Tu mascarilla por debajo de la nariz provoca mi urticaria
C¨®mo gestionar el impacto emocional que producen quienes no cumplen las normas
Se dice que Albert Einstein asegur¨® que en el mundo solo hay dos tipos de personas, las que creen que todo es un milagro y las que piensan que nada lo es. Lo cierto es que es dif¨ªcil saber si el c¨¦lebre f¨ªsico pronunci¨® estas palabras (se le han atribuido muchas que nunca dijo, como la de que ¡°todo es relativo¡±). Sin embargo, esta divisi¨®n vale para numerosas cuestiones en la vida: hay quien aborrece el queso y quien lo comer¨ªa cada d¨ªa; quien ama el cine de Almod¨®var y quien lo odia; y, con esto de la pandemia, quien cumple las medidas y quien pasa ol¨ªmpicamente (un aut¨¦ntico quebradero de cabeza para los primeros).
Lavarse las mano con frecuencia, mantener una distancia social de dos metros y usar mascarilla son las tres pautas de seguridad que nos llevan repitiendo los expertos desde antes incluso de que empezara la desescalada. Bastar¨ªa con que el 50% de la poblaci¨®n lo cumpliera para que la situaci¨®n fuera mucho m¨¢s llevadera, seg¨²n las conclusiones de un nuevo estudio publicado en la revista PLOS Medicine. Parece sencillo, pero no es raro ver a gente con la cara descubierta tanto en la calle como en espacios cerrados, a pesar de que cubrirse es obligatorio en todo el territorio espa?ol salvo Canarias, y grupos de amigos no convivientes abraz¨¢ndose como si vivi¨¦ramos en la vieja normalidad.
Rebrotes en todo el pa¨ªs, cifras de contagios similares a las de mayo antes de salir de casa y excusas, muchas excusas: que si hace mucho calor (como si las temperaturas afectaran a unos s¨ª y a otros no), que si no saco la nariz de la mascarilla no respiro bien, que si llevamos mucho sin vernos y nos ech¨¢bamos de menos... Todo el que se salta las reglas del juego parece tener un buen motivo para hacerlo, mientras que al que las cumple a rajatabla le da urticaria (y no precisamente por el sudor que le cae del bigote mientras pasea por la calle con 40?C y la mascarilla puesta). ¡°Hacer caso a las normas y ver c¨®mo otros pasan, produce frustraci¨®n, tristeza, ira... Tiene un enorme impacto emocional¡±, asegura la psic¨®loga Gabriela Paoli.
Decirlo o no decirlo, he ah¨ª la cuesti¨®n
?Merece la pena reclamar al inc¨ªvico y arriesgarse a que la cultura de la cancelaci¨®n te tache de ¡°polic¨ªa de balc¨®n¡±? La experta lo desaconseja cuando se trate de una persona desconocida o poco cercana: ¡°Explicarle al vecino, a alguien por la calle o al cu?ado por qu¨¦ es necesario cumplir las normas es un gasto de energ¨ªa y en un a?o tan duro no estamos en momento de perderla¡±. ?Y a los amigos y familiares m¨¢s queridos? ¡°Lo puedes decir, pero no de cualquier manera. Estamos todos sensibles, por lo que hay que evitar el debate y la discusi¨®n. Lo mejor es comunicarlo de manera asertiva, explicar nuestro punto de vista y no reprochar lo que hace la otra persona¡±.
No es f¨¢cil decirlo con calma. Entendemos que la rabia queme por dentro cuando un ser querido vive como si nada pasara ah¨ª fuera, mientras las cifras globales superan los 600.000 muertos y m¨¢s de 16 millones de personas han sufrido la enfermedad, seg¨²n los datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). Pero estallar solo lleva al conflicto. ¡°Se est¨¢n dando muchas peleas en las relaciones por estos temas¡±, asegura la psic¨®loga, quien a?ade que lo peor que se puede hacer es hablarlo a trav¨¦s de las redes sociales. M¨¢s de uno habr¨¢ vivido una bronca con un colega por decir en un grupo que preferir¨ªa que en la comida del s¨¢bado no metiesen todos las manazas en los platos comunes, sino que se sirviera cada uno en el suyo. Y al final, todos acaban ofendidos. ¡°Cualquier cosa puede malinterpretarse si se lee, as¨ª que lo mejor es una llamada o quedar en persona¡±, afirma la experta.
Al final del d¨ªa, lo m¨¢s importante es lidiar con esas emociones a nivel personal, apunta Paoli: ¡°La responsabilidad, el cumplimiento de las normas y la capacidad de gestionar la situaci¨®n es individual. Es decir, no est¨¢ en nuestras manos controlar lo que hagan los dem¨¢s¡±. Lo que s¨ª podemos hacer es no quedarnos enganchados a los sentimientos que nos produce. ¡°Es importante ponerle nombre a esas emociones para racionalizarlas para poder dejarlas ir¡±, aclara. De lo contrario, acabaremos con doble problema: el primero, la rabia que nos da la actitud de los dem¨¢s; y el segundo (consecuencia del anterior), un distanciamiento emocional de nuestros seres queridos. M¨¢s all¨¢ de eso, solo queda encomendarse a que la obligatoriedad de las normas lleve a su cumplimiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.