Que Mancuso hable, la justicia act¨²e y Colombia sane
La verdad es la m¨¢xima expresi¨®n de un pa¨ªs que avanza hacia la paz, el fortalecimiento de la justicia y la consolidaci¨®n de la democracia
Durante d¨¦cadas Colombia ha buscado verdad, justicia, reparaci¨®n y no repetici¨®n. Son condiciones esenciales para detener la guerra y para que exista una verdadera reconciliaci¨®n. No basta con silenciar los fusiles, firmar acuerdos, entregar las armas y tomarse fotos para la historia. Es la verdad la m¨¢xima expresi¨®n de un pa¨ªs que avanza hacia la paz, el fortalecimiento de la justicia y la consolidaci¨®n de la democracia.
Es la verdad lo que ha aparecido, muchas veces a cuentagotas, durante los ¨²ltimos 20 a?os, gracias a los procesos de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, durante el gobierno de ?lvaro Uribe, y el proceso de Justicia y Paz; y con las Farc, en el gobierno de Juan Manuel Santos, con la Comisi¨®n de la Verdad y la JEP. Es entender la verdad como una oportunidad para unirnos como naci¨®n y no profundizar la divisi¨®n, y la terrible polarizaci¨®n que sacude la cada vez m¨¢s d¨¦bil democracia colombiana.
Con el arribo a Colombia del otrora poderoso jefe paramilitar Salvatore Mancuso, el pasado 27 de febrero, se ha despertado en la derecha una histeria colectiva por el miedo a las consecuencias pol¨ªticas y jur¨ªdicas de las hist¨®ricas revelaciones que han salido de los labios de quien antes, con abrir la boca, decid¨ªa qui¨¦n viv¨ªa, qu¨¦ pueblo ser¨ªa incinerado, d¨®nde se perpetrar¨ªa una masacre, qu¨¦ predios deber¨ªan cambiar de due?o, o a qu¨¦ pol¨ªtico le ayudar¨ªan en su ascenso al poder local, regional o nacional.
El historial de violencia de Mancuso lo muestra como un temible se?or de la guerra, surgido de las tierras donde los juglares enamoraron a Colombia y la muerte se ensa?¨® con los m¨¢s d¨¦biles, que cumpli¨® un papel preponderante en la expansi¨®n del paramilitarismo, cuya ideolog¨ªa se impuso a sangre y fuego en gran parte del territorio nacional, con un enorme saldo de violaci¨®n de derechos humanos y de las normas del derecho internacional humanitario. Es largo el listado de cr¨ªmenes de lesa humanidad de esas organizaciones ilegales.
Los paramilitares, con los Casta?o, Mancuso y otros comandantes de triste recordaci¨®n a la cabeza, permearon el Estado, afectaron la democracia, ocuparon el 35% de las curules del Congreso de la Rep¨²blica, tuvieron a la justicia a sus pies, auparon aspiraciones pol¨ªticas locales, regionales y nacionales, y contribuyeron abiertamente al triunfo de ?lvaro Uribe en las elecciones presidenciales de 2002 -como ha sido demostrado- derrotando a Horacio Serpa, quien denunci¨® ese apoyo il¨ªcito que distorsion¨® la democracia ante el fiscal Luis Camilo Osorio, quien archiv¨® la denuncia sin ni siquiera mirarla.
Gracias a la comparecencia p¨²blica y privada de Mancuso ante la JEP, el 17 de noviembre del a?o pasado, esa jurisdicci¨®n acept¨® su sometimiento en calidad de ¡°sujeto funcional y materialmente incorporado a la fuerza p¨²blica, entre 1989 y 2004¡å. Para la JEP, Mancuso ¡°ejerci¨® un rol de bisagra en la c¨²spide, como superior, con la fuerza p¨²blica, con capacidad de establecer patrones de macrocriminalidad¡±. Esta decisi¨®n no lo excluy¨® de Justicia y Paz.
En sus declaraciones mencion¨® a 300 personas, entre altos mandos militares, comerciantes, ganaderos y pol¨ªticos, siendo el m¨¢s sobresaliente el expresidente de la seguridad democr¨¢tica y el coraz¨®n grande, quien ha arreciado su ofensiva medi¨¢tica para desmentir las acusaciones en su contra.
Mancuso revel¨®, adem¨¢s, el estrecho v¨ªnculo entre militares, polic¨ªas y paramilitares en una pol¨ªtica de connivencia para exterminar a la oposici¨®n, l¨ªderes sociales y defensores de derechos humanos, imponer liderazgos pol¨ªticos, ocupar el territorio y aplicar una estrategia contrainsurgente financiada con el narcotr¨¢fico, el despojo, las extorsiones y el saqueo del erario.
