La gente que alimenta a Estados Unidos est¨¢ pasando hambre
El cambio clim¨¢tico est¨¢ agravando una crisis nacional, dejando a los trabajadores agr¨ªcolas con platos vac¨ªos ante el aumento del costo de los alimentos
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Inmersa en una llanura esmeralda, bajo una hilera de ¨¢rboles que ofrecen un respiro del calor sofocante, Rosa Morales reubica matas de chipil¨ªn, una leguminosa centroamericana. La mujer de 34 a?os ha estado viniendo al Campesinos¡¯ Garden, administrado por la Farmworker Association of Florida, durante los ¨²ltimos seis meses. Y cada vez se lleva a casa unos pocos alimentos. La peque?a parcela es una fuente cada vez m¨¢s vital de comida para alimentar a su familia.
Desde que se mud¨® a los Estados Unidos hace 16 a?os, Morales ha sido trabajadora agr¨ªcola en granjas y viveros locales. Acepta trabajos estacionales que le garantizan los ingresos para cuidar a sus cinco hijos, de entre 18 meses y 15 a?os.
Este a?o, recogi¨® ar¨¢ndanos hasta que la temporada termin¨® en mayo, ganando un d¨®lar por libra. En un buen d¨ªa pod¨ªa llegar a ganar 8 d¨®lares por hora, menos del salario m¨ªnimo del Estado, que es de 12. Lo hac¨ªa trabajando bajo un calor brutal, con poca protecci¨®n frente al sol, los pesticidas o los herbicidas. Con escasa agua disponible, el riesgo de deshidrataci¨®n o un golpe de calor nunca estuvo lejos de su mente. Pero este es el tipo de cosas que debe soportar para asegurarse de que su familia est¨¦ alimentada. ¡°Realmente no tengo muchas opciones¡±, se?ala.
Su esposo trabaja como techador, pero a medida que el cambio clim¨¢tico disminuye el rendimiento de los cultivos e intensifica el clima extremo, ha habido menos trabajo para ambos. Y batallan para cubrir el alquiler, as¨ª como la creciente factura del supermercado. ¡°Es dif¨ªcil¡±, dice Morales. ¡°El calor est¨¢ aumentando, pero los salarios no¡±. As¨ª, el Campesinos¡¯ Garden ayuda a cerrar la brecha entre su salario y el costo de los alimentos.
Su historia saca a relucir una crisis escondida pero creciente: aquellos que garantizan que Estados Unidos tenga alimentos est¨¢n pasando hambre. Aunque nadie puede decir con certeza cu¨¢ntos trabajadores agr¨ªcolas sufren inseguridad alimentaria (los estudios locales sugieren que oscila entre el 52% y el 82%), los activistas est¨¢n seguros de que ese n¨²mero est¨¢ a la alza, impulsado en gran parte por el cambio clim¨¢tico.
Los aproximadamente 2,4 millones de trabajadores agr¨ªcolas que son la columna vertebral de la industria agr¨ªcola estadounidense perciben uno de los salarios m¨¢s bajos del pa¨ªs. El promedio de los hogares estadounidenses gasta m¨¢s de 1.000 d¨®lares mensuales en alimentos, una suma casi inimaginable para las familias que ganan tan solo 20.000 d¨®lares al a?o, especialmente cuando los costos de los alimentos han aumentado m¨¢s del 25% desde 2019. Tener que lidiar con estos crecientes costos no es un desaf¨ªo exclusivo de los agricultores, pero estos trabajadores son particularmente vulnerables porque son, en gran medida, invisibles para el sistema pol¨ªtico estadounidense.
¡°Cuando hablamos de las cadenas de suministro y del aumento de los precios de los alimentos, no estamos pensando en la gente que produce esos alimentos¡±, dijo Nezahualcoyotl Xiuhtecutli, que trabaja con la National Sustainable Agriculture Coalition para proteger a los agricultores de los riesgos ocupacionales y la explotaci¨®n laboral. Pocas personas, adem¨¢s de los propios trabajadores, reconocen que el hambre es un problema para la comunidad, asegura, o que se ve exacerbado por el cambio clim¨¢tico. La disminuci¨®n del rendimiento del campo que puede presentarse tras periodos de calor extremo y debido a las perturbaciones provocadas por inundaciones, huracanes u otros eventos clim¨¢ticos conduce inevitablemente a menos trabajo, lo que exacerba a¨²n m¨¢s la crisis.
