Un nuevo horizonte para los vacunados
El avance de la inmunizaci¨®n abre la perspectiva de viajar y relajar el uso de la mascarilla. Pero, durante meses, la poblaci¨®n que no haya sido inoculada permanecer¨¢ excluida de esos privilegios
Las vacunas han encendido la luz al final del t¨²nel pand¨¦mico. Pero a¨²n queda camino para salir de la oscuridad: una persona inmunizada est¨¢ protegida contra las formas graves de la enfermedad, pero puede contraer el virus y, hasta la fecha, no se sabe cu¨¢l es su capacidad de infectar a otros; aunque se presume que muy poca. Con solo el 2,8% de la poblaci¨®n inoculada en Espa?a, no hay inmunidad de reba?o y los vacunados tienen que quedarse como est¨¢n. Por solidaridad. No pueden saltarse las restricciones ni desprenderse de las medidas de seguridad, como la mascarilla. Al menos, de momento. Algunos pa¨ªses ya han abierto las puertas a un nuevo mundo para los vacunados: Estados Unidos, por ejemplo, les permite reunirse en interiores sin mascarilla entre ellos o con personas de bajo riesgo. La Uni¨®n Europea, por su parte, avanza hacia la creaci¨®n de un certificado vacunal, como Israel o China, que permita facilitar la movilidad de los vacunados para reactivar la econom¨ªa. Las voces m¨¢s cr¨ªticas con este tipo de pases, sin embargo, alertan de la falta de evidencia cient¨ªfica sobre el riesgo de transmisi¨®n cero tras la inmunizaci¨®n y avisan de que estos certificados amenazan con dividir la sociedad entre vacunados y no vacunados, sobre todo cuando el acceso a las vacunas es limitado.
M¨¢s de 1,4 millones de personas han completado la pauta vacunal en Espa?a. Es decir, su organismo ya est¨¢ preparado para neutralizar al virus antes de que provoque una enfermedad grave. De lo que no hay evidencia clara es de si los vacunados pueden infectar, aunque los datos epidemiol¨®gicos recabados hasta ahora sugieren que la transmisi¨®n, de haberla, es baja. Pero no hay estudios concluyentes que lo certifiquen. Un ensayo con sanitarios del Reino Unido constat¨® que la vacunaci¨®n previene la infecci¨®n sintom¨¢tica y asintom¨¢tica, pero esta investigaci¨®n a¨²n no ha sido publicada en ninguna revista cient¨ªfica ni revisada por pares. ¡°Cient¨ªficamente no se puede decir que una persona inmunizada no transmite [la covid]. No est¨¢ demostrado el riesgo cero¡±, zanja Carmen C¨¢mara, secretaria general de la Sociedad Espa?ola de Inmunolog¨ªa.
Ante la duda, los expertos y las autoridades sanitarias han aplicado ¡°el principio de prudencia¡±. Sobre todo, cuando la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n a¨²n no est¨¢ vacunada y sigue desprotegida. Por eso, esos 1,4 millones de personas inmunizadas en Espa?a no pueden hacer mucho m¨¢s de lo que hac¨ªan. Si acaso, los ancianos de las residencias, que ya est¨¢n masivamente vacunados, pueden flexibilizar un poco sus restricciones (mucho m¨¢s duras por su situaci¨®n de vulnerabilidad) e igualarlas a las de la poblaci¨®n general. Hace dos semanas, por ejemplo, un grupo de ancianos acudi¨® al teatro en Madrid, una actividad que ya estaba permitida para el resto de la ciudadan¨ªa. Daniel L¨®pez Acu?a, exdirector de Emergencias de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) aclara: ¡°La vacuna no es un seguro de vida para cualquier contingencia. Es el seguro para no morirte, pero no para no infectarte. M¨¢s te vale que te cuides a ti y a los dem¨¢s¡±.
Algunos pa¨ªses, no obstante, ya han abierto la puerta a flexibilizar restricciones a los vacunados. El Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos dio luz verde el lunes a que las personas que han completado la pauta se re¨²nan en interiores sin mascarilla ni distancia de seguridad. Incluso con personas no inmunizadas, siempre que sean de bajo riesgo. Y, adem¨¢s, los vacunados no tendr¨¢n que hacer cuarentena ni una prueba diagn¨®stica si entran en contacto con un positivo, a no ser que tengan s¨ªntomas o vivan en entornos grupales. En p¨²blico, sin embargo, tendr¨¢n que seguir manteniendo las medidas de protecci¨®n y evitar grandes reuniones.
