No solo de ¡®poltergeist¡¯ viven los fantasmas
Movistar+ estrena la tercera temporada de ¡®Fantasmas¡¯, la comedia brit¨¢nica que transcurre en una amable casa encantada
Si la escena de la pelota de Al final de la escalera o el payaso de Poltergeist se encuentran en un extremo del cine de fantasmas, aquel capaz de despertar los terrores m¨¢s primarios y de impedir que ni siquiera el esc¨¦ptico m¨¢s recalcitrante quiera quedarse solo en casa de noche despu¨¦s de verlas, los amables esp¨ªritus de Fantasmas, la serie de la BBC de la que Movistar+ acaba de estrenar la tercera temporada, se sit¨²an justo en el otro lado. Todas las culturas desde la antig¨¹edad han producido relatos de fantasmas, seguramente con la esperanza de que la muerte no sea el final, pero no tienen por qu¨¦ ser necesariamente terror¨ªficos.
Los fantasmas, como ocurre con los vampiros y otros seres sobrenaturales, deben cumplir una serie de normas: haber padecido una muerte violenta o haber dejado atr¨¢s una misi¨®n sin terminar en esta vida; suelen estar profundamente ligados a un lugar ¡ªnormalmente una casa, aunque tambi¨¦n pueden aparecerse en una curva como en el relato infantil o en un bosque¡ª. A veces llevan cadenas ¡ªcomo el espectro griego de la Carta sobre los fantasmas de Plinio el Joven¡ª; a veces interact¨²an con los humanos, otras se pasan la eternidad olvidados en la m¨¢s oscura soledad; algunos, como el Comendador en Don Juan Tenorio, regresan para cobrarse su venganza. En ocasiones son malvados, con un horror que se remonta m¨¢s all¨¢ del tiempo como en los cuentos de M. R. James, pero en muchas otras son bondadosos. Y, desde tiempos inmemoriales, en muchas culturas cuando las noches se van haciendo m¨¢s cortas, tienen la costumbre de vagar con mayor intensidad por la tierra en torno al 1 de noviembre.
Los espectros que protagonizan la comedia de la BBC, que arranc¨® en 2019 con temporadas breves y cap¨ªtulos de media hora, son entre encantadores (nunca mejor dicho) y pat¨¦ticos. Basta con decir que el m¨¢s inteligente de todos ellos es un cavern¨ªcola que lleva atrapado en la mansi¨®n (m¨¢s bien en el terreno donde luego se construy¨® la casa) desde la Edad de Piedra y que ha acabado por aficionarse al ajedrez. Pertenecen a distintas ¨¦pocas, arrastran diferentes dramas hasta el presente y todos ellos son tronchantes. Su humor est¨¢ a medio camino entre las comedias de situaci¨®n brit¨¢nica, aquella deliciosa pel¨ªcula de Antonio Pietrangeli con Marcelo Mastroianni, Fantasmas de Roma, en el que unos espectros hacen todo lo posible para que no se venda la casa que habitan, y Fiz de Cotovelo, el fantasma despistado que vaga por la fraga en la que transcurre la pel¨ªcula de Jos¨¦ Luis Cuerda El bosque animado.
La historia arranca cuando un matrimonio, formado por una joven tremendamente inteligente y resolutiva y su marido tan voluntarioso como poco iluminado, heredan por sorpresa una decr¨¦pita mansi¨®n campestre en la que viven los fantasmas. Ella tiene un accidente, una experiencia cercana a la muerte, y de repente los puede ver, o¨ªr y hablar con ellos. Al principio son una pesadilla mutua: los fantasmas quieren echar como sea a los nuevos inquilinos, convirti¨¦ndose en una presencia machacona para ella. Al final, hacen las paces y acaban por formar algo parecido a una familia.
Fuerzas invisibles
En el pr¨®logo del excelente volumen La vieja se?ora Jones y otros cuentos de fantasmas (Reino de Redonda), de Charlotte Riddell, la profesora y autora de cuentos espectrales Pilar Pedraza explica as¨ª la antigua relaci¨®n de nuestra imaginaci¨®n con los esp¨ªritus y con las casas que habitan: ¡°La mansi¨®n feudal se ha erguido siniestra contra el cielo brumoso y ha ido cambiando en la modernidad, conteniendo los fantasmas de los hombres y mujeres que vivieron el cambio de r¨¦gimen de la sociedad estamentos a la de clases. La era industrial, y despu¨¦s la tecnol¨®gica, donde estamos nosotros ahora, agazapados en la digitalizaci¨®n a la espera del Apocalipsis, han ido dej¨¢ndola atr¨¢s¡±.
