El entretenido relato de la muerte
Las narraciones de los sucesos, conocidas como ¡®true crime¡¯, han desdibujado la l¨ªnea entre la informaci¨®n y el entretenimiento. ?D¨®nde est¨¢ el l¨ªmite?
El suceso acaba de pasar. Suele ser un asesinato, a pesar de que el g¨¦nero lo incluye todo: desapariciones, estafas, atracadores, narcos, vio?laciones... Y el lector, el televidente, el tuitero, que ya tiene el gusto educado, no tarda ni cinco segundos en hacer la asociaci¨®n. ¡°Esto da para un Crims, dicen. Pero se trata de la verdad. Esto ni da ni no da...¡±, reflexiona el periodista de sucesos Guillem S¨¢nchez, autor de El estafador (Pen¨ªnsula) y El cas dels Maristes (Ona Llibres). ¡°La gente cuelga el icono de las palomitas...¡±, se queja. Los sucesos se han transformado en entretenimiento de la mano del true crime: una narraci¨®n del mundo criminal. Pero ?con qu¨¦ l¨ªmites?
¡°Todo va muy r¨¢pido. Publicas y te llama una editorial y ya casi se est¨¢n vendiendo los derechos... Hay un juicio y, al lado, las c¨¢maras de informativos y las de cine¡±, contin¨²a S¨¢nchez. ?l diferencia entre el d¨ªa a d¨ªa del trabajo del periodista de sucesos y la narraci¨®n pausada de un libro, de un podcast o de Crims, el programa de sucesos reales de TV-3 que ha revolucionado el panorama en Catalu?a y m¨¢s all¨¢. ¡°El pacto entre autor y lector no es el mismo que entre periodista y ciudadano¡±, afirma S¨¢nchez. Pero admite que la frontera se est¨¢ desdibujando: ¡°El true crime ha difuminado los l¨ªmites entre el entretenimiento y la informaci¨®n. La gente consume nuestras informaciones diarias como si estuviera mirando un Crims¡±.
Si hay un caso que ha despertado inter¨¦s por encima del resto es el llamado crimen de la Guardia Urbana: un tri¨¢ngulo amoroso entre tres polic¨ªas locales de Barcelona que acab¨® con el asesinato de uno de ellos en 2017. ¡°El g¨¦nero te pide que te adentres en la vida personal de los protagonistas¡±, defiende el periodista Toni Mu?oz, especializado en temas judiciales y policiales, sobre su libro Solo t¨² me tendr¨¢s (Pen¨ªnsula), donde explica vida y milagros de Rosa Peral, condenada por el crimen de la Guardia Urbana. Pero esto no impide que a Mu?oz le incomode el ¨¦xito. ¡°Se est¨¢ produciendo un fen¨®meno que me da miedo y que es fr¨ªvolo: ahora, cuando hay un asesinato, la gente ve un episodio de Crims o un libro de true crime. Y esto es la frivolizaci¨®n m¨¢xima de un asesinato¡±. ¡°Me sabe muy mal que haya fans de los cr¨ªmenes, me provoca urticaria¡±, a?ade.
A Carles Porta, periodista que ha trascendido esta etiqueta y se ha convertido en un referente del g¨¦nero como director de Crims, le incomoda la pol¨¦mica, que considera que surge desde el ¨¦xito del programa que dirige. ?l, en 1997, ya escribi¨® Tor, tretze cases i tres morts (La Campana) [Tor. La monta?a maldita, en castellano, en Anagrama], sobre un misterioso asesinato en el Pirineo catal¨¢n. ¡°Mi obsesi¨®n es la realidad. Explicar historias¡±, repite Porta. ¡°Siempre se ha demostrado que la muerte vende. La clave est¨¢ en c¨®mo lo haces. C¨®mo lo haces te define como serio, como informador o como showman¡±, esgrime el director de True Crime Factory, que acaba de publicar Crims. Llum a la foscor (La Campana).
