Beatriz Ranea: ¡°Ning¨²n partido pol¨ªtico se atreve realmente a tocar la prostituci¨®n¡±
La soci¨®loga aboga por un cambio de foco en la pol¨ªtica para afrontar este problema estrechamente ligado a la trata y la explotaci¨®n sexual en el que tambi¨¦n se ponga en el centro a los hombres prostituidores
¡°Voy a intentar sintetizar¡± es lo que siempre dice Beatriz Ranea (39 a?os, ¡°madrile?a de identidad mostole?a¡±), pero los temas sobre los que habla, escribe y ense?a en la Universidad Complutense de Madrid esta doctora en Sociolog¨ªa no son exactamente f¨¢ciles ni resumibles. El t¨ªtulo de su ¨²ltimo libro da una idea, Puteros: hombres, masculinidad y prostituci¨®n, publicado por Catarata el a?o pasado. Tambi¨¦n da una idea del cambio de foco que cree que es necesario en torno a la prostituci¨®n, la explotaci¨®n sexual y la trata, tres cuestiones estrechamente ligadas que llevan varios a?os en medio del debate pol¨ªtico porque mientras el consenso es obvio en cuanto a la erradicaci¨®n de la trata de seres humanos y la explotaci¨®n sexual, no lo es para la prostituci¨®n: ?mayor¨ªa abolicionista?, s¨ª, pero tambi¨¦n regulacionismo.
Ranea, en cualquier caso, est¨¢ convencida de que la pol¨ªtica est¨¢ fallando al enfocarlas. Y retras¨¢ndose. Lo apunta cuando habla de la ley de trata, que lleva m¨¢s de dos a?os entrando y saliendo de cajones y llega a final de diciembre pr¨¢cticamente en el mismo lugar que en marzo, cuando el Gobierno decidi¨® volverla a poner en marcha despu¨¦s de que todos los tr¨¢mites por los que ya hab¨ªa pasado decayeran tras las elecciones del 23-J de 2023. Una norma en la que la palabra prostituci¨®n no aparece ni parece que vaya a hacerlo.
Pregunta. Uno de los motivos son las diferencias pol¨ªticas dentro de la izquierda sobre c¨®mo afrontarla, abolici¨®n frente a regulaci¨®n, pero, ?qu¨¦ m¨¢s hay?
Respuesta. No termina de cerrarse porque es una cuesti¨®n que toca la ra¨ªz de las desigualdades de sexo y g¨¦nero, de clase, origen, etnicidad. Tambi¨¦n porque en Espa?a contamos con una cultura putera muy arraigada, y con una industria de la explotaci¨®n sexual muy fuerte y muy bien asentada. Para atreverse a cambiar todo lo que hay que remover para abordar de forma integral la prostituci¨®n, hace falta mucha voluntad pol¨ªtica y una mirada transformadora.
P. ?Y no existen?
R. Creo que nadie, ning¨²n partido pol¨ªtico, se atreve realmente a tocar la prostituci¨®n, a mirar en profundidad la situaci¨®n que atraviesan las mujeres, que siguen siendo consideradas como las nadies, ni a acabar con ese privilegio masculino que es tener la libertad de acudir a los espacios de prostituci¨®n y pagar por tener a mujeres sexualmente disponibles para ellos.
P. ?Por qu¨¦ no? ?Ese privilegio masculino no genera ya un amplio rechazo social?
R. No del todo. Esto lo dice muy bien Beatriz Gimeno cuando dice que hay que conseguir ganar el debate social. Para eso hay que construir una narrativa que consiga explicar por qu¨¦ la prostituci¨®n es una cuesti¨®n que choca radicalmente con el camino hacia la igualdad, y que cale en el imaginario. Tenemos muchos textos, estudios, an¨¢lisis, pero desde el plano pol¨ªtico, falla.
P. A pesar de todo eso que ya hay, las expertas coincid¨ªs en que sigue sin haber una fotograf¨ªa certera.
R. No la hay, no. No hay datos a nivel macrosocial en muchos sentidos. Algunos de ellos son muy dif¨ªciles de conseguir porque son contextos muy ocultos, clandestinos, porque hay mujeres que entran y salen de la prostituci¨®n con frecuencia. Son datos complejos, a veces parciales, pero deber¨ªa hacerse todo el esfuerzo en buscarlos.
P. Siempre hablamos de las cifras de mujeres en prostituci¨®n, ?pero qu¨¦ pasa con las de ellos, las de los prostituidores?
