Pascua sin lectura, menuda tortura
Tanto si son lectores de ciencia ficci¨®n como si no, les recomiendo ¡®Sinsonte¡¯, de Walter Tevis
1. ?Ey, toro!
Para calmar la ansiedad que me hab¨ªan producido los sondeos sobre las presidenciales francesas y el agotamiento de participar en una procesi¨®n rebosante de fervores (hab¨ªa hecho una promesa que tuve que cumplir al saber que Le Pen no; no todav¨ªa), me pas¨¦ uno de los santos d¨ªas d¨¢ndole vueltas al top¨®nimo que yo le pondr¨ªa al nuevo ¡°n¨²cleo poblacional¡± surgido del reciente matrimonio de conveniencia de las villas extreme?as de Don Benito y Villanueva de la Serena, que algunos esgrimen como paradigma de una deseada concentraci¨®n exportable al resto de la asendereada Piel de Toro. Tras mucho pensarlo, me inclino por proponer un par de ellos que hermanen a la vez el peso de la tradici¨®n con la frescura de lo nuevo: Villanito de do?a Serena, me parece logrado; aunque mayor atractivo tur¨ªstico tendr¨ªa Serenita de don Villano: el mal (el villano) vende m¨¢s que el bien, como se sabe. En ambos casos podr¨ªa utilizarse ¡°villanito/a/e¡± como gentilicio hipocor¨ªstico para quienes estuvieran empadronados en el megapueblo. De modo que ah¨ª lo dejo, como gancho para estimular otras propuestas de mis improbables lectores. Lo que no debe faltar en ning¨²n caso es la presencia, en sitio bien visible (a ser posible cerca de un monumento dedicado al sical¨ªptico Felipe Trigo, hijo ilustre de la por ahora todav¨ªa Villanueva) del toro de Osborne en talla king size, con su reconocible silueta negra de chapa met¨¢lica recortada contra el vac¨ªo, junto con una placa que recuerde a su creador, el cartelista y militante comunista gaditano Manuel Prieto Ben¨ªtez (1912-1991), cuya obra maestra ¡ªmiren por d¨®nde¡ª acab¨® como s¨ªmbolo espa?olazo muy al gusto de los ultras futboleros y de los chicos bien fachitas y votantes de Vox. M¨¢s informaci¨®n sobre Prieto Ben¨ªtez y su ya eterna (en el sentido que tambi¨¦n lo es la Dama de Elche, salvando las distancias) creaci¨®n pueden encontrarla en el estupendo art¨ªculo de Jos¨¦ Luis Calvo Carilla incluido en Imago mundi. ?lbum del tiempo (Prensas Universidad de Zaragoza; edici¨®n de Amparo Mart¨ªnez Herranz), un amen¨ªsimo y muy ilustrado libro-retablo en homenaje al cr¨ªtico y novelista Agust¨ªn S¨¢nchez Vidal, en el que decenas de especialistas de los m¨¢s variados campos han elegido una imagen para escudri?ar (en la estela de las Mitolog¨ªas, de Barthes) el relato que lleva impl¨ªcito. Y vaya si este toro lo lleva.
2. Propaganda
Presto atenci¨®n ¡ªy estremecimiento¡ª a un v¨ªdeo en el que se muestra una amplia avenida completamente desierta del Shangh¨¢i confinado: ni un alma en el horizonte, nada vivo a un lado y otro de la calzada. Lo ¨²nico que se mueve en el paisaje es un robot-perro renqueante que avanza por la calle y lleva adosado un altavoz por el que se emiten mensajes met¨¢licos que conminan a los invisibles vecinos a permanecer en casa. Hace tiempo que vivimos en una distop¨ªa, como vienen anunciando muchas de las ficciones que se publican. ¡°De las cosas pasadas ni habr¨¢ recuerdo ni vendr¨¢ pensamiento¡±, dec¨ªa Isa¨ªas (65, 17-21): as¨ª ser¨¢ el futuro, venga por un bang o por un suspiro. ¡°Antropoceno // antropocidio¡±, deduce Jorge Riechmann en uno de los contundentes poemas-silogismos de su poemario Z (Huerga & Fierro), que releo de vez en cuando con admirada aprensi¨®n (en otro propone llamarlo catastrozoico). Las im¨¢genes de los pasos de Semana Santa, esa especie de fallas sagradas y m¨®viles conducidas por oscuros penitentes, me despiertan hambre de m¨¢s im¨¢genes, im¨¢genes, im¨¢genes. La sacio con un prolijo libro de estampas publicado por Taschen: Chinese Propaganda Posters, que recoge una abrumadora selecci¨®n de los carteles de propaganda de la colecci¨®n de Max Gottschalk que fueron publicados en China entre 1949 y principios de los ochenta, cuando Deng Xiaoping puso el comunismo chino patas arriba. Se calcula que entre esos a?os se publicaron m¨¢s de 2,2 millardos de p¨®steres, dirigidos en muchos casos a una poblaci¨®n que (hasta muy tarde) contaba con un elevado porcentaje de analfabetos, de modo que los p¨®steres presentaban la misma funci¨®n que los retablos o frescos en las iglesias medievales. El libro proporciona todas las claves del relato oficial: consignas envueltas en hiperrealistas im¨¢genes naif de sanotes obreros sin edad, sonrientes (la l¨ªnea correcta) o con el ce?o fruncido (luchando contra el imperialismo), de ni?os redondos como las hermosas sand¨ªas socialistas que sostienen entre sus gordas manitas, de mujeres militantes y decididas, siempre risue?as y serviciales. Los p¨®steres se agrupan por temas siguiendo el orden de los cap¨ªtulos del librito rojo de Mao, el Gran Educador, cuya poderosa imagen fascin¨® tambi¨¦n a Warhol, que la reprodujo hasta la n¨¢usea en lienzos, no en carteles, destinados a millonarios. El libro se edita en tres idiomas (ingl¨¦s, alem¨¢n, franc¨¦s), pero los textos son lo de menos. Y si les preocupa la escalada en Ucrania, pueden consolarse con una de esas consignas que, le¨ªdas ahora, resultan monstruosas: ¡°La bomba at¨®mica es un tigre de papel que los reaccionarios estadounidenses usan para aterrorizar al pueblo; parece terrible, pero no lo es¡±. ?Pumba!
3. Robot
Tanto si son lectores de ciencia ficci¨®n como si no, les recomiendo Sinsonte (Impedimenta), de Walter Tevis (1928-1984), una estupenda distop¨ªa publicada en 1980. Tevis, varias de cuyas novelas han sido adaptadas a las pantallas (El buscavidas, El color del dinero, Gambito de dama), sit¨²a Sinsonte en un futuro lejano en el que los robots mandan. La trama, en la que se homenajea al cine (mudo) y a la literatura, se centra en la confrontaci¨®n entre un androide cansado (quiere suicidarse) y dos humanos que aprenden a leer, algo totalmente prohibido en ese mundo.
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