La emergencia clim¨¢tica desaf¨ªa la capacidad del Estado para contener una ola de fen¨®menos extremos
El alcance del plan de gesti¨®n del riesgo se queda corto ante la falta de planificaci¨®n general y la escasa preparaci¨®n de parte del funcionariado en Colombia

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La ciencia de predecir con exactitud un incendio forestal, un hurac¨¢n, una inundaci¨®n o un terremoto nunca ha resultado una labor sencilla. Y, sin embargo, los fen¨®menos cada vez son m¨¢s frecuentes y m¨¢s letales. En lo que va corrido de enero en Colombia ha habido estragos clim¨¢ticos en los Cerros Orientales de Bogot¨¢, en la carretera Quibd¨®-Medell¨ªn, el Valle del Cauca o la Amazon¨ªa. Para enfrentarlos, el pa¨ªs cuenta con un avanzado y completo Plan Nacional de Gesti¨®n del Riesgo. Sin embargo, expertos como el consultor internacional Jair Torres consideran que su comprensi¨®n y ejecuci¨®n es a¨²n muy parcial.
Las im¨¢genes de los bomberos en los cerros bogotanos, o de los cuerpos de socorro en el derrumbe en el Choc¨®, dejan la impresi¨®n de que ante el infortunio y la ¡°ira divina¡± de la naturaleza solo queda la r¨¢pida gesti¨®n de las autoridades. Se trata, no obstante, del ¨²ltimo eslab¨®n dentro de una detallada legislaci¨®n que inmiscuye a las autoridades locales, departamentales y nacionales y que tiene como faro y gu¨ªa la anticipaci¨®n de los desastres.
Omar Dar¨ªo Cardona dirigi¨® la Unidad de Gesti¨®n del Riesgo (UNGRD) entre 1992 y 1995. Cuenta que en los cen¨¢culos cient¨ªficos internacionales dedicados a estos temas, el pa¨ªs goza con cierto prestigio por su ¡°legislaci¨®n y marco conceptual, basado no en atender emergencias, sino justamente en anticiparse¡±. Desde tragedias como el terremoto de Popay¨¢n (1983) o la avalancha de Armero (1985), Colombia ha venido cociendo a fuego lento una normativa para la protecci¨®n de un pa¨ªs colmado de limitaciones como ¡°la pobreza, la marginalidad, los pueblos y ciudades sin un desarrollo urbano apropiado, con barrios en zonas de alto riesgo¡±, entre otras problem¨¢ticas, enlista Cardona.
Lo expone para desentra?ar la complejidad que forman una amalgama de fen¨®menos f¨ªsicos, naturales y accidentes humanos. Por eso el experto en derecho ambiental Gustavo Wilches-Chaux apunta que el plan de gesti¨®n de riesgos en Colombia implica ¡°mirar todos los factores, adelantarse a todas las amenazas que puedan generar vulnerabilidades para evitar en lo posible que se conviertan en desastre¡±. Y a?ade: ¡°Hay una definici¨®n que a m¨ª me gusta mucho y es que un desastre es un riesgo mal manejado¡±.
Los colombianos no est¨¢n, sobre el papel, indefensos frente a los bandazos de la naturaleza, que en palabras de Wilches-Chaux est¨¢ ejerciendo una auditor¨ªa implacable contra tantas d¨¦cadas de ataques e irrespeto humano. Pero ese protocolo que comprende tres niveles, seg¨²n la ley 1523, es insuficiente ante la inoperancia y falta de profesionalismo de ciertos funcionarios, la falta de continuidad en su aplicaci¨®n y la desarticulaci¨®n entre los entes nacionales, departamentales y locales. La teor¨ªa indica que el primer paso en el proceso es conocer al detalle el nivel de riesgo o de vulnerabilidad ambiental. El segundo es la reducci¨®n de ese riesgo a trav¨¦s de, por ejemplo, obras de infraestructura, protecci¨®n de los barrios o construcci¨®n de diques contra las inundaciones.
El ¨²ltimo eslab¨®n, a todas luces el m¨¢s visible, es la respuesta a la emergencia. Es el punto en que figuran los bomberos, la protecci¨®n civil, los militares o los equipos de salud. La tarea completa la debe orquestar la INGRD, pero su ejecuci¨®n corre por cuenta de los estamentos departamentales, municipales y del Gobierno Nacional. Los Planes de Ordenamiento Territorial en las ciudades, de hecho, son un primer campo vital para que los alcaldes y concejos dise?en ciudades con zonas apropiadas, condiciones ambientales, econ¨®micas y sociales sin peligros ni riesgos.
Jair Torres, que ha sido consultor de la ONU, a?ade que el enfoque debe integrar mejor la situaci¨®n en las islas y las costas: ¡°Con todos los esfuerzos que se han hecho en Colombia en gesti¨®n de riesgos, a¨²n se sigue pensando en un pa¨ªs continental. Los planes tienen un dise?o para el pa¨ªs andino y no uno de islas. Por eso lo que pas¨® con el hurac¨¢n Julia (2022) en San Andr¨¦s gener¨® tantos problemas¡±. Cardona a?ade sus preocupaciones: ¡°?Qu¨¦ hizo el Gobierno si sab¨ªa que hay un fen¨®meno de El Ni?o? Estaba anunciado cient¨ªficamente. No prepararon a nadie ni le hicieron gesti¨®n a nadie. Por eso la respuesta es remedial cuando ya estamos metidos en la crisis anunciada¡±.
A todo lo anterior se suma el nombramiento de funcionarios sin el perfil acad¨¦mico o laboral adecuado. Basta citar el caso del actual director general de la UNGRD, Olmedo L¨®pez Mart¨ªnez, un pol¨ªtico de carrera suspendido temporalmente hasta finales de enero por la Procuradur¨ªa por su gesti¨®n ¡°negligente y descuidada¡± en la reconstrucci¨®n de Mocoa (Putumayo) y Pioj¨® (Atl¨¢ntico). ¡°Es un tema politiquero. Burocr¨¢tico¡±, sentencia Omar Dar¨ªo Cardona sin asomo de duda, ¡°en Colombia hay especialistas que se han gastado la vida estudiando estas cosas. Pero la Unidad de gesti¨®n hoy est¨¢ en manos de gente totalmente incompetente. Desde el punto de vista t¨¦cnico, es una falta de respeto con la ciencia¡±.
De poco sirve, coinciden los observadores, tener una legislaci¨®n bien estructurada si el abordaje de los pol¨ªticos y el impulso a las pol¨ªticas p¨²blicas en temas de sostenibilidad, desarrollo o gesti¨®n est¨¢n mal manejados. De todo lo anterior solo se derivan rumores sobre casos de corrupci¨®n y corporaciones nutridas por fichas burocr¨¢ticas que protegen los presupuestos como bot¨ªn partidista. Los ciudadanos y los medios de comunicaci¨®n se preguntan: ?c¨®mo podr¨ªa resolverse un tema por tanto tiempo marginado?
Los expertos responden que es el momento para revisar con cuidado los planes existentes: ¡°Debe haber m¨¢s compromiso pol¨ªtico¡±, remata Wilches-Chaux, ¡°debe haber mejor comunicaci¨®n entre los distintos niveles del Estado. Los desastres evitados son un buen indicador de desarrollo. ?Tenemos que dejar de entender la gesti¨®n del riesgo como el airbag que se infla para proteger al conductor a la hora del choque!¡±.
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