Tampoco existe mucha ayuda disponible. Inscribirse en los programas de asistencia federal no es una opci¨®n para aproximadamente el 40% de los trabajadores agr¨ªcolas indocumentados; incluso aquellos que tienen derecho a esa ayuda pueden mostrarse reacios a buscarla. En lugar de estos recursos, un n¨²mero cada vez mayor de organizaciones est¨¢ llenando los vac¨ªos que dejan los programas gubernamentales a trav¨¦s de despensas, sistemas colaborativos de alimentos y huertos comunitarios por todo Estados Unidos.
¡°Es m¨¢s f¨¢cil pretender que esas poblaciones no existen¡±
Hist¨®ricamente, los ¨ªndices de hambre entre los trabajadores agr¨ªcolas han sido peores durante el invierno debido a la estacionalidad de su trabajo. Sin embargo, el cambio clim¨¢tico y la inflaci¨®n han hecho de la inseguridad alimentaria un problema creciente durante todo el a?o. En septiembre, por ejemplo, las lluvias torrenciales causaron graves inundaciones en el oeste de Massachusetts. Aquella inundaci¨®n diezm¨® tierras de cultivo ya devastadas por una serie de tormentas.
¡°Afect¨® la capacidad de la gente de hacer dinero y luego de brindar sustento a sus familias¡±, explica Claudia Rosales. Como directora ejecutiva del Pioneer Valley Workers Center, Rosales lucha por ampliar la protecci¨®n para los trabajadores agr¨ªcolas, una comunidad que ella conoce ¨ªntimamente. Despu¨¦s de emigrar desde El Salvador, pas¨® seis a?os trabajando en granjas, campos y viveros, y sabe lo que es experimentar inseguridad alimentaria. ¡°S¨¦ lo que es, cu¨¢nto sufre mi gente¡±, afirma Rosales. ¡°No se nos reconoce como esenciales¡ pero sin nosotros, no habr¨ªa comida en las mesas de todo este pa¨ªs¡±.
La elecci¨®n imposible entre comprar alimentos o pagar otras facturas es algo que los cient¨ªficos sociales han estudiado durante a?os. Las investigaciones muestran, por ejemplo, que las familias de bajos ingresos suelen comprar menos alimentos durante la ¨¦poca de fr¨ªo para conservar la calefacci¨®n encendida. Pero el cambio clim¨¢tico ha dado lugar a una nueva ¨¢rea de estudio: c¨®mo el calor extremo crea d¨¦ficits cal¨®ricos y nutricionales. Un estudio de 2023 en 150 pa¨ªses revel¨® que un clima inusualmente caluroso puede, en cuesti¨®n de d¨ªas, crear riesgos m¨¢s altos de inseguridad alimentaria al limitar la capacidad de ganar suficiente dinero para pagar los alimentos.
Se trata de una tendencia que Parker Gilkesson Davis, analista senior de pol¨ªticas que estudia las desigualdades econ¨®micas en el Center for Law and Social Policy, una organizaci¨®n sin fines de lucro, ve escalar a nivel nacional a medida que aumentan las facturas de los servicios p¨²blicos. ¡°Las familias definitivamente est¨¢n teniendo que lidiar con la pregunta ¡®?Qu¨¦ es lo que voy a pagar?¡±, se?al¨®. ¡°La gente, al final del mes, no come tanto, consume comidas improvisadas y no lo que consideramos una comida completa¡±.
Los programas federales como el Supplemental Nutrition Assistance Program, o SNAP, est¨¢n dise?ados para ayudar en momentos como estos. Sin embargo, un estudio nacional de casi 3.700 trabajadores agr¨ªcolas hall¨® que solo el 12,2 por ciento de ellos lo usa. Muchos agricultores no califican por su estatus migratorio, y aquellos que s¨ª, a menudo dudan en utilizar el programa por miedo a que inscribirse pueda poner en peligro su estatus. M¨¢s a¨²n, los trabajadores con un estatus legal temporal, como una visa de trabajo, o aquellos considerados ¡°inmigrantes calificados¡±, generalmente deben esperar cinco a?os antes de que puedan comenzar a recibir los beneficios del SNAP. ?nicamente seis estados proveen asistencia nutricional a sectores de la poblaci¨®n como los trabajadores agr¨ªcolas indocumentados, que no son elegibles para el programa federal.
