Trump y Musk, la f¨¢bula de los ¨²ltimos machos alfa
Un segundo turno de Donald Trump con Elon Musk como lugarteniente ser¨ªa equivalente a convertir la Casa Blanca en un casino abierto a las m¨¢s extravagantes apuestas, actos de corrupci¨®n y constantes exabruptos en nombre de la ideolog¨ªa libertaria
Desde hace algunas semanas viene ocurriendo ante nuestros ojos una simbiosis pol¨ªtica que podr¨ªa tener enorme alcance e impacto en el futuro del planeta: Elon Musk, el hombre m¨¢s rico del mundo, se ha subido al movimiento Make America Great Again (MAGA) al respaldar al candidato republicano y adalid de la extrema derecha mundial Donald Trump. Cada uno de estos nombres evoca por s¨ª mismo un inmenso poder. Pero de ganar la presidencia Trump y concretarse esta simbiosis, ese poder se potenciar¨¢ a una escala que hoy resulta incalculable. Ambos hombres parecen muy distintos en la superficie, pero est¨¢n fuertemente unidos por un ego sin mesura y una ambici¨®n sin freno, ambos espoleados por el deseo de poder absoluto y prejuicios heredados que los hacen creerse superiores al resto de los seres humanos.
De Trump sabemos mucho. As¨ª que miremos un momento a Musk. Aunque dice haber votado en 2020 por Joe Biden, su coqueteo con el radicalismo no es nuevo. Una de las razones que adujo para la compra hostil hace dos a?os de la red social Twitter, hoy conocida como X, fue defender una ¡°democracia funcional¡±. La conservaci¨®n del discurso civil en la era digital es un prop¨®sito loable e incluso noble en un mundo infectado de desinformaci¨®n. Pero una de las primeras medidas de Musk en X fue despedir a miles moderadores de contenido que constitu¨ªan la primera l¨ªnea de defensa contra la diseminaci¨®n del discurso de odio y los bulos. ?No eran ellos cr¨ªticos para la defensa de la democracia?
En lugar de promover un intercambio de ideas elevado, la red social X se ha vuelto el meg¨¢fono m¨¢s poderoso del extremismo pol¨ªtico, la desinformaci¨®n y el racismo. Esto se ha puesto a¨²n m¨¢s de relieve desde el 13 de julio, cuando el billonario interplanetario ofreci¨® su apoyo al magnate fel¨®n, a ra¨ªz del atentado que sufri¨® en un acto de campa?a. Desde entonces, Musk se ha convertido en el embajador oficioso de Trump ensalzando a una nueva camada de l¨ªderes autoritarios como el salvadore?o Nayib Bukele, el argentino Javier Milei y la italiana Giorgia Meloni; promoviendo la ret¨®rica antiinmigrantes con mentiras y desinformaci¨®n, y atacando noche y d¨ªa a la candidata dem¨®crata Kamala Harris. Para Trump y Musk, Harris es una bestia negra, la encarnaci¨®n misma del multiculturalismo, la ideolog¨ªa woke y el feminismo, a los que ambos consideran una amenaza y un obst¨¢culo para la imposici¨®n de su peculiar idea de c¨®mo hacer a America great again, l¨¦ase un pa¨ªs donde los hombres blancos mandan.
Se sabe que Musk se ha convertido en uno de los principales donantes de la campa?a de Trump. A cambio, Trump dijo que le encargar¨ªa a Musk llevar adelante una reingenier¨ªa a fondo del Gobierno federal. El car¨¢cter transaccional de la relaci¨®n est¨¢ a la vista. Pero hasta ahora los numerosos art¨ªculos period¨ªsticos que han analizado el apoyo de Musk a Trump le han prestado poca atenci¨®n a los que quiz¨¢s sean dos aspectos clave: la admiraci¨®n de Musk por plantes y desplantes que caracterizan a Trump y una visi¨®n compartida de la superioridad racial blanca.