Los periodistas que practican el ¡®true crime¡¯ caminan siempre por la cuerda floja
El cuidado hacia las v¨ªctimas es el debate nuclear: hasta d¨®nde puede llegar la informaci¨®n, m¨¢s todav¨ªa cuando busca entretener, y si los protagonistas pueden censurar contenido. ¡°La capacidad de veto te la da la ley y, despu¨¦s, la moralidad y la ¨¦tica de cada cual¡±, defiende Porta. En su programa intentan contactar siempre con los familiares de las v¨ªctimas, y despu¨¦s decidir. ¡°Respetamos a todo el mundo que sale en nuestros reportajes, a todo el mundo que nos entrega su vivencia. Tanto a v¨ªctimas como a verdugos¡±, insiste. S¨¢nchez es m¨¢s radical: ¡°Yo no escribo un libro sin el permiso de la v¨ªctima¡±, asegura, a pesar de que en El estafador salen mujeres con las cuales no pudo contactar. ¡°Pero siempre lo he intentado¡±. Una postura no compartida por otros periodistas, como Tura Soler, un referente del mundo de los sucesos gerundense, y autora de El pant¨¤ male?t (La Campana) [A orillas del pantano, en catellano, en Pen¨ªnsula], sobre el doble asesinado de Paula y Marc en el pantano de Susqueda, en 2017. ¡°Puedo entender que mi libro no les haga ninguna gracia [a los familiares], pero la finalidad es informar, explicar, describir un entorno y unas circunstancias¡±, indica Tura, sobre un caso todav¨ªa no juzgado. Toni Mu?oz est¨¢ a medio camino entre los dos: ¡°Las v¨ªctimas no tienen derecho de veto porque nosotros nos debemos a la historia, pero dif¨ªcilmente podr¨¢s hacer una informaci¨®n completa y ajustada sin el testimonio de las v¨ªctimas¡±.
Para Mayka Navarro, una de las periodistas con m¨¢s experiencia en el mundo de los sucesos y autora de Desmuntant el crim perfecte (Grup 62) [Desmontando el crimen perfecto, en castellano, en Alrev¨¦s], sobre el asesinato de Ana P¨¢ez, la clave no es tanto si las v¨ªctimas pueden decidir qu¨¦ se publica y qu¨¦ no, sino el papel que se les da: ¡°Con la edad, he invertido el posicionamiento. Al principio, estaba pillad¨ªssima por los malos y tend¨ªa sin darme cuenta a mitificar determinadas actuaciones. Con el tiempo, he colocado a la v¨ªctima en el centro, cada vez empatitzo m¨¢s con ella¡±, describe. La periodista F¨¤tima Llambrich, autora de Sense cad¨¢ver (Ara Llibres) [Sin cad¨¢ver, en castellano, en Now Books], sobre los cuatro asesinatos cometidos por Ramon Laso, cree que la diferencia est¨¢ en si se trata de una v¨ªctima que sigue viva. ¡°El caso de una violaci¨®n quiz¨¢s no tenga que ser un true crime¡±, opina, con las pocas certezas propias de un g¨¦nero complejo. Todos coinciden que en la informaci¨®n diaria no hay duda: manda el derecho a la informaci¨®n.
Pero, ?y el papel de los asesinos, de los violadores, de los atracadores? ¡°Entrevist¨¦ Ramon Laso para que la gente conozca a una persona no solo desde los ojos de la justicia y los investigadores, sino desde otra perspectiva que pueda aportar m¨¢s elementos¡±, explica Llambrich. ¡°No me genera ning¨²n conflicto que ¨¦l se sienta importante. Si no, no har¨ªamos nada¡±, defiende. ¡°El lector tiene derecho a ver al asesino, a ver c¨®mo se manifiesta y cada cual que interprete lo que quiera. Si el asesino es capaz de seducirlo...¡±, se suma Soler, que ha entrevistado a un buen pu?ado de criminales, entre ellos Joan Vila, asesino confeso de 11 ancianos en la residencia La Caritat de Olot. Para Mu?oz, es una consecuencia inevitable: ¡°Rosa Peral ha tenido muchas ganas de protagonismo. Incluso intent¨® usar el libro como una estrategia de defensa, pero no le funcion¨®. A ella, la fama que le dio le gust¨®¡±. ¡°El estafador del amor es un t¨ªo que en Forocoches y en seg¨²n qu¨¦ c¨ªrculos es un ¨ªdolo. Charles Manson cometi¨® una atrocidad y levanta pasiones. Son personas, afortunadamente, excepcionales¡±, reflexiona S¨¢nchez.
