Jos¨¦ Donoso y los diarios con los que el escritor chileno busc¨® que se le juzgara como hombre
La editora de ¡®Diarios Centrales. A season in hell. 1966-1980¡ä, Cecilia Garc¨ªa Huidobro, dice que la recepci¨®n de la segunda entrega de los escritos ¨Crecientemente publicados¨C ¡°ha sido un poco reductivista, literal¡±
Una pregunta persigui¨® a la periodista chilena Cecilia Garc¨ªa Huidobro durante 8.600 kil¨®metros. Dos d¨¦cadas atr¨¢s, la editora literaria viaj¨® desde Santiago de Chile a la estadounidense Iowa para revisar los diarios in¨¦ditos del escritor Jos¨¦ Donoso (1924-1996), uno de los autores m¨¢s relevantes y singulares de la literatura chilena del siglo XX. El contenido de los escritos que conservaba la Universidad de Iowa era brutal. Aparec¨ªa detalladamente el proceso creativo detr¨¢s de cada novela, los autores que frecuentaba e implacables cr¨ªticas a sus pares del boom latinoamericano. Tambi¨¦n referencias a su homosexualidad reprimida, el alcoholismo de su esposa y la intrincada relaci¨®n con su hija adoptiva. Los diarios de un hombre al que siempre le import¨® el buen vestir dejaban al descubierto sus costuras y Garc¨ªa Huidobro (69 a?os, Santiago) dudaba si ten¨ªa derecho a publicarlas.
En la vida itinerante de Donoso, los diarios que escribi¨® durante 45 a?os fueron su hogar m¨¢s estable. Los vendi¨® todos a la Universidad de Iowa y a la de Princeton, con la condici¨®n de que se pudiesen leer una d¨¦cada despu¨¦s de su muerte. Hay frases en sus cuadernos que revelan una dosis de conciencia sobre una posible publicaci¨®n. El de 1973, por ejemplo, arranca as¨ª: ¡°Quisiera que este cuaderno fuera un documento por el cual se juzgar¨¢ a Jos¨¦ Donoso hombre¡±. En las primera p¨¢ginas menciona que la biograf¨ªa de Virginia Woolf, escrita a partir de sus diarios, lo impulsa a abrirse y as¨ª, una vez muerto, resucite ¡°el verdadero Jos¨¦ Donoso, el que no cupo en las novelas, el que no recogieron los art¨ªculos y entrevistas¡±.
Sumida en el debate ¨¦tico, Garc¨ªa Huidobro continuaba escarbando entre los miles de documentos del Premio Nacional de Literatura. Un d¨ªa, revisando la correspondencia que mantuvo el escritor cuando vivi¨® un a?o en Iowa, la archivista se percat¨® de que estaba alquilando una habitaci¨®n en la misma calle que residi¨® el autor del Obsceno P¨¢jaro de la Noche (1970) y El lugar sin l¨ªmites (1966). Pero ser¨ªa un paso breve, ya que su casero se mudaba y con ¨¦l, tambi¨¦n ella. Cuando trasladaron las cosas al nuevo domicilio, Garc¨ªa Huidobro, perpleja, not¨® que era exactamente la misma casa que habit¨® el chileno cuando ejerci¨® de profesor en la d¨¦cada de los sesenta. ¡°Me sent¨ª absolutamente como una especie de t¨ªtere, de personaje de Donoso. Adem¨¢s, como su gran tema son las casas, cobraba todav¨ªa mayor simbolismo¡±, comenta la periodista en un piso del barrio residencial de Providencia, en Santiago. ¡°Me lleg¨® mucho. Fue algo que proces¨¦ como una se?al¡±, a?ade en una c¨¢lida tarde de verano, en el descuento de sus vacaciones.
Desde aquella remota coincidencia, sumada a una seria investigaci¨®n sobre el g¨¦nero autorreferencial, la editora public¨® Diarios tempranos. Donoso in progress. 1950-1965 (2016) y, recientemente, Diarios Centrales. A season in hell. 1966-1980. Ambos de la editorial de la Universidad Diego Portales (UDP), la casa de estudios que adquiri¨® los derechos de autor de los 80 cuadernos.
