La ingeniera espa?ola que dirige el mejor laboratorio acad¨¦mico del mundo de coches sin conductor

Raquel Urtasun (Pamplona, 1976) habla del futuro con la certeza de que ella puede inventarlo: "Intentar dar con soluciones que no ha encontrado nadie era un reto que me gustaba mucho", dice. Por eso se meti¨® a trabajar en inteligencia artificial hace m¨¢s de una d¨¦cada. De momento, el ¨²nico instrumento que produce inteligencia original es el cerebro humano. Pero eso no demuestra que siempre vaya a ser el ¨²nico, dice: "El cerebro humano demuestra la existencia de un cerebro que no puedes replicar artificialmente y que tiene inteligencia extrema, pero no significa que sea la ¨²nica manera de alcanzarla".

"Si lo hace un humano, lo puede hacer un robot", cree

Urtasun dice esto sin pretensi¨®n, como quien habla sin m¨¢s de su trabajo cotidiano. Su labor en el laboratorio que dirige en la Universidad de Toronto y Uber es usar sus algoritmos hasta que sean capaces de pensar como para llevar un coche: "El razonamiento que necesitar¨¢ la conducci¨®n aut¨®noma es muy peque?o comparado con la inteligencia artificial general". La "inteligencia artificial general" ser¨¢ una m¨¢quina que razone como un humano. Eso no est¨¢ cerca pero, seg¨²n Urtasun, ocurrir¨¢: "Si lo hace un humano, lo puede hacer un robot", cree.

Tambi¨¦n sin pretensi¨®n dice que no hay ning¨²n laboratorio acad¨¦mico como el suyo: "Mi laboratorio es considerado el mejor del mundo en investigaci¨®n acad¨¦mica de conducci¨®n aut¨®noma", dice en Washington durante una conferencia de Uber Elevate, la divisi¨®n de la empresa que trabaja en taxis a¨¦reos, y donde convers¨® con EL PA?S.

Desde la Universidad P¨²blica de Navarra

Urtasun estudi¨® ingenier¨ªa de telecomunicaciones en la Universidad P¨²blica de Navarra en los a?os 90. Su hermano y ella fueron los primeros en ir a la universidad en su familia. "Me gustaban mucho las mates y la f¨ªsica. Luego cambi¨¦ a inform¨¢tica con el doctorado", explica.

En el ¨²ltimo a?o, se fue a Francia a hacer el proyecto fin de carrera. Pens¨® que volver¨ªa al acabar. Pero de all¨ª salt¨® a Suiza, al MIT en Boston, Berkeley, y luego Chicago y Toronto. Y hasta hoy. Solo regresa a Espa?a de visita. Urtasun, que habla muy r¨¢pido, tiene a menudo que saltar al ingl¨¦s mientras charla en espa?ol para expresarse con soltura.

El trabajo en conducci¨®n aut¨®noma est¨¢ mayoritariamente en manos de grandes empresas, que tienden a guardar sus secretos. Urtasun rechaz¨® las ofertas de grandes compa?¨ªas tecnol¨®gicas ¨C"durante muchos a?os la industria me llam¨® para dirigir laboratorios"¨C, pero si no pod¨ªa investigar y publicar, no iba a aceptar.

Todos los que ven¨ªan a llamarla eran recibidos con una lista de condiciones: la principal era que su trabajo deb¨ªa ser p¨²blico. "Si quieres tener cient¨ªficos que trabajen en la conducci¨®n aut¨®noma, necesitas dejarles publicar. Si no, no vas a tener a los mejores. Uber lo entendi¨® en seguida", dice.

"En la universidad hab¨ªa llegado a lo m¨¢ximo que pod¨ªa hacer en mi carrera y dar a mis estudiantes"

Un coche que circule solo es un peque?o milagro de ciencia e ingenier¨ªa. Urtasun hab¨ªa creado una serie de algoritmos que se usaban en otros proyectos de conducci¨®n aut¨®noma. Fue cuando tuvo claro que deb¨ªa saltar al sector privado: "La raz¨®n por la que hace 2 a?os y medio decid¨ª hacer esto fue que en la universidad hab¨ªa llegado a lo m¨¢ximo que pod¨ªa hacer en mi carrera y dar a mis estudiantes. Ten¨ªa entonces un equipo de veintitantos [ahora son m¨¢s de 60]. Necesitas un equipo muy grande para saber qu¨¦ necesita ciencia y qu¨¦ ingenier¨ªa. En la universidad ten¨ªa que adivinarlo, pero nunca lo sab¨ªa. En la industria todo el mundo usaba mis algoritmos menos yo. Era la ¨²nica que no los convert¨ªa en realidad. Era el momento de mi carrera donde decid¨ª que no solo quer¨ªa hacer ciencia sino una ciencia que cambie para mejor", explica.