Otros Gobiernos tambi¨¦n trabajan para habilitar certificados vacunales o de inmunidad que permitan m¨¢s margen de maniobra, ya sea para cruzar fronteras o para acceder a determinados lugares en un mismo pa¨ªs. Por ejemplo Israel, donde m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n ya est¨¢ vacunada, ha implantado un pase digital que da acceso a gimnasios, espect¨¢culos o clases universitarias presenciales solo a las personas inmunizadas. Incluso en los bares, que han abierto tras seis meses cerrados, hay medidas diferenciadas: solo los vacunados podr¨¢n acceder al interior de los locales, los dem¨¢s tendr¨¢n que quedarse en las terrazas al aire libre. China tambi¨¦n ha lanzado un certificado con datos vacunales y de pruebas diagn¨®sticas para realizar viajes transfronterizos.
La Uni¨®n Europea, por su parte, acelera la creaci¨®n de un pasaporte de vacunaci¨®n que facilitar¨ªa la movilidad entre los estados miembros. Tras una primera discusi¨®n con los pa¨ªses, la Comisi¨®n Europea estudia incluir a personas con PCR negativa o que hayan pasado la covid, aunque la propuesta formal se conocer¨¢ la pr¨®xima semana. Con este ¨²ltimo supuesto, la UE vuelve a poner sobre la mesa una propuesta que ya hab¨ªa planteado el pasado abril el expresidente de la Generalitat de Catalu?a, Quim Torra, dentro de su plan de desescalada. Igual que entonces, la medida se top¨® con las cr¨ªticas de parte de la comunidad cient¨ªfica e incluso de la OMS ¡ªen ese momento lo rechazaba por la falta de evidencia sobre c¨®mo funcionaba la inmunidad de los infectados¡ª, las voces consultadas vuelven a alertar ahora de que dar un certificado a una persona que ha pasado la enfermedad puede incitar a la gente a infectarse para acceder a los privilegios que aporta ese documento.
Pero no es esta la ¨²nica suspicacia que levantan estos pases digitales. L¨®pez-Acu?a explica: ¡°Nos plantea falsas seguridades porque el riesgo de infecci¨®n, aunque est¨¦s vacunado, existe. Para el prop¨®sito de darnos seguridad sanitaria plena y evitar la importaci¨®n de esta enfermedad, el pasaporte no sirve¡±. Por su parte, C¨¢mara opina: ¡°Desde el punto de vista ¨¦tico, me parece una barbaridad cuando no hay acceso universal a la vacuna¡±. Seg¨²n el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC), la UE ha administrado casi 38,5 millones de dosis, pero la poblaci¨®n con la pauta completa (la mayor¨ªa de vacunas requieren dos dosis) est¨¢ por debajo del 6% en todos los pa¨ªses.
Hay demasiados flecos sueltos, insisten las voces cr¨ªticas. El presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Vacunolog¨ªacuestiona, Am¨®s Garc¨ªa, cuestiona: ¡°Una cosa es que quede un registro en la historia cl¨ªnica, que se tenga un carn¨¦ vacunal y otra un pasaporte inmunitario cuando no sabemos si evita la infecci¨®n. Y, en cualquier caso, ?qui¨¦n tendr¨¢ acceso a ese pasaporte? Ciudadanos de pa¨ªses ricos. Porque las vacunas a¨²n no han llegado a muchos territorios en v¨ªas de desarrollo y esto har¨¢ aumentar la brecha entre pa¨ªses. Y, por otra parte, ?qu¨¦ hacemos con los menores de 18 [para los que no est¨¢ indicada estas vacunas]?¡±. La mayor¨ªa de los pa¨ªses de ?frica, por ejemplo, todav¨ªa no han empezado a vacunar. En esta l¨ªnea, el director ejecutivo del Programa de Emergencias de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), Michael Ryan, tambi¨¦n ha rechazado que los pa¨ªses pretendan pedir un certificado de vacunaci¨®n para viajar porque crear¨¢ ¡°m¨¢s desigualdades¡±, justific¨®.
La Comisi¨®n Europea prev¨¦ presentar el 17 de marzo su certificado digital. Con la vista puesta en salvar la campa?a tur¨ªstica del verano, el organismo todav¨ªa no ha aclarado, sin embargo, cu¨¢les ser¨¢n sus usos definitivos ¡ªprevisiblemente servir¨¢ para entrar en un pa¨ªs, como ocurre con la vacunaci¨®n contra la fiebre amarilla en zonas donde esta enfermedad es end¨¦mica¡ª, o las condiciones para tenerlo (qu¨¦ ocurrir¨¢ con los menores o con las personas con contraindicaciones a la vacunaci¨®n). Entre los estados miembros, adem¨¢s, hay discrepancias: mientras Espa?a y Grecia alientan el llamado ¡°pase digital verde¡±, Francia y Luxemburgo han mostrado su rechazo por el temor a que se creen ciudadanos de primera y de segunda dependiendo de si est¨¢n o no vacunados.
