C¨®mo aprender a discrepar sin caer en las garras de la cultura de la cancelaci¨®n
La discrepancia p¨²blica parece aun m¨¢s vetada de lo habitual, pero hay algunas f¨®rmulas para hacerlo sin salir escaldados
Actualmente, entonar una voz disonante con el discurso mayoritario puede tener un precio muy alto. Un ejemplo es el James Benett, jefe de Opini¨®n del reputado diario The New York Times, que ha pagado con su cabeza la publicaci¨®n de una tribuna de un senador republicano que aboga por la actuaci¨®n de las tropas para acallar las revueltas del movimiento Black Lives Matter. Y hay muchos m¨¢s. Tantos, que 150 intelectuales, entre los que se encuentran el fil¨®sofo Noam Chomsky y la activista feminista Gloria Steinem, han publicado una carta reivindicando derecho a discrepar en lo que llaman la sociedad de la cancelaci¨®n. Pero, ?c¨®mo hacerlo sin acabar sometido a un linchamiento en los tiempos que corren?
¡°El libre intercambio de informaci¨®n e ideas se est¨¢ volviendo cada vez m¨¢s restringido¡±, reza la misiva publicada en la revista Harper¡¯s y contin¨²a explicando que la censura se est¨¢ extendiendo en nuestra cultura. Cada vez hay m¨¢s intolerancia hacia los puntos de vista opuestos, se averg¨¹enza p¨²blicamente a quienes piensan diferente y aumenta el ostracismo. Algo que ¡°solo empobrece el debate p¨²blico¡±, necesario ¡ªseg¨²n los expertos¡ª para que la sociedad avance.
Sin discrepancia no hay progreso
Para entender la importancia que tiene discrepar en el progreso solo hace falta echar un vistazo a la ciencia, donde el avance se ha nutrido gracias a la existencia del debate. ¡°La ciencia lo cuestiona todo. Es exactamente lo contrario a lo que ocurre en otros aspectos de la vida ¡ªcomo la pol¨ªtica¡ª en los que nos dejamos llevar por el razonamiento emocional¡±, explica Luis Miller, el vicedirector del Instituto de Pol¨ªticas y Bienes P¨²blicos del CSIC. En definitiva, tintes muy diferentes a los que tienen las discusiones del resto de los mortales, que suelen implicar ¨¢speras recriminaciones como apunta la carta.
La ciencia lo cuestiona todo. Es exactamente lo contrario a lo que ocurre en otros aspectos de la vida ¡ªcomo la pol¨ªtica¡ª en los que nos dejamos llevar por el razonamiento emocionalLuis Miller, vicedirector del Instituto de Pol¨ªticas y Bienes P¨²blicos del CSIC
Quiz¨¢ el foro en el que se vea m¨¢s claro este problema sean las redes sociales, donde las consecuencias pueden ir desde unos insultos hasta la p¨¦rdida de la reputaci¨®n e incluso del trabajo ¡ªcomo le ocurri¨® a Benett¡ª. Pero no hace falta ser un alto cargo de un de los diarios m¨¢s importantes del mundo para ser castigado por la justicia popular. ¡°A mi pareja la acosaron cuatro personas en redes sociales por compartir un post de apoyo a las donaciones de Amancio Ortega a la sanidad p¨²blica¡±, cuenta Jos¨¦, un estudiante de Periodismo que tambi¨¦n se ha visto personalmente hostigado por expresar una idea distinta a la mayor¨ªa en clase: ¡°Parece imposible que cualquier debate no tome un tono ideol¨®gico¡±.
La censura del ego
Como se puede ver, en la vida cotidiana y privada de cada uno tambi¨¦n es posible enfrentarse con frecuencia a situaciones en las que expresar una opini¨®n puede desencadenar un agrio conflicto con un jefe, una pareja, un amigo y un familiar. La pregunta es: ?qu¨¦ es lo que molesta tanto cuando existe una diferencia en el pensamiento? El psic¨®logo ?lvaro Tejedor de Psicolog¨ªa y Comunicaci¨®n apunta a un problema de ego: ¡°Cuando alguien no valida una opini¨®n la otra persona siente que est¨¢ en juego su aceptaci¨®n con respecto al grupo y a s¨ª misma¡±. Una de las claves para evitar herir la autoestima de la otra persona y mantener el debate vivo, dice este experto, est¨¢ en la manera en la que se expresa la discrepancia. Hay que ser flexibles, tener empat¨ªa hacia el otro, tirar de seducci¨®n y dejar claro que las ideas expresadas tambi¨¦n conllevan desprenden beneficios para el interlocutor.
Toma nota de c¨®mo hacerlo: ¡°Utilizar la primera persona del plural cuando hay un conflicto es positivo porque no implica que haya un enfrentamiento, sino que da la sensaci¨®n de que existe un equipo que tiene un fin com¨²n. Es uno de los mejores recursos¡±, explica Tejedor, quien tambi¨¦n recomienda que se deje muy claro en todo momento que se entiende la visi¨®n de la otra persona y que a pesar de discrepar es igual de v¨¢lida. Adem¨¢s, lo mejor es buscar siempre un lugar privado, explica el experto. Sobre todo, dice, si se trata de una persona con la que existe una diferencia jer¨¢rquica (como un jefe). Del ejemplo de la ciencia tambi¨¦n es posible aprender estrategias sanas de discusi¨®n como juzgar las ideas por s¨ª mismas y no en funci¨®n de qui¨¦n las emita. Tambi¨¦n a acostumbrarse a recibir ideas de diversas fuentes, a ponerlas en duda y contrastarlas, pero sin cancelarlas antes de tener toda la informaci¨®n.
En boca cerrada, ?no entran conflictos?
Una vez m¨¢s, las redes sociales no ayudan en este cometido. ¡°Los nuevos canales de comunicaci¨®n hacen esto cada vez m¨¢s dif¨ªcil porque damos credibilidad a la informaci¨®n en base al n¨²mero de veces que ha sido compartida. Adem¨¢s, vivimos dentro de las denominadas ¡®c¨¢maras de eco¡¯, que hacen que solo escuchemos una determinada versi¨®n de la historia¡±, desarrolla el experto del CSIC, quien argumenta que solo saliendo de esas esferas es posible empatizar con el otro, algo que reduce considerablemente la tensi¨®n y el conflicto. ¡°Si conseguimos discutir las ideas en s¨ª mismas y no simplemente cuestionar a su emisor, podremos sentar las bases para, al menos, poder dialogar entre personas que pensamos de un modo distinto¡±, afirma.
Cuando el gasto de energ¨ªa y tiempo es mayor que la recompensa, es mejor evitar la confrontaci¨®n.
Dado que no todo est¨¢ en nuestra mano y ante este clima de creciente de censura, es inevitable plantearse si hay veces en las que es mejor dejar a un lado la confrontaci¨®n y optar por el silencio para evitar un innecesario derroche de energ¨ªa. La respuesta depende de cada situaci¨®n, apunta el psic¨®logo: ¡°Siempre hay que pensar si la recompensa que obtendremos de la discusi¨®n es suficientemente alta respecto al tiempo y a la energ¨ªa que hay que dedicarle¡±, aclara el psic¨®logo, quien pone como ejemplo la cl¨¢sica discusi¨®n pol¨ªtica de una comida familiar: ¡°Pelear con un cu?ado sobre si la pol¨ªtica municipal de los parques caninos es adecuada o no, probablemente no va a mejorar nuestra calidad de vida en ning¨²n sentido¡±, aclara el psic¨®logo, que en estos casos aboga por dejarlo.
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