Un aula por la paz, la contracara de las econom¨ªas il¨ªcitas en El Catatumbo
Comunidades y excombatientes se forman para hacer proyectos agr¨ªcolas legales en el mayor enclave de cultivos il¨ªcitos en Colombia

Cuando se habla de El Catatumbo, la regi¨®n que abarca 11 municipios del nororiente de Colombia y va desde la cordillera oriental hasta los l¨ªmites con Venezuela, se impone una etiqueta: es el lugar del mundo con m¨¢s cultivos de coca. Pero esa es una visi¨®n limitada de la zona monta?osa y atravesada por el r¨ªo del mismo nombre. Como describe la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie en El peligro de la historia ¨²nica, el relato ¨²nico crea estereotipos con el problema no de que sean falsos, sino de que son incompletos: ¡°Convierten un relato en el ¨²nico relato¡ La consecuencia del relato ¨²nico es que priva a las personas de su dignidad¡±. Los habitantes del Catatumbo no solo luchan por sanar las heridas de cinco d¨¦cadas de violencia, sino por soltar ese estigma que ha ca¨ªdo sobre sus hombros.
Laura Lizcano, de 56 a?os, muestra otro rostro del territorio. Lidera una asociaci¨®n de mujeres que impulsan proyectos productivos en veredas de El Tarra, un pueblo de unos 23.000 moradores donde el sol ardiente del mediod¨ªa obliga a buscar refugio bajo la sombra. Est¨¢ ubicado a 180 kil¨®metros de C¨²cuta, la capital del departamento fronterizo de Norte de Santander. Las mujeres que integran la red siembran cacao, pl¨¢tanos, aguacates y otros alimentos para aportar al sustento ¨Cy a las ilusiones¨C de sus familias. ¡°Una forma de construir paz es apost¨¢ndole a una agricultura sostenible y que genere desarrollo econ¨®mico¡±, sostiene Lizcano. Se expresa con voz firme y la mirada fija detr¨¢s de los anteojos. ¡°Tenemos el prop¨®sito de ense?arles a nuestros hijos otra forma de sobrevivir¡±, remarca.

No es f¨¢cil conservar el valor para abrir nuevos horizontes en un ¨¢rea que se disputan los grupos armados, especialmente por su ubicaci¨®n y condiciones clim¨¢ticas propicias para producir hoja de coca. Los j¨®venes, sin oportunidades claras de futuro, han sido v¨ªctimas de reclutamiento forzado desde finales de los a?os setenta, cuando empezaron a llegar grupos guerrilleros como el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), el Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n (EPL) y las extintas FARC.
Despu¨¦s aparecieron los paramilitares, que perpetraron en esta regi¨®n al menos 15 masacres entre 1999 y 2006, seg¨²n el Centro Nacional de Memoria Hist¨®rica. Algunos de los cr¨ªmenes se cometieron con la complicidad de militares, polic¨ªas u otros agentes del Estado. Poblaciones ind¨ªgenas y campesinas han padecido confrontaciones, desplazamientos y desapariciones forzadas, violencia sexual, asesinatos y extorsiones. La lista es larga y la tensi¨®n es permanente. El ELN, la guerrilla m¨¢s antigua en armas, y grupos de disidencias de las FARC, siguen pele¨¢ndose el control de la zona.
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Pese a esas complejidades, el compromiso con la paz en El Catatumbo resiste. Lizcano narra su testimonio a pocos pasos de un sal¨®n de 50 metros cuadrados que es s¨ªmbolo de esa voluntad irrompible. Hasta hace unos meses, su piso era r¨²stico, no ten¨ªa fachada y estaba cubierto con tejas de aluminio que no permit¨ªan resguardarse de la lluvia. Ahora tiene muros resistentes y un techo seguro.
All¨ª, cerca al parque central de El Tarra, la comunidad y antiguos guerrilleros, que firmaron el acuerdo de paz del 2016, atienden jornadas de formaci¨®n en habilidades, principalmente, agropecuarias. La Alcald¨ªa aport¨® el terreno, la Misi¨®n de Verificaci¨®n de las Naciones Unidas en Colombia gestion¨® recursos para la construcci¨®n y la Universidad Francisco de Paula Santander, una instituci¨®n p¨²blica, dicta las capacitaciones. Brigitta Von Messling, jefa de la oficina regional de C¨²cuta de la Misi¨®n de la ONU, explica que el aula es un ejemplo del trabajo de ese organismo para acompa?ar e impulsar proyectos que contribuyan a la implementaci¨®n del acuerdo. ¡°La paz no se hace sola, la hacemos juntos. Eso lo veo en este sal¨®n. El Tarra sigue siendo ejemplo de construcci¨®n de paz¡±, afirma.