La expiraci¨®n de los beneficios de la era covid y el aumento de los costos el a?o pasado forzaron a millones de estadounidenses a entrar en un estado de inseguridad alimentaria, pero nadie puede decir con exactitud cu¨¢ntos son trabajadores agr¨ªcolas. Sin ese conocimiento, poco progreso puede generarse para abordar la crisis, dejando que la mayor parte del problema sea atendida por las organizaciones laborales y de alivio al hambre a nivel nacional.
¡°Mi conjetura es que ser¨ªa la falta de inter¨¦s o voluntad ¡ªalgo as¨ª como una ignorancia deliberada¡ª de comprender y proteger mejor a estas poblaciones¡±, se?al¨® la cient¨ªfica social Miranda Carver Martin, quien estudia la justicia alimentaria y a los trabajadores agr¨ªcolas en la Universidad de Florida. ¡°Parte de esto es la falta de conciencia por parte del p¨²blico en general sobre las verdaderas condiciones laborales en las que se encuentran los trabajadores agr¨ªcolas. Y eso se correlaciona con una falta de inter¨¦s o recursos disponibles para construir una base de evidencia que refleje esas preocupaciones.¡±
La falta de informaci¨®n emp¨ªrica impidi¨® que Martin y sus colegas, Amr Abd-Elrahman y Paul Monaghan, crearan una herramienta para identificar las vulnerabilidades que los trabajadores agr¨ªcolas locales experimentan antes y despu¨¦s de un desastre. Martin y sus colegas descubrieron que las barreras del idioma suelen impedir que los agricultores obtengan apoyo luego de un evento clim¨¢tico extremo. Al examinar las secuelas del hurac¨¢n Idalia, encontraron casos de trabajadores agr¨ªcolas en Florida que intentaron, sin ¨¦xito, conseguir alimentos en las estaciones de emergencia: muchos de los trabajadores hablaban espa?ol y las instrucciones estaban escritas en ingl¨¦s. Ella sospecha que los mismos impedimentos pueden obstaculizar los esfuerzos de aliviar el hambre despu¨¦s de un desastre en todo el pa¨ªs.
Martin tambi¨¦n cree que se presta muy poca atenci¨®n al asunto, en parte porque algunos pol¨ªticos demonizan a los inmigrantes y porque la industria agr¨ªcola depende de la mano de obra barata. Es m¨¢s f¨¢cil ¡°pretender que esas poblaciones no existen¡±, indica. ¡°Estas desigualdades necesitan atenderse a nivel federal. Los trabajadores agr¨ªcolas son seres humanos, y nuestra sociedad los est¨¢ tratando como si no lo fueran.¡±
El ir y venir de la legislatura
Aunque los legisladores federales han comenzado al menos a considerar proteger a los trabajadores de la exposici¨®n al calor, hasta ahora no ha habido ning¨²n esfuerzo legislativo o regulatorio para atender la inseguridad alimentaria entre los trabajadores agr¨ªcolas.
De hecho, los legisladores podr¨ªan estar a punto de empeorar las cosas. En mayo, el Comit¨¦ de Agricultura de la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos, controlado por los republicanos, aprob¨® un proyecto de ley agr¨ªcola que eliminar¨ªa al SNAP y prohibir¨ªa a los Gobiernos estatales adoptar est¨¢ndares de protecci¨®n que regulen la producci¨®n agr¨ªcola y el uso de pesticidas.
La inclusi¨®n de tal disposici¨®n es ¡°decepcionante¡±, afirm¨® DeShawn Blanding, un alto representante de Washington de la Union of Concerned Scientists, una organizaci¨®n sin fines de lucro. ?l espera que la versi¨®n que eventualmente surja del Senado, controlado por los dem¨®cratas, en donde sigue estancada, incorpore otros varios proyectos de ley destinados a proteger a los trabajadores agr¨ªcolas.
