El San Juan de Dios, un hospital virreinal convertido en el m¨¢s actual de los debates pol¨ªticos
S¨ªmbolo de la salud p¨²blica en Colombia y hogar de descubrimientos cient¨ªficos, el complejo lleva 23 a?os sin ofrecer sus servicios. El presidente Petro y el alcalde Gal¨¢n abren un nuevo cap¨ªtulo en la larga disputa sobre qu¨¦ es lo que vale la pena recuperar
El San Juan de Dios, en el centro de Bogot¨¢, es un hospital inusual dentro de los tantos que han cerrado en Colombia. No ha ca¨ªdo en el olvido desde su clausura en 2001, pese a que eso podr¨ªa pensarse al ver la humedad que carcome las paredes, agrieta los pisos y oxida las ventanas de los pabellones afrancesados. Los expertos valoran, por ejemplo, que el Libertador Sim¨®n Bol¨ªvar agradeci¨® en su momento los servicios que el hospital prest¨® a los h¨¦roes de la independencia. La ciudadan¨ªa, en tanto, lo ve como un s¨ªmbolo del apoyo del Estado a los m¨¢s necesitados. Por eso suelen reemerger las promesas sobre su reapertura. Y ahora, a 460 a?os de su fundaci¨®n (1564) por el arzobispo Juan de los Barrios, el Gobierno de Gustavo Petro revive una antigua y larga disputa sobre qu¨¦ es lo que vale la pena recuperar en el viejo hospital.
El jueves 22 de agosto, el presidente anunci¨® en sus redes sociales la decisi¨®n de su Administraci¨®n de terminar un contrato sobre el San Juan que hab¨ªa desarrollado la Alcald¨ªa de Enrique Pe?alosa (2016-2019) y aprobado la de Claudia L¨®pez (2020-2023). ¡°Por ahora quienes quer¨ªan desaparecer el hospital p¨²blico m¨¢s antiguo de Colombia no tendr¨¢n ¨¦xito¡±, celebr¨®, en referencia a que el proyecto del Distrito contemplaba la demolici¨®n de una torre de los a?os cincuenta y su reemplazo por un edificio nuevo. Sin embargo, su festejo pronto dio paso a una escalada de tensi¨®n con el actual alcalde, Carlos Fernando Gal¨¢n. El mandatario capitalino denunci¨® que el presidente ejerce una injerencia indebida sobre Bogot¨¢, propietaria del predio. Tambi¨¦n advirti¨® que esta cancelaci¨®n del contrato solo demorar¨¢ una reapertura que todos desean y enfrentar¨¢ a la ciudad a demandas millonarias.
El hospital tiene su sede, desde 1926, en un predio de 13 hect¨¢reas en el borde sur del centro hist¨®rico de la capital colombiana. Sus 24 edificios reflejan diversos momentos de la historia de la instituci¨®n. Algunos son exponentes de la arquitectura hospitalaria tra¨ªda de Francia a principios del siglo XX: amplios pabellones unidos por jardines, uno para cada servicio m¨¦dico, nombrados en honor a sus benefactores arist¨®cratas y algunos ap¨®stoles. Otros muestran la creciente cercan¨ªa de la medicina colombiana a Estados Unidos tras las guerras mundiales. La llamada torre central, hoy eje de la discordia, es un monobloc de nueve plantas que se construy¨® entre 1948 y 1952. Buscaba integrar la educaci¨®n de los m¨¦dicos y los distintos servicios de salud en un edificio autosuficiente, con quir¨®fanos, salas de internaci¨®n, laboratorios, aulas y oficinas.
La necesidad de reabrir el complejo no est¨¢ en discusi¨®n. Es un monumento nacional desde 2002 y hay varias ¨®rdenes judiciales que obligan al Gobierno de Colombia, a la Gobernaci¨®n de Cundinamarca y a la Alcald¨ªa de Bogot¨¢ a financiar las refacciones necesarias. La disputa es por la torre central y su lugar en la historia del hospital. El Plan Especial de Manejo y Protecci¨®n aprobado en 2016 no zanja la controversia: cataloga al edificio en un nivel menor de protecci¨®n patrimonial y da la opci¨®n de demolerlo, pero tambi¨¦n de mantenerlo y reforzarlo. Para algunos es una monstruosidad arquitect¨®nica. Para otros tiene un valor incalculable porque recuerda la influencia estadounidense en la medicina colombiana y los avances cient¨ªficos que se produjeron entre sus muros.