En 2017 obtuvo la ayuda y el presupuesto para afinar m¨¢s su trabajo gracias al acuerdo con Uber: "Mis estudiantes ven¨ªan conmigo y pod¨ªan hacer las tesis, todo lo que hacemos puede publicarse y la labor del laboratorio deber¨ªa ser importante para el programa".

Su carrera era un ¨¦xito apabullante, pero el camino no hab¨ªa sido sencillo: "Es dif¨ªcil ser una mujer en tecnolog¨ªa", dice Urtasun. Siempre le ha parecido as¨ª, incluso ahora cuando con solo 43 a?os ya es una cient¨ªfica reconocida en su ¨¢mbito: "Si la gente no sabe qui¨¦n soy, igual hacen m¨¢s caso a mis estudiantes chicos hasta que ven la tarjeta con mi nombre", dice. Toda la gente que ha ignorado a Urtasun quiz¨¢ le ha hecho un favor: "Soy una persona muy tozuda: si alguien me dice que no valgo le voy a probar que s¨ª valgo. Por eso he llegado desde Pamplona y una universidad que nadie conoce a donde estoy ahora. No me dejo convencer de algo. He tenido que luchar mucho. Me sigue pasando ahora en general, no en Uber", explica.

"Si la gente no sabe qui¨¦n soy, igual hacen m¨¢s caso a mis estudiantes chicos hasta que ven la tarjeta con mi nombre"

Urtasun habla maravillas de Uber, a pesar de haber llegado en 2017 gracias al anterior presidente ejecutivo, Travis Kalanick. Durante los primeros meses de aquel a?o, la empresa salt¨® de pol¨¦mica en pol¨¦mica sobre el trato sexista y autoritario a mujeres y conductores. Urtasun, en cambio, dice que no tiene ninguna queja.

Su equipo es de hecho un canto expreso a la diversidad. Junto a ella, tiene en Uber a otras dos mujeres al mando. Explica al menos dos ventajas de tener un equipo dirigente diverso: primero, a la hora de reclutar y promocionar. "Somos m¨¢s conscientes del posible sesgo. Siempre nos hacemos la pregunta: con este candidato, hay alg¨²n sesgo en el modo en que se expresa, se presenta. Los hombres son m¨¢s lanzados y te dicen que han hecho esto y aquello. Es algo que est¨¢ en nuestra conciencia", dice.

Dos, a la hora de analizar las soluciones a los problemas que van surgiendo. "Si coges a un equipo muy bueno pero todos formados de la misma manera vas a tener muchas menos opiniones", dice. Sus opiniones sobre el camino a seguir van a ser menos variadas. Eso no es lo que conviene a un grupo de investigadores que deben imaginar soluciones que nadie ha explorado: "As¨ª educo a mi equipo. Siempre pensad si hay otras posibilidades y entre ellas cu¨¢l es la mejor. La diversidad te ayuda a tener m¨¢s opciones y mirar el mundo de m¨¢s maneras y eso es muy importante. No porque seas una mujer vas a tener mejores ideas. Pero imagina que tienes una idea y estoy de acuerdo. Cuando la presentes voy a decir s¨ª y no voy a retarte. Pero si tengo una opini¨®n distinta voy a desafiarte: ?por qu¨¦ piensas que eso es justo? Te acabo impulsando. Acabas haciendo un mejor trabajo", explica.

"En la industria los algoritmos de inteligencia artificial que se usan son muy simplistas"

El reto de Urtasun con la conducci¨®n aut¨®noma es hacer pensar al coche: "T¨ªpicamente en la industria los algoritmos de inteligencia artificial que se usan son muy simplistas y no hacen razonamientos. Los algoritmos que hacemos nosotros s¨ª razonan y toman decisiones. Por ejemplo si te ense?o algo, tu cerebro dice en los primeros milisegundos 'ah es eso' y luego lo miras mejor y empiezas a pensar y ves que igual es esto o eso u otra cosa. Ese tipo de algoritmo es el que estamos intentando hacer".

No es el ¨²nico reto. La ingenier¨ªa de meter un ordenador potente dentro de un coche no es poca cosa, m¨¢s cuando debe funcionar siempre y al margen de la fiabilidad de la red. Otro drama para avanzar en la conducci¨®n aut¨®noma es el mapeado. Un coche que va solo no necesita leer un mapa como el de Google Maps. Tiene que "ver" c¨®mo es su alrededor: "Necesita tener el mundo en tres dimensiones para que pueda saber d¨®nde est¨¢ con gran precisi¨®n: tienen carriles, l¨ªnea continua doble, qui¨¦n tiene preferencia", dice Urtasun. Sus algoritmos permiten tambi¨¦n hacer este trabajo m¨¢s f¨¢cil.