El debate sobre la obligatoriedad de las vacunas se reabre en la recta final
Italia es el primer pa¨ªs democr¨¢tico que plantea que todos sus ciudadanos deban recibir el pinchazo, aunque muchos pa¨ªses ya lo han empezado a hacer con determinados sectores
La vacunaci¨®n obligatoria es un mel¨®n que cualquier Gobierno democr¨¢tico preferir¨ªa no abrir. Cuando la inmunizaci¨®n contra la covid comenz¨®, a finales del a?o pasado, el entusiasmo por inocularse entre la mayor¨ªa de la poblaci¨®n era proporcional a la escasez de dosis, y las autoridades estaban m¨¢s preocupadas por que no se colasen pillos a quienes no les correspond¨ªa el turno que por forzar la inyecci¨®n a nadie. Pero a medida que m¨¢s ciudadanos se pinchan, van llegando cada vez m¨¢s viales y una variante m¨¢s contagiosa se propaga, algunos pa¨ªses occidentales ya buscan incentivos, cuando no imponen la vacuna a ciertos colectivos, so pena de perder su empleo. Italia ha dado esta semana un paso m¨¢s. Su primer ministro, Mario Draghi, asegur¨® el jueves que estudiar¨¢ obligar a su poblaci¨®n a vacunarse cuando la situaci¨®n lo permita, lo que convertir¨ªa a su pa¨ªs en la primera democracia en hacerlo.
Ning¨²n otro, por el momento, ha dado el paso de hacer obligatoria la vacunaci¨®n frente al coronavirus a todos los ciudadanos. Pero 21 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea exigen el certificado covid para acceder a conciertos, espect¨¢culos, encuentros deportivos, bodas, bares o piscinas. En Espa?a, cuatro comunidades (Galicia, Andaluc¨ªa, Cantabria y Canarias) han intentado abrir este camino, pero sus tribunales superiores de justicia han considerado que la prueba de vacunaci¨®n no puede usarse como salvoconducto y han tenido que echarlo atr¨¢s. Otros pa¨ªses van m¨¢s all¨¢: en Italia la inmunizaci¨®n ya es obligatoria para sanitarios y profesores y en Francia todo su personal esencial en contacto con el p¨²blico tiene que estar vacunado si no quiere que le retiren el sueldo.
En Estados Unidos las tasas de vacunaci¨®n volvieron a crecer despu¨¦s de que sucesivos Estados fueran imponiendo la obligatoriedad de la vacuna para trabajadores p¨²blicos y prohibieran el acceso a cada vez m¨¢s espacios p¨²blicos y de ocio a las personas que decidan no inocularse, seg¨²n informa The New York Times.
Ni los incentivos ni la vacunaci¨®n obligatoria son un debate nuevo ni exclusivo de esta pandemia. De hecho, seg¨²n el Comit¨¦ Asesor de Vacunas de la Sociedad Espa?ola de Pediatr¨ªa, en 11 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea es obligatoria al menos una para los ni?os de menos de 18 meses. Son Italia, Letonia, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Francia, Hungr¨ªa, Polonia, Rep¨²blica Checa, Grecia y B¨¦lgica.
La discusi¨®n tiene tres aristas: por un lado, el encaje legal, algo que siempre se puede cambiar a voluntad de los gobernantes; por otro, si resulta ¨¦tico y, finalmente, si es conveniente.
A lo ¨²ltimo, Mohammad Sharif Razai, del Instituto de Investigaci¨®n de Salud de la Poblaci¨®n St. George¡¯s, de la Universidad de Londres, responde que suele ser m¨¢s bien contraproducente: ¡°La evidencia muestra que la vacunaci¨®n obligatoria probablemente aumentar¨¢ el rechazo a la vacuna y el incumplimiento de las intervenciones no farmacol¨®gicas como el distanciamiento f¨ªsico, el uso de mascarillas y otras medidas¡±.