Es enorme el listado de v¨ªctimas de Mancuso, que esperan de ¨¦l la verdad que durante casi 16 a?os permaneci¨® presa en una c¨¢rcel de Estados Unidos. Ellas, a trav¨¦s de los medios, han escuchado la versi¨®n de la cruenta guerra paramilitar contra la sociedad, que contiene a¨²n muchos espacios en blanco, producto del miedo de este hombre, que antes produc¨ªa p¨¢nico, a que su familia o sus abogados fueran asesinados en Colombia. Por ello, la JEP orden¨® ¡°mantener la reserva sobre aquellas declaraciones que puedan poner en riesgo la seguridad de Mancuso, de su familia o de su defensa¡±.
El retorno de Mancuso al pa¨ªs se ha convertido en un tsunami jur¨ªdico y pol¨ªtico. ?l, sin embargo, parece concentrado en ganar credibilidad y la guerra contra la desinformaci¨®n y el negacionismo de quienes antes lo ve¨ªan como su liberador en zonas agobiadas por la guerrilla y ahora lo atacan, convencidos de que es un aliado del Gobierno Petro en una cruzada pol¨ªtica de demolici¨®n del expresidente Uribe. ¡°Hacer de los criminales personajes p¨²blicos portadores de la verdad es una humillaci¨®n m¨¢s a la justicia y a las v¨ªctimas¡±, trin¨®, al respecto, la senadora del Centro Democr¨¢tico, Paloma Valencia.
Mancuso est¨¢ en la antesala de la libertad, despu¨¦s de que el presidente Petro lo declar¨®, el pasado 23 de julio de 2023, como Gestor de Paz con un breve trino en el que se?al¨®: ¡°El proceso de paz entre el gobierno de Uribe y los paramilitares a¨²n no ha terminado, a¨²n no se sabe toda la verdad¡ Para terminar el proceso y lograr la completa paz he decidido nombrar a Salvatore Mancuso como gestor de paz¡±. Una jueza de Justicia y Paz le dio libertad condicional por cuatro a?os, el pasado 4 de marzo, y est¨¢ a la espera de que un juez de Barranquilla levante 33 ¨®rdenes de captura en su contra.
Las c¨¢rceles, monta?as y ciudades del pa¨ªs esperan a Mancuso para que comience a demostrar que su presencia es vital para ayudar a cerrar el proceso de Ralito, reactivar las negociaciones con el Clan del Golfo, hallar las personas desaparecidas por el accionar de las AUC y desactivar definitivamente la guerra llenando de verdad el coraz¨®n de las v¨ªctimas. Para el exjefe paramilitar su nuevo papel como gestor de paz es ¡°incluso m¨¢s importante que la desmovilizaci¨®n de las mismas Autodefensas Unidas de Colombia¡±.
Durante 16 a?os Mancuso ha estado silenciado. En ese tiempo pas¨® de h¨¦roe a villano de la extrema derecha. Es hora de escucharlo sin apasionamientos pol¨ªticos, para que diga la verdad sin acomodamientos ni intereses mezquinos. Hay que dejar que la justicia act¨²e, que los responsables de la vergonzosa sangr¨ªa protagonizada por las AUC paguen sus culpas, que la verdad contribuya a sanar la democracia herida por m¨¢s de 60 a?os de una guerra que no para de reciclarse y enconarse y ha dejado m¨¢s de medio mill¨®n de v¨ªctimas mortales, diez millones de desplazados y miles de desaparecidos y masacrados.
No hay que tenerle miedo a la verdad, ni llenar de obst¨¢culos la justicia transicional. Gran reto tienen las instituciones, el sistema judicial, las tres ramas del poder y el conjunto de la sociedad para convertir la verdad de Mancuso en justicia y reconciliaci¨®n, y no en m¨¢s combustible para impulsar la m¨¢quina de la guerra, el odio y la polarizaci¨®n, que no deja de depredar a Colombia. No aceptar las decisiones de la JEP, minar su misi¨®n como hacen hoy las antiguas Farc, es un retroceso y una apuesta por la incertidumbre.
Hay que escuchar al presidente de la JEP, magistrado Roberto Vidal, quien ha advertido que esa postura de los firmantes de los Acuerdos de la Paz, que promueven una ley de punto final, contribuir¨ªa a abrirle la puerta a la Corte Penal Internacional, CPI. ¡°No se pueden amnistiar cr¨ªmenes internacionales, cr¨ªmenes de guerra, genocidio y delitos de lesa humanidad. Estos preceptos dan origen a los tribunales de justicia transicional, se materializaron en el estatuto de la Corte Penal Internacional (CPI), y esos compromisos tienen que cumplirse porque son obligaciones del Estado¡±, dijo en entrevista a El Tiempo.
No es el momento de echarle m¨¢s candela a un pa¨ªs incendiado por la polarizaci¨®n. Hay que escuchar a Mancuso, contrastando al mil¨ªmetro sus afirmaciones, d¨¢ndole una oportunidad a las v¨ªctimas y reafirmando la confianza en la justicia transicional. Y hay que valorar la inmensa tarea cumplida por la JEP.
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