Estos proyectos de ley, presentados por el senador dem¨®crata de California Alex Padilla, les dar¨ªan a los legisladores una mayor visibilidad de las necesidades y experiencias de los agricultores. Pero el mayor beneficio podr¨ªa provenir de otra propuesta que Padilla reintrodujo, la Ley de Equidad para los Trabajadores Agr¨ªcolas, que reformar¨ªa la ley de 1938 que rige las pol¨ªticas de salario m¨ªnimo y tiempo extra para los agricultores, al tiempo que los exime de protecciones laborales.
Al senador le gustar¨ªa ver un camino acelerado hacia la ciudadan¨ªa de m¨¢s de 5 millones de trabajadores esenciales, incluyendo a los trabajadores agr¨ªcolas, que carecen de acceso a un estatus legal permanente y beneficios de seguridad social. ¡°A medida que los precios se incrementan, los trabajadores de bajos ingresos enfrentan mayores ¨ªndices de inseguridad alimentaria¡±, dijo Padilla. ¡°Pero aproximadamente la mitad de los agricultores de nuestra naci¨®n son indocumentados y no pueden acceder a estos beneficios¡±.
A¨²n as¨ª, ninguno de estos proyectos de ley aborda directamente el hambre de los agricultores. Sin un enfoque concertado, estos esfuerzos pierden el sentido, indica M¨®nica Ram¨ªrez. ¡°Para m¨ª es algo ir¨®nico. Pensar¨ªas que ese habr¨ªa sido el punto de partida. ?Qu¨¦ se necesita para garantizar que las personas que nos est¨¢n alimentado, que literalmente nos brindan sustento, no est¨¦n muriendo de hambre?¡±, se pregunta.
¡°Siempre es lo correcto alimentar a alguien¡±
Para Jes¨²s Morales, de 68 a?os, el Campesinos¡¯ Garden en Apopka es su segundo hogar. Le gusta cultivar y cosechar moringa, que se emplea en M¨¦xico para tratar una variedad de dolencias. Los visitantes regulares del lugar lo conocen como el ¡°doctor de las plantas¡±.
¡°Mira alrededor. Este es el regalo de Dios¡±, dice Morales. ?l encontr¨® la sede de la organizaci¨®n estatal de agricultores por las clases gratuitas de ingl¨¦s que ofrec¨ªa y luego conoci¨® su huerto. Aunque el lugar comenz¨® hace una d¨¦cada, su prop¨®sito se ha ampliado a lo largo de los a?os para convertirse en una fuente de seguridad y soberan¨ªa alimentaria para los trabajadores agr¨ªcolas locales.
¡°Las personas que vienen a nuestro huerto comunitario, se llevan baldes cuando pueden¡±, dice Ernesto Ruiz, coordinador de investigaci¨®n de la Farmworker Association de Florida y supervisor del jard¨ªn. ¡°Son familias con seis hijos, y trabajan con salarios de miseria¡ Les encanta trabajar la tierra y aman estar all¨¢ afuera, pero la comida tambi¨¦n es un gran incentivo para ellos¡±.
A lo largo de la semana, la organizaci¨®n sin fines de lucro distribuye lo que cosecha Ruiz. Los productos se complementan con donaciones peri¨®dicas de supermercados locales que, a menudo, Ruiz distribuye personalmente.
Pero algunos de los mismos factores que propician el hambre de los trabajadores agr¨ªcolas han comenzado a invadir el huerto. El calor abrasador del verano, as¨ª como las primaveras m¨¢s c¨¢lidas, han acabado con los cultivos, incluidas varias parcelas de tomates, pimientos y melones. ¡°Muchas plantas est¨¢n muriendo porque hace mucho calor, y no estamos teniendo lluvias¡±, dijo Ruiz. Al huerto tambi¨¦n le vendr¨ªa bien equipo nuevo ¡ªel sistema de irrigaci¨®n es manual, mientras que el desmalezador es de tercer grado y a menudo es reemplazado por un machete ¡ª y fondos para contratar a otra persona que ayude a Ruiz a aumentar la cantidad de alimentos cultivados.
La demanda va en aumento, y con ella, la presi¨®n de cumplir. La legislaci¨®n federal es una gran parte de la soluci¨®n, se?ala Ruiz, pero tambi¨¦n lo son iniciativas comunitarias como el Campesinos¡¯ Garden. ¡°Haces lo correcto porque es lo correcto¡±, afirma. ¡°Siempre es lo correcto alimentar a alguien. Siempre¡±.
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