¡°La evidencia muestra que la vacunaci¨®n obligatoria probablemente aumentar¨¢ el rechazo a la vacuna¡±Mohammad Sharif Razai
Con respecto a la ¨¦tica, Sharif, que ha escrito sobre los factores que pueden influir en las personas a la hora de aceptar las vacunas, tambi¨¦n ve problemas: ¡°Los llamados umbrales de inmunidad colectiva son importantes, pero no sabemos qu¨¦ porcentaje de la poblaci¨®n debe vacunarse para alcanzar el umbral. En general, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses el rechazo ante las vacunas es menor, por ejemplo, en el Reino Unido es menos del 7% de la poblaci¨®n¡±. En Espa?a se sit¨²a en un 4%, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de la Fundaci¨®n Espa?ola para la Ciencia y la Tecnolog¨ªa.
Esta es la principal raz¨®n que esgrimen los expertos en salud p¨²blica y bio¨¦tica consultados por EL PA?S para rechazar, hoy por hoy, la obligatoriedad de la vacunaci¨®n. ¡°En estos momentos, cuando la adherencia a la vacunaci¨®n es tan elevada, m¨¢s vale no mover lo que ha funcionado. Pero en esta pandemia tampoco se puede desechar nada. Aunque no creo que obligar a vacunar sea un elemento de urgencia del debate ahora¡±, opina Am¨®s Garc¨ªa Rojas, presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Vacunolog¨ªa.
En Espa?a, la cuesti¨®n se centra en algo que ya se hace en otros pa¨ªses y piden al menos cinco comunidades aut¨®nomas, adem¨¢s de las patronales de las residencias: que la vacuna sea obligatoria al menos a los trabajadores de los centros sociosanitarios, que est¨¢n en contacto con personas vulnerables. Una encuesta publicada por la consultora Appinio en Espa?a entre 1.000 participantes que respondieron a trav¨¦s de su aplicaci¨®n muestra que el 67% de los preguntados est¨¢ a favor de que la vacunaci¨®n sea obligatoria en colectivos que tratan con personas especialmente vulnerables como el personal sanitario.
Aqu¨ª hay una opci¨®n a priori m¨¢s garantista, que proponen los t¨¦cnicos del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud: hacer pruebas dos veces por semana a quienes se nieguen a inocularse y valorar su traslado de puesto. Aunque es legal y sobre el papel posible, presenta un problema log¨ªstico: en las residencias, seg¨²n se quejan las patronales, no tienen otras tareas que darles a quienes han sido contratados expresamente para cuidar a los ancianos.
En ¨²ltima instancia, tendr¨¢n que ser los jueces quienes resuelvan desde conflictos laborales ocasionados por la vacuna hasta si es legal pedir un certificado vacunal para entrar a un establecimiento. ¡°Los tribunales est¨¢n tumbando estas medidas en Espa?a porque no las ven proporcionales¡±, asegura Nuria Amarilla, de la Asociaci¨®n de Juristas de la Salud. ¡°Tenemos una ley de medidas especiales de Salud P¨²blica que permite un amplio margen de actuaci¨®n, lo cual es positivo para poder interpretarla seg¨²n el contexto. Hay veces que las leyes quieren ser muy concretas y luego no contemplan justo lo que pasa en la vida real¡±, subraya. Con esta ley en la mano, un magistrado autoriz¨® a la vacunaci¨®n forzosa de unos ni?os cuyos padres se negaban a que les pinchasen contra el sarampi¨®n tras un brote en Granada. Fue en 2010, en un contexto muy particular con caracter¨ªsticas muy distintas a la de la pandemia de covid.
¡°Tenemos una ley de medidas especiales de Salud P¨²blica que permite un amplio margen de actuaci¨®n¡±
Los expertos abogan por persuadir antes que obligar. Los antivacunas ac¨¦rrimos tienen alg¨²n peso en pa¨ªses como Francia y Estados Unidos, pero incluso all¨ª no dejan de ser muy minoritarios. En Espa?a son irrelevantes. A ellos ser¨¢ casi imposible convencerles, pero s¨ª hay posibilidad de hacer cambiar de opini¨®n a los dudosos, opina en un art¨ªculo de la BBC David Robson, autor del libro La trampa de la inteligencia: por qu¨¦ la gente inteligente hace tonter¨ªas. Aboga por escuchar en lugar de imponer, ser respetuoso con las opiniones y temores ajenos y tratar de establecer un di¨¢logo, en lugar de un discurso.