En una entrevista reciente, el tecn¨®logo Lex Fridman le pregunt¨® a Musk por qu¨¦ apoyaba a Trump y qu¨¦ esperaba que hiciera por el futuro del pa¨ªs y la humanidad. Musk respondi¨® que le hab¨ªa impresionado la reacci¨®n de Trump tras el atentado: ¡°Mostr¨® coraje bajo fuego¡±. Y a?adi¨® sin titubeos: ¡°No puedes fingir valent¨ªa en una situaci¨®n como esa¡±. Para continuar: ¡°Quieres que quien represente al pa¨ªs sea valiente y corajudo¡±. Y remat¨®: ¡°?A qui¨¦n quieres para que lidie con gente dif¨ªcil, algunos de los l¨ªderes m¨¢s duros del mundo?¡±, justificando su apoyo a Trump.
La fascinaci¨®n por la dureza, la audacia y el coraje es algo que tampoco se puede fingir y Musk se ha rendido finalmente ante las hormonas, el despliegue de masculinidad y la falta de escr¨²pulos del expresidente. Pero quiz¨¢s haya ah¨ª tambi¨¦n algo m¨¢s de lo que se ve. El car¨¢cter duro de Trump es producto de un largo aprendizaje que termin¨® creando un monstruo.
Seg¨²n cr¨ªticos y bi¨®grafos, la forma de ser de Trump fue forjada por su padre Fred Trump, a su imagen y semejanza. Fred era hijo de inmigrantes alemanes y a los 13 a?os, al morir su padre de manera s¨²bita, debi¨® tomar junto a su madre las riendas de un incipiente pero pr¨®spero negocio de construcci¨®n. En su b¨²squeda del sue?o americano, Fred aprendi¨® que para agilizar tr¨¢mites hab¨ªa que aceitar la mano burocr¨¢tica, por lo que fue investigado. Tambi¨¦n se le investig¨® por especulaci¨®n, discriminaci¨®n racial en el alquiler de viviendas y sobrefacturaciones. Su hijo adopt¨® algunas de esas ma?as.
Aunque el hijo lo haya desmentido una y otra vez, Fred ostenta tambi¨¦n un pasado racista. En 1927, cuando ten¨ªa 22 a?os, fue detenido durante una reyerta en una procesi¨®n del grupo supremacista Ku Klux Klan, sin que se le levantaran cargos. La trayectoria p¨²blica de Donald ha estado punteada por episodios racistas, algunos de ellos resaltados en el debate por su rival dem¨®crata, Kamala Harris, como haber pedido la reimplantaci¨®n de la pena de muerte en Nueva York para condenar a cinco j¨®venes negros acusados injustamente de violar y asesinar a una mujer en Central Park. O el consabido empe?o de se?alar que Barack Obama no hab¨ªa nacido en Estados Unidos y, por lo tanto, no pod¨ªa ser presidente.
Pero Fred Trump fue m¨¢s all¨¢ para templar el temperamento de su hijo. Como Donald era un chico d¨ªscolo, lo envi¨® a hacer la secundaria a una academia militar, donde el joven aprendi¨® a ser un bully de la mano de un sargento veterano de la Segunda Guerra Mundial. Luego, cuando el heredero ya era un hombre y estaba a cargo del negocio inmobiliario, se lo encarg¨® al abogado Roy Cohn, conocido por su falta de escr¨²pulos, su tendencia a exagerar, mentir y manipular y, no menos, por su furioso anticomunismo y antisemitismo, pese a ser jud¨ªo.
Cohn, un gay de cl¨®set, histri¨®nico y perverso, odiaba con tanta pasi¨®n que se odiaba a s¨ª mismo. Cuando el m¨¦dico le inform¨® que era VIH positivo y pronto morir¨ªa de sida, le prohibi¨® mencionar jam¨¢s la enfermedad so pena de muerte. De Cohn, Trump adopt¨® tres reglas de oro. Primera: nunca jam¨¢s aceptes un error ni te disculpes Segunda: nunca concedas una victoria a tu rival. Al contrario, fortalece tu posici¨®n atacando con diez veces m¨¢s fuerza. Tercera: no importa lo que digan quienes te rodean, siempre sigue tu instinto. Esas reglas se han convertido en la filosof¨ªa seg¨²n la cual el magnate ha vivido de cara al mundo, como todos hemos podido ver.