Los periodistas que practican el true crime andan siempre por la cuerda floja. La de la ley ¡ª¡±tienes que vigilar much¨ªsimo para no pisar cualquier precepto legal, que alguien se sienta ofendido¡±, dice Tura¡ª y la de la voluble memoria de los testigos. ¡°Las personas tendemos a reconstruir las historias cuando las recordamos, a rehacerlas y rehacerlas a medida¡±, se?ala Llambrich. Y encuentra que es importante saber renunciar: ¡°Cuando lo que te est¨¢n explicando es fant¨¢stico, pero ni t¨² te lo crees, tienes que renunciar, aunque sea un caramelo¡±. Para ella, no hay matiz posible: ¡°Si es no ficci¨®n, no puedes escribir nada que no te hayan validado del mismo modo que lo har¨ªas con una noticia¡±. Navarro coincide en que la verdad es ¡°el ¨²nico l¨ªmite¡± que tiene el g¨¦nero del true crime, pero s¨ª que admite cierta recreaci¨®n: ¡°El libro tiene que enganchar al lector porque es un producto literario y tiene que tener un ritmo, una cadencia, una estructura novelada. Hay escenas, momentos y di¨¢logos que tienes que crear porque t¨² no estabas all¨ª¡±. Siempre, a?ade, bas¨¢ndote en todo lo que te han explicado.
S¨¢nchez: ¡°Todo va muy r¨¢pido. Publicas y te llama una editorial y ya casi se est¨¢n vendiendo los derechos¡±
¡°Cuando necesitas interpretar y especular es que no tienes suficientes hechos. La realidad es una gran fuente y un gran l¨ªmite¡±, opina Porta. Se puede construir un di¨¢logo, ¡°a partir de lo que dice uno y lo que dice el otro, pero los hechos tienen que estar contrastad¨ªsimos. Si no, no se aguanta; si no, se convierte en pseudoficci¨®n¡±. Obsesionado por la realidad, insiste en que se puede ¡°modelar narrativamente, pero no se pueden variar ni puntos de vista, ni hechos, ni fechas, ni datos¡±. Y por eso, dice, la primera persona no acostumbra a tener sentido en el relato. ¡°No me gusta el periodista protagonista¡±. Y tampoco los escritores protagonistas. ¡°Esto es un problema de ego, como le pasa a Carr¨¨re¡±, dice, sobre el prestigioso autor franc¨¦s Emmanuel Carr¨¨re, autor de El adversario (Anagrama), la historia real de Jean Claude Romand, un falso m¨¦dico que mat¨® su mujer, a su hija, a su hijo y a sus padres.
S¨¢nchez, en cambio, defiende la primera persona como una forma de honestidad y transparencia con el lector. ¡°As¨ª dejas claro que es tu versi¨®n de los hechos¡±, dice, sobre la pregunta clave a la que, seg¨²n su criterio, tiene que responder toda obra sobre un suceso real: el porqu¨¦, que no acostumbra a ser esencial para polic¨ªas ni jueces. ¡°Puedes hacerte preguntas, no inventarte cosas, pero s¨ª que puedes hacer deducciones l¨®gicas. Y son tus suposiciones de por qu¨¦ hizo aquello¡±. Mu?oz coincide: ¡°La aspiraci¨®n es trasladar el modelo de la novela negra a un caso real. Intentar explicar por qu¨¦ la persona acaba matando¡±. Escribi¨® Solo t¨² me tendr¨¢s antes de que se celebrara el juicio, y aventur¨® una explicaci¨®n de lo que pas¨®: ¡°A la vista de las pruebas, se pod¨ªa hacer una hip¨®tesis y la hice. Y creo que era necesario. No tiene sentido acabar un libro dej¨¢ndolo abierto¡±.
?Los autores de true crime son vampiros? ?Viven de la sangre ajena? ¡°Si se mira desde este punto de vista, el corresponsal en Ucrania debe su fama a Putin. Y nunca nos parar¨ªamos: las ONG, a las desgracias... Es un punto de vista muy inc¨®modo¡±, censura S¨¢nchez. Tura gira el enfoque y defiende la funci¨®n esencial de este tipo de historias: ¡°Somos historiadores del presente. Dentro de unas d¨¦cadas, analizando nuestras cr¨®nicas se podr¨¢ hacer un an¨¢lisis sociol¨®gico de la sociedad en que viv¨ªamos¡±. Navarro considera que la de sucesos es la especializaci¨®n m¨¢s compleja que existe: ¡°Nuestra materia primera son las personas y sus emociones, y las tratamos en el peor momento de sus vidas¡±.
