Las vacunas, nuevo factor de desigualdad
Mientras Reino Unido tiene ya casi un 50% de la poblaci¨®n totalmente inmunizada y EE UU m¨¢s del 45%, en ?frica apenas se llega al 1%
Hasta ahora, el ¨¦xito en la lucha contra la pandemia ha dependido b¨¢sicamente del seguimiento de las normas de protecci¨®n. El hecho de que el virus fuera una amenaza que se expand¨ªa a trav¨¦s del contacto con los dem¨¢s, nos igualaba a todos frente al riesgo. En el discurso p¨²blico se impuso el principio de la solidaridad y el deber de protecci¨®n de los m¨¢s vulnerables. Pero ahora, con la llegada de las vacunas, ese paradigma se ha quebrado. Ya no vamos todos en el mismo barco. La incapacidad de articular un mecanismo que garantice una mayor producci¨®n y un reparto equitativo de las vacunas se ha convertido en un nuevo factor de desigualdad, una nueva brecha que incide tanto en el derecho a la salud como en las perspectivas econ¨®micas. Aquellos pa¨ªses que no tengan acceso a las vacunas sufrir¨¢n m¨¢s tiempo y con mayor intensidad las secuelas de la pandemia.
El Banco Mundial prev¨¦ para este a?o una importante recuperaci¨®n de la econom¨ªa global, pero el crecimiento, como advert¨ªa The Economist, depender¨¢ como ya ocurri¨® en los a?os setenta con el petr¨®leo, de un solo insumo: las vacunas. La tasa de vacunaci¨®n marcar¨¢ la capacidad de recuperaci¨®n. Las diferencias son abismales: mientras Reino Unido tiene ya casi un 50% de la poblaci¨®n totalmente inmunizada y Estados Unidos m¨¢s del 45%, en ?frica apenas se llega al 1%. En las 29 econom¨ªas m¨¢s pobres, entre las que se cuentan 23 pa¨ªses subsaharianos, solo el 0,3% de la poblaci¨®n ha recibido una dosis y en muchos casos no est¨¢ garantizada la segunda. El resultado es que mientras las diez econom¨ªas con mayores tasas de vacunaci¨®n crecer¨¢n este a?o una media del 5,5% seg¨²n el Banco Mundial, las diez con tasas m¨¢s bajas solo lo har¨¢n en un 2,5% de media.
Los pa¨ªses pobres no pueden comprar vacunas y muchos ni siquiera pueden hacer frente a los costes de distribuci¨®n de las que reciban a trav¨¦s de Covax, una iniciativa tutelada por la OMS para canalizar vacunas a los pa¨ªses sin recursos. Seg¨²n c¨¢lculos de CARE, una organizaci¨®n humanitaria que trabaja en m¨¢s de cien pa¨ªses, por cada d¨®lar invertido en una vacuna hay que gastar cinco en la complicada log¨ªstica necesaria para inocularla a toda la poblaci¨®n.
Es ya muy evidente que la actual capacidad productiva no va a cubrir las necesidades. La Universidad Duke estima que se necesitar¨¢n 11.000 millones de vacunas para inmunizar al 70% de la poblaci¨®n mundial pero Covax ni siquiera puede garantizar los 2.000 millones de dosis que hab¨ªa de repartir en 2021. La situaci¨®n es muy inestable. La Fundaci¨®n Gates hab¨ªa donado 300 millones de d¨®lares al Serum Institute de la India para que fabricara vacunas de Astra-Zeneca para los pa¨ªses pobres, pero buena parte de la producci¨®n la ha retenido India para vacunar a su propia poblaci¨®n tras el brutal rebrote de hace un mes.
Mientras se discute con pasmosa lentitud si es mejor la exenci¨®n de patentes o un sistema de donaciones que no da?e las expectativas de beneficio de las grandes farmac¨¦uticas, las brechas vacunales se agrandan peligrosamente. Con la paradoja de que permitir que el virus siga circulando por una parte del mundo supone darle la oportunidad de mutar y generar nuevas variantes resistentes a las vacunas que requieran dosis de refuerzo o nuevas formulaciones, lo que de nuevo llevar¨ªa a los pa¨ªses ricos a una subasta al alza para acaparar las nuevas vacunas. El actual planteamiento garantiza perspectivas boyantes para la cuenta de resultados de unas pocas compa?¨ªas, pero a costa de permitir una espiral insoportable de desigualdad.
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