No hay duda de que Musk se ve a s¨ª mismo en el espejo de Trump. Su infancia en Pretoria fue moldeada hasta cierto punto por un padre machista, demandante y abusador, y un abuelo autor de panfletos supremacistas, quien ve¨ªa en los negros una amenaza para el dominio blanco en una Sud¨¢frica que entonces gobernaba el apartheid. De la conexi¨®n entre una familia racista y su afiliaci¨®n MAGA se habla muy poco, pero hay un hilo entre su libertarismo econ¨®mico, la creencia en la reproducci¨®n selectiva y sus visiones del progreso humano a trav¨¦s de la selecci¨®n natural y la tecnolog¨ªa. El apartheid molde¨® la infancia de Musk. ¡°Para los blancos de cierto estado mental, la desigualdad no era causada por el apartheid. Ellos pensaban que estaba inscrita en la naturaleza¡±, como lo se?al¨® Simon Kuper en su columna del Financial Times.
El otro rasgo dominante en su crianza fue la violencia. Cuando Elon ten¨ªa 10 a?os recibi¨® en la escuela una paliza de otros chicos. Termin¨® pasando semanas en el hospital con heridas de consideraci¨®n. Pero esas heridas ser¨ªan poco ante las palizas verbales que le propinaba Errol Musk por haberse dejado ganar por sus hostigadores. Su hermano Kimbal dice que el peor recuerdo de su vida es haber visto al padre de ambos reprender a Elon tras su salida del hospital.
Walter Isaacson, el bi¨®grafo de Musk, captura la marca indeleble que dejaron los maltratos de Errol en su hijo: ¡°El impacto de su padre en su psique perdurar¨ªa. Se convirti¨® en un ni?o duro pero vulnerable, propenso a los cambios de humor tipo Dr. Jekyll y Mr. Hyde, con una gran tolerancia al riesgo, ansioso de drama, un sentido ¨¦pico de misi¨®n y una intensidad maniaca que era cruel y a veces destructiva¡±.
En el caso de Elon se cumple la m¨¢xima del psiquiatra Carl Gustav Jung: ¡°Lo que no se hace consciente, se manifiesta en nuestras vidas como destino¡±.
Musk ha dicho que su padre es un ser humano terrible, capaz de las peores cosas imaginables ¡ªpor ejemplo, haber abusado de su madre o engendrado dos hijos con su hijastra¡ª. Y es obvio que Elon no es responsable por la forma de ser de su abuelo o su padre, pero es igualmente evidente que lleva consigo esas marcas. Algunas de ellas siguen vivas y se reflejan en su visi¨®n del mundo. Por ejemplo, al igual que Errol, Elon considera que uno llega al mundo solo para reproducirse. Errol ha tenido siete hijos de tres mujeres. Elon, al menos 12 con varias mujeres, la mayor¨ªa por m¨¦todos de reproducci¨®n in vitro o a trav¨¦s de vientres alquilados.
Pero a diferencia de su padre, Elon riega su simiente por el mundo con una filosof¨ªa: hay que evitar el declive de la poblaci¨®n mundial amenazada por bajas tasas de nacimiento y mejorar la especie con genes potentes como los suyos. La reproducci¨®n como proyecto de vanidad. Esta filosof¨ªa tiene excepciones, desde luego. Es sabido que Musk tiene una hija transg¨¦nero (Vivian Jenna Wilson), quien, seg¨²n su propio testimonio, ha decidido desligarse de su apellido paterno. Ir¨®nicamente, la chica lo atribuye a las palizas verbales que su padre le propinaba en su ni?ez por no ser suficientemente masculino.
Musk ha reconocido que el cambio de g¨¦nero de Vivian es el motivo principal de su guerra personal contra la ideolog¨ªa de g¨¦nero, a la que ¨¦l ha llamado ¡°el virus mental woke¡±. Trump ha sido m¨¢s recatado en cuanto al n¨²mero de hijos, pero sobran las evidencias para demostrar que su relaci¨®n con las mujeres ha sido transaccional.
