C¨®mo lograr que una conversaci¨®n dif¨ªcil no te amargue el d¨ªa, en tres pasos
Tener puntos de vista distintos no provoca las peleas. Razonar tampoco siempre las resuelve. Para que la situaci¨®n no se enrede, comienza por escucharte a ti mismo
Hablando no siempre se entiende la gente. Lo sabe cualquiera que haya perdido los papeles alguna vez discutiendo con su jefe, aquel compa?ero, ese primo, la pareja¡ Vamos, que lo ha vivido todo el mundo. El problema empieza con un desasosiego que crece con cada elevaci¨®n del tono, puede que acompa?ado de un sentimiento de ofensa, hasta que sale por la boca con la forma del t¨ªpico rebuzno que no hace m¨¢s que empeorar las cosas. Y un an¨¢lisis honesto de la experiencia deja claro que la disparidad de criterios no suele ser el motivo de que se pierdan las formas. Uno estalla porque falla el autocontrol. Pero eso tiene soluci¨®n.
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Es f¨¢cil saber cu¨¢ndo hay que reconducir urgentemente la situaci¨®n, ya que la agitaci¨®n produce una serie de reacciones autom¨¢ticas en el cuerpo que se identifican r¨¢pidamente. ¡°Las emociones tienen una parte fisiol¨®gica, y cuando percibimos que hay una ofensa o una amenaza, el cuerpo se prepara para la acci¨®n, para defendernos con contundencia. Se pone en tensi¨®n, el coraz¨®n late m¨¢s deprisa, la respiraci¨®n se vuelve m¨¢s agitada¡¡±, describe la psic¨®loga cl¨ªnica Julia Vidal, portavoz del Colegio Oficial de Psic¨®logos de Madrid.
Esa respuesta fisiol¨®gica facilita, a su vez, que aumente el estr¨¦s, lo que deriva en un c¨ªrculo vicioso que no ayuda precisamente al cese de las hostilidades. En su lugar, este bucle consigue desviar el foco de atenci¨®n, de manera que el objetivo pasa de ser solucionar el asunto que ha originado las desavenencias a lidiar con el mal trago que estamos pasando. ¡°Podemos sentir verg¨¹enza, culpa, miedo, enfado¡, y en vez de centrarnos en abordar el problema lo hacemos en defendernos, en contenernos para no responder al otro con una frase inadecuada y en tratar de que no piense que no sabemos controlarnos¡±, a?ade la psic¨®loga directora del centro ?rea Humana. Pero no lo conseguimos...
Mantras calmantes y respiraci¨®n, ?son suficientes?
Obviamente, el primer paso para manejar esta dif¨ªcil tesitura es distinguir entre la resoluci¨®n del problema y las emociones que han originado la escalada; y m¨¢s vale hacerlo antes de que toda la tensi¨®n sea liberada, incontrolablemente, por la boca (algunos gestos ayudan). Para ello hay que conseguir hacer una valoraci¨®n correcta de la situaci¨®n. ¡°Puedo centrarme en ver que esta persona no deber¨ªa estar enfadada conmigo y es horrible que lo haga, o pensar que es normal que pase y valorar posibles soluciones. Hay que tener en cuenta que los enfados son una oportunidad para entender lo que siente y piensa la otra persona. Cuando lo vemos as¨ª, la tensi¨®n se reduce mucho¡±. Haz el esfuerzo.
El segundo paso es identificar y aceptar las emociones que amenazan con dar al traste con el di¨¢logo, lo que requiere iniciar una segunda conversaci¨®n, esta vez interior. ¡°Constantemente tenemos un di¨¢logo interno con nosotros mismos, que en este caso debe ser de calma y constructivo¡±, expone la terapeuta. Se tratar¨ªa de repetirnos una especie de mantra en el que caben frases como ¡°esto es normal¡±, ¡°todo estar¨¢ bien¡±, ¡°forma parte de la vida¡±, ¡°escucha al otro¡±, ¡°no tienes que darle respuesta ahora¡±¡
La instrucci¨®n es clara, pero es m¨¢s f¨¢cil de decir que de hacer; no todos somos capaces de ponernos en modo zen cuando tenemos a alguien delante apunt¨¢ndonos con un dedo. Afortunadamente, hay varias maneras de ayudarnos a nosotros mismos. Por ejemplo, se puede acompa?ar esa retah¨ªla de autoafirmaciones con una regulaci¨®n de la respiraci¨®n. ¡°Viene muy bien realizar respiraciones profundas o diafragm¨¢ticas. Es una t¨¦cnica que a nivel fisiol¨®gico reduce la activaci¨®n del sistema nervioso simp¨¢tico¡±, nos recuerda la psic¨®loga cl¨ªnica. Est¨¢ demostrado que respirar despacio induce a la calma.
Cinco t¨¦cnicas de relajaci¨®n para aliviar el estr¨¦s y la ansiedad
El tercer paso no siempre es necesario, pero si llega el momento de darlo, no esperes ni un segundo. Est¨¢ pensado para cuando ni todos los mantras juntos ni las distintas t¨¦cnicas para aliviar el estr¨¦s funcionan, y notas que empiezas a perder los estribos. Es el momento justo para sugerir un aplazamiento de la ri?a. ¡°Si uno est¨¢ sobrepasado por la situaci¨®n, lo mejor que puede hacer es posponer la conversaci¨®n¡±, recomienda Julia Vidal. ¡°Decir al otro: ¡¯Mira, me gustar¨ªa hablar contigo de este tema, pero en otro momento¡±. Conviene hacerlo as¨ª, con calma y buenas palabras, ya que el modo en que nos expresamos contribuye decisivamente a rebajar la tirantez.
Hay que exponer nuestro punto de vista con diplomacia y evitar lanzar reproches y ataques personales, sobre todo cuando la discusi¨®n se da en el ¨¢mbito de la pareja. Un estudio de la Universidad de California del Sur encontr¨® que cuando los c¨®nyuges se critican mutuamente, los niveles de estr¨¦s y las discusiones aumentan. Los hombres se encienden m¨¢s con las cr¨ªticas directas; por ejemplo, cuando su c¨®nyuge les dice que son incompetentes o que est¨¢n equivocados. Las mujeres experimentan la ira con mayor facilidad cuando se les menciona errores del pasado.
A este despliegue de recursos puede a?ad¨ªrsele uno m¨¢s: exponer al otro, si est¨¢ desatado, que no est¨¢ empleando formas adecuadas. ¡°Ponerle un espejo delante para que se vea. No es como cuando estamos ante una persona con depresi¨®n y le decimos: ¡®an¨ªmate¡¯, porque en ese caso le estamos diciendo lo que debe hacer. Aqu¨ª, cuando alguien te lo refleja, tomas m¨¢s conciencia¡±, dice Vidal. Con mano izquierda, naturalmente: ¡°Mirar a alguien y decirle: ¡®Est¨¢s alter¨¢ndote mucho, creo que es mejor que pares, est¨¢s muy enfadado, ?no te est¨¢s dando cuenta de que me est¨¢s insultando?¡¯. En vez de reaccionar con un ¡®y t¨² m¨¢s¡¯, hacerle ver su actitud viene bien¡±. Con suerte, te calmar¨¢s a ti y a tu acalorado interlocutor. Y vuelta a empezar, pero esta vez con mejor pie.
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