Radiograf¨ªa de una sociedad enfadada: ¡°La pandemia solo es la gota que ha colmado el vaso¡±
El descontento cr¨®nico es una trampa, perder la empat¨ªa es el mayor riesgo
![Woman screaming](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U4FUVCURKVBUDGMDIQ36LLUKNY.jpg?auth=1181d97ed8c6a3126df836ceb1b580ac2acca6d9245a66c2e1065dcb4db384bd&width=414)
Es imposible no notarlo. La mayor¨ªa andamos alerta, saltamos a la m¨ªnima, por cualquier nimiedad. Lo han detectado los profesionales de la hosteler¨ªa en las formas de sus clientes. Lo han notado los sanitarios, que se las ven con pacientes m¨¢s agresivos. Lo vimos en los gritos de los polic¨ªas de balc¨®n durante el confinamiento. Lo vemos hoy en las reprimendas al tendero porque se equivoca con el cambio (o, si acierta, con cualquier otra cosa). La sociedad est¨¢ frustrada, navega perdida en un mar de dudas y sin GPS. Tiembla frente a los cambios. Est¨¢ enfadada. Pero ?es la crisis sanitaria causada por la covid-19 el principal motivo? ?Tiene que ver con que media Espa?a est¨¦ confinada? ?O hay algo m¨¢s?
¡°La pandemia es solo la gota que ha colmado el vaso¡±, asegura Roberto Aramayo, profesor de investigaci¨®n en el Instituto de Filosof¨ªa del CSIC. Ya hab¨ªa motivos para el enfado antes de la crisis sanitaria, pero la situaci¨®n econ¨®mica, los ERTE, las dudas sobre el futuro, los constantes vaivenes en las decisiones pol¨ªticas, el miedo a contagiarse¡ La incertidumbre y los continuos cambios nos han recordado que la vida no es llana. ¡°Este mundo cambia al d¨ªa y, quitando a los j¨®venes de menos de 30 que llevan mucho tiempo viviendo as¨ª, los dem¨¢s no est¨¢bamos acostumbrados a ello¡±, dice Jos¨¦ El¨ªas Fern¨¢ndez, portavoz del Colegio Oficial de Psicolog¨ªa de Madrid. La falta de costumbre de caminar por el alambre ¡ªpor fino o grueso que sea¡ª ha generado tensi¨®n, irritaci¨®n, frustraci¨®n y un enorme enfado.
Por suerte, no todos los enfados son iguales. Los hay hasta saludables. Por ejemplo, suspender un examen provoca uno de esos que animan a estudiar m¨¢s para superar la prueba al siguiente intento. Sin embargo, la mayor parte de los enfados crean abismos que paralizan. Y, cuando se acumulan, se convierten en una forma de estar en la vida, una forma de ser. No en la mejor. ¡°Nos hemos vuelto tan caprichosos e intolerantes que queremos que todo sea como y cuando queremos, y eso es imposible¡±, opina Fern¨¢ndez, quien cree que es importante aprender a moverse en la incertidumbre actual. No somos los ¨²nicos que hemos tenido que hacerlo: otras muchas generaciones han crecido con crisis econ¨®micas, pandemias o guerras. ¡°Un ni?o que nace en 1985 piensa que sus abuelos no tienen la menor idea de lo dif¨ªcil que es la vida, pero ellos han sobrevivido a varias guerras y cat¨¢strofes¡±, dice un texto que populariz¨® el actor David V. Muro hace unas semanas.
El origen del enfado colectivo tiene mucho que ver con los cambios. Los cambios nos incitan a reaccionar inicialmente con curiosidad, a preguntarnos de qu¨¦ va la nueva situaci¨®n. Ante ello, hay tres respuestas habituales. Cuando vemos que todo sigue igual descartamos cualquier reacci¨®n. Si creemos que las novedades pueden ser una oportunidad, nos motivamos para aprovecharla. Cuando entendemos la nueva realidad como una amenaza tendemos a cobijarnos en un refugio donde espera el miedo y la ira.
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Casi todas las cosas que nos preocupan no ocurrir¨¢n jam¨¢s
En el contexto actual, respondemos con agresividad a una crisis sanitaria dif¨ªcil de canalizar al no haber un objeto visible al que enfrentarse (el coronavirus avanza sin que nadie lo vea) y terminamos desplazando el disgusto hacia otro sitio, a las personas con quienes compartimos la casa, el trabajo, la carretera, el bar. ¡°Nos convertimos entonces en personas menos tolerantes, nos enfadamos por tonter¨ªas y nos volvemos m¨¢s ariscos¡±, subraya David Bueno, director de la c¨¢tedra de Neuroeducaci¨®n de la Universidad de Barcelona. Cosas de no gestionar bien las emociones, algo que, seg¨²n Bueno, "se aprende, pero es complejo¡±. Es dif¨ªcil porque, entre otros aspectos, pensar cansa: el cerebro consume en torno al 20% de nuestra energ¨ªa.