Aunque resulte dif¨ªcil de cuantificar, las biograf¨ªas de Trump y Musk son el puente invisible para entender el verdadero v¨ªnculo entre estos dos titanes. Ambos se consideran machos alfa cuya misi¨®n es avasallar, dominar y conquistar. Ninguno de los dos se da nunca por vencido ni reconoce errores, as¨ª tengan que usar todo su poder para torcer la verdad en su beneficio.
He aqu¨ª una breve ilustraci¨®n de la magnitud del ego de Musk. Los que siguen sus andanzas en su red social, saben que el due?o de Space X es un tuitero compulsivo. A principios de a?o, cuando asist¨ªa al Super Bowl invitado por el magnate de Fox News, Musk poste¨® un mensaje para animar a las ?guilas de Filadelfia. El presidente Joe Biden, oriundo de Pensilvania, hizo por su parte lo mismo. Al ver que el tuit de Biden hab¨ªa generado 29 millones de vistas, Elon mont¨® en c¨®lera, abandonando el juego para volar de vuelta a San Francisco, donde convoc¨® una reuni¨®n de urgencia con empleados de X. El motivo: su mensaje solo hab¨ªa obtenido 8.4 millones de vistas, mientras el de Biden hab¨ªa m¨¢s que triplicado ese n¨²mero. Para complacerlo, su equipo cambi¨® el algoritmo logrando posicionar mejor el tuit del jefe (seg¨²n reporteros de The New York Times, los tuits de Musk tienen prioridad sobre cualquier otro post y gracias a esto le llegan a los usuarios de la red, lo sigan o no).
La analog¨ªa con un Trump que envi¨® a sus falanges a tomar el Congreso de Estados Unidos el 6 de enero de 2021, ante su incapacidad de aceptar su derrota en las elecciones presidenciales de 2020, se cuenta sola. Estos dos hombres compensan su fr¨¢gil autoestima con unos egos tan inflados que son capaces de una manipulaci¨®n extrema de la realidad para autocomplacerse. Recordemos de qui¨¦nes estamos hablando: el hombre m¨¢s rico del planeta, quien se ve a s¨ª mismo como el conquistador de Marte, y el aspirante a ocupar la llamada oficina m¨¢s importante de la Tierra por segunda vez.
?Qu¨¦ puede pasar si estos dos narcisistas eg¨®latras concretan su matrimonio por conveniencia en una segunda presidencia de Trump? Ser¨ªa mejor ni imaginarlo. Pero resultar¨ªa irresponsable no hacerlo.
Un segundo turno de Trump con Musk como lugarteniente y portavoz de los extremistas fachas ser¨ªa equivalente a convertir la Casa Blanca en un casino abierto a las m¨¢s extravagantes apuestas, actos de corrupci¨®n de cualquier escala y constantes exabruptos en nombre de la ideolog¨ªa libertaria. Uno de ellos podr¨ªa ser retirarse de la OTAN con el pretexto de que la Uni¨®n Europea quiere regular a X, como amenaz¨® recientemente el candidato a vicepresidente J.D. Vance. O, ?por qu¨¦ no mejor usar los sat¨¦lites de Starlink, propiedad de Musk, para patrullar desde el espacio la frontera sur de Estados Unidos y volver polvo de estrellas (pulverizar) con un rayo l¨¢ser a los migrantes que intenten traspasar el muro? ?Por qu¨¦ no! Eso es m¨¢s eficiente que tenerlos en Springfield, Ohio, comiendo perros, gatos y otras mascotas, o contaminando lo que le queda de sangre blanca ¡ªno mucha¡ª a Estados Unidos.
?Exagero? Quiz¨¢s, pero no por mucho. Trump y Musk ya son por separado una amenaza para la democracia y la precaria estabilidad del mundo. No hay duda de que juntos, en gozosa simbiosis, acabar¨ªan con ellas en menos de los cuatro a?os que dura el periodo presidencial estadounidense.
?Tiene una moraleja esta f¨¢bula? S¨ª: solo los votantes, castigando a Trump en las urnas el 5 de noviembre, pueden evitar que esta distop¨ªa se haga realidad.
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