M¨¢s de un siglo compitiendo con bicicletas deportivas para que las de paseo sigan llam¨¢ndose ¡°de mujer¡±
Aunque la mayor parte de marcas optan por el tallaje unisex, algunas tiendas conservan una obsoleta distinci¨®n por sexos
Unos patines en l¨ªnea relegaron a aquella bicicleta rosa y blanca, con pompones en el manillar y ruedines apenas desgastados a un rinc¨®n del trastero. Aprend¨ª a patinar, pero no fue hasta bien entrada la adolescencia que me dio por dominar el arte de montar en bici. No me gradu¨¦ con matr¨ªcula... as¨ª que nunca he llegado a usar una bicicleta como medio de transporte. Pero la pandemia me ha hecho replantearme la manera en la que me muevo por la ciudad, y no hay nada como una bici para evitar las aglomeraciones del metro en hora punta. Gran idea la m¨ªa, y la de ¡ªal parecer¡ª toda Espa?a: desde que acab¨® el confinamiento, las tiendas han disparado sus ventas entre un 30% y un 50%. La falta de stock me ha cogido con la guardia baja, pero he detectado una circunstancia que la ha devuelto a donde debe estar: a¨²n hay tiendas en las que debo plegarme a una obsoleta distinci¨®n por sexos si quiero montarme en una de sus bicis.
Las diferencias son claras y llamativas. Las de los hombres parecen m¨¢s robustas, son de colores oscuros, tienen ruedas anchas y la barra superior del chasis est¨¢ en una posici¨®n m¨¢s alta. Las de mujer, por su parte, lucen tonos pastel, con acabados de apariencia delicada, la barra est¨¢ mucho m¨¢s baja y algunas vienen con su cestita colgada en el manillar. Como si fueran para ir a coger flores. A primera vista, estas caracter¨ªsticas del dise?o parecen una cuesti¨®n de marketing, pero son el vestigio de una antigua necesidad.
Hay que remontarse m¨¢s de cien a?os atr¨¢s para entenderlo, hasta el siglo XIX, cuando se dise?aron los primeros veloc¨ªpedos. S¨ª, aquellas m¨¢quinas que ten¨ªan unas ruedas delanteras considerablemente m¨¢s grandes que las traseras, fabricadas ¨²nica y exclusivamente para el entretenimiento de los hombres. Resulta que ten¨ªan un chasis imposible de montar con las vestimentas femeninas de la ¨¦poca sin que los encantos de las mujeres quedaran expuestos a todas las miradas. Cuando por fin se igualaron los tama?os de las ruedas es cuando se empezaron a dise?ar tallas para ni?os, transportes infantiles que algunas mujeres no dudaron en aprovechar. En palabras de Susan Brownell Anthony, sufragista y escritora, ¡°las bicicletas han hecho m¨¢s por la emancipaci¨®n de las mujeres que nada en el mundo¡±. Ya pod¨ªan pedalear ellas solas hasta donde les diera la gana.
Nada de esto, por supuesto, sucedi¨® sin el disgusto de muchos hombres, que no dudaban en vociferar su reticencia incluso en los medios de comunicaci¨®n. ¡°Creo que la cosa m¨¢s atroz que he visto en toda mi vida es una mujer en bicicleta [...] Pensaba que lo peor que pod¨ªa hacer una mujer era fumar, pero he cambiado de idea", public¨® el Sunday Herald en 1891. El progreso, sordo a los rebuznos reaccionarios, sigui¨® adelante y, con ¨¦l, aparecieron nuevos modelos de bicicletas con las barras m¨¢s bajas para adaptarse a la ropa de las mujeres. ¡°Adem¨¢s de la barra m¨¢s baja, les pon¨ªan una especie de malla en la rueda trasera para que las faldas no se engancharan¡±, aclara Jacob Frontelo, responsable de ciclismo de Decathlon de Talavera. La moda femenina sigui¨® evolucionando junto a los nuevos modelos de bicicleta: las mujeres empezaron a usar faldas-pantal¨®n y bombachos para subirse a un veh¨ªculo que les daba una dosis de libertad que muchas no hab¨ªan probado jam¨¢s. Y pedalearon m¨¢s y m¨¢s lejos.
M¨¢s de un siglo despu¨¦s, exactamente 103 a?os desde que Alfonsina Strada participara en su primer Giro de Lombard¨ªa, las mujeres compiten con bicicletas muy similares a las de los hombres, pero a¨²n hay comercios (entre ellos, una conocida tienda por departamentos) que mantienen la distinci¨®n por sexos. ?A qu¨¦ se debe? Erkuden Almagro, fundadora de Mujeres en Bici, lo tiene claro: ¡°Es el canon del impuesto rosa¡±, esa tasa que hace que los art¨ªculos cuesten m¨¢s por estar pintados de ese color (o similares). Un peaje anacr¨®nico que, afortunadamente, han eliminado la mayor parte de los fabricantes.
La tendencia general es llamar a estos modelos de bicicletas ¡°de paseo¡± o ¡°urbanas¡±, dado que su uso se limita a las ciudades. Y s¨ª, son m¨¢s c¨®modos para quienes llevan faldas o vestidos, pero tambi¨¦n ¡°para hombres y mujeres con movilidad reducida, personas mayores, hombres que lleven trajes... simplemente porque es m¨¢s f¨¢cil subirse a ellas cuando no llevas ropa deportiva¡±, explica Almagro. En lo que respecta a las deportivas, ahora se habla de tallas y no de sexos. Si bien sigue habiendo algunas piezas que se fabrican con la mujer en mente, es por otras cuestiones que atienden a la antropometr¨ªa y al dise?o ergon¨®mico. "Los sillines son ligeramente m¨¢s anchos porque las mujeres solemos tener las caderas un poco m¨¢s anchas y as¨ª se apoyan mejor los isquiones¡±, aclara Almagro. ¡°Tambi¨¦n la potencia del manillar ¡ªesa pieza que va desde el cuadro al manillar¡ª es a veces un poco m¨¢s corta porque las mujeres suelen tener las piernas m¨¢s largas y el tronco m¨¢s corto. As¨ª llegan mejor¡±, a?ade Frontelo.
Sin embargo, ¡°a d¨ªa de hoy, el 95% de las bicicletas son comunes para chicos y chicas¡±, asegura Frontelo. Y es que, al fin y al cabo, no todas las mujeres tienen las caderas igual de anchas o las piernas igual de largas; algunas son m¨¢s altas y otras menos. Igual que ocurre con los hombres. De ah¨ª, explican ambos expertos, que se tienda a la personalizaci¨®n y que para buscar la talla adecuada ¡°se midan la altura y distancia de la entrepierna, y la distancia del tronco al manillar. As¨ª se calculan tanto la altura del sill¨ªn a los pedales como la de la potencia del manillar¡±, aclara Frontelo. Seg¨²n las cifras, ¡°habr¨¢ mujeres que usen la talla XS y hombres que tambi¨¦n. Lo mismo con las dem¨¢s tallas. Mi marido y yo, por ejemplo, usamos los mismos tama?os¡±, concluye Almagro. Los colores, eso s¨ª es cosa de gustos, no ese 5% que queda del c¨¢lculo que hace Frontelo, en el que entran quienes siguen manteniendo la distinci¨®n por sexos.
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