La moda del true crime tambi¨¦n ha ayudado a dignificar la profesi¨®n del periodista de sucesos. ¡°Nos ha ayudado que nos tengan algo m¨¢s de simpat¨ªa, que antes era inexistente¡±, dice S¨¢nchez. ¡°Yo me he dado cuenta de que ten¨ªa muchos m¨¢s lectores de lo que cre¨ªa. Pero la gente ten¨ªa alg¨²n tipo de tab¨² a decir que segu¨ªa la cr¨®nica negra, y ahora ya no¡±, a?ade Tura. Porta critica que hay una ¡°falta de criterio que hace da?o al g¨¦nero¡± del true crime. ¡°Nace del documental, del periodismo, para aproximarse a la literatura, a la ficci¨®n. El true crime no son grupos de expertos, son protagonistas. La gran diferencia con un reportaje, con un documental, es la voluntad narrativa¡±, define. Para Tura, hay un antes y un despu¨¦s de Crims: ¡°Un d¨ªa llegu¨¦ a ver un tuit de alguien que dec¨ªa que si lo llegaban a matar alg¨²n d¨ªa, le gustar¨ªa que Carles Porta hiciera su caso¡±.
La versi¨®n original de este art¨ªculo se public¨® en ¡®Quadern¡¯, el suplemento cultural en catal¨¢n de EL PA?S.
De la causa c¨¦lebre al 'true crime'
El true crime experimenta actualmente un momento de esplendor en todos los formatos en los que se desarrolla. En las distintas plataformas de contenido audiovisual se puede disfrutar de documentales sobre crímenes reales, al igual que ocurre con las principales plataformas de audio, que ofrecen diversos canales especializados en la reconstrucción de asesinatos. El sector editorial tampoco permanece ajeno a este fenómeno y cada vez son más los títulos que abordan, ya sea desde la ficción o desde el ensayo, casos reales.
A sangre fría (1965), de Truman Capote, es consideraba una de las principales obras del true crime en el siglo XX y la pionera de este género. Se trata de una novela de no ficción, tal y como el autor la definió, sobre el asesinato de una familia en su propia casa en un pequeño pueblo de Arkansas.
No obstante, esta tradición narrativa del true crime tiene su antecedente directo en las causes célèbres, en aquellos juicios que interesaban a la sociedad y que normalmente estaban relacionados con truculentos crímenes y cuyo origen se encuentra, según Valles Calatrava, en la obra Causes célèbres et interessants (1738) de Gayot de Pitaval. Con el auge del periodismo en el siglo XIX, producto de la configuración de las ciudades modernas a partir del desarrollo industrial que provocó importantes migraciones a la urbe, pronto se comprobó que este tipo de casos era del gusto de los lectores, que pretendían saciar su curiosidad. La prensa, pues, encontró que los sucesos criminales eran especialmente seguidos y estas narrativas se convirtieron no solo en un referente para el desarrollo del true crime, sino también para el origen de la novela policíaca.
Algunos de los escritores más reputados de la época trabajaban también en la prensa, por lo que siguieron muy de cerca sucesos cuya trascendencia permanece en nuestros días. Uno de los casos más famosos es sin duda el de Jack el Destripador, el asesino en serie de Londres cuya identidad todavía se desconoce. Los crímenes comenzaron en 1888 y desde muy pronto recibieron la atención de los periódicos debido a la crueldad de los asesinatos y las mutilaciones de los cuerpos. La falta de información llevó a los periodistas a dar por válidos testimonios poco fiables, cuando no directamente a fabular. La figura de Jack el Destripador ha generado un sinfín de documentales, ensayos, novelas, películas y cómics, sin duda motivado por la ausencia de identificación del asesino.
En España, algunos casos despertaron también la atención de la prensa, como el crimen de la calle de Fuencarral, un suceso acaecido en Madrid en 1888 —mismo año que los crímenes de Jack el Destripador— en el que una señora apareció brutalmente asesinada en su domicilio. Tal fue la notoriedad que tuvo que Benito Pérez Galdós escribió para el diario argentino La Prensa una serie de crónicas sobre la investigación y el juicio. El propio Galdós denunciaba el papel que habían desempeñado los periodistas, que ante la escasez de novedades, para mantener el interés, daban credibilidad a cualquier testimonio, lo que dificultaba la actuación judicial. Otros escritores también abordaron el caso y se llevó al cine y a la televisión.
El interés que despierta en la actualidad el true crime, por lo tanto, no difiere mucho de la atención que se le prestaba en el siglo XIX a las causas célebres en sucesos que hoy en día siguen siendo motivo de creación artística, como lo demuestra, entre otras, La mala dona (2008), novela de Marc Pastor a partir de la figura de Enriqueta Martí, conocida como la Vampiresa del Raval.
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