La tecnolog¨ªa, la velocidad, los avances cient¨ªficos y una sociedad cada m¨¢s segura de s¨ª misma pueden haber arrinconado a los esp¨ªritus, pero no han acabado con ellos. Como reconoce Pilar Pedraza en el mismo pr¨®logo, los fantasmas se crecen en los momentos de crisis, ¡°cuando flota en el aire el olor ambiguo de una gran mudanza no solo clim¨¢tica y sist¨¦mica, sino tambi¨¦n cultural¡±. El historiador Roger Clarke, autor de del ensayo Una historia de los fantasmas (Siruela), explicaba recientemente as¨ª por qu¨¦ los fantasmas se hab¨ªan multiplicado durante la pandemia: ¡°La gente se siente mucho m¨¢s vulnerable y presa de fuerzas primigenias. Nos volvemos m¨¢s supersticiosos en general durante una crisis econ¨®mica, ambiental o gubernamental. En esos momentos, los fantasmas de repente parecen representantes de fuerzas invisibles que afectan a nuestra vida cotidiana¡±.
Humor sin piedad
Una de las muchas virtudes de la serie de la BBC es precisamente meter esas fuerzas invisibles en la vida cotidiana del siglo XXI, mezclar el pasado y el presente, re¨ªrse con cari?o y sin piedad de los ingleses ¡ªuno de los fantasmas es un diputado conservador que muri¨® durante un esc¨¢ndalo sexual y que tiene que pasarse la eternidad en calzoncillos, pero con chaqueta y corbata¡ª y, a la vez, respetar las viejas tradiciones de los relatos de fantasmas anglosajones.
El ensayista Peter Ackroyd, bi¨®grafo de Dickens y Shakespeare y autor de una famosa historia de Londres, escribe en The English Ghost. Spectres through Time (Fantasmas ingleses. Espectros a trav¨¦s del tiempo): ¡°La popularidad de los fantasmas ingleses ¡ªen Inglaterra se ven m¨¢s fantasmas que en ning¨²n otro lugar¡ª est¨¢ profundamente arraigada en su peculiar mezcla de las culturas germ¨¢nica, n¨®rdica y brit¨¢nica. Los fantasmas representan tambi¨¦n un puente de luz entre el pasado y el presente, entre los vivos y los muertos. Representan la continuidad, aunque sea espectral¡±. En ese sentido, los esp¨ªritus de Fantasmas recorren la historia brit¨¢nica: un caballero decapitado, una mujer quemada por bruja, una dama que parece sacada de una novela de Jane Austen, un pol¨ªtico de doble vida educado en Cambridge¡
Una de las muchas subtramas de la serie recurre a otro de los grandes temas de las historias de fantasmas benignas: el amor m¨¢s all¨¢ del tiempo y de la muerte. Es conocida la afici¨®n del escritor Javier Mar¨ªas por la pel¨ªcula El fantasma y la se?ora Muir, el cl¨¢sico de 1947 de Joseph L. Mankiewicz, en la que una maravillosa Gene Tierney se enamora del esp¨ªritu de un viejo capit¨¢n de barco cascarrabias, encarnado por Rex Harrison, que encanta una mansi¨®n junto al mar. Mar¨ªas sostiene que es la ¨²nica pel¨ªcula en la que, precisamente por la empat¨ªa que sentimos hacia la protagonista, estamos deseando que se muera. ¡°Es la pel¨ªcula que en mi opini¨®n ha llegado m¨¢s lejos en algo a lo que ni el cine ni la literatura se han atrevido a menudo¡±, escribi¨® Mar¨ªas en un c¨¦lebre art¨ªculo recogido en el libro Donde todo ha sucedido (Galaxia Gutenberg), ¡°la abolici¨®n del tiempo, la visi¨®n del futuro como pasado y del pasado como futuro, la reconciliaci¨®n con los muertos y el deseo sereno e ¨ªntimo de ser por fin uno de ellos¡±.
Con menos delicadeza y profundidad, aunque con bastante gracia, en Fantasmas el esp¨ªritu de un poeta rom¨¢ntico de tres al cuarto se enamora de la due?a de la casa. En uno de los primeros episodios de la serie, el espectro lo formula as¨ª: ¡°T¨² est¨¢s casada, yo estoy muerto, no puede funcionar nunca ?o s¨ª?¡±. El gran cantautor franc¨¦s Georges Brassens, del que se acaban de celebrar los 100 a?os de su nacimiento, lo expresa de otra manera en su canci¨®n El fantasma, que relata c¨®mo un mortal se enamora de un esp¨ªritu cuando descubre que es una atractiva mujer. ¡°Tengo mil a?os m¨¢s que usted¡±, replica el fantasma ante la declaraci¨®n de amor. ¡°El tiempo, se?ora, no nos importa¡±, responde el enamorado. La deliciosa serie Fantasmas va precisamente de eso, de una casa encantada en la que ni el tiempo ni las barreras entre la vida y la muerte tienen demasiada importancia.
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