El di¨¢logo interno de Donoso es crudo, an¨¢rquico y generoso. ¡°[Los escritos] no tienen una l¨ªnea, entonces t¨² entras por cualquier lado y tienes que empezar a tejer un hilo conductor. Hay un trabajo artesanal muy intenso, de reconstrucci¨®n, que deriva en una suerte de curator¨ªa¡±, plantea Garc¨ªa Huidobro, cuya inmersi¨®n en los manuscritos fue tan grande que es capaz de reconocer si Donoso estaba recostado o no cuando escribi¨® una frase. En Princeton, hasta hace poco, no dejaban fotografiar los archivos, as¨ª que durante a?os tuvo que copiar a mano lo que aparec¨ªa en los cuadernos.
La historia de Cecilia Garc¨ªa Huidobro con Donoso y su familia no se inicia en Iowa ni es la de una lectora com¨²n. La periodista conoci¨® a Jos¨¦ Pepe Donoso a principios de los noventa, cuando lo entrevist¨® sobre el grupo de Bloomsbury para la Revista Universitaria de la Universidad Cat¨®lica. Recuerda que el autor se comport¨® muy donosiano: ¡°Gentilmente antip¨¢tico¡±. Durante toda la conversaci¨®n, el escritor estuvo acompa?ado de su perro que no dejaba de gru?ir. ¡°Luego pens¨¦ que el que gru?¨ªa era Donoso, como advirtiendo cuidado, no te sobrepases¡±. Al poco tiempo, en 1995, trabajaron en el libro Art¨ªculos de incierta necesidad, una recopilaci¨®n de piezas period¨ªsticas del autor. Durante unos tres meses se reunieron semanalmente. ¡°Eran encuentros curiosos¡±, describe la editora. Donoso era ¡°chismoso, hac¨ªa muchas preguntas¡±. Como Garc¨ªa Huidobro ten¨ªa otro trabajo y participaba sobre todo por inter¨¦s, intentaba poner orden a las sesiones y que no fueran solo cotilleo. Hoy, c¨®mo no, se arrepiente.
En esas reuniones, la acad¨¦mica de la UDP se cruz¨® un par de veces con Pilar Donoso, la hija del escritor. Una vez fallecido Pepe, coincidieron en lanzamientos de libros y sintonizaron a trav¨¦s del humor. Para una efem¨¦ride del autor, Garc¨ªa Huidobro llam¨® a Pilar en busca de material in¨¦dito para armar un especial en la Revista Libros del diario El Mercurio. Ella la invit¨® a su casa para ense?arle lo que ten¨ªa. En el encuentro le coment¨® a Cecilia: ¡°Yo tambi¨¦n estoy escribiendo algo sobre ¨¦l¡±. Le mostr¨® un texto que despu¨¦s se convertir¨ªa en el inicio del libro Correr el tupido velo (2009), basado en extractos de los diarios de su padre, donde de manera sensible y honesta reconstruye la compleja vida de sus padres y busca respuestas a un profundo dolor filial. La editora la acompa?¨® en el proceso, leyendo sus avances y d¨¢ndole su opini¨®n.
En los cuadernos, Donoso dispara contra la falta de imaginaci¨®n de Vargas Llosa, la superficialidad de Garc¨ªa M¨¢rquez o el ¨¦xito fugaz de Carlos Fuentes. En otras p¨¢ginas, los elogia con el mismo nivel de convicci¨®n. Pasa de cuestionarse si adoptar a su hija fue el peor error cometido a decir que es una de las mejores cosas que le ha pasado. Pilar, quien se suicid¨® en 2011, se preguntaba hasta d¨®nde los diarios de su padre eran una ficci¨®n de ¨¦l mismo, recalcando su distorsi¨®n entre la realidad y la ficci¨®n. Garc¨ªa Huidobro comparte la interrogante. ¡°Todo lo que ¨¦l relata en sus memorias, en muchas entrevistas, hay que tomarlas con cierta distancia; no son necesariamente hechos, datos. No era para nada un manipulador, sino que ten¨ªa esta convicci¨®n de que la realidad no es la superficie, que lo que hay debajo se est¨¢ moviendo, y que esto es una cara y uno tiene otras¡±, se?ala.
