Humildad al entender
Las matem¨¢ticas y la estad¨ªstica son herramientas clave para entender la econom¨ªa, pero no logran abarcar la complejidad de los fen¨®menos sociales que se esconden detr¨¢s de los indicadores
Una persona sensata coment¨® hace poco: hay PhD en econom¨ªa que no saben econom¨ªa. ¡°?Cu¨¢nta econom¨ªa se ense?a realmente en las facultades de econom¨ªa?¡±, agreg¨®.
En parte la culpa la puede tener la matematizaci¨®n, lo cual es una gran iron¨ªa. Las matem¨¢ticas son una herramienta clave y junto con la estad¨ªstica, han coronado a la econom¨ªa como la reina de las ciencias sociales. Pero que se sepa despejar dos ecuaciones simult¨¢neas que supuestamente describen un mercado no quiere decir ni de lejos que se entienda qu¨¦ es un mercado.
Las leyes de la oferta y la demanda y sus respectivas curvas, en el gr¨¢fico m¨¢s famoso de la econom¨ªa, han simplificado y banalizado el entendimiento de los mercados. Decirle a un estudiante que si entiende eso, entiende los mercados, puede ser equivalente a un fraude intelectual.
No se le explica que el mercado es un proceso de descubrimiento en el que lo m¨¢s fundamental que se ¡°descubre¡± es qui¨¦n es el propio consumidor; pero a¨²n m¨¢s crucial, qui¨¦n es el empresario y qu¨¦ es la organizaci¨®n que lidera; para qu¨¦ sirve; qu¨¦ es lo que hace mejor que los dem¨¢s; c¨®mo es su particular relaci¨®n con personas, procesos y tecnolog¨ªa que lo llevan a pretender vender en un mercado, e inclusive a crear constantemente ese mercado.
Un ejemplo de c¨®mo los empresarios crean mercado y espacios completos de productos est¨¢ en el excelente podcast ACQUIRED, Every company has a story, en particular el episodio sobre Starbucks y Howard Schultz. O para el caso, cualquier empresa. Las mismas reglas del empresario como un proceso de descubrimiento, y el mercado como un proceso mutuo de aprendizaje, fr¨¢gil, din¨¢mico, continuamente creativo, rige para la totalidad del sistema de mercado.
La matematizaci¨®n ha desprovisto a la econom¨ªa de esas reflexiones y narraciones esclarecedoras, y ha dado la falsa pretensi¨®n de que los modelos de ecuaciones simult¨¢neas tienen buen poder descriptivo y predictivo. Es una estrategia mental peligrosa.
Un economista (PhD y profesor universitario) adicion¨® lo siguiente: hemos confundido el concepto de proyecci¨®n con el de predicci¨®n; y cuando la proyecci¨®n y la predicci¨®n coinciden, creemos descubrir fuerzas de la naturaleza, las famosas leyes, a las que aspiran las ciencias duras.
Pretendemos operacionalizar procesos que no se entienden a profundidad. Esa ingenierizaci¨®n de la econom¨ªa lleva casi 70 a?os. Milton Friedman y los economistas austr¨ªacos se opusieron a ella, en la cr¨ªtica a la llamada Cowles Foundation, que aspiraba a producir modelos econ¨®micos-matem¨¢ticos exhaustivos (de inspiraci¨®n intelectual socialista), que pudieran predecir con precisi¨®n el curso de la econom¨ªa.
De all¨ª hasta hoy no hemos hecho sino profundizar esa visi¨®n. Nos parecemos a los monjes medievales manteniendo como ¡°comunidad epist¨¦mica¡± conversaciones profund¨ªsimas sobre el sexo de los ¨¢ngeles, o cu¨¢ntos caben en la punta de una aguja. Y damos prescripciones que en ocasiones pueden tener consecuencias muy graves.
Viene a la mente la m¨¢s emblem¨¢tica. Uno de los instrumentos matem¨¢ticos famosos de mi ¨¦poca del doctorado era el llamado Hamiltoniano, que adapt¨® a la econom¨ªa din¨¢mica una herramienta matem¨¢tica desarrollada para describir la trayectoria de cohetes. Se modelaba el comportamiento din¨¢mico de la econom¨ªa como una trayectoria que ten¨ªa una ¡°variable de control¡±, para guiarla por una senda, y observar si su ¡°variable de estado¡± iba acerc¨¢ndose a un objetivo.
En China, un cient¨ªfico experto en cohetes aplic¨® el Hamiltoniano a lo que deb¨ªa ser el manejo ¡°¨®ptimo¡± (t¨¦rmino peligroso, abusado por los economistas) de la poblaci¨®n china. De all¨ª sali¨® la decisi¨®n de autorizar m¨¢ximo un hijo por familia, y castigar sus desviaciones (variable de control). Resulta que la trayectoria de las decisiones de las familias chinas (variable de estado), fue optar por tener solo hijos hombres, pues la vida de las hijas mujeres ya no iba a ser lo que era, sino peor. A?os m¨¢s tarde, las pocas mujeres resultantes del experimento han decidido que la carga de ayudar a mantener a sus pap¨¢s y adem¨¢s adelantar una carrera es tan pesada que no quieren adicionarle hijos a su exigente vida cotidiana. La consecuencia ha sido una crisis de hombres sin poderse casar, y una generaci¨®n de mujeres que no se quiere reproducir. Una predicci¨®n reciente dice que China pasar¨¢ de 1.400 millones de personas hoy, a 500 millones en el a?o 2100.