Para Mar¨ªa del Mar Cabezas, profesora de la facultad de Filosof¨ªa de la Universidad de Salamanca, ¡°el problema es que, como sociedad, no tenemos mucha educaci¨®n emocional. No nos ense?an que en la vida hay adversidades y circunstancias que no nos gustan, ni que la reacci¨®n ante ello depende de c¨®mo gestionemos las emociones¡±. Esa ausencia de control conduce a normalizar los insultos, la crispaci¨®n y la agresividad.
Sin pasado ni futuro: el gran problema del presentismo
Aun con la mochila cargada de piedras (la pandemia solo ha desbordado un vaso cargado de precariedad, desigualdad estructural y pobreza laboral), Aramayo explica que uno de los factores m¨¢s importantes a la hora de explicar el enfado social es el presentismo. Esta filosof¨ªa se centra en la existencia del presente y obvia completamente el pasado y el futuro: lo queremos todo para ahora, pretendemos satisfacer nuestros deseos al momento, ya. El concepto no tiene final feliz. Si conseguimos lo que busc¨¢bamos, se nos olvida r¨¢pido y pasamos a lo siguiente. Si no logramos tenerlo, nos frustramos y nos enfadamos.
Aramayo subraya el papel de las nuevas tecnolog¨ªas en esta situaci¨®n. Si Alicia se asomaba al mundo a trav¨¦s del espejo, nosotros lo hacemos desde las pantallas, y eso es, en buena parte, lo que nos genera la sensaci¨®n de necesitarlo todo inmediatamente y nos crea constantes frustraciones. Terminamos percibiendo equivocadamente que la realidad es solo lo que hay m¨¢s all¨¢ de las pantallas, nos olvidamos del entorno cercano y perdemos valores solidarios y empat¨ªa, b¨¢sica para evitar enfados porque ayuda a comprender mejor a los dem¨¢s, ponernos en su sitio, a conversar en vez de discutir. Sin empat¨ªa, como dec¨ªa Rousseau, no puede haber cohesi¨®n social.
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Evasi¨®n y subid¨®n de autoestima: as¨ª es la nueva infidelidad digital (y as¨ª se destapa)
Aramayo destaca otros factores que tampoco ayudan, como ¡°la mentalidad ultraneoliberal actual¡±. Se refiere a que la sociedad prima el m¨¢ximo beneficio, se divide entre ganadores y perdedores. El sistema dicta que hay que sobresalir de los dem¨¢s para tener ¨¦xito. Todo ello, sumado a las incertidumbres ¡ªpersonal, profesional, sanitaria, econ¨®mica¡ª terminan generando frustraciones que derivan en esa mala respuesta a la pareja y esa p¨¦rdida de paciencia ante el camarero.
Para cambiar de rumbo est¨¢n los cl¨¢sicos de la Filosof¨ªa, donde aparecen conceptos como el de la culpable minor¨ªa de edad de la que hablaba Kant en el siglo XVIII, para criticar que no fu¨¦ramos lo suficientemente responsables ¡ªy adultos¡ª para afrontar la vida y sus vaivenes. El fil¨®sofo y cient¨ªfico alem¨¢n destacaba entonces los valores de la Ilustraci¨®n, la importancia de leer, pensar, reflexionar. ¡°El problema es que el sue?o ilustrado se ha convertido en pesadilla. La sobreinformaci¨®n, en vez de hacernos m¨¢s cr¨ªticos y reflexivos, hace que con una semana navegando en internet creamos que la tierra es plana y que nos enga?an diciendo que es ovalada, lo que genera m¨¢s frustraci¨®n¡±, dice el investigador.
Ante la adversidad, eso s¨ª, merece la pena aprender a sacar lo positivo de la situaci¨®n, por poco que sea. ¡°Los obst¨¢culos nos hacen mejores¡±, dice el psic¨®logo Jos¨¦ El¨ªas Fern¨¢ndez, quien piensa que ante las crisis ¡°hay que activarse y ser creativos¡±. Pone ejemplos de personas que han perdido su empleo y, m¨¢s tarde, han conseguido encontrar un nuevo camino para vivir mejor. Siempre nos quedar¨¢ el ejemplo de la palabra crisis en japon¨¦s, formada por los ideogramas peligro y oportunidad. Enfad¨¦monos, reaccionemos, pero para avanzar. ¡°Si nos dejamos llevar por la apat¨ªa y el enfado, todo va a ir siempre peor¡±, sentencia Fern¨¢ndez.
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