El reto de Uruguay con la poblaci¨®n atrapada bajo la l¨ªnea de la pobreza (la mayor¨ªa, mujeres y ni?os)
El 44% de los 350.000 pobres uruguayos son ni?os y adolescentes. Adem¨¢s, la gran mayor¨ªa de los 90.000 hogares afectados est¨¢n liderados por mujeres que dedican 43 horas semanales al trabajo no remunerado
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Casi 350.000 personas caben en el 10% de la poblaci¨®n de Uruguay que se encuentra atrapada bajo la l¨ªnea de la pobreza. Viven sobre todo en los departamentos del norte del pa¨ªs y tambi¨¦n en el sur, en los m¨¢rgenes de Montevideo, la capital. Seg¨²n un informe de la ONU, el 44% de esas personas son ni?os y adolescentes. Este dato genera alarma, pero no sorpresa, ya que el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) as¨ª lo ha reflejado, con leves variaciones, en el transcurso de la ¨²ltima d¨¦cada. Ganarle el pulso a ese 10% de la pobreza con tan marcado car¨¢cter infantil es un mandato ¨¦tico, al menos eso se escucha estos d¨ªas de campa?a electoral en Uruguay. Aunque, teniendo en cuenta la baj¨ªsima tasa de natalidad del pa¨ªs, parece una cuesti¨®n de sensatez. Los analistas sacan cuentas y arriesgan que es posible corregirlo. No lo es tanto para aquellos que con m¨¢s o menos bonanza econ¨®mica o intervenci¨®n del Estado, siguen estando afectados por ese porcentaje que reiteran las cifras presentadas recientemente por el INE.
En el asentamiento Nueva Esperanza, hay motivos de sobra para no creer en grandes cambios. Situado al oeste de Montevideo, fue creado en 2015 por cinco familias, a las que se sumaron otras hasta alcanzar las 45 que se cuentan hoy, explica Luis Acosta, referente comunitario del lugar. ¡°No tenemos trabajo fijo, hacemos podas y limpieza de terrenos, reciclamos basura¡±, le dice a Am¨¦rica Futura.
Salvo pocas excepciones, la mayor¨ªa de sus 200 habitantes ¨Centre ellos, 100 ni?os¨C pasa los ventosos y h¨²medos inviernos montevideanos entre viejas chapas de zinc, madera y nailon, sin ventanas, debajo de techos que aguantan temporales con tan solo el peso de piedras y neum¨¢ticos. Pero m¨¢s que al fr¨ªo, en Nueva Esperanza temen a la lluvia. Cuando cae, el agua se cuela en las viviendas, desborda los pozos negros y convierte el camino de acceso al barrio en un lodazal por el que es casi imposible transitar. ¡°Quedan muchas cosas para seguir haciendo¡±, agrega Acosta, que durante la charla destaca la solidaridad de los vecinos. Juntos mantienen una olla popular, asegura, tambi¨¦n un merendero, que funcionan en el centro comunal.
En Uruguay hay unos 607 asentamientos irregulares en los que viven alrededor de 165.000 personas, seg¨²n los datos oficiales disponibles. Desde el actual Gobierno, una coalici¨®n de centroderecha, apenas 21 de ellos han sido completamente intervenidos en cuatro a?os de administraci¨®n, mediante su regularizaci¨®n o la relocalizaci¨®n de las familias, entre otras acciones, como inform¨® en febrero el peri¨®dico local El Pa¨ªs. Las condiciones materiales de estos asentamientos son diversas, as¨ª como las historias de quienes los habitan.
¡°Dentro de la categor¨ªa pobreza, ?qu¨¦ hay? No es solo la capacidad de consumo [de una canasta b¨¢sica], que es lo que marca la l¨ªnea del INE. ?Qu¨¦ situaciones se viven?¡±, plantea la soci¨®loga Ver¨®nica Filardo en conversaci¨®n con Am¨¦rica Futura. Filardo es coautora de Detr¨¢s de la l¨ªnea de la pobreza, una investigaci¨®n hecha en los barrios populares de Montevideo que describe la vida de sus habitantes y su relaci¨®n con las pol¨ªticas sociales implementadas entre 2005 y 2019, durante los Gobiernos del Frente Amplio (centroizquierda). En ese periodo, hubo un marcado descenso de la pobreza, observa Filardo, pero la presencia del Estado no se tradujo en una reducci¨®n significativa de personas en asentamientos. ¡°Por m¨¢s mejoras que haya habido, incluso en las condiciones materiales de muchos, siguen estando en el mismo lugar¡±, apunta.
Entre 2004 y 2014, Uruguay logr¨® reducir la pobreza del 40% al 9%, de acuerdo con la medici¨®n por ingresos hecha por el INE. ¡°M¨¢s all¨¢ de que continu¨® bajando muy levemente entre 2014 y 2017, ya desde mitad de la d¨¦cada pasada se observa un estancamiento¡±, se?ala Gustavo De Armas, asesor en Planificaci¨®n Estrat¨¦gica de Naciones Unidas en Uruguay. Desde 2014, con leves variaciones, la pobreza permanece en una meseta del 10%. ?Por qu¨¦ ese n¨²cleo duro, como lo llama este experto, no ha podido ser abatido?
Parte de la respuesta, explica De Armas, reside en las caracter¨ªsticas sociodemogr¨¢ficas de esa poblaci¨®n: el 44% de las 350.000 personas pobres son ni?os y adolescentes, que no generan ingresos. Asimismo, las mediciones muestran que casi el 70% de los 90.000 hogares pobres tiene jefatura femenina. ¡°Los datos permiten advertir, adem¨¢s de la infantilizaci¨®n, la feminizaci¨®n de la pobreza en Uruguay¡±, subraya. Estas mujeres dedican en promedio 43 horas por semana al trabajo no remunerado, seg¨²n un informe elaborado por De Armas, que implica cuidar de sus hijos, cocinar, limpiar, tambi¨¦n encargarse de otros adultos. Adem¨¢s de resolver c¨®mo cubrir las necesidades b¨¢sicas del hogar.