En esa historia hay, como en todo, m¨¢s elementos que la aplicaci¨®n del Hamiltoniano de cohetes a la realidad econ¨®mica de la decisi¨®n de procreaci¨®n. Pero el Hamiltoniano y la arrogancia matem¨¢tica de pretender describir y entender algo que no se entend¨ªa en realidad, tuvo consecuencias fat¨ªdicas.
Estoy persuadido de que mucha de la sofisticaci¨®n y pirotecnia matem¨¢tica y estad¨ªstica incurre en riesgos similares. La estrategia pedag¨®gica en econom¨ªa est¨¢ viciada del espejismo de la matematizaci¨®n. La pr¨¢ctica de la econom¨ªa tambi¨¦n. De eso somos v¨ªctimas todos, y con esas herramienta obtenemos nuestro sustento. Recuerdo quej¨¢ndome en el Banco de la Rep¨²blica de ¡°dejar que los modelos matem¨¢ticos pensaran por nosotros¡±.
Sucede a diario. Los modelos econom¨¦tricos no son m¨¢s que una forma sofisticada de sacar promedios, como iluminadamente dijo el profesor James Ramsey. Saber qu¨¦ pasa ¡°en promedio¡± en la econom¨ªa es distinto de saber qu¨¦ hace que la econom¨ªa real funcione.
Sobre todo porque los promedios son de variables observadas, ex-post, cuando lo crucial e interesante de la econom¨ªa son las decisiones ex-ante. Esa diferencia entre ex-ante y ex-post es una de las claves de entender la econom¨ªa.
La matematizaci¨®n simplifica eso, pues trabaja sobre variables ex-post, una vez ya se despejaron los mercados y se dieron las transacciones a determinados precios, y con la venta de determinadas cantidades.
Se supone que la ecuaci¨®n de demanda y oferta describen el comportamiento (ex-ante) del consumidor y el empresario. Pero la esencia de ese ex-ante es el descubrimiento. No el cumplimiento de una ecuaci¨®n sencilla. Es justo lo opuesto.
Lo que sucede dentro de la empresa es todo menos el cumplimiento de una ecuaci¨®n sencilla. Cuando, adem¨¢s, el empresario est¨¢ tratando de entender a fondo ¡°la humanidad¡± del consumidor para poder entrar en ella con su producto, que muchas veces a¨²n no existe en el mercado. Pensemos en Inteligencia artificial hoy, o en streaming y redes sociales hace diez a?os.
Eso es lo que describe Howard Schultz en el podcast mencionado. La experiencia del caf¨¦ de buen grano, tostado a la perfecci¨®n y escogido de 30 or¨ªgenes nacionales distintos, cargado en la mano en la calle en la ma?ana, al salir del local, en el recipiente dise?ado por Starbucks, que fue otra de sus innovaciones claves, etc., era un espacio y una industria que literalmente no exist¨ªan. Su creaci¨®n y su expansi¨®n a bebidas fr¨ªas ha creado un mercado de trillones de d¨®lares, expandido a Jap¨®n, luego China, e inclusive Italia, la cuna del espresso.
Eso claramente no es describirle con una elemental ecuaci¨®n de oferta del mercado de caf¨¦. Lo que le sucede a los consumidores, que los lleva a pagar 6 d¨®lares o m¨¢s por una taza en la cual hay una cantidad de caf¨¦ que jam¨¢s habr¨ªan imaginado que comprar¨ªan cada ma?ana, tampoco es describible con la ecuaci¨®n de demanda. O mejor, ambos son describibles ex-post. Cuando, despu¨¦s de 20 a?os, todo ha cambiado y se ha creado el nuevo espacio de productos y comportamientos.
Pero se pierde la verdadera ¡°econom¨ªa¡± que sucedi¨® all¨ª. Lo interesante se deja sin aprender. La simplificaci¨®n matem¨¢tica banaliza lo que ocurri¨® en ese mercado, y en esa creaci¨®n de mercado, en esos 20 a?os. Es decir, son sistemas tan complejos que es imposible que unas ecuaciones permitan predecir su comportamiento, as¨ª se conozcan bien todas las condiciones iniciales.
Ese tipo de falta de entendimiento, acompa?ada de la arrogante pretensi¨®n de que contamos con las herramientas suficientes, es algo que estamos promoviendo. Una consecuencia es que aparecen personas que creen que cambiando decretos aqu¨ª y all¨¢ pueden arreglar la econom¨ªa a su acomodo. Es la fatal arrogancia de los planeadores, que vemos todos los d¨ªas, atropellando al empresario y matoneando al consumidor.
No pretendo escribir un memorial de agravios contra las matem¨¢ticas ni la estad¨ªstica, y su uso en la econom¨ªa. Son fundamentales, pues son las herramientas que nos sirven para imponer rigor en el an¨¢lisis, permitir chequeo de coherencia en el raciocinio, y manejar simult¨¢neamente una visi¨®n unificada de un problema, con una definici¨®n clara de las variables.
Pero las tres, la econom¨ªa, las matem¨¢ticas y la estad¨ªstica, no deben ser el pretexto para evitar la humildad de reconocer lo inmensamente dif¨ªcil que es la realidad econ¨®mica. Matematizar no es entender. Solo entender es entender. Y cada que se intenta entender, s¨®lo logramos aceptar el limitado alcance de las herramientas a disposici¨®n.
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