Para algunos, la imagen de Donoso ha cambiado desde la publicaci¨®n de sus diarios. Se han escandalizado con su contenido tan ¨ªntimo. ¡°La sociedad chilena es muy castigadora y muy cultivadora de que los trapitos se laven en casa. No es tanto el problema de la mugre, sino de lavarlos en la plaza p¨²blica: Eso no se pone en un libro (...) Se va produciendo este abismo de que Donoso parece cada vez m¨¢s terrible y la recepci¨®n de los diarios ha incidido en eso. Particularmente con el Correr el tupido velo, donde es visto como un monstruo, porque a qu¨¦ pap¨¢ se le ocurre decir que la hija est¨¢ fea, que es un poco tonta, cuando es probable que a todos se nos pasen por la cabeza cosas as¨ª, porque es muy humano. En ese sentido, la recepci¨®n de los diarios aqu¨ª ha sido un poco reductivista, un poco literal, de no entender¡±, plantea Garc¨ªa Huidobro.
En una entrevista con el periodista espa?ol Juan Cruz, Pilar Donoso dijo que hab¨ªa escrito la biograf¨ªa de su padre como terapia, para quitarse los fantasmas, y que una amiga la hab¨ªa animado a publicarlo. Se refer¨ªa a la editora. ¡°Yo le insist¨ªa mucho que lo terminara y que despu¨¦s decidiera si lo publicaba porque en un momento lo suspendi¨®, precisamente porque estaban pasando muchas cosas, no solo con eso, sino con su vida¡±, apunta Garc¨ªa Huidobro. ¡°Se ha tendido a hacer una especie de linealidad, como causa-efecto, ?no? Y me parece que evidentemente es un ingrediente, pero tambi¨¦n que es empobrecer un hecho tan complejo como el suicidio de una persona¡±, a?ade.
Durante el extenso trabajo de edici¨®n de los diarios, Cecilia ha pensado mucho en Pilar. Confiesa que le pasa algo muy especial con esa mujer con la que no ten¨ªa por d¨®nde ser amiga: distintas generaciones, otros c¨ªrculos amistosos y laborales. ¡°No hab¨ªa ning¨²n elemento, salvo toda esta historia que nos fue ligando y en la que finalmente la acompa?¨¦ bastante, pero claro, no lo suficiente (...) Despu¨¦s que ella muri¨®, creo que siempre pienso en ella. Siempre. Siempre la recuerdo y me entristece y me conmueve. Creo que fue una persona muy valiente¡±, afirma emocionada.
El v¨ªnculo que ha tenido Garc¨ªa Huidobro con la familia Donoso ha sido muy particular. Durante 20 a?os ha estudiado rigurosamente lo que escribi¨®, dijo y call¨® el autor, accediendo a un material riqu¨ªsimo en intensidad. El nivel de inmersi¨®n ha sido significativo. ¡°Es una cosa rar¨ªsima, una especie de regalo que no hice ning¨²n m¨¦rito para recibirlo, pero lo recib¨ª. Fue azaroso, como la vida misma. Es como sacarse el n¨²mero de la loter¨ªa; no lo voy a devolver. He tratado de estar a la altura, de cumplir con mi parte, pero es que desde alojar en la casa donde el tipo estuvo¡ todo eso es casi un determinismo. Pero no en t¨¦rminos negativos. Para m¨ª es una realizaci¨®n¡±, afirma antes de emprender un viaje a la tierra de Gabriela Mistral, en el Valle del Elqui. A su regreso, se sumergir¨¢ en el que ser¨¢ el tercer y ¨²ltimo libro de los diarios de Jos¨¦ Donoso.
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