Empresarios contentos
Para los empresarios tener ¨¦xito econ¨®mico en Colombia es dif¨ªcil, sobre todo porque aqu¨ª el fracaso es una condena, una muerte bancaria, tributaria, familiar y social
En Colombia pareciera haber tres bandos con opiniones distintas frente a los empresarios. Uno quiere promoverlos, ayudarlos y alaba el emprendimiento de los j¨®venes que se arriesgan a iniciar una compa?¨ªa. All¨ª est¨¢n las C¨¢maras de Comercio, las incubadoras y los gremios, que tratan de que no los aniquilen a punta de impuestos, licencias, tasas y contribuciones, burocracia y regulaciones. Este bando pro-empresa quiere contentos a los empresarios establecidos y nuevos, para que sigan apostando por Colombia.
Otro bando descree y desconf¨ªa de los empresarios, mira con recelo que su motivo ¨²ltimo sea el lucro y producir ganancias para sus due?os. No entienden c¨®mo en esa b¨²squeda ego¨ªsta del beneficio propio puede haber, de contera y sin propon¨¦rselo, un beneficio para la sociedad.
Descreen de que, al producir pan, el panadero ayuda a las familias en los desayunos; al vender gasolina, el refinador ayuda al transporte r¨¢pido y eficiente; al crear pel¨ªculas, el productor ayuda al entretenimiento y a crear ilusiones positivas para la gente; y el de las almohadas y colchones ayuda a dormir mejor.
En su opini¨®n, esos empresarios ayudar¨ªan m¨¢s si no buscar¨¢n el lucro, la eficiencia, producir a costos competitivos y obtener el m¨¢ximo de ganancias. Si, alternativamente, los guiara un funcionario p¨²blico y les dijera cu¨¢nto producir de cada cosa, a qu¨¦ costo y para qui¨¦n, de pronto los empresarios estar¨ªan menos contentos, pero la sociedad ser¨ªa m¨¢s feliz.
Existe un tercer bando, inspirado con que haya m¨¢s y m¨¢s empresarios, que compitan en mercados libres; pero que se siente inc¨®modo cuando los empresarios est¨¢n contentos. Me ubico en ese bando.
Me explico. Hay empresarios y empresarios. No todos son iguales. La cepa que, siendo buena es insuficiente, es la de los empresarios contentos. Aquellos que se contentan con la empresa que tienen y no quieren arriesgar m¨¢s, ni duplicarla tan pronto puedan, ni seguir invirtiendo en otros sectores.
Una vez alcanzan determinado nivel, que para algunos puede ser entre uno a diez millones de d¨®lares de ventas, que pueden pagar los colegios de los hijos y el club, y dedicarse al tenis o al golf. Si deciden acomodarse en esa situaci¨®n, dejan de arriesgar como cuando nacieron a la vida empresarial.
?Cu¨¢l es la insatisfacci¨®n con la cepa de empresarios contentos? Colombia es un pa¨ªs con 17 millones de personas a las que no les alcanza para comer bien cada d¨ªa, pagar el colegio de sus hijos y las cuentas del mes. El empresario contento aplana la ambici¨®n de la econom¨ªa. Colombia necesita multiplicarse por dos, al menos, para crear empleos buenos y bien pagos para esas 17 millones de personas a las que est¨¢ econom¨ªa y este pa¨ªs actual no les alcanza. Por eso crecer es tan importante y decrecer ser¨ªa descabellado.
Para no ser injusto, se debe reconocer que hay empresarios que en determinadas circunstancias no pueden crecer m¨¢s. Tener un ¨¦xito econ¨®mico en Colombia es dif¨ªcil. Enfrentan un mont¨®n de limitaciones para crecer: limitado acceso al cr¨¦dito, particularmente despu¨¦s de una quiebra; permisos y licencias en ciertos sectores; o empresas grandes que limitan la entrada de competidores con regulaciones.
Pero en el caso del empresario que se contenta con lo que tiene, cabe preguntarse: ?Por qu¨¦ sucede? Aventuro una hip¨®tesis: el fracaso en Colombia es una condena a la muerte empresarial, bancaria, tributaria, familiar y social.
Si fallar en hacer empresa se convierte en un estigma y lleva a que se cierren todas las puertas y convierte al empresario fallido en un paria econ¨®mico y social, terminaremos con empresarios excesivamente conservadores, aferrados a lo que ya hicieron bien en el pasado, refractarios al cambio y al riesgo.
Hago el contraste con la cultura norteamericana, donde un empresario se puede quebrar una, dos y m¨¢s veces, y en su entorno lo ven como una persona decidida que sigue intentando, lo cual es profundo y positivo; revela un empe?o y empuje que es clave y ejemplar. Alg¨²n d¨ªa, si sigue as¨ª, esa persona ser¨¢ millonaria, tendr¨¢ muchos empleados, merecer¨¢ su fortuna y habr¨¢ contribuido de forma crucial a su pueblo, su ciudad y su pa¨ªs.
Es lo que en Estados Unidos llaman el fresh start o new beginnings. La posibilidad de empezar de nuevo. Reinventarse. Para lo cual a veces cambian de ciudad, de estado y hasta de nombre. Es una sociedad y una econom¨ªa que no solo perdona el fracaso, sino que lo entiende, lo valora y lo ve como la clave del pr¨®ximo ¨¦xito.
No es as¨ª entre nosotros. Aqu¨ª el fracaso es el fracaso. Y punto. Sus consecuencias son muchas veces devastadoras para una persona y una familia. Con esta cultura es entendible que muchos de nuestros empresarios exitosos no quieran seguir arriesgando.
En el pa¨ªs del norte hay una obsesi¨®n con la expansi¨®n, con crear m¨¢s y m¨¢s empresas, o arriesgar m¨¢s en las que tienen, e irlas ampliando a nuevos mercados y geograf¨ªas, volverlas internacionales y ojal¨¢ globales. Go big or go home.
Claro est¨¢, una econom¨ªa basada en semejante ambici¨®n y apetito tiene a veces crisis de sobreinversi¨®n y sufre recesiones dolorosas. Pero es una econom¨ªa que no desperdicia a su gente e incluso necesita inmigrantes. Hoy hay ocho millones de puestos de trabajo sin llenar en Estados Unidos, mientras en Colombia hay 17 millones de personas sin un empleo digno y bien pago. No sorprende la cola india que transita por el Dari¨¦n rumbo a Norteam¨¦rica.
La meta obsesiva de Colombia tiene que ser crear 17 millones de trabajos nuevos, bien pagos, que pongan plata en los bolsillos de las familias. Eso implica duplicar, al menos, nuestra econom¨ªa. Cualquier cosa menos que eso significa fallarle a la gente. En ese caso la gente responder¨¢ escogiendo gobiernos promeseros, fantasiosos, equivocados y malsanos, que refuerzan un c¨ªrculo vicioso.
Esto requiere 1) un cambio cultural profundo de la cepa de empresarios contentos con lo que tienen; 2) un cambio cultural de la mentalidad que castiga el fracaso; y 3) cambios en la mentalidad de los bancos, la DIAN, el INVIMA y otras entidades, pues son el entorno donde medran o se ahogan los emprendedores.
Habr¨¢ que cambiar mucha cosa para que nuestros empresarios se mantengan descontentos y ambiciosos, en pos de m¨¢s, recuper¨¢ndose de las quiebras cuando sucedan, y volviendo a arrancar.
La lucha por la felicidad de 17 millones de personas y sus hijos amerita esos cambios. Amerita empresarios descontentos, incesantes, ¨¢vidos, arriesgados y obsesivos. Que quieran siempre m¨¢s.
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