Cuando ETA puso Espa?a al borde del abismo
Dos libros analizan sendos a?os marcados a fuego por el terrorismo: 1980 y 2000. En ambos la convivencia dentro y fuera del Pa¨ªs Vasco estuvo a punto de partirse en dos
El azar ha conseguido que en esta etapa de revisi¨®n del cada vez m¨¢s lejano terrorismo vasco coincidan dos libros que diseccionan con precisi¨®n los dos a?os que el Pa¨ªs Vasco y Espa?a vivieron m¨¢s peligrosamente, llegando a asomarse el abismo: 1980 y 2000. 1980, el terrorismo contra la Transici¨®n (Tecnos), coordinado por Gaizka Fern¨¢ndez y Mar¨ªa Jim¨¦nez, ofrece una visi¨®n in¨¦dita sobre el a?o de mayor n¨²mero de asesinatos pol¨ªticos en Espa?a tras la dictadura ¡ª132¡ª, a excepci¨®n del 11-M, en los que el protagonismo terrorista de ETA se mezcl¨® con otros terrorismos y violencias. Fernando Buesa, una biograf¨ªa pol¨ªtica (Catarata), de Antonio Rivera y Eduardo Mateo, adem¨¢s de dibujar un perfil in¨¦dito de un pol¨ªtico desconocido en Espa?a como fue el asesinado dirigente socialista alav¨¦s, ofrece una nueva dimensi¨®n del a?o 2.000 ¡ªel de los ¡°magnicidios¡±¡ª cuando la estrategia de socializaci¨®n del sufrimiento de ETA alcanz¨® su cenit al generalizar el terror en Euskadi, extenderlo a toda Espa?a, dividir la sociedad vasca y arriesgar la secesi¨®n de ?lava.
Rivera y Mateo muestran c¨®mo Buesa vaticin¨® con a?os de antelaci¨®n el abandono del autonomismo por parte del PNV y su salto al soberanismo acompa?ado del abertzalismo radical, el Pacto de Lizarra, y c¨®mo su asesinato por ETA encendi¨® las luces rojas sobre aquella estrategia pol¨ªtica de consecuencias nefastas. Buesa era, tras marchar a Madrid Txiki Benegas y Ram¨®n J¨¢uregui, el l¨ªder m¨¢s prestigioso del socialismo vasco ¡ªportavoz parlamentario, exvicelehendakari, exdiputado general de ?lava¡ª y de la oposici¨®n al Gobierno de Ibarretxe.
El libro demuestra que nunca como en 2000 estuvo ETA tan cerca de ulsterizar Euskadi, dividiendo a la sociedad vasca entre nacionalistas y no nacionalistas. El Pacto de Lizarra acarre¨® la ruptura de los tres consensos que los dem¨®cratas vascos hab¨ªan logrado contra ETA y su brazo pol¨ªtico: el Pacto de Ajuria Enea contra el terrorismo; el Estatuto de Gernika y la coalici¨®n pol¨ªtica PNV-PSE. Acarre¨®, en definitiva, la desvertebraci¨®n de Euskadi. Precisa, tambi¨¦n, la din¨¢mica involutiva del PNV de Xabier Arzalluz y el lehendakari Ibarretxe tras el asesinato de Buesa: su compromiso con el abertzalismo radical les insensibiliz¨® e incapacit¨® para acordar con los no nacionalistas la respuesta contra el asesinato del l¨ªder opositor. La divisi¨®n social adquiri¨® su m¨¢ximo en las dos marchas: la de los no nacionalistas por el asesinato de Buesa y la del PNV, que la convirti¨® en un homenaje a Ibarretxe, presentado como v¨ªctima, con una masiva invasi¨®n nacionalista procedente de Bizkaia y Gipuzkoa.
