Julissa Mantilla: ¡°Uno tiene que preocuparse por la ni?a nacida y no solo por el que est¨¢ por nacer¡±
D¨ªas despu¨¦s de terminar su mandato como comisionada de la CIDH, la reconocida experta en violencia sexual repasa los cuatro a?os en la instituci¨®n e incide en la importancia de los derechos de las mujeres como ¡°medidor de las democracias¡±
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Es imposible despegar la carrera de Julissa Mantilla (Lima, 55 a?os) de la defensa de los derechos de las mujeres. Esta abogada peruana lleva m¨¢s de tres d¨¦cadas dedic¨¢ndose de lleno a ello desde todos los frentes posibles. La academia, los juzgados, la investigaci¨®n... El ¨²ltimo escenario fue la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a la que se vincul¨® como comisionada en 2019 y en la que ejerci¨® la presidencia en 2022. Su rostro es uno de los m¨¢s conocidos de la instituci¨®n por su transparencia y compromiso firme y vocal con el derecho al aborto y la erradicaci¨®n de la violencia sexual y el feminicidio. ¡°Estas siempre han sido muertes evitables. Son homicidios en los que el Estado pudo haber hecho algo y no lo hizo¡±, afirma desde su despacho de Lima en una videollamada con Am¨¦rica Futura.
Su vehemencia tambi¨¦n le ha costado cr¨ªticas de las voces m¨¢s conservadoras del continente. Para muchos expertos y periodistas peruanos, tambi¨¦n el puesto. Una semana despu¨¦s de la conversaci¨®n, dejar¨¢ su cargo en la Comisi¨®n despu¨¦s de que el Gobierno de Dina Boluarte retirara su nombre como candidata a la reelecci¨®n el 28 de abril, sin dar apenas explicaciones. Mantilla no esconde la incomodidad y nostalgia que le provoca. ¡°Me hubiera encantado haber seguido trabajando en muchos asuntos importantes para la regi¨®n¡±, repetir¨¢ en varias ocasiones. ¡°Si respetar el reglamento tuvo un costo para candidatura, que no lo s¨¦ y no puedo afirmarlo, lo pago¡±.
Junto a Mantilla, se despiden de la CIDH Esmeralda Arosemena de Troiti?o y Margarette May Macaulay. Y entrar¨¢n en su lugar, tres magistrados nuevos (Gloria Monique de Mees, Christopher Arif Bulkan y Andrea Pochak) y uno reelecto, Edgar Stuardo Ral¨®n Orellana. Tanto Mees como Ral¨®n han sido fuertemente criticados por el panel independiente por falta de experiencia y por presentar un ¡°retroceso respecto a los est¨¢ndares de protecci¨®n de derechos¡±, respectivamente. Algo que a Mantilla dice no ¡°preocuparle¡±: ¡°La posici¨®n mayoritaria es la jur¨ªdicamente correcta¡±. Adem¨¢s, por primera vez en los 60 a?os de historia de la instituci¨®n, la Comisi¨®n contar¨¢ con tres de los siete comisionados de pa¨ªses peque?os de la regi¨®n (Guyana, Surinam y Barbados). ¡°Es una gran oportunidad para que ratifiquen muchos tratados y para que la Comisi¨®n tambi¨¦n incorpore y aprenda de un contexto tan diferente¡±, reconoce.
En este repaso a los cuatro a?os de mandato, Mantilla se muestra satisfecha e insaciable. Aunque deja el cargo, prefiere no opinar sobre la liberaci¨®n de Alberto Fujimori, pero alerta de la deriva autoritaria en varios pa¨ªses de la regi¨®n, en especial Guatemala, Argentina o Nicarag¨¹a. ¡°Hay que preguntarse qu¨¦ les pedimos a las democracias¡±. Mantilla, quien nunca dej¨® la docencia, no le teme al ?y ahora qu¨¦?: ¡°Seguir¨¦ defendiendo los derechos humanos desde el feminismo y en las aulas¡±.
Pregunta. ?Sabe hoy algo m¨¢s de la decisi¨®n de Boluarte?
Respuesta. Hasta ahora nadie me ha dado una respuesta oficial. Yo me enter¨¦ de esta decisi¨®n por redes sociales. Estaba en una reuni¨®n con Xiomara Castro, la presidenta de Honduras, y hab¨ªa apagado mi celular. Al salir, recib¨ª muchos mensajes de colegas de la Comisi¨®n y amigos y todos me dec¨ªan que lo lamentaban mucho. Te juro que pens¨¦ que hab¨ªa fallecido alguien. No puedo afirmar nada, lo que s¨ª te puedo decir es que yo nunca viol¨¦ mis principios como comisionada. Nunca compart¨ª ninguna informaci¨®n sobre los casos que estaban llev¨¢ndose a cabo sobre el Per¨². Primero porque no ten¨ªa la informaci¨®n y, segundo, porque, si la hubiera tenido, no la habr¨ªa dado.