La toma del 75, entre la crisis y el esplendor
Uno de los hitos en la historia del hospital tuvo lugar en 1975. Ra¨²l Sastre, cirujano pl¨¢stico y exdecano de la facultad de Medicina de la Universidad Nacional, comenta en una videollamada que ese a?o ¨¦l particip¨® en la toma estudiantil del San Juan para exigir que dejara de administrarlo la Beneficencia de Cundinamarca, a cargo desde 1869. La idea era que la Universidad Nacional, que desde 1867 lo utilizaba para la educaci¨®n de sus estudiantes, lo manejara directamente. ¡°El profesor Fergusson [exdecano de la Facultad] dec¨ªa que la Beneficencia manejaba el hospital con intereses politiqueros. A los 16 a?os ¨¦ramos idealistas, lo segu¨ªamos ciegamente¡±, cuenta Sastre. El movimiento tuvo un ¨¦xito amargo: se firm¨® el traspaso, pero la Nacional pronto descubri¨® que no pod¨ªa sostenerlo y la Beneficencia no lo quiso de regreso.
¡°Ese fue el primer gran problema, estuvimos cuatro a?os en el limbo. El San Juan estuvo muy abandonado, con muy poca actividad¡±, relata el m¨¦dico. Ese vac¨ªo dio paso a otro hito que adquirir¨ªa relevancia con los a?os: en 1979, el presidente Julio C¨¦sar Turbay cre¨® la Fundaci¨®n San Juan de Dios para que administrara el hospital. Aunque la junta directiva inclu¨ªa la participaci¨®n del Estado nacional y departamental, eso signific¨® que el San Juan pasara a ser considerado en el papel como una entidad privada. Cuatro siglos de vida p¨²blica, bajo la Iglesia, la Corona y el Estado colombiano, llegaron a su fin.
Sin embargo, tambi¨¦n se recuerdan periodos de gran esplendor en medio de las crisis. Sastre relata que, ya m¨¢s avanzado en sus estudios, el hospital retom¨® la actividad y se consolid¨® como un gran lugar para formarse ¡ª¡°ten¨ªamos 100 partos en un d¨ªa¡±, explica¡ª. Reconstruye una ¡°m¨ªstica¡± de hospital de estudiantes e investigadores que dorm¨ªan all¨ª y trabajaban sin pausa para atender a todo el mundo. ¡°Recib¨ªamos a la gente m¨¢s pobre de la ciudad, a nadie se le ped¨ªa carn¨¦ o tarjeta. Era la llamada medicina de caridad, con la salud como un derecho de los pobres¡±, subraya en contraposici¨®n al sistema actual, con m¨¢s burocracia y requisitos para ser atendido, pero tambi¨¦n con m¨¢s acceso a servicios preventivos.
Sus recuerdos, como el de miles de estudiantes y profesores, se asocian a la torre central. Por eso, ha dedicado gran parte de su carrera en la Nacional a buscar la recuperaci¨®n del San Juan con ese edificio en el coraz¨®n de los proyectos. ¡°Representa el tercer cambio de la medicina colombiana: de la espa?ola y la francesa pasamos a la norteamericana. Trajimos el modelo con torres de ascensores y todo integrado en un solo monobloque. Ah¨ª hicimos los primeros trasplantes renales y cirug¨ªas del coraz¨®n¡±, comenta en referencia a un listado de hitos que tambi¨¦n incluyen la creaci¨®n de la v¨¢lvula de Hakim para la hidrocefalia y la bolsa de Borr¨¢ez para los abd¨®menes abiertos. ¡°No es solo el edificio en s¨ª lo que importa, sino qu¨¦ pas¨® dentro¡±, a?ade.
La ley 100 y la decadencia final
Hay varias razones detr¨¢s del cierre del hospital en 2001. Adriana Uribe, historiadora de la Universidad Javeriana y coautora del libro San Juan de Dios. Gu¨ªa Cr¨ªtica del Conjunto Hospitalario de Bogot¨¢, comenta que en sus investigaciones ha encontrado registros contables que muestran repetidas crisis financieras desde los a?os cincuenta. Pero, matiza, esas situaciones se resolv¨ªan con inyecciones de fondos por parte del Gobierno. Considera que el golpe final fue la entrada en vigor de la Ley 100 de 1993, que forz¨® a los hospitales a adaptarse a una l¨®gica de mercado. El Estado ya no estaba obligado a suplir los baches financieros del San Juan, que ahora deb¨ªa facturar sus servicios a las aseguradoras y competir por la demanda.