¡°Todas tenemos ni?os a cargo, adultos mayores a cargo, personas con discapacidad a cargo...¡±, sostiene Carina Zeballos, lideresa de la Coordinadora Nacional de Asentamientos, durante una visita al barrio Nueva Esperanza. En 2018, Zeballos propuso sacar a flote esta agrupaci¨®n que se hab¨ªa creado en los a?os 90 y est¨¢ integrada por 80 mujeres de 60 asentamientos de ocho departamentos de Uruguay, para compartir dificultades y buscar formas de salir adelante.
Ellas intentan reunirse virtualmente una vez por semana, aunque resulta complicado que todas participen. Seg¨²n relata a Zeballos a Am¨¦rica Futura, a menudo deben lidiar con que la casa se inunda de materia fecal, con que aparece un ni?o mordido por una rata, con que los colchones se echaron a perder por la lluvia¡ ¡°La impotencia es tremenda¡±, asegura. Desde la Coordinadora abogan por la creaci¨®n de una Renta B¨¢sica Universal e Incondicional, que les permita garantizar los derechos b¨¢sicos de sus familias y dedicar parte del tiempo a su formaci¨®n. ¡°Tenemos muy bajo nivel educativo¡±, agrega Zeballos en referencia a las mujeres de esta agrupaci¨®n. Este es un com¨²n denominador en los hogares m¨¢s pobres.
Por lo pronto, los analistas coinciden en que el Estado uruguayo tendr¨ªa que incrementar el monto del PIB que destina a las transferencias monetarias que llegan a los hogares m¨¢s pobres y representan, en promedio, el 20% de los gastos de esas familias vulnerables. ¡°Uruguay puede revertir esta situaci¨®n¡±, afirma el economista Mauricio De Rosa. Eso implicar¨ªa, seg¨²n sus estimaciones, incrementar el presupuesto en aproximadamente 500 millones d¨®lares anuales para ampliar la cobertura de las pol¨ªticas p¨²blicas espec¨ªficas. ¡°?Qu¨¦ pasa si no lo hacemos? El costo social es alt¨ªsimo. Son inversiones inteligentes, adem¨¢s de justas¡±, asegura De Rosa.
Para el economista, eso ser¨ªa factible a trav¨¦s de modificaciones tributarias que apunten a una mayor progresividad del sistema. De Rosa recuerda que Uruguay es el pa¨ªs con los ¨ªndices de pobreza y desigualdad m¨¢s bajos de Am¨¦rica Latina, pero no sale bien parado si se compara con los pa¨ªses que integran el grupo de ingresos altos, del que forma parte: ¡°En Uruguay, el 1% de mayores ingresos tiene el mismo ingreso mensual que el 50% m¨¢s pobre combinado¡±. En ese contexto, remarca: ¡°Por su calidad democr¨¢tica, el pa¨ªs merece un debate m¨¢s serio sobre el tema impositivo en campa?a electoral¡±.
Un sistema de cuidados m¨¢s potente
Adem¨¢s de coincidir en la necesidad de reforzar econ¨®micamente los programas sociales que se ejecutan actualmente, como el Plan Equidad, la Tarjeta Uruguay Social o el Bono Crianza, el asesor de la ONU en Uruguay, De Armas, sostiene que el pa¨ªs requiere un sistema de cuidados m¨¢s potente. ¡°Se necesitan niveles de cobertura universal en la poblaci¨®n de entre cero, dos y tres a?os de edad, que contribuya al desarrollo infantil y tenga un impacto positivo en la participaci¨®n de las mujeres en el mercado laboral¡±, se?ala.
Por otro lado, contin¨²a, tiene que haber un fuerte componente educativo de capacitaci¨®n para el mercado laboral dirigido a los adultos de los hogares m¨¢s pobres, pero en particular en aquellos con mujeres a cargo. ¡°No parece una meta inalcanzable¡±, apunta De Armas, teniendo en cuenta que Uruguay es uno de los pa¨ªses de la regi¨®n con el Estado de bienestar m¨¢s antiguo y robusto. De concretarse, estas medidas implicar¨ªan reducir la pobreza medida por ingresos, pero no superarla en todas sus dimensiones, que incluye la vivienda decorosa, el acceso a los servicios b¨¢sicos como saneamiento, electricidad y agua potable, entre otros.
¡°Las circunstancias son colectivas, no son individuales¡±, reflexiona la soci¨®loga Filardo, a prop¨®sito del enfoque que han mantenido las pol¨ªticas sociales durante los sucesivos Gobiernos. Estas han apuntado a la responsabilidad del individuo m¨¢s que a la del grupo: ¡°Yo te doy la capacitaci¨®n, ahora vos consegu¨ª el empleo¡±, ejemplifica.
El desarrollo de proyectos que involucren a la comunidad podr¨ªan favorecer el cambio, observa Filardo, porque los logros ser¨ªan del barrio y no solo del individuo. ¡°Independientemente de los esfuerzos que se est¨¢n haciendo, no hay s¨ªntomas de mejora y esto va a peor, porque se suman nuevas precariedades producto del narcotr¨¢fico, que se ha metido en esos barrios, y de las nuevas relaciones que genera¡±, advierte la soci¨®loga. Ante este panorama y con la mira puesta en las elecciones de octubre, la sociedad espera que sus principales referentes pol¨ªticos arriesguen propuestas viables para hacer frente a dos de los problemas m¨¢s acuciantes que tiene Uruguay: pobreza infantil y seguridad.
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