¡°Yo empec¨¦ sembrando 1.000 ¨¢rboles de cacao hace tres a?os. Hoy tengo 3.000. Ya sabemos clasificar la semilla para que sea un ¨¢rbol bueno. Queremos demostrar que hay grupos de campesinas y campesinos con ganas de salir adelante¡±, se?ala Lizcano, la lideresa. En el aula se integran habitantes de El Tarra y excombatientes. ¡°Es una muestra de que queremos hacer parte del territorio. Donde se encuentra un firmante estamos comprometidos con la paz, a pesar de las dificultades¡±, asegura Luis Avenda?o, uno de los firmantes. Desde la firma del acuerdo, 436 exintegrantes de las FARC han sido asesinados.
La universidad ha certificado a cerca de 300 participantes en programas que responden a las necesidades locales. ¡°No le decimos al campesino: ¡®no siembre coca¡¯. Construimos conocimiento sobre otros cultivos para que tengan alternativas, que sirvan como fuentes de producci¨®n¡±, explica el profesor Jos¨¦ Manuel Alba. Naci¨® en el departamento vecino de Boyac¨¢ y decidi¨® quedarse a vivir en El Catatumbo hace varios a?os, cuando lleg¨® como coordinador de un consultorio socioambiental. Presenci¨® paso a paso la construcci¨®n del sal¨®n, que bautizaron Creapaz, y dice que cada ladrillo es parte de un tejido que hace creer en la regi¨®n. ¡°Nada en el Catatumbo es f¨¢cil, pero he aprendido del ejemplo de los campesinos y campesinas que nos demuestran que s¨ª se pueden hacer las cosas. He aprendido qu¨¦ es la esperanza vi¨¦ndolos a sus ojos¡±, relata.

Para la representante de la Misi¨®n de la ONU, la apertura del aula es un hecho que responde al anhelo de paz. ¡°La educaci¨®n es una clave del desarrollo en los territorios. El coraz¨®n del acuerdo es eso: crear nuevas oportunidades y proyectos de vida¡±. Por su parte, el alcalde, Eider Robles, dice que El Catatumbo no quiere m¨¢s guerra. ¡°El Tarra es agua, es tierra, es un municipio agr¨ªcola. Es el ¨²nico productor de cachama negra, producimos yuca, cacao, ganader¨ªa. Est¨¢n los campesinos con deseos de trabajar, mujeres emprendedoras y j¨®venes con talento. Es un municipio con ganas de transformarse¡±.
En su libro, Ngozi advierte: ¡°Se crea una historia ¨²nica, se muestra a un pueblo solo como una cosa, una ¨²nica cosa, una y otra vez, y al final lo conviertes en eso¡±. El Catatumbo es m¨¢s que aquello en lo que podr¨ªan encasillarlo. ¡°Usted puede ir a contar la noticia: las mujeres del Catatumbo lideran proyectos de econom¨ªa sostenible¡±, invita Lizcano, ansiosa por lograr que la otra cara de su regi¨®n llegue a los titulares de prensa.
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