Sastre y Uribe difieren respecto al rol del expresidente conservador Andr¨¦s Pastrana, que lleg¨® al poder en 1998. El m¨¦dico se?ala que el liberal Ernesto Samper (1994-1998), de tintes m¨¢s progresistas, mantuvo el financiamiento al San Juan durante su gesti¨®n. En cambio, comenta que Pastrana recort¨® los aportes con el argumento de que la fundaci¨®n creada en 1979 lo hab¨ªa convertido en una entidad privada. Fue entonces que el hospital se fue apagando poco a poco, hasta que en 2001 le cortaron la electricidad. La historiadora, por otro lado, enfatiza que Pastrana se justificaba con una ley. ¡°S¨ª, la decisi¨®n la tom¨® ¨¦l. Pero con una estructura que se hizo antes de que ¨¦l llegara a la Presidencia¡±, remarca por tel¨¦fono.
Los intentos para reabrir el San Juan comenzaron apenas cerr¨®. David Cristancho, un arquitecto que da a conocer la historia del hospital desde la sociedad civil desde hace 24 a?os, destaca el rol de un colectivo de enfermeras que sigui¨® yendo al hospital y lider¨® campa?as para defenderlo. ¡°Fueron al Congreso y se encontraron a la senadora Mar¨ªa Isabel Marulanda, que hizo una proposici¨®n para salvar el hospital. Argumentaron que atendi¨® gente de manera gratuita, que ayud¨® en tragedias como las del Palacio de Justicia y Armero, y que 8 de cada 10 colombianos ten¨ªan alg¨²n v¨ªnculo¡±, cuenta en una llamada telef¨®nica. Entre los congresistas que se sumaron a la declaratoria de monumento nacional estaba Petro. ¡°Empieza a sensibilizarse y a entender al San Juan como un s¨ªmbolo de la salud gratuita en Colombia¡±, resalta Cristancho, que tambi¨¦n se?ala que la ley establece que los hospitales universitarios, como era el San Juan gracias a la Nacional, ¡°atender¨¢n con preferencia a las personas no cubiertas por los reg¨ªmenes establecidos¡±.
Los expertos coinciden en el peso que tiene el San Juan en la memoria de la ciudad. Juan Carlos Fl¨®rez, historiador y exconcejal capitalino, remarca por tel¨¦fono que decenas de miles de bogotanos tienen recuerdos de haber pasado por sus pabellones. ¡°Vamos a la Hort¨²a [la antigua hacienda colonial en cuyas tierras est¨¢ el San Juan]¡±, era lo que se pronunciaba usualmente cuando una persona estaba enferma. El historiador Fernando Rojas, por su parte, describe ¡°la promesa¡± de progreso que significaba un complejo tan grande, ¡°una ciudad hospitalaria¡±. ¡°Es impresionante en t¨¦rminos arquitect¨®nicos y ha tenido una gran importancia cient¨ªfica. En ese sentido, representa la ilusi¨®n de sectores populares de tener una atenci¨®n de salud digna. Pero al mismo tiempo es la materializaci¨®n de la incapacidad estatal y su cierre es como que te quiten lo poco que te han dado¡±, comenta por tel¨¦fono.
La disputa por la torre
Los ¨²ltimos cuatro alcaldes de Bogot¨¢ han estado inmersos en una disputa urban¨ªstica sobre c¨®mo recuperar el San Juan de Dios. Petro, que despach¨® en abril de 2015 desde el hospital, adquiri¨® el predio a Cundinamarca en noviembre de ese a?o, semanas antes de terminar su mandato. Inaugur¨® un sector de la torre para consulta m¨¦dica, pero poco despu¨¦s qued¨® abandonado. Enrique Pe?alosa, en tanto, estructur¨® la licitaci¨®n de un nuevo hospital, el Santa Clara, en el sitio de la torre central del San Juan. Claudia L¨®pez firm¨® el contrato para ello con la empresa espa?ola Copasa. Mientras tanto, hubo algunos avances en refacciones de otros edificios que est¨¢n fuera del contrato que hoy est¨¢ en disputa.