R. Tambi¨¦n falta ese dato actualizado, que eso es algo relativamente m¨¢s asequible de conseguir si el CIS vuelve a preguntar por ello, como ya lo hizo en 2009. Y tambi¨¦n los datos de la industria, esa econom¨ªa il¨ªcita, criminal, de la que el Estado tiene algo de informaci¨®n al respecto, pero como en el resto, falta m¨¢s profundidad. Y despu¨¦s, la transparencia de toda esa informaci¨®n.
P. Ser¨ªa as¨ª m¨¢s f¨¢cil ver c¨®mo se ajustan a la realidad las distintas posiciones, las de quienes defienden que la inmensa mayor¨ªa de las mujeres en prostituci¨®n son v¨ªctimas de trata y explotaci¨®n y quienes insisten en que no es tan inmensa esa mayor¨ªa y muchas lo hacen libremente, como un trabajo m¨¢s.
R. Al final el debate gira en torno a esto, a la libertad de las mujeres para prostituirse. ?Las hay que realmente se dedican a eso porque quieren? Las hay, pero cu¨¢ntas son. ?Son muchas, pocas, en comparaci¨®n a todas las que son prostituidas, explotadas? No parece, no lo sabemos. Y entre las que s¨ª, las que quieren, c¨®mo y por qu¨¦ quieren. Porque en esta sociedad, a todas y todos nos atraviesan condiciones que nos abocan a firmar contratos precarios, por ejemplo, o a acabar en determinados contextos, como pueden ser los de prostituci¨®n. Las condiciones econ¨®micas y sociales de todas, las espec¨ªficas de las migrantes, la discriminaci¨®n, la exclusi¨®n social o la situaci¨®n de las mujeres trans, que no es casualidad que en prostituci¨®n nos encontremos a tantas mujeres trans. ?Qu¨¦ libertad es esa? Eso no es libertad. Es supervivencia. Pero pregunt¨¦monos otra cosa.
P. Cu¨¢l.
R. Qu¨¦ libertad tienen los hombres, c¨®mo y por qu¨¦ la usan para elegir demandar prostituci¨®n. Creo que esta es la gran pregunta porque cambia el enfoque, la mirada, y somete a una gran contradicci¨®n a las personas que desde posiciones de izquierdas defienden la regulaci¨®n de la prostituci¨®n. Al final, defender la regulaci¨®n de la prostituci¨®n es normalizar tambi¨¦n la demanda de prostituci¨®n. El debate tiene que dejar de girar solo en torno a ellas, hay que incorporar al debate a los hombres, sino ellos acaban desapareciendo de la cuesti¨®n.
P. ?Con qu¨¦ consecuencias?
R. Con las del impacto que tiene la existencia de la prostituci¨®n en el desarrollo de una sociedad m¨¢s igualitaria. Es un muro infranqueable. El modelo de masculinidad, que puede sentirse m¨¢s interpelado fuera de los contextos de prostituci¨®n, se ve reafirmado en ellos. Ah¨ª se refuerzan los privilegios masculinos que fuera tanto estamos criticando, justo en este momento, en el que hablamos m¨¢s que nunca antes de la necesidad de transformaci¨®n de la masculinidad.
P. Y, aparte de ese cambio de marco, ?qu¨¦ m¨¢s cree esencial, qu¨¦ har¨ªa si estuviese en su mano?
R. Primero, poner todos los recursos necesarios para que las mujeres en contextos de prostituci¨®n que quieran salir de ellos puedan hacerlo, y para su protecci¨®n: econ¨®micos, habitacionales, formativos, de restituci¨®n y recuperaci¨®n psicol¨®gica, todos. La segunda, abolir o reformar la Ley de Extranjer¨ªa, que afecta de forma directa a las mujeres migrantes y que son la mayor¨ªa de las mujeres que han sufrido trata y son explotadas sexualmente. La tercera, el refuerzo y blindaje de la prohibici¨®n del proxenetismo y la inclusi¨®n otra vez de la tercer¨ªa locativa [a aquellos que alquilan o ponen a disposici¨®n espacios para que se ejerza la prostituci¨®n] en el C¨®digo Penal. Y la cuarta, trabajar la educaci¨®n sexual y afectiva desde temprana edad, porque es una herramienta de prevenci¨®n, de evitar los roles de g¨¦nero y ese modelo de masculinidad con el que intentamos acabar. Que los hombres aprendan desde muy pronto algo tan sencillo pero a la vez tan dif¨ªcil al parecer que es ver a las mujeres como a iguales, solo as¨ª puedes establecer una aut¨¦ntica barrera para que no se conviertan en puteros.
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