Las razones y las fuerzas
A cinco a?os del estallido social, hay consenso en reconocer que ¡®las razones¡¯ que lo causaron siguen esperando respuesta, pero menos se habla de por qu¨¦ esas respuestas no llegan

Razones sobraban y hoy sobran todav¨ªa m¨¢s. Al menos desde la publicaci¨®n del Informe de Desarrollo Humano de 1998, Las paradojas de la modernizaci¨®n, a?o a a?o, sin interrupci¨®n, no han dejado de aparecer investigaciones sociales que constatan los problemas que aquejan a nuestro pa¨ªs y el malestar que se acumula entre franjas significativas de sus habitantes. La desigualdad, las jubilaciones, el estado de la educaci¨®n p¨²blica, la distribuci¨®n del ingreso, la segregaci¨®n residencial, el sexismo, el maltrato cotidiano, la calidad de los servicios p¨²blicos, el endeudamiento, el nivel de los salarios, las listas de espera, la violencia escolar, la salud mental, la desafecci¨®n pol¨ªtica, la baja confianza en las instituciones¡ pr¨¢cticamente no hay problema que no haya sido estudiado, descrito y analizado, no una sino varias veces. La bibliograf¨ªa es abundante, contundente y, a estas alturas, redundante. Pero m¨¢s all¨¢ de las ciencias sociales, o si estas investigaciones no existieran o fueran desconocidas para la mayor¨ªa de la sociedad, como probablemente son, cualquier habitante com¨²n y corriente, que sabe lo que es vivir en Chile, podr¨ªa dar cuenta de varias de estas problem¨¢ticas. De hecho, pareciera que solo las ¨¦lites desconectadas de la realidad nacional se sorprendieron, en octubre de 2019, de que hubiera tanta rabia acumulada en este rinc¨®n ejemplar del planeta.
Pero no basta que las razones sobren. De manera muy hermosa, el fil¨®sofo franc¨¦s Jacques Ranci¨¨re, reflexionaba en torno a los ¡®chalecos amarillos¡¯ y sosten¨ªa una verdad simple y profunda: ¡°Las razones para el sufrimiento enumeradas para explicar la revuelta se asemejan exactamente a aquellas por las cuales alguien podr¨ªa explicar su ausencia: los individuos sujetos a tales condiciones de existencia no tienen tiempo ni energ¨ªa para rebelarse¡±. Lo que le lleva a concluir que ¡°la explicaci¨®n de los motivos por los cuales las personas se mueven es id¨¦ntica a aquella de porque no se mueven¡±. Y efectivamente. Tiene algo de inexplicable el hecho de que una multitud se levante y vuelque su desacuerdo en el espacio p¨²blico. Es misterioso, pero la historia est¨¢ llena de estos acontecimientos. La historia reciente de Chile lo est¨¢ (1997, 2001, 2006, 2011, 2016, 2018). Y el estallido social de 2019 fue uno, el m¨¢s expandido, de ellos.
Pero no basta con que las razones sobren ni con que una multitud se levante. A fin de cuentas, la historia es, tambi¨¦n, una cuesti¨®n de fuerza y de poder. Y all¨ª se complica el cuadro y en esa complicaci¨®n habitamos. El pueblo que se expres¨® de manera tan contundente y volc¨¢nica en ese octubre, tuvo, qu¨¦ duda cabe, una fuerza arrolladora, imposible de ser despreciada. El mejor ejemplo es que esa fuerza fue capaz de romper cercos inexpugnables como el que rodeaba a la Constituci¨®n pol¨ªtica de la dictadura y que hab¨ªa sido defendido por la derecha con u?as y dientes. Solo la fuerza de la movilizaci¨®n popular logr¨® romper ese cerrojo, aunque quienes se empe?an en oponer ¡®octubre¡¯ y ¡®noviembre¡¯ no quieran reconocer que ¡°sin octubre no habr¨ªa habido noviembre¡±.
Pero esa fuerza popular era, al mismo tiempo, d¨¦bil. El pueblo que se levant¨® en octubre, es un pueblo heterog¨¦neo y fundamentalmente desorganizado, muy distinto a aquel que protagoniz¨® los grandes movimientos populares del siglo XX. Cualquiera que haya asistido a las movilizaciones que se produjeron en octubre de 2019 puede dar testimonio de lo que all¨ª se vivi¨®: las personas que iniciaron las movilizaciones se convocaron de manera espont¨¢nea, flameaban las banderas de Chile y las banderas mapuche, tambi¨¦n las de los principales equipos de f¨²tbol. En ¡®la marcha m¨¢s grande de Chile¡¯ abundaban las camisetas de la selecci¨®n nacional, las familias, los disfraces, los pa?uelos verdes y los arco¨ªris. Las banderas los partidos y sindicatos, al contrario, brillaban por su ausencia. Y es que el campo popular contempor¨¢neo, el realmente existente, no tiene, por ahora, una representaci¨®n pol¨ªtica propia ni organizaciones fuertes. Y la izquierda, por definici¨®n llamada a representar a esos sectores, no se encuentra suficientemente enraizada en ese Chile popular, heter¨®clito y complejo que se expres¨® en esas jornadas.
El proceso que se sucedi¨®, con el primer proceso constituyente y su derrota, es parte de esta debilidad de la fuerza del campo popular chileno en su estado actual. La fuerza se cultiva, se trabaja, se entrena. La fuerza social se acumula en la lucha social. Y en esto no hay atajos. Al menos desde una perspectiva de izquierdas, cualquier proceso de transformaci¨®n solo puede ser sostenido en fuerzas sociales suficientes para empujarlo y resistir los embates de los poderes interesados en mantener el estado de las cosas. Por lo tanto, la formaci¨®n de esa fuerza es una tarea de primer orden para las izquierdas concientes de esa necesidad estrat¨¦gica.
A cinco a?os del estallido social, hay consenso en reconocer que ¡®las razones¡¯ que lo causaron siguen esperando respuesta, pero menos se habla de por qu¨¦ esas respuestas no llegan. Se achaca la responsabilidad, y con raz¨®n, a la esfera pol¨ªtica, a la incapacidad de lograr acuerdos, al c¨¢lculo peque?o, a la indolencia de las ¨¦lites. Todo eso es cierto, pero hay algo m¨¢s. Falta todav¨ªa que ese campo popular acumule fuerza, desarrolle capacidades, organizaciones, una visi¨®n de mundo, un proyecto de sociedad. Falta que la izquierda se enra¨ªce m¨¢s all¨ª, en el Chile realmente existente y contribuya a acrecentar su fuerza.
Ciertamente, hay avances en esa direcci¨®n, pero falta mucho todav¨ªa, y ya sabemos que no hay atajos. Las razones sobran, no as¨ª las fuerzas. All¨ª est¨¢ la tarea mayor de la izquierda y una de las lecciones m¨¢s duras de este quinto aniversario de las jornadas de octubre.
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