Ahora que Petro es presidente, ha retomado la iniciativa desde el Gobierno nacional. El Plan Nacional de Desarrollo, aprobado en mayo de 2023, le otorg¨® facultades para adquirir el predio y crear una nueva entidad que ¡°tenga como objeto la prestaci¨®n de servicios de salud o investigaci¨®n¡±. Como consecuencia, el Ministerio de Cultura se ha involucrado m¨¢s activamente en los proyectos para restaurar las partes del complejo que est¨¢n fuera del contrato con Copasa: hay obras en marcha en dos edificios y prepliegos para licitaciones en otros ocho. Todo el terreno, no obstante, a¨²n es del Distrito de Bogot¨¢.
El m¨¦dico e historiador Mario Hern¨¢ndez, coordinador del proyecto de restauraci¨®n en el Ministerio, defiende por tel¨¦fono la postura del Gobierno. Se?ala que se podr¨ªan hacer nuevos edificios, pero no demoler los que ya existen. ¡°La torre es la joya de la corona¡±, remarca. Explica que, en su visi¨®n, el patrimonio no puede limitarse ¡°solo a lo est¨¦tico¡±, en referencia a la belleza, perfecci¨®n y pulcritud de los pabellones franceses. ¡°Tiene que ver con la identidad, con las experiencias y la relaci¨®n con la gente¡±, comenta el tambi¨¦n profesor de la Universidad Nacional. Asegura, adem¨¢s, que los estudios t¨¦cnicos muestran que recuperar la torre tiene costos apenas superiores a los de un edificio nuevo. ¡°Es un mito urbano decir que es cuatro veces m¨¢s caro¡±, afirma.
Hern¨¢ndez remarca que el Ministerio nunca dio su aprobaci¨®n para el proyecto de nuevo edificio que present¨® Copasa. ¡°Tres veces fall¨®, no se acogieron los impactos ambientales¡±, se?ala. Asimismo, dice que la postura del Gobierno no es solamente por ¡°algo afectivo¡±. ¡°Es consecuencia tambi¨¦n de un mandato legal por la lucha de trabajadores¡±, afirma en referencia a la ley de 2002, que ordena ¡°la remodelaci¨®n, restauraci¨®n y conservaci¨®n¡± del hospital.
La postura de los tres sucesores a Petro en la Alcald¨ªa la defiende la arquitecta Mar¨ªa Mercedes Jaramillo, gerente de la Empresa de Renovaci¨®n y Desarrollo Urbano de Bogot¨¢ y secretaria de Planeaci¨®n durante la Alcald¨ªa de Claudia L¨®pez. En conversaci¨®n telef¨®nica, diferencia entre el valor arquitect¨®nico de ¡°un conjunto de edificios muy hermosos, con el estilo de los centros hospitalarios franceses del siglo XIX¡± y el de una torre que define como ¡°disruptiva¡±. ¡°El edificio central es un aterrizado en ese lugar, no es lo m¨¢s interesante que hizo el estudio Cu¨¦llar Serrano G¨®mez en Bogot¨¢ y est¨¢ en p¨¦simas condiciones. Eso es un hecho objetivo¡±, subraya.
La arquitecta reconoce que ¡°conceptualmente es v¨¢lida¡± la visi¨®n del Gobierno sobre el valor de la torre para la historia de la Medicina, pero enfatiza que ya no es tiempo para ese debate. Se?ala que existe desde hace a?os un Plan Especial de Manejo y Protecci¨®n (PEMP) que estableci¨® la creaci¨®n de ¡°un hospital universitario¡± ¡ªalgo que tambi¨¦n dice la ley de 2002¡ª. Argumenta que la torre no puede cumplir con los requisitos de seguridad que hoy en d¨ªa se requieren para un centro m¨¦dico de estas caracter¨ªsticas y que no hay otros espacios disponibles para construir. ¡°Podr¨ªan haber dicho antes del PEMP que hab¨ªa que conservarla para hacer otra cosa, como un museo, pero no fue lo que se estableci¨®¡±, afirma. ¡°No quiero sonar burocr¨¢tica, pero existen precedentes administrativos y jur¨ªdicamente vinculantes que determinan una serie de cosas y deben respetarse¡±, agrega.
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