¡°Ninguna intervenci¨®n est¨¢ exenta de efectos colaterales. Hay efectos indeseados en cualquier intervenci¨®n comunitaria¡±, resuelve el infect¨®logo Oriol Mitj¨¤, impulsor del pasaporte inmunitario en Catalu?a hace un a?o. El m¨¦dico admite que no se puede garantizar el riesgo cero de transmisi¨®n entre los vacunados y que puede haber gente que quiera infectarse para conseguir el pase verde, pero son riesgos ¡°que se pueden considerar y mitigar¡±, apunta. Por ejemplo, manteniendo las medidas preventivas de protecci¨®n, como la mascarilla. ¡°La alternativa al pase verde es cerrar para todos. Pero no puede ser abrir para todos porque pones en peligro la salud p¨²blica¡±, sostiene. Aunque la curva epid¨¦mica est¨¢ de bajada, la incidencia de casos todav¨ªa es muy alta en buena parte de Europa.
C¨¢mara, por su parte, propone cambiar el pasaporte por hacer m¨¢s test. ¡°Habr¨ªa que reforzar las pruebas diagn¨®sticas a la llegada: test de ant¨ªgeno obligatorio en el punto de llegada a todo turista que entre en el pa¨ªs. Me parece m¨¢s igualitario y efectivo¡±.
Lo que est¨¢ claro es que, en unos meses, muchos pa¨ªses convivir¨¢n con una parte de la poblaci¨®n vacunada y otra parte no. ¡°La idea inicial era seguir con las medidas de protecci¨®n y prudencia en interiores hasta final de a?o, pero habr¨¢ quien quiera que se hagan distinciones. Esta pandemia es complicada y ya veremos c¨®mo evolucionan las variantes, que intentar¨¢n escaparse de los efectos de la vacuna¡±, alerta Alberto Infante, profesor em¨¦rito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III. Toni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Cl¨ªnic, duda de que en Europa se replique el modelo de Israel: ¡°Cuando la mayor¨ªa de la poblaci¨®n est¨¦ vacunada, se reducir¨¢n muchos problemas porque aunque las vacunas no sean efectivas al 100% para reducir la transmisi¨®n, el hecho de que haya mucha gente vacunada ayudar¨¢ a que el virus circule menos. Pero, por ahora, en el ¨¢mbito p¨²blico, yo, vacunado, voy a hacer lo mismo que t¨² [que no lo est¨¢s]¡±. Trilla a?ade que los pasaportes ¡°tienen fecha de caducidad porque no se sabe cu¨¢nto durar¨¢ la inmunidad¡± y habr¨¢ que ir actualizando esas eventuales ventajas que aportan los pases verdes.
Lo que s¨ª persistir¨¢n m¨¢s tiempo son las desigualdades entre pa¨ªses, sobre todo con aquellos en desarrollo, donde la vacunaci¨®n ir¨¢ m¨¢s lenta. ¡°Vamos a pasar unos a?os de distop¨ªa, en un mundo de vacunados y no vacunados. Se permitir¨¢ la movilidad dentro de la UE, pero viviremos con un mapa de restricciones de acceso para ?frica y Am¨¦rica Latina m¨¢s tiempo¡±, asume Infante.
Discrepancias entre los expertos en bio¨¦tica
Entre los propios bioeticistas tambi¨¦n hay discrepancias respeto a las bonanzas o no de este tipo de certificados. ¡°Si en el corto plazo ya tenemos vacunados a todos los grupos de poblaci¨®n que tienen un riesgo de mortalidad o comorbilidad grave frente a la covid-19 [sustancialmente, los de mayor edad], el presunto riesgo de transmisi¨®n que no evita el estar vacunado, aunque seguramente lo mitigue, no pondr¨ªa en peligro la vida o integridad de los grupos m¨¢s vulnerables¡±, justificaba en un art¨ªculo en EL PA?S el presidente del Comit¨¦ de Bio¨¦tica de Espa?a, Federico de Montalvo. Y aunque admit¨ªa que ¡°desde una dimensi¨®n deontol¨®gica, lo m¨¢s justo ser¨ªa esperar a que existiera un acceso universal a las vacunas¡±, luego agregaba: ¡°Es bueno no olvidar que una sociedad con peor econom¨ªa es harto probable que tenga peor salud. Los certificados y pasaportes, pese a las objeciones comentadas, estar¨ªan, en definitiva, protegiendo la salud de la sociedad y no solo la econom¨ªa¡±.
En cambio, Itziar de Lecuona, subdirectora del Observatorio de Bio¨¦tica de la Universidad de Barcelona, rechaza de pleno cualquier tipo de certificado de inmunidad. ¡°Afecta a los derechos fundamentales y abre la puerta a la discriminaci¨®n entre vacunados y no vacunados. Pueden acabar pidi¨¦ndolo para trabajar y es dar privilegios a determinadas personas¡±, insiste. Y avisa de que, en cualquier caso, tendr¨ªa que haber una ley que regulase este tipo de dispositivos.
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