Robson explica la teor¨ªa de las cinco C, postulada antes de la pandemia. Es un modelo psicol¨®gico que establece cinco factores que influyen en la toma de decisiones de las personas con respecto a la salud y sobre los que se puede trabajar para declinar al mayor n¨²mero de personas del lado de la balanza de la vacunaci¨®n. Son confianza (en la seguridad de las vacunas, los pol¨ªticos¡), complacencia (si una persona considera que su salud est¨¢ en riesgo), c¨¢lculo (de coste-beneficio), conveniencia (la capacidad de acceso a la vacuna) y responsabilidad colectiva (la voluntad de proteger a los dem¨¢s de la infecci¨®n).
?Proteger o protegerse?
La vacunaci¨®n para cualquier enfermedad, ya sea obligatoria o voluntaria, tiene fundamentalmente dos objetivos: proteger al individuo que la toma para no enfermar, o/y proteger a la sociedad con la llamada inmunidad colectiva, que se basa en que si un amplio porcentaje de la poblaci¨®n est¨¢ inmunizada, el pat¨®geno ya no tiene por d¨®nde circular y acaba desapareciendo. El porcentaje de personas necesarias para alcanzar este umbral depende de dos factores: la efectividad de las vacunas para evitar el contagio y la capacidad de infecci¨®n del virus. Si al principio de la pandemia se pens¨® que con buenos medicamentos se podr¨ªa lograr con un 70% de la poblaci¨®n inmunizada, la variante delta ha disparado hoy esta cifra, que se sit¨²a seguramente por encima del 90%, si es que se puede conseguir con las vacunas actuales.
??igo de Miguel Beriain investigador de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, experto en Bio¨¦tica, doctor en Derecho y en Filosof¨ªa, afirma que si se decidiera hacer la vacunaci¨®n obligatoria habr¨ªa que explicar muy bien cu¨¢l de esos dos objetivos se persigue y contar con datos fiables que avalen la decisi¨®n. ¡°Puede ser ¨¦tica la obligaci¨®n, pero con muchos condicionantes¡±, sostiene. ¡°Si es para proteger a los ciudadanos que se la inoculan, como sucede con el cintur¨®n de seguridad, habr¨¢ que estar muy seguro de que el riesgo-beneficio es favorable para todas personas que reciben la vacuna por mandato. Para la gran mayor¨ªa lo ser¨¢, pero esto est¨¢ menos claro conforme baja la edad y se desconoce en ni?os, para quienes todav¨ªa no hay aprobado un f¨¢rmaco¡±, razona.
Es precisamente este argumento el que utiliza Federico de Montalvo, presidente del Comit¨¦ Espa?ol de Bio¨¦tica, para defender que el debate de la obligatoriedad tendr¨¢ que llegar en un futuro no muy lejano. En Espa?a hay un 11% de la poblaci¨®n con menos de 12 a?os. Para ellos no hay todav¨ªa una profilaxis y, los riesgos de enfermar gravemente o morir son tan min¨²sculos, que por segura que sea la vacuna el d¨ªa que se apruebe, un porcentaje ¨ªnfimo de efectos secundarios graves ya situar¨ªan los riesgos por encima de los beneficios. ¡°Si vamos a vacunarlos para lograr la inmunidad de grupo, quiz¨¢s tendr¨ªamos que preguntarnos si no es m¨¢s ¨¦tico vacunar forzosamente a los mayores que no quieren¡±, sostiene. Beriain cuestiona tambi¨¦n la obligatoriedad para alcanzar la inmunidad de grupo: ¡°Por un lado, no se sabe en qu¨¦ punto est¨¢. Por otro, las vacunas no son 100% esterilizantes. Hay otras medidas menos invasivas de derechos que pueden dar buenos resultados para proteger al resto de la poblaci¨®n, como pedir certificados de vacunaci¨®n para ciertas actividades¡±.
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