Argentina vota sumida en la incertidumbre
El peronista Sergio Massa y el ultraderechista Javier Milei buscan este domingo la presidencia en segunda vuelta
Los argentinos acuden este domingo a las urnas conscientes de que est¨¢n ante una elecci¨®n crucial. El desaf¨ªo, el m¨¢s importante desde el regreso a la democracia en 1983, les genera m¨¢s incertidumbre que entusiasmo. La opci¨®n es mantener al peronismo en el poder o dar un dr¨¢stico giro hacia lo desconocido. El ministro de Econom¨ªa y candidato Sergio Massa (51 a?os) se erige como el garante de lo construido desde que los militares entregaron el poder. Su rival, el ultraderechista Javier Milei (53 a?os), promete dinamitar todo lo establecido, en una ¡°guerra cultural¡± sin mapa hacia la puerta de salida.
Esos dos mundos quitan el sue?o a una Argentina que lleva a?os de declive econ¨®mico y meses de una campa?a plagada de denuncias de fraude, golpes bajos e insultos, a tono con el car¨¢cter explosivo del candidato Milei y su agrupaci¨®n, La Libertad Avanza. Los sondeos no auguran una noche tranquila: los aspirantes llegan empatados a la batalla definitiva por la presidencia.
Hoy hay dos modelos de pa¨ªs en juego. Y no se trata de una exageraci¨®n period¨ªstica o un titular acelerado. Si gana Milei, el lunes Argentina ya no ser¨¢ la misma. El candidato ultra cuestiona sin matices los consensos democr¨¢ticos de un pa¨ªs que emergi¨® de la dictadura m¨¢s sangrienta de Sudam¨¦rica, con 700 centros de torturas y 30.000 desaparecidos. Milei cuestiona esa cifra y considera que los militares solo cometieron ¡°excesos¡±, como dijo durante el primer debate presidencial, repitiendo las plabras del almirante Emilio Massera durante el juicio de 1985 a los jerarcas del r¨¦gimen. Tambi¨¦n ataca avances clave de la sociedad argentina como el aborto legal, el matrimonio igualitario o la paridad de g¨¦nero. Si las relaciones sociales se rigen bajo las reglas del mercado, qu¨¦ impide regular la venta de ¨®rganos y ni?os o liberar la venta de armas, dice. ?D¨®nde hay una necesidad nace un derecho? ¡°Eso es una aberraci¨®n¡± inventada ¡°por la casta pol¨ªtica¡± y ¡°los zurdos de mierda¡±, responde Milei; y luego despotrica contra el papa Francisco, al que considera ¡°el maligno en la tierra¡±; y contra el Gobierno ¡°comunista¡± de Luiz In¨¢cio Lula da Silva en Brasil. Ofrece, como soluci¨®n, un modelo ¡°de libertad¡± que convenci¨® en la primera vuelta de las elecciones presidenciales (el 22 de octubre) a casi ocho millones de personas, apenas dos millones menos que Massa.
En los votantes de Milei hay sobre todo j¨®venes varones de clase media y media baja. Descre¨ªdos de la pol¨ªtica, sienten que no tienen futuro. El salto al vac¨ªo, piensan, no ser¨¢ peor que seguir por la misma senda. El discurso radical de Milei no los espanta, porque al final del d¨ªa, dicen, no podr¨¢ hacer todo lo que propone y, al menos, de la tierra arrasada surgir¨¢ algo distinto. Pero no todos est¨¢n de acuerdo. La promesa de dinamitarlo todo ha dado alas a Massa. Como ministro de Econom¨ªa tiene poco que ofrecer: la inflaci¨®n supera el 140% interanual, cuatro de cada diez argentinos son pobres y las reservas del Banco Central est¨¢n en rojo. Pero el miedo a Milei ha arrinconado las cr¨ªticas que merece la gesti¨®n de una econom¨ªa en crisis perpetua.
Massa y sus equipos de campa?a han promovido la idea de que este domingo se elige ¡°entre democracia y autoritarismo¡±, entre ¡°orden y caos¡±, entre ¡°memoria y negacionismo de la dictadura¡±. Tienen un blanco f¨¢cil en ese sentido. La candidata a vicepresidenta de Milei, Victoria Villarruel, una hija, nieta y sobrina de militares, lleva a?os promoviendo la anulaci¨®n de los juicios por delitos de lesa humanidad y disparando contra ¡°el curro¡±, o sea el robo, que supone otorgar subsidios a las v¨ªctimas del terrorismo de Estado.
La virulencia de los discursos, en cualquier caso, ha sido una anomal¨ªa en Argentina. Milei lleva semanas denunciando que le har¨¢n fraude en las urnas, en l¨ªnea con las estrategias preventivas que ya agitaron Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil. Esta semana, su hermana Karina Milei, jefa de la campa?a, denunci¨® ante los tribunales que la Gendarmer¨ªa, la fuerza a cargo de custodiar urnas y papeletas, hab¨ªa adulterado en la primera vuelta de octubre actas de votaci¨®n a favor de Massa. Un fiscal se tom¨® en serio la denuncia y la cit¨® para que presentase pruebas. Karina Milei no fue, pero envi¨® a su abogado, quien tuvo que admitir que sus fuentes eran solo ¡°redes sociales¡± y testigos ¡°an¨®nimos¡±. La novedad es que uno de los pocos consensos que hay en Argentina es que el sistema electoral es confiable y transparente.
El voto enojado
Massa, con todo, no la tiene f¨¢cil. El voto enojado es m¨¢s dif¨ªcil de enfrentar que ese que lanza cr¨ªticas hacia la gesti¨®n, los casos de corrupci¨®n o la ineficiencia del Estado. El ministro se ha esforzado por tomar toda la distancia posible del peronismo. Durante la primera vuelta se abraz¨® a la liturgia partidaria y celebr¨® m¨ªtines en estadios de f¨²tbol, arropado por ministros y gobernadores y banderas y bombos. Pero pronto las siglas de la Uni¨®n por la Patria, la alianza que lo acompa?a, se quit¨® de los carteles y las grandes multitudes desaparecieron. Massa prefiri¨® durante las ¨²ltimas semanas visitar votantes an¨®nimos, escuchar sus problemas y subir el resultado de esos encuentros grabados a sus redes sociales. El candidato busc¨® as¨ª el voto de los indecisos que no creen en los partidos, pero que pueden dejarse convencer por el hombre. La militancia, ese sujeto m¨²ltiple tan peronista, sali¨® en tanto a la calle. Se multiplicaron los peque?os actos de resistencia individual, como el de un m¨¦dico de 80 a?os que recorri¨® el subterr¨¢neo de Buenos Aires explicando ¡°a los j¨®venes¡± que si no defienden la gratuidad de la universidad p¨²blica, un hombre de familia pobre, como ¨¦l, jam¨¢s podr¨ªa tener estudios.
La estrategia del peronismo supuso tambi¨¦n ocultar al presidente, Alberto Fern¨¢ndez, y a la vicepresidenta, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, ambos con la popularidad por los suelos. El primero lleva tiempo sin una agenda oficial, ausente de la gesti¨®n de la crisis, que ha dejado en manos de Massa en su rol de ministro. La segunda se ha autoexcluido, tras meses y meses de lucha fratricida con el presidente que hab¨ªa colocado en 2019 en la Casa Rosada.
La figura m¨¢s relevante de la pol¨ªtica argentina de los ¨²ltimos 20 a?os inici¨® la retirada el 1 de septiembre de 2022, cuando un hombre intent¨® asesinarla en la puerta de su casa en Buenos Aires de un disparo que nunca sali¨®. Tres meses despu¨¦s, el 22 de diciembre, un tribunal la conden¨® a seis a?os de c¨¢rcel por corrupci¨®n y la inhabilit¨® para ejercer cargos p¨²blicos. Ese mismo d¨ªa, Kirchner se baj¨® de cualquier candidatura posible a trav¨¦s de un mensaje en vivo desde su despacho en el Senado. Se abri¨® entonces la puerta de la sucesi¨®n. Fracasado el intento de postular a Eduardo de Pedro, su hombre en el Gabinete de Fern¨¢ndez, emergi¨® de la crisis el nombre de Sergio Massa, que hastan entonces hab¨ªa observado el derrumbe de sus socios desde la C¨¢mara de Diputados.
La primera vuelta encumbr¨® a Massa y tambi¨¦n a Milei, pero dej¨® fuera a la derecha tradicional representada por la candidata Patricia Bullrich y su mentor pol¨ªtico, el expresidente Mauricio Macri. Cuando nadie lo esperaba, la fuerza que hab¨ªa servido de contrapeso al kircherismo se derrumbaba sin remedio. Macri no se dio por vencido: al d¨ªa siguiente de la derrota se reuni¨® con Milei y le ofreci¨® su apoyo en la batalla para ¡°terminar de una vez por todas con el kirchnerismo¡±. La decisi¨®n expuls¨® por decisi¨®n propia a los sectores moderados de su alianza, Juntos por el Cambio, refractarios a un acuerdo con un ultra que hasta el d¨ªa anterior los consideraba parte de la casta que promet¨ªa exterminar.
Macri y Bullrich pusieron a disposici¨®n de su nuevo aliado los 6,2 millones de votos que sacaron en la primera vuelta, adem¨¢s de fiscales para controlar las papeletas el d¨ªa de la elecci¨®n y hombres con experiencia de gesti¨®n. Pero no ha sido solo eso: le dieron adem¨¢s un barniz de racionalidad pol¨ªtica, el principal d¨¦ficit de Milei. En 24 horas, el ultra dej¨® la motosierra y moder¨® su discurso.
Fueron evidente los esfuerzos por no perder el control en el ¨²ltimo debate presidencial, mientras recib¨ªa el castigo impiadoso de un Massa profesional de la pol¨ªtica. Mientras titubeaba y se quedaba sin palabras, Milei acusaba de mentirosos a todos aquellos que recordaban sus propuestas m¨¢s pol¨¦micas, como el cierre de los ministerios de Salud y Educaci¨®n y el fin de las ayudas sociales. ¡°El le¨®n¡±, como se hace llamar Milei, se hab¨ªa convertido sin escalas al veganismo en su af¨¢n por ganarse el voto de la derecha tradicional.
Durante los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a, Milei solo defendi¨® en p¨²blico su promesa de ¡°dinamitar¡± el Banco Central para acabar con la emisi¨®n monetaria y dolarizar la econom¨ªa para terminar con la inflaci¨®n. Sus voceros pol¨ªticos se muestran cada vez menos convencidos de la viabilidad de esas propuestas radicales porque, saben, las arcas del Estado est¨¢n vac¨ªas de divisas.
En cualquier caso, si la versi¨®n moderada de Milei espantar¨¢ o no a su votante cl¨¢sico, ese que grita ¡°que se vayan todos¡± durante las recorridas callejeras de su l¨ªder, se sabr¨¢ solo tras el escrutinio. Lo ¨²nico de lo que nadie duda es que el lunes emerger¨¢ una nueva Argentina.
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