P. ?Cree que el Gobierno esperaba que no fuera tan imparcial sobre ciertos asuntos?
R. No puedo afirmar que el Estado esperara eso de m¨ª. Lo que s¨¦ es que jam¨¢s brind¨¦ informaci¨®n. Jam¨¢s. Pero ser¨ªa interesante preguntarle esto a los funcionarios peruanos.
P. ?Qu¨¦ cree que signifique que el Estado de Guatemala, que ha sido bastante cr¨ªtico con la Comisi¨®n e incluso con usted personalmente, reelija a alguien como el comisionado Ral¨®n?
R. No conozco qu¨¦ se le pas¨® por la cabeza al presidente [Alejandro Giammattei], pero s¨ª s¨¦ que lo han apoyado al 100%. Antes y en su reelecci¨®n. Yo le le guardo respeto como a todos mis colegas, aunque hemos tenido divergencias fundamentalmente en estos temas. La elecci¨®n de Guatemala es leg¨ªtima, pero es un reflejo de lo que est¨¢ pasando regionalmente.
P. ?Y qu¨¦ es lo que tienen que hacer los pa¨ªses de la regi¨®n? ?Tendr¨ªan que ser m¨¢s vocales?
R. Para m¨ª s¨ª, habr¨ªa que ser m¨¢s vocal. Deber¨ªan de poner sobre la balanza realmente qu¨¦ quiero para la poblaci¨®n. Los Estados no pueden esperar a que la crisis llegue al final, como en el caso de Guatemala. Ahora hay un consenso sobre los problemas de debido proceso y acceso a la justicia, pero la Comisi¨®n viene alertando sobre eso hace varios a?os. Y la regi¨®n ofrece ahora posturas muy preocupantes, de negacionismo, retrocesos democr¨¢ticos, de utilizaci¨®n de estados de excepci¨®n como herramientas de pol¨ªtica criminal¡
P. El rol de la Comisi¨®n es garantizar los derechos en los Estados y elegir qu¨¦ casos entran en la Corte IDH. Durante su mandato, se han priorizado notoriamente los derechos de las mujeres, a pesar de que no todos los comisionados ten¨ªan la misma visi¨®n progresista. ?Ha sido dif¨ªcil internamente?
R. Cuando yo llego a la Comisi¨®n, ten¨ªamos a Flavia Piovesan y Antonia Urrejola y fuimos la primera junta de mujeres de la historia de la comisi¨®n. ?ramos tres mujeres trabajando en esa l¨ªnea y fue sencillo. Cuando ellas salen, no puedo decir que fue m¨¢s dif¨ªcil, pero s¨ª que se tuvo que hacer un gran esfuerzo de deconstrucci¨®n y adaptaci¨®n de los enfoques diferenciales. Siempre hay dificultades con los temas, pero en el caso de los derechos de las mujeres siempre hay mayores resistencias. Yo respeto todas las posturas personales, pero cuando una postura personal atenta contra un est¨¢ndar, me preocupa.
P. ?Qu¨¦ le qued¨® pendiente?
R. Mucho. (Risas). Avanzamos mucho sobre las mujeres buscadoras, pero qued¨® pendiente una resoluci¨®n al respecto. Tambi¨¦n, me gustar¨ªa haber hecho m¨¢s con la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP) en Colombia, sobre todo en el macro caso de violencia sexual¡ Si bien se hizo mucho por las mujeres privadas de libertad, quisiera haber hecho m¨¢s sobre ni?os que nacen en prisi¨®n. O trabajar en que los testimonios de Nicaragua puedan servir de base para una Comisi¨®n de la Verdad¡
P. Uno de los casos en materia de derechos de las mujeres m¨¢s importantes que est¨¢ estudiando la Corte IDH es el de Beatriz vs El Salvador. Y este ha suscitado todo tipo de reacciones ultraconservadoras en la regi¨®n. Hasta el presidente Rodrigo Chaves dijo recientemente que en caso de que se falle a favor de la causa abortista, ¡°Costa Rica no tiene ninguna opci¨®n m¨¢s que salirse del tratado¡±. ?Por qu¨¦ asusta tanto el derecho sobre nuestros cuerpos?
R. Este es uno de los muchos casos que llamamos ¡°falsos dilemas¡±. Por ejemplo, cuando defiendes los derechos de las personas privadas de la libertad, parece que est¨¢s a favor de los criminales, cuando no es as¨ª. Con esto sucede algo parecido: se est¨¢ entendiendo que cuando se permite la interrupci¨®n del embarazo se est¨¢ violentando la vida del que est¨¢ por nacer. Y lo que hay que entender es que esta protecci¨®n no se consigue con la criminalizaci¨®n del aborto. En El Salvador, Honduras o Nicaragua que, adem¨¢s, no es casualidad que sea en pa¨ªses en los que hay un absoluto control en el Gobierno, la penalizaci¨®n absoluta no protege la vida de nadie. Lo que hay que hacer es desarrollar pol¨ªticas de salud, de control, alimentaci¨®n, anticonceptivos, educaci¨®n sexual¡ Tenemos que empezar a medir los ¨ªndices de democracia de un pa¨ªs en funci¨®n de si respetan o no los derechos de las mujeres.
P. ?C¨®mo?
R. Yo no soy punitivista, pero ?por qu¨¦ no le invertimos a prevenir el embarazo adolescente? Uno de los grandes fallos es que le estamos exigiendo al derecho penal lo que solo nos pueden dar las pol¨ªticas p¨²blicas. Uno tiene que empezar a mirar el feminicidio o el embarazo adolescente m¨¢s all¨¢ y preocuparse por la ni?a nacida y no solo por el que est¨¢ por nacer. La respuesta de la criminalizaci¨®n y el ej¨¦rcito en las calles es efectista, solo para la tribuna. Para que todo el mundo diga que est¨¢s haciendo algo. Lo m¨¢s efectivo es tratar de prevenirlo.
P. Nicaragua sali¨® de la OEA, Guatemala y El Salvador han puesto en entredicho la rigurosidad de la instituci¨®n. ?Por qu¨¦ se les est¨¢ criticando tanto?
R. El sistema est¨¢ haciendo su trabajo. La pregunta no es qu¨¦ est¨¢ pasando con la Comisi¨®n, sino qu¨¦ est¨¢ pasando con los Estados. Ni Nicaragua ni Guatemala tomaron estas decisiones de la noche a la ma?ana, hubo previas. Y la Comisi¨®n pudo haberle bajado un poco a Nicaragua para que no se saliera, pero no fue as¨ª. La CIDH se cre¨® hace 60 a?os para evitar las violaciones a los derechos humanos. Llevamos a?os viendo lo que pasa en la regi¨®n. O en Cuba, por ejemplo: somos la ¨²nica esperanza para la gente cubana. Nos reunimos, tenemos audiencias, nos escribimos con ellos¡ Somos la ¨²nica esperanza y hay que defenderlos.
P. ?Y de qu¨¦ manera puede la CIDH ayudar a la isla [expulsada de la OEA en 1962]?
R. Lo que puede hacer con Cuba, Nicaragua o Venezuela¡ quienes le dan la espalda al sistema, es seguir escuchando a las v¨ªctimas. La historia nos ha mostrado que se pueden cambiar las cosas.
P. Las mujeres encarceladas representan el 8% en las Am¨¦ricas, cifra que se duplic¨® en los ¨²ltimos 22 a?os, en un 56,1% principalmente por la guerra contra las drogas. Usted siempre cita a la jueza Patricia P¨¦rez cuando dice que a los hombres se les encarcela por cometer delitos y a las mujeres por cometer pecados¡
R. S¨ª, ac¨¢ tengo el libro [lo muestra a c¨¢mara]. Ella analiza as¨ª el encarcelamiento en general, desde c¨®mo se encerraba en conventos o en la casa a las mujeres por tener hijos fuera del matrimonio o ¡°d¨ªscolas¡±, mientras que a los hombres solo los encarcelaban por delitos. La perspectiva de g¨¦nero es simplemente una metodolog¨ªa de an¨¢lisis, para entender que se puede cuestionar todo desde una mirada de igualdad. Y tiene que ver con los roles de g¨¦nero y con el poder. Hemos crecido en sociedades patriarcales donde hay espacios privados para las mujeres y p¨²blicos para los hombres. La perspectiva de g¨¦nero viene a ofrecerte m¨¢s opciones.
P. Tengo entendido que va a volver a la academia ahora. ?C¨®mo se pueden seguir defendiendo los derechos humanos desde ah¨ª?
R. Siempre desde el feminismo. Quiero escribir desde el derecho y desde mi propia experiencia de todos estos a?os. Tengo la suerte de poder haber estado en los dos lados, como bisagra, he aprendido mucho y salgo muy fortalecida y muy firme en lo que te dije: jam¨¢s viol¨¦ el reglamento. Si respetarlo tuvo un costo para candidatura, que no lo s¨¦ y no puedo afirmarlo, lo pago.
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