n de amoniaco debido a la proliferaci¨®n de explotaciones de porcino industrial y av¨ªcola. ¡°El amoniaco provoca la acidificaci¨®n de los ecosistemas y multiplica la creaci¨®n de micropart¨ªculas en suspensi¨®n. Adem¨¢s, su producto de degradaci¨®n es el ¨®xido nitroso, un gas de efecto invernadero y mucho m¨¢s potente que el CO2¡±, asegura.
El sector, sin embargo, contribuye menos al calentamiento global que la media mundial. La agricultura es responsable directa del 11% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Espa?a, de los cuales algo m¨¢s de la mitad corresponde a la cr¨ªa de animales y la gesti¨®n de sus deyecciones, seg¨²n datos de 2016 de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Est¨¢ muy por debajo de los sectores de la energ¨ªa y el transporte. Un portavoz de la Asociaci¨®n Nacional de Industrias de la Carne de Espa?a (ANICE) hace hincapi¨¦ en que el cambio de modelo es general, no solo de su sector. Para Javier L¨®pez, presidente de la asociaci¨®n Provacuno, el informe del IPCC no viene m¨¢s que a recomendar una dieta similar a la mediterr¨¢nea. ¡°Cuando hablan de reducir carne deben de estar mirando a pa¨ªses como EE. UU.¡±, se?ala.
?Tendencia imparable o moda?
La reducci¨®n del consumo de animales es una tendencia y el principal motivo es la conciencia con el sufrimiento animal. Para Laura Duarte, de PACMA, cualquiera que vea una granja de producci¨®n intensiva deber¨ªa sufrir un rechazo inmediato a esta pr¨¢ctica. En los movimientos animalistas es frecuente el t¨¦rmino especista, una analog¨ªa con racista para definir a quien siente que su especie (en lugar de su raza) es superior. En el futuro comer animales se ver¨¢, seg¨²n esta corriente, casi como el canibalismo.
Jes¨²s Zamora Bonilla, profesor de Filosof¨ªa de la UNED, piensa todo lo contrario. "Incluso para producir plantas hay que matar a millones de animales, porque utilizando el suelo se quita su medio de vida. Tenemos que elegir quitar la vida a unos cuantos millones o unos pocos m¨¢s. Pero vamos a ser genocidas de animales hagamos lo que hagamos", opina. Asume que el animalismo es m¨¢s popular hoy que hace a?os, pero lo atribuye a que vivimos en una sociedad con una relaci¨®n diferente con otros seres vivos. "Antes est¨¢bamos acostumbrados a utilizarlos. Ahora es posible que el ¨²nico contacto que tengamos con ellos sea con las mascotas. Las ideas est¨¢n muy sometidas a la moda, no me atrever¨ªa a apostar si en el futuro va a continuar esta o va a ser distinta", concluye.
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