Resulta especialmente innovador el an¨¢lisis de c¨®mo la mayor¨ªa de la sociedad alavesa ¡ªla menos nacionalista¡ª se sinti¨® agredida por ETA y por el nacionalismo debido a su reacci¨®n insensible ante el asesinato de Buesa, un alav¨¦s que hab¨ªa desarrollado su vida sociopol¨ªtica en Vitoria y con quien una mayor¨ªa de paisanos se identific¨®. Fue homenajeado por todo tipo de instituciones. Como consecuencia, las candidaturas nacionalistas tuvieron enfrente otras y perdieron la Diputaci¨®n, el Ayuntamiento, la universidad, la patronal y la Caja Vital. ?lava amag¨® con abandonar la comunidad vasca. Emilio Guevara, uno de los dirigentes del PNV alav¨¦s que abandon¨® el nacionalismo, defini¨® as¨ª lo sucedido: ¡°A mayor soberan¨ªa, menor territorialidad¡±. Finalmente, ?lava no abandon¨® Euskadi, pero nada volvi¨® a ser igual ni all¨ª ni en la comunidad aut¨®noma. El PNV lleg¨® a perder el Gobierno vasco entre 2009 y 2011. Para regresar tuvo que renunciar al frentismo nacionalista, pues comprendi¨® las consecuencias nefastas de su ejercicio en una sociedad plural como la vasca y particularmente en la alavesa.
¡°Nos encontramos en el momento m¨¢s dif¨ªcil y a la vez el m¨¢s peligroso¡±, reconoce un informe del jefe de Informaci¨®n de la Guardia Civil, Andr¨¦s Cassinello, a fines de 1979. Un a?o que contabiliz¨® 128 asesinatos terroristas. Pero 1980 lo super¨® con 132. Gaizka Fern¨¢ndez y Mar¨ªa Jim¨¦nez han coordinado a 16 expertos que analizan, desde distintas perspectivas, ese a?o y los riesgos de la democracia espa?ola en su transici¨®n.
El libro incide en el temor de los partidos democr¨¢ticos a que los asesinatos de altos jefes del Ej¨¦rcito y las Fuerzas de Seguridad abocaran a un golpe de Estado, como suceder¨ªa en el intento de febrero de 1981. Y analiza, con profusi¨®n de datos, c¨®mo organizaciones dispares coincidieron en tratar de impedir la democracia en Espa?a: las diferentes ramas de ETA cometieron 95 de los 132 asesinatos de 1980; el terrorismo ultraderechista y parapolicial, 28; la extrema izquierda, especialmente GRAPO, 6. Hubo otro asesinato terrorista internacional, de Fatah-Consejo Revolucionario y otros dos sin resolver.
Otro apartado aborda la ineficacia de las Fuerzas de Seguridad: sus miembros estaban mal cualificados, peor pagados y faltos de cultura democr¨¢tica, con muchos agentes y mandos lastrados por su pasado franquista y un presente ultraderechista. Se contabilizaron hasta 15 muertos en incidentes policiales. Tambi¨¦n resulta revelador que el 69% de los detenidos por la Guardia Civil fueran puestos en libertad as¨ª como las limitaciones de la investigaci¨®n judicial que, sobrepasada por la cantidad de atentados, dej¨® sin resolver decenas de asesinatos.
Resulta novedoso el cap¨ªtulo dedicado al terrorismo de ultraderecha, que en 1980 alcanz¨® su c¨¦nit con 28 asesinatos, la mayor¨ªa reivindicados por el Batall¨®n Vasco Espa?ol, una sigla que cobij¨® a grupos parapoliciales y ultraderechistas. Xavier Casals sostiene que el terrorismo ultraderechista espa?ol tuvo una triple influencia: argelina ¡ªhubo exmilitantes de la OAS¡ª; argentina ¡ªel asesinato de Yolanda Gonz¨¢lez en 1980 est¨¢ inspirado en la triple A¡ª e italiana ¡ªterroristas neofascistas acogidos por el franquismo¡ª.
Otro cap¨ªtulo, firmado por Juan Avil¨¦s, cuestiona el ¡°mito¡± de la Transici¨®n pac¨ªfica al contabilizarse 498 muertos, una violencia muy superior a la de las transiciones portuguesa y griega. Pero tampoco acepta que fuera ¡°especialmente sangrienta¡±. Lo fueron mucho m¨¢s la yugoslava, con 140.000 muertos; la peruana con casi 70.000 o la Primavera ?rabe. La Transici¨®n espa?ola coincidi¨® con la tercera oleada terrorista internacional, la de 1968 a 1989, que tambi¨¦n afect¨® al Reino Unido y a Italia. En 1980, en Italia, la ultraderecha, especialmente, y las Brigadas Rojas asesinaron a 124 personas. La violencia pol¨ªtica en Espa?a no fue resultado de la Transici¨®n, como en otros pa¨ªses, sino de sus enemigos, que finalmente fracasaron.
Fernando Buesa, una biograf¨ªa pol¨ªtica?
1980. El terrorismo conta la Transici¨®n
538 p¨¢ginas. 23,50 euros
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