Cinco lecciones de la Paz Total a medio camino
Aunque negociar con grupos armados ilegales seguir¨¢ siendo una v¨ªa central en el camino hacia la pacificaci¨®n de Colombia, es importante establecer l¨ªmites, orden y un marco jur¨ªdico claro
Son muchos los aprendizajes que ha dejado la apuesta de Paz Total en los dos a?os de gobierno del Presidente Petro. El entusiasmo con el que se plante¨® esta pol¨ªtica y el maximalismo de sus objetivos, contrastan con sus desarrollos m¨¢s bien err¨¢ticos y sus logros distantes de las ambiciosas metas que se propusieron al principio. Hoy reina la incertidumbre y se ha minado la confianza de los colombianos en la v¨ªa negociada para alcanzar la paz, como lo demuestran sistem¨¢ticamente las encuestas.
Con la convicci¨®n de que negociar con grupos armados ilegales seguir¨¢ siendo una v¨ªa central en el camino hacia la pacificaci¨®n del pa¨ªs, resalto las siguientes cinco lecciones que se desprenden de la evoluci¨®n de la Paz Total.
1. Sin una arquitectura institucional que d¨¦ orden y soporte, la Paz Total queda coja
La duda sobre las competencias humanas, t¨¦cnicas y operativas de la oficina del comisionado de paz para ordenar y gestionar m¨²ltiples procesos en simult¨¢neo ha estado presente desde el principio y sigue sin resolverse.
Alimentan esta duda, por ejemplo, la poca conexi¨®n entre las distintas mesas en curso (con diversos formatos, delegaciones, tiempos y territorios), los incidentes que muestran descoordinaci¨®n en el campo de la seguridad y la falta de claridad, a estas alturas, sobre un aspecto tan neur¨¢lgico como la ruta jur¨ªdica de las mesas. Adem¨¢s, no es evidente que haya la capacidad de gesti¨®n ante distintas entidades, indispensable para cumplir r¨¢pidamente con todos los compromisos de trasformaci¨®n territorial que se han adquirido, como en Nari?o con la disidencia del ELN y al menos otros cuatro con el EMC (disidencia de las extintas FARC). Esto pone en entredicho la idea de que lo acordado se va implementando, una de las premisas centrales de la Paz Total.
2. Arrancar con el cese al fuego enreda la negociaci¨®n
Esta era una lecci¨®n aprendida de procesos anteriores en Colombia, pero en medio del gran optimismo por la Paz Total, el Gobierno concedi¨® ceses al fuego a todos los grupos empezando el 2023. Esto representa una enorme concesi¨®n de entrada, adem¨¢s de darles espacio para que profundicen y expandan su influencia territorial como lo hemos visto. El hecho de que haya protocolos de funcionamiento distintos para las dos mesas que mayores avances han tenido, la del ELN y la del EMC, hace m¨¢s dif¨ªcil la tarea de la Fuerza P¨²blica en el terreno. Por otra parte, en el caso de la mesa con el ELN, casi todos los ciclos de negociaci¨®n se han ensombrecido con las mutuas recriminaciones por supuestas violaciones al cese, lo que ha frenado el avance en la agenda sustancial.
No es de extra?ar que en el proceso que acaba de arrancar con la Segunda Marquetalia (otra disidencia de las FARC) el Gobierno haya optado por el ¡°desescalamiento¡±, f¨®rmula que se utiliz¨® en el proceso que llev¨® al Acuerdo de Paz de 2016 con las FARC, seg¨²n la cual se van acordando medidas para bajarle la intensidad a la confrontaci¨®n hasta llegar al cese definitivo a partir del progreso en la negociaci¨®n.
3. Afianzar el camino con fases exploratorias antes de abrir los micr¨®fonos
Estas fases discretas son claves para tener unos m¨ªnimos de partida, como verificar la voluntad del grupo armado, tener mejor conocimiento sobre con qui¨¦n se dialoga y establecer posibles temas de conversaci¨®n y l¨ªneas rojas b¨¢sicas. Situaciones como el reciente desencuentro entre el Gobierno y el Clan del Golfo sobre qu¨¦ tipo de proceso se llevar¨¢ a cabo ¨Csi sometimiento a la justicia para el primero o di¨¢logo de paz para el segundo¨C le restan de entrada credibilidad a la mesa.
En el caso del EMC, se habr¨ªa podido plantear desde un inicio un proceso m¨¢s acorde con la realidad interna de este grupo de haberse valorado en una fase de exploraci¨®n su capacidad de mando. Esto habr¨ªa evitado avanzar en un proceso sin mayor futuro, as¨ª como la perplejidad que ha generado la abrupta ruptura de esta disidencia en dos bandos, uno ¨Cel m¨¢s d¨¦bil¨C que se queda en la mesa y otro que se va a la guerra.
4. Sin marco jur¨ªdico claro no hay acuerdos posibles
La falta de claridad sobre las condiciones jur¨ªdicas bajo las cuales los integrantes de los grupos dejar¨ªan las armas, har¨ªan tr¨¢nsito a la vida civil y le responder¨ªan a la sociedad y, en particular, a las v¨ªctimas, es uno de los aspectos que mayor incertidumbre genera sobre el futuro de las mesas.
A¨²n no se sabe c¨®mo se resolver¨¢n los impedimentos legales para quienes han sido firmantes de acuerdos previos con el Estado que afectan a muchos de los l¨ªderes e integrantes de las disidencias de las extintas FARC y del Clan del Golfo. Tampoco se conoce una propuesta de sometimiento a la justicia que genere incentivos para que los integrantes de las bandas que est¨¢n en las tres mesas urbanas (Buenaventura, Medell¨ªn y Quibd¨®) abandonen su actividad criminal. M¨¢s a¨²n, seguimos sin saber las condiciones y el horizonte de dejaci¨®n de las armas del EMC, cuyos l¨ªderes insisten en que no abandonar¨¢n su lucha hasta que las transformaciones territoriales se hagan realidad.
La paz con justicia es una aspiraci¨®n central de los colombianos, incluso entre aquellos que m¨¢s abogan por la v¨ªa negociada, seg¨²n lo muestra la reciente encuesta del PNUD realizada a cerca de 12 mil pobladores de las regiones m¨¢s afectadas por el conflicto y la violencia. Una estrategia jur¨ªdica que d¨¦ cuenta de este clamor ciudadano, a la vez que genere incentivos para los armados y atienda las restricciones legales y constitucionales, es esencial para la solidez y credibilidad de los procesos de negociaci¨®n.
5. Paz y seguridad son dos caras de una misma moneda
Sin duda uno de los asuntos que m¨¢s ha deslegitimado la apuesta de Paz Total ha sido la creciente sensaci¨®n de inseguridad alimentada por la violencia generada por las diputas entre estructuras armadas y la profundizaci¨®n de la influencia de ¨¦stas en sus zonas de dominio. La falta de conexi¨®n entre las mesas y estrategias de seguridad territorial, que adem¨¢s de proteger a la poblaci¨®n informen oportunamente a las delegaciones oficiales sobre las condiciones en el terreno y los planes de los grupos, ha sido una constante a lo largo de estos dos a?os.
La paz no puede avanzar a expensas de p¨¦rdidas en materia de seguridad. Un equilibrio y articulaci¨®n entre estas dos es indispensable para no seguir desgastando la credibilidad en la salida negociada, lo que podr¨ªa llevarnos a un escenario